Conferencia

I. Introducción

Si seguimos un orden histórico, las cartas que Pablo redactó después de la epístola a los Gálatas, de acuerdo con la reconstrucción cronológica más probable del Antiguo Testamento, son las dos cartas a los Tesalonicenses. Recordamos del estudio de Hechos que el apóstol había evangelizado Tesalónica durante su segundo viaje misionero, poco tiempo antes de ir a Corinto, donde gobernaba Galio. Y gracias a las referencias cruzadas con otros relatos históricos de la época, podemos fechar este período de Pablo en Corinto aproximadamente en los años 50, 51 y 52 d.C., entonces, el ministerio en Tesalónica tuvo lugar poco tiempo antes. Pablo parece haber escrito las cartas durante su estadía en Corinto, por lo que podríamos decir que dichas epístolas tienen esa misma fecha, y poco tiempo después se desarrolló el ministerio en Tesalónica.

II. Los libros de 1 y 2 Tesalonicenses

Los habitantes de Tesalónica eran bastante más metropolitanos, estaban más urbanizados que los habitantes de varias otras ciudades de la meseta rural del sur de Galacia, pero aun así la cultura y la historia de los tesalonicenses distaba mucho de la cultura y la historia de ciudades como Atenas o Roma. Mencionamos que una interpretación de Hechos 17, aunque debemos admitir que no es la única, es que los sábados que Pablo pasó razonando con los judíos de Tesalónica antes de que terminaran sacándolo de la ciudad, podrían reflejar un período relativamente breve, quizás de casi un mes, de su ministerio en ese lugar.

Y si esa suposición es correcta, entonces 1 Tesalonicenses en particular, es importante por la cantidad de elogios, especialmente en los primeros tres capítulos, con que el apóstol describe a sus destinatarios. En realidad, parece que hay pocos detalles teológicos o correcciones en cuanto al comportamiento o la práctica, que el autor desee resaltar; nada que ocupe un lugar tan preponderante como el problema de los judaizantes que acabamos de ver en la epístola a los Gálatas. Pero cuando la carta llega a la sección más exhortativa, en los capítulos 4 y 5, encontramos un tema teológico importante que ocupa la atención de Pablo, y en realidad es algo que vuelve a exponer en 2 Tesalonicenses.

A. Temas escatológicos

Ese tema tiene que ver con la escatología, o sea, la enseñanza cristiana sobre los «tiempos finales», sobre las circunstancias inmediatamente anteriores a la venida de Cristo y sobre cómo será esa venida. Desde 1 Tesalonicenses 4:13 hasta mediados del capítulo 5, por lo visto aparece cierta preocupación, quizás debido a la muerte reciente de uno o más cristianos de esa iglesia, de que de alguna manera los que murieron estuvieran en desventaja por no haber podido vivir hasta la parusía, es decir, la segunda venida de Cristo. Entonces, en la parte exhortativa de esta epístola, Pablo se ocupa de aquietar esos miedos. Solo porque Jesús dijo que vendría pronto no significa que podemos predecir con exactitud la fecha. Además, algunos podrían morir antes de esa venida. En realidad, podría ser que estos tesalonicenses, al igual que otros cristianos sobre los que leemos en otras partes del Nuevo Testamento, se sintieran inquietos pensando que, de alguna manera, esta enseñanza de Cristo sobre su pronto regreso fuera falsa.

Ahora, casi 2000 años después de esa época, esa preocupación parece ridícula. Pero tenemos que considerar muy seriamente que hubo un intervalo de veinte años entre la muerte de Cristo, quizás en 30 d.C., y la carta a los Tesalonicenses en 50 ó 51 y comprender que, si en realidad algunos de los primeros cristianos pensaban que Jesús volvería en semanas, meses o hasta unos pocos años después de su ascensión, el problema de su retraso sería muy comprensible. Para resumir el mensaje teológico de Pablo respecto de la escatología de 1 Tesalonicenses, entonces, simplemente bien podemos decir: «Él viene pronto».

Es interesante mencionar, antes de ver los contenidos propiamente dichos de la carta, que si comparamos el énfasis de la primera carta con el énfasis de la segunda, vemos temas que se equilibran entre sí y, hasta cierto punto, se contrastan. En 2 Tesalonicenses 2:2, Pablo tiene que alentar a sus receptores a que no se inquieten fácilmente por alguna carta, algún informe, algún tipo de noticia, tal vez hasta atribuida a Pablo y sus compañeros, que diga que el Señor ya vino, y que el Día del Señor ya pasó. Bien puede haber existido la teoría, quizás por analogía con ciertas líneas de pensamiento griego o hasta gnóstico, de que la segunda venida de Cristo fue algún tipo de regreso invisible, y que quienes eran creyentes verdaderos se dieron cuenta pero los otros, de alguna manera, se lo perdieron.

La preocupación de los tesalonicenses se puede interpretar de diversas maneras, pero el objetivo principal de la respuesta de Pablo en 2 Tesalonicenses en esencia es: «una vez les dije que Él vendría pronto, pero no exageren acortando los tiempos. Él no vendrá tan pronto». Y en realidad el corazón teológico de 2 Tesalonicenses, el capítulo central o el segundo de los tres de esta breve epístola, enumera las señales que deben suceder antes de que vuelva el Señor.

B. Contenidos

Antes de estudiar los contenidos de las dos cartas volveremos a ver esa doble preocupación sobre la escatología y haremos la aplicación a la actualidad. Pero adentrémonos específicamente en 1 Tesalonicenses, que se considera una carta exhortativa. Como ya dijimos, no hay problemas éticos importantes que Pablo desee corregir. En realidad, los primeros tres capítulos de 1 Tesalonicenses constituyen el conjunto individual de elogios prolongados, no interrumpidos por ninguna crítica, más extenso de todas las cartas apostólicas a las iglesias que conservamos en la actualidad. Es un gran tributo a una comunidad cristiana nueva que podría no haber tenido la ventaja del evangelismo directo y el ministerio del apóstol por más de unas semanas.

Un versículo que describe bien el favor y el placer con este grupo, tiene que ver con el efecto evangelístico de su joven ministerio y se trata de 1:7: «... llegasteis a ser un ejemplo para todos los creyentes en Macedonia y en Acaya». El versículo 8 continúa: «Porque saliendo de vosotros, la palabra del Señor ha resonado, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también por todas partes vuestra fe en Dios se ha divulgado, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada». Luego añade que no necesita contarles a otros sobre la fe ejemplar de los tesalonicenses: los demás, posiblemente hasta personas no cristianas, vienen y sacan el tema con el apóstol; un hermoso ejemplo del tipo de fe al que todos los cristianos, jóvenes y ancianos, deben aspirar.

¿Cómo pudieron responder tan rápido y tan bien? El versículo que resalta la respuesta clave de esta pregunta se encuentra en 2:13, donde Pablo expresa: «Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibisteis la palabra de Dios, que oísteis de nosotros la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis». Reconocer que el mensaje del Evangelio es la misma Palabra de Dios inspirada es indispensable para responder adecuadamente al mensaje.

C. Bosquejo de 1 Tesalonicenses

Un breve bosquejo de toda esta epístola, la primera de las dos que redactó Pablo, comienza con la introducción convencional y el agradecimiento que Gálatas omite, en 1:1-10. Luego Pablo describe su ministerio en Tesalónica en 2:1-16, y cómo se sintió desde que partió del lugar en 2:17-3:13. Después, de 4:1 a 5:28, habiendo completado el cuerpo de la parte informativa de la carta, incluye las exhortaciones finales que, especialmente, versan sobre la escatología, aunque este no sea el tema exclusivo; y saluda para concluir.

D. La teología de 1 Tesalonicenses

Volviendo al comienzo del cuerpo de la carta, al capítulo 2, podemos comentar el modelo que Pablo describe de su ministerio en Tesalónica. Entre los versículos 7 y 11 usa un lenguaje de naturaleza paternal, comparándose tanto con una madre esmerada como con un padre afectuoso, preocupado por la nueva congregación, igual que los padres se preocupan por sus hijos. Podemos argumentar que a menos que tengamos esta compasión íntima y familiar por las personas a quienes ministramos, pronto nos agotaremos o abandonaremos por los desafíos y exigencias que el ministerio también representa. Si volvemos a la parte exhortativa de la epístola, dejando de lado lo que en su mayoría son capítulos informativos sobre el deseo de Pablo de ver a los Tesalonicenses y los viajes, e idas y venidas de Timoteo, su emisario, llegamos entonces a una sección particularmente polémica.

¿Qué es lo que en realidad enseña Pablo sobre los últimos tiempos? De 1 Tesalonicenses 4, y solamente de este pasaje en toda la Escritura, se deriva el término «el rapto», aunque muchos eruditos creen que se enseña en varios otros lugares. Cuando Pablo explica los acontecimientos previos al regreso de Cristo y ubica a los que estén vivos cuando Él regrese, junto con los que hayan muerto en el Señor, bajo los mismos términos, escribe lo siguiente en 4:17: «Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre». Históricamente existen tres interpretaciones diferentes de la relación de este rapto, término que proviene del latín «raptus», que significa «arrebatar», y traducido implicaría ser «arrebatado en el aire con Cristo». Algunos consideran que este acontecimiento no se produce junto con el regreso público de Jesús, lo que a menudo se llama la segunda venida. Otros consideran que es lo mismo visto de una perspectiva diferente. Y un tercer grupo, aunque es la minoría, cree que se trata de un suceso intermedio entre el comienzo de la tribulación, que se encuentra descripta en otros pasajes proféticos de la Escritura, y la venida de Cristo.

Quizás resulten conocidas las expresiones: posición pretribulacionista, mesotribulacionista o postribulacionista con respecto al rapto, y estos términos se refieren a lo que acabamos de explicar. Sin embargo, para ser justos con Pablo, debemos recalcar que este pasaje no dice nada explícito sobre ningún tipo de tribulación y entonces, cualquier intento de relacionar este texto con ese tema exige una referencia cruzada, y la integración de otros pasajes de la Escritura de maneras que, hasta un grado u otro, son especulativas. Pero es interesante, al menos, señalar que hay otro término clave en este pasaje: concretamente el encuentro que tiene lugar con el Señor en el aire; expresión que en griego se usaba para referirse a una reunión, una «rendezvous», una cita, una fiesta para celebrar cuando los generales o los reyes venían de visita o volvían triunfales a sus hogares. Esta clase de reunión constituiría una metáfora adecuada para cuando Cristo vuelva del cielo a la tierra. Desde esta perspectiva, la frase «seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire» no significa que los cristianos seremos llevados al cielo durante algún periodo de tribulación de siete años, por ejemplo, solo para volver con Cristo después de ese período, sino que tiene que ver más con la analogía de una delegación de bienvenida que deja la ciudad para encontrar al general o al rey que vuelve triunfante y lo escolta de vuelta a su hogar celebrando su victoria.

Si lo que Pablo tenía en mente era este lenguaje, esta metáfora y estos paralelismos, entonces bien podría ser que la posición postribulacionista del rapto sea la mejor interpretación de las palabras del apóstol. Pero sea cual fuere la posición que tomemos, no debemos permitir que esto divida la iglesia de Jesucristo. Después de todo, el siguiente versículo con el que concluye el capítulo 4 dice: «Por tanto, confortaos unos a otros con estas palabras». Luego el capítulo 5 advierte a los Tesalonicenses, o los alienta, para que estén alertas y no sean sorprendidos. Quizás no puedan calcular la fecha del regreso del Señor, pero al menos pueden estar atentos y vigilar para que no sean sorprendidos como el ladrón sorprende al jefe de familia en la noche.

E. Bosquejo de 2 Tesalonicenses

Como ya mencionamos, es probable que Pablo tuviera que redactar 2 Tesalonicenses tan pronto después de 1 Tesalonicenses debido, paradójicamente, al éxito de su primera epístola. Si efectivamente resaltó que el Señor venía pronto, algunos se deben haber tomado el tema muy en serio y lo deben haber exagerado demasiado, entonces la doctrina del inminente regreso de Cristo, la creencia de que Cristo podría volver en cualquier momento, fue reemplazada por la creencia de que Cristo volvería inmediatamente, que tenía que volver en muy poco tiempo, dentro de un período específico. Y para contrarrestar esa perspectiva, el corazón teológico de 2 Tesalonicenses enumera algunas señales que todavía tienen que ocurrir. Un breve esquema de 2 Tesalonicenses simplemente divide al libro en tres partes, una por capítulo. El primer capítulo incluye, repetimos, la presentación y el agradecimiento convencional; el corazón informativo de la epístola está en 2:1-12, las señales que todavía deben ocurrir antes del fin; y la parte más exhortativa, que se completa con los saludos finales, está en 3:1-18.

F. La teología de 2 Tesalonicenses

Nuevamente, son las enseñanzas escatológicas de esta breve carta las que provocaron la mayor cantidad de controversias interpretativas. En el capítulo 2, para desestimar la idea de que el Día del Señor ya llegó, Pablo describe algunas señales que todavía no sucedieron. La primera, mencionada en el versículo 3, es que el día no llegará sin que venga la apostasía y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición. Aparentemente son alusiones a una doctrina judía, muy conocida ya en el primer siglo, de que inmediatamente antes de la instauración de la era mesiánica, se levantaría un gran gobernante mundial que sería el principal opositor y lucharía con agresividad contra Dios y sus propósitos.

Juan luego volverá a referirse a este mismo contexto y acuñará el término «anticristo» para referirse a ese individuo. La otra señal que sigue está en los versículos 5 y 6 y se trata de alguien o algo que actualmente detiene a este anticristo, evitando que el hombre de pecado sea revelado para que se manifieste cuando llegue el momento. Y el versículo 7 del capítulo 2 continúa: «Porque el misterio de la iniquidad ya está en acción, sólo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio». Este poder o esta persona que «lo contiene», como también puede traducirse el término, ha sido relacionado con muchas entidades diferentes: Dios mismo, Dios a través del Espíritu Santo, Dios a través de la iglesia, etc. Estas afirmaciones resultan polémicas y difíciles, pero nos recuerdan que habrá un punto culminante y un período de apogeo del poder y la hostilidad de las influencias malignas en el mundo inmediatamente antes del regreso de Cristo. Sin embargo, el lenguaje que se usa para describirlo no es lo suficientemente específico como para que podamos decir que nuestro mundo es tan bueno que estos acontecimientos no pueden comenzar a suceder tan rápido y tan espectacularmente hasta que llegue el fin.

El capítulo 3 también incluye algunas afirmaciones muy interesantes de Pablo sobre algunas pistas que dejó en la primera epístola sobre los cristianos de Tesalónica que están ociosos. Debemos reprender el ocio. En 3:10, los que no quieren trabajar (no se trata de los que no encuentran trabajo sino de los que no quieren hacerlo) tampoco deben comer. Históricamente, muchos cristianos han pensado que este problema estaba relacionado con las cuestiones de los tesalonicenses respecto de la escatología: quizás pensaran que el regreso de Cristo era tan inminente que podían dejar sus trabajos y simplemente esperar que llegara el fin. En los últimos años se añadió una explicación más sociológica a esta posible explicación teológica. Se descubrió evidencia arqueológica en Tesalónica que prueba que gran parte de los habitