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I. Introducción a las cartas pastorales

Finalmente llegamos a las tres últimas epístolas del Nuevo Testamento que se le atribuyen al apóstol Pablo. Vamos a analizar estas tres cartas restantes, comúnmente llamadas epístolas pastorales, de la misma manera que analizamos las epístolas de la prisión en una lección anterior; o sea, como un grupo. Su nombre también se debe a que Pablo dirige dos cartas a Timoteo y una a Tito, y ambos oficiaban de pastores en sus comunidades; Timoteo en la iglesia que Pablo fundó unos años antes en Éfeso y Tito en la iglesia de la isla de Creta, en el mar Mediterráneo.

A. El autor de las epístolas pastorales

Como comentamos con Efesios, y hasta cierto grado con Colosenses también según algunos estudiosos, muchos eruditos han cuestionado bastante la autenticidad de estas tres cartas. ¿Realmente las escribió Pablo, aunque aparezca su nombre en el primer versículo de estas tres cartas? Estas preguntas se deben a tres problemas particulares.

Primero, el leguaje y el estilo literario de las epístolas pastorales, aunque si comparamos estas cartas sean parecidas entre sí, difiere bastante del lenguaje, el vocabulario y el estilo de las otras esquelas del Nuevo Testamento que se le atribuyen a este autor.

Segundo, parece haber un enfoque doctrinal diferente y aparentemente se redactaron en un contexto diferente. Una y otra vez el autor alienta a la audiencia a pelear la buena batalla, guardar la sana doctrina, ser fieles a las verdades, al depósito de la fe, en la que habían sido instruidos contra diversas formas de enseñanzas falsas. La carta presupone un contexto en el que se han institucionalizado algunos roles; obispos, ancianos, diáconos a quienes se nombra específicamente, viudas que van a inscribirse en un registro eclesiástico para aportar financieramente y mandamientos para ancianos y jóvenes. Todo eso sugiere una forma de cristianismo más organizado, que uno naturalmente relaciona con generaciones posteriores, después de que los orígenes más jóvenes y carismáticos de la iglesia comenzaron a solidificarse.

En tercer lugar, y quizás lo más importante, no hay lugar en la narrativa de Hechos donde puedan ubicarse estas cartas. Evidentemente, 1 y 2 Timoteo, dirigidas a Timoteo en Éfeso, fueron redactadas después de la fundación de esa iglesia, o sea después del ministerio de Pablo en ese lugar. Pero 1 Timoteo muestra que Pablo viaja como una persona libre, mientras que en el libro de Hechos, cuando deja Éfeso, navega directamente hacia Jerusalén y no vuelve a aparecer como hombre libre.

Tito, líder de la iglesia de Creta en la carta dirigida a él, obviamente se hace cargo del lugar algún tiempo después de que se estableciera esta congregación cristiana, pero no hay evidencia en el libro de Hechos de que alguna vez haya existido una iglesia cristiana en esa isla en particular, ni siquiera en Hechos 27 en las breves paradas debido al naufragio de Pablo cuando viajaba a Roma. Entonces es como si tuviéramos que ubicar estas tres cartas en algún período posterior a la narrativa de los Hechos. Es comprensible entonces que una mayoría de eruditos crea que estas cartas son seudónimos; es decir, que están redactadas con el nombre de Pablo, no como para engañar sino quizás reconociendo a Pablo como maestro o figura de autoridad de la experiencia pasada del autor, pero dirigida a una nueva generación, aplicando las verdades paulinas en nuevos contextos. Sin embargo no hay evidencia clara de que la iglesia primitiva alguna vez haya aceptado la práctica de los seudónimos en los libros que se consideraban canónicos, aunque dicha práctica fuera común en otros documentos judíos y greco romanos.

Quizás debiéramos buscar otros motivos que expliquen las diferencias enunciadas. Como mencionamos con la carta a los Efesios, Pablo debe haber usado otro escriba o amanuense. Podría haberle dado mucha más libertad literaria a ese escriba. El hecho de que se dirija a individuos y no a iglesias y la naturaleza distintiva de las enseñanzas falsas que debe combatir podría explicar las diferencias en el vocabulario y en el contenido.

B. Fecha de las epístolas pastorales

En cuanto a la fecha, los eruditos conservadores normalmente apelaron a la tradición de la iglesia primitiva, que se remonta hasta el testimonio de Clemente, quien afirma que Pablo efectivamente fue liberado de la prisión romana, momento histórico donde termina el libro de los Hechos, y siguió adelante con su ministerio, tiempo en el que fácilmente podría haber redactado 1 Timoteo y Tito. El segundo libro de Timoteo vuelve a encontrar a Pablo preso, lo que podría evidenciar un segundo encarcelamiento diferente del anterior, durante el cual se redactaron las cartas que conocemos como epístolas de la prisión y que estudiamos en la lección anterior. Esto también debe haber transcurrido antes de la muerte de Nerón en 69 y del fin de esa primera persecución de los cristianos en Roma y lugares aledaños. Entonces, aunque no podamos ser más específicos, 1 Timoteo y Tito probablemente datan de la etapa comprendida entre los años 62 y 64 o quizás un poco más tarde, después del comienzo de la persecución de Nerón y 2 Timoteo a continuación en ese período, pero antes de 68 d.C.

II. Tito

No tenemos forma de determinar en qué orden Pablo escribió Tito y 1 Timoteo durante este tiempo de libertad nueva pero breve. Entonces comenzaremos por la más corta, la epístola a Tito y luego realizaremos algunos comentarios sobre 1 Timoteo.

A. Introducción

Como ya mencionamos, mientras Pablo está libre le escribe a Tito, pastor de la iglesia de Creta. Y deducimos que se trata de una congregación relativamente nueva y no muy madura, que enfrenta cierto tipo de herejía, quizás no muy diferente de las falsas enseñanzas que Pablo tuvo que combatir en Colosas o en la localidad cercana de Éfeso. El análisis de esta carta es bastante simple: en los tres breves capítulos comienza saludando en 1:1-4, donde omite el agradecimiento. Es la segunda vez, después del caso de la carta a los Gálatas, que fue la primera oportunidad en que vimos a Pablo omitir el agradecimiento, y nuevamente el objetivo es resaltar la gravedad del problema que debe abordar.

B. Instrucciones

El cuerpo de la carta, desde 1:5 a 2:15, contiene instrucciones para diferentes grupos dentro de la iglesia. En primer lugar, se dirige a los ancianos, también llamados obispos, especialmente en 1 Timoteo. Los requisitos para ocupar este cargo de autoridad en el liderazgo de la iglesia se amplían en 1 Timoteo, por eso vamos a hacer algunos comentarios al respecto cuando analicemos esa carta. Los versículos 10-16 combaten el tema de los falsos maestros que Tito y su iglesia tienen que enfrentar, y aparentemente hay una tendencia asceta o cierta negación del mundo en esta enseñanza falsa, como ya vimos en otras partes. La principal refutación de Pablo, en 1:15, es que la iglesia de Creta debe rechazar esa filosofía. La simple negación de los apetitos carnales normales puede, a veces, estimular cierto tipo de espiritualidad, o al menos nuestra percepción de esa espiritualidad, pero en y por sí misma no es un elemento fundamental o crucial de la fe cristiana y en realidad puede alejar a las personas de la conducta espiritual verdadera.

El pasaje de 2:1-8 se encarga de las instrucciones para hombres y mujeres de diferentes edades. Como en Efesios y Colosenses, es evidente que esos mandamientos tienen una naturaleza patriarcal o jerárquica, aunque quizás sea importante resaltar que en el versículo 5, en el que se ordena las mujeres que sean buenas y «cuidadosas de su casa» la palabra que se usa no es el vocablo griego similar que significa simplemente quedarse en la casa sino un término que enfatiza el trabajo. Incluso hasta hace poco, unos doscientos años atrás en nuestra civilización contemporánea, el hogar a menudo era prácticamente un lugar de trabajo integrado donde el esposo o la esposa, o ambos, podían llevar a cabo sus ocupaciones respectivas.

Los versículos 9 y 10 del capítulo 2 brevemente se dirigen a los esclavos, bastante parecido a lo que vimos en el código doméstico de Efesios y Colosenses; y los versículos 11-15 enuncian los motivos particulares de estas conclusiones. Aunque los versículos 5, 8 y 10 resalten que acomodarse a determinadas convenciones culturales de cierto momento histórico realmente favorece la divulgación del Evangelio y evita que se interpongan obstáculos innecesarios cuando se predica a Cristo y su mensaje, lo que Pablo describe aquí no se trata simplemente de una adaptación cultural. Los versículos 11-15 resumen un motivo más fundamental para fomentar las relaciones adecuadas: estas cosas son buenas en y por sí mismas y es lo que exige Dios.

C. Exhortaciones finales

El capítulo 3 contiene las exhortaciones finales de la epístola. Terminan en el versículo 5 con una referencia importante a la deidad de Cristo, y los versículos 9-11 son un recordatorio interesante, bastante similar a lo que vimos en Corintios, de que el sectarismo puede ser un problema importante en las congregaciones cristianas. Es irónico que el sectarismo sea una de las pocas ofensas claramente definidas y que de acuerdo con la Escritura sea pasible de la excomunión. Si alguien simplemente se niega a cooperar con la mayoría de los miembros de la iglesia, quizá sea mejor que esa persona se vaya a algún otro lugar.

D. Aplicación

En la actualidad, obviamente se debate mucho sobre los roles de hombres y mujeres, y de ancianos y jóvenes. La esclavitud, en la mayoría de los lugares, fue abolida. Indudablemente Tito, como Efesios y Colosenses, genera muchas preguntas complicadas en las mentes de los lectores contemporáneos sobre la especificidad de su aplicación. Sin embargo, para aplicar esta breve epístola a los contextos actuales lo que sí resulta claro y muy relevante es el llamado a que los cristianos se sometan unos a otros, a la voluntad de Dios y al plan divino para sus vidas. Especialmente en Occidente, donde tenemos un legado de individualismo radical y ponderamos los derechos humanos, nos resulta especialmente difícil aceptar el componente fundamental del Evangelio de que en Cristo renunciamos a nuestros derechos por el bien del prójimo.

III. Primera Timoteo

Esta epístola, que es muy similar en muchos aspectos (en el estilo y el contenido) a Tito, es más extensa y cuando Pablo le escribe a Timoteo en Éfeso, amplía un poco más varios de los mismos temas. Nuevamente es evidente que el autor debe abordar las falsas enseñanzas y quizás podamos ver con más claridad que en Tito se mencionan filosofías muy parecidas a las que se identificaron en Colosas, tanto de una tendencia gnóstica como judaizante.

A. Los falsos maestros

Después de la introducción, Pablo continúa exponiendo los motivos de la carta en todo el capítulo 1 y alienta a Timoteo a que se apresure a combatir esa falsa enseñanza en Éfeso. Los indicios que encontramos en este capítulo inicial demuestran que en este lugar se habían instalado las mismas tendencias teológicas de la herejía. La mención del mal uso de la ley de los versículos 8-11 es, casi sin dudas, una referencia a los judaizantes, como probablemente lo sean las alusiones a los mitos y las genealogías de los versículos 4 y 5. Sin embargo, más adelante en 4:1-5 el autor habla de los que prohíben casarse, algo que harían muy pocos judíos, por no decir ninguno, ya que esa institución gozaba de muy alta estima. Al final de la carta, el versículo 6:20 habla de los que adhieren a los argumentos de la falsamente llamada «ciencia», (palabra que proviene del latín «conocimiento», el cuál en griego es «gnosis», de donde deriva el vocablo «gnosticismo»). No sabemos si se trata de un gnosticismo pleno o no, pero al menos parece apuntar en esa dirección, con respecto a la tendencia asceta y la negación del mundo. Los versículos 18-20 de manera concisa establecen el propósito de la epístola: pelear la buena batalla y no ser como los que caen en la herejía y deben ser disciplinados.

B. El control en el culto

El resto de 1 Timoteo puede interpretarse como una serie de métodos con los que Pablo alienta a Timoteo a combatir esta enseñanza falsa particular. El primer método, que se halla en 2:1-3:16, consiste en ejercitar un meticuloso control sobre el culto y el liderazgo de la iglesia. Los capítulos 2 y 3 contienen sin duda los pasajes más polémicos pero también los más interesantes de todas la epístolas pastorales. Hacia el final del capítulo 2 leemos sobre las relaciones adecuadas entre hombres y mujeres en la iglesia. Los hombres deben orar en forma decente, sin contiendas como aparentemente sucedía. Pero los comentarios más importantes y extensos están dirigidos a las mujeres. Después de hablar sobre su apariencia y vestimenta, los versículos más problemáticos y debatidos comienzan en 2:11 y siguen hasta el fin del capítulo.

C. La instrucción de la mujer

La mujer debe aprender en silencio y con toda sujeción. Aquí es importante reconocer que el único mandamiento, es decir, el único verbo en modo imperativo en el pasaje, está en la afirmación de que las mujeres deben aprender: tienen la obligación de aprender. Eso en sí mismo ya iba bastante en contra de la cultura, aún en el mundo greco romano; y aunque las mujeres adineradas a menudo tenían acceso a la educación, constituían un pequeño porcentaje de la sociedad. En el mundo judío, era muy poco común que una joven tuviera la oportunidad de recibir educación de la misma manera que los varones. Se nos recuerda la respuesta de Jesús con Marta y María cuando elogia el deseo de esta última de aprender a sus pies. La palabras que significan «silencio» y «sujeción» son las mismas que se usan en otros pasajes de 1 Timoteo (comparar, por ejemplo 2:2) para referirse a una conducta quieta y reposada, no al silencio absoluto y a dejar de hablar.

D. La mujer que enseña

Pero el versículo 12 se vuelve más problemático y polémico aún, ya que Pablo dice que no permite que la mujer enseñe ni ejerza dominio sobre el hombre. La palabra traducida como «ejercer dominio» se encuentra en otras partes de la Escritura, y en algunos otros contextos griegos puede tener un sentido más negativo, como «dominar» o «ejercer la autoridad de manera inadecuada», en cuyo caso entonces no se trataría de la prohibición permanente de que la mujer enseñe al hombre. Si en realidad se refiere al ejercicio de autoridad en un sentido más neutral y general, entonces también debemos analizar otro fenómeno interesante de 1 y 2 Timoteo; casi en todos los versículos Pablo usa un par de términos para referirse a una función en particular. En otras palabras, dos términos se definen mutuamente y generan un solo concepto. En griego hay un recurso retórico antiguo muy conocido llamado endíadis, por el que dos nombres coordinados forman un solo significado. Si es esa figura la que se usa en 1 Timoteo 2:12 entonces la enseñanza y el ejercicio de dominio no son dos funciones individuales sino que se relacionarían mutuamente.

De acuerdo a esta interpretación, la mujer en la iglesia de Éfeso podría instruir, probablemente en varios contextos, incluso a varones, pero no debería enseñar en un cargo que se reconozca como una función de autoridad en la enseñanza. Nos inclinamos por esta interpretación porque en el capítulo 3, o sea el siguiente tema que trata Pablo, expone los requisitos de los obispos o ancianos, aquellos que, entre los criterios de selección para el cargo, deben ser aptos para enseñar; mientras que en 5:17 los ancianos tienen una función de supervisión, y aunque se usa un término diferente al del capítulo 2, vuelve a hacer alusión al ejercicio de autoridad. Pareciera que lo que diferencia a los ancianos u obispos de los diáconos, y de la iglesia en general, es su función doble de enseñar y ejercer la autoridad.

Si lo parafraseamos, entonces quizás lo que Pablo quiera decir en 2:12 es que no permite que la mujer ocupe el cargo de anciano u obispo. Esta parece ser la interpretación más justa a la luz de todos los datos que aportan los Hechos en la obra de Pablo sobre lo que la mujer hacía y no hacía en otros lugares en las iglesias cristianas primitivas. Sin embargo, todavía deja abierta la pregunta si es un mandato permanente o no. Por ejemplo, en la actualidad algunos dirían que las mujeres estuvieron involucradas en la enseñanza de la herejía que evidentemente Pablo combate en Éfeso, y por eso la aplicación permanente de 1 Timoteo 2:12 es que a la mujer, y probablemente al hombre, nunca se le debe permitir enseñar una herejía. Otros, especialmente a la luz del contexto inmediato, los versículos 13 y 14 que parecen volver a referirse a la manera en que Dios hizo las cosas (el orden en la creación) y la manera en que las cosas sucedieron en la caída (quién pecó primero), creen que Pablo da una enseñanza permanente y prohíbe que la mujer ocupe al menos los cargos más altos en el ministerio cristiano.

E. Los requisitos de los líderes

Sea cual fuere la interpretación que uno elija, el capítulo 3 efectivamente detalla los requisitos de las funciones con el nombre de «anciano» y «obispo» (también traducido como «superintendente» y en otros casos «diácono»). Aunque en la historia de la iglesia se aplicaron muchos términos diferentes a diversos cargos de liderazgo, podemos afirmar que al menos en el Nuevo Testamento no se distinguen muchas más funciones que estas dos, si retrocedemos al precedente que se sienta en Hechos 6, donde los apóstoles se ocupan principalmente del liderazgo espiritual de la iglesia y los líderes especiales de la comunidad cristiana de judíos griegos son llamados a «servir», verbo que tiene la misma raíz de la que luego provendría el sustantivo «diácono» o «siervo».

Resulta interesante que en este contexto de 1 Timoteo 3 se haga referencia a las mujeres. Algunas traducciones las llaman «esposas de los diáconos», pero la palabra griega simplemente significa «mujer» e igualmente sería posible traducirla como «diaconisa». Sabemos con certeza por la historia eclesiástica que en los primeros siglos, después del siglo primero, las mujeres normalmente eran nombradas diaconisas, no siempre con la misma función de los diáconos y a veces con privilegios excluyentes para los hombres; por ejemplo, ministrar, aconsejar y asistir en el bautismo a otras mujeres. Al menos podemos argumentar que los líderes varones en la iglesia contemporánea podrían caer menos en tentaciones si fomentáramos con más celo el ministerio femenino para que la mujer se encargara de ministrar a otras mujeres.

La otra controversia importante alrededor de los requisitos para los puestos de autoridad de 1 Timoteo 3 tiene que ver con que el anciano o el diácono sea «marido de una sola mujer». ¿Significa que nunca se pueden casar dos veces, excluyendo así a los viudos que se casan en segundas nupcias? Esta interpretación prevaleció en los primeros siglos de la historia de la iglesia, y sin embargo el cristianismo se contaminó muy pronto, especialmente en el aspecto de la ética sexual, con un helenismo o hasta un gnosticismo no bíblico que negaba la legitimidad de las relaciones sexuales en los contextos adecuados. La interpretación minoritaria en la iglesia antigua y la que todavía debería considerarse con seriedad en la actualidad es que esta expresión significa que el individuo en cuestión debe ser muy fiel y dedicado a su propia familia, si es que está casado. No rige la posibilidad de un segundo matrimonio, ni siquiera en el caso de un divorcio. No tiene sentido decir que el «marido de una sola mujer» pueda referirse a alguien que se volvió a casar porque perdió a su cónyuge que se murió y no alguien que perdió a su cónyuge porque se divorció. Si se aplica o no a alguien que se divorció por motivos que no son legítimamente bíblicos es, sin embargo, otro aspecto que también genera mucha polémica.

F. La piedad, la honra y algunas advertencias

El capítulo 4 luego sigue con el segundo método que Timoteo debe usar para combatir la enseñanza falsa en Éfeso: concretamente, ejercitarse en la piedad y desechar el ascetismo. El fragmento de 5:1 a 6:2 presenta el tercer método: la honra a quien lo merece y las reglas de conducta para diversos grupos de personas en la iglesia. En 6:3-21 concluye la carta con advertencias, especialmente contra la influencia del dinero. Acá se nos recuerda que el empobrecimiento de la iglesia cristiana primitiva, especialmente en Judea, no se extendió uniformemente a las otras alas de la iglesia. Además, la ropa costosa con que se ataviaban algunas de las mujeres que condena el capítulo 2 solo habría estado al alcance de los más adinerados de esa cultura en particular. La riqueza es una tentación y frecuentemente se cita, y también se malinterpreta, 1 Timoteo 6:10. La traducción correcta es «el amor por el dinero es la raíz de todo tipo de males». Tengamos en cuenta que Pablo no dice que el dinero es la raíz de todos los males, ni siquiera que lo es el amor por el dinero, sino que es la raíz de todo tipo de males. A pesar de todas estas precauciones para no traducir erróneamente este versículo, resulta claro que Pablo vuelve a pedir que se contenten con lo que Dios les dé, reconociendo que la riqueza a menudo tienta a apartarse de Dios y dejar de depender de Él.

IV. Segunda Timoteo

A. Introducción

La última epístola pastoral, 2 Timoteo, probablemente sea la última de todas las cartas que escribió Pablo. Ahora lo volvieron a encarcelar y se da cuenta de la inminencia de la muerte (ver especialmente 4:6) por lo que está escribiendo una especie de testamento de última voluntad, las instrucciones finales para su joven hijo en la fe, Timoteo, alentándolo a sucederlo fielmente, a llevar la antorcha de la fe cristiana luego de que Pablo se corra de la escena.

B. Análisis

El pasaje de 1:1-18 presenta los saludos, los agradecimientos convencionales y recuerda la fe de Timoteo; y por cierto, la fe tanto cristiana como judía que profesaron su madre y su abuela, Loida y Eunice, antes que él. El fragmento de 2:1 a 26 constituye el corazón del cuerpo de la carta, y desarrolla las responsabilidades que conlleva la fe. Y si queremos resumir la lección de 2 Timoteo en un versículo, probablemente debamos enfocarnos en 2:2: «Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros». En otras palabras, que no se corte la cadena de liderazgo cristiano. Timoteo debe enseñarle a otros lo que Pablo le enseñó, y esos a su vez deben enseñar a otros más. Nos recuerda que en cualquier lugar el cristianismo no está a más de una generación de la extinción.

El pasaje de 3:1-17 describe la impiedad que ha surgido, que continuará surgiendo y contra la que se debe mantener firme Timoteo. En este contexto aparecen los famosos versículos 16 y 17 sobre la inspiración divina y la utilidad de la Escritura en esta batalla. Y 4:1-22 presenta las instrucciones finales para Timoteo. De la misma manera que en la carta anterior Pablo le ordenó que peleara la buena batalla, ahora le recuerda que el apóstol mismo peleó esa buena batalla, esa noble lucha. Ahora su vida se derrama como una ofrenda, pero está preparado para encontrarse con Cristo con confianza y deja a Timoteo a cargo de la iglesia de Éfeso, creyendo que la congregación queda en buenas manos.

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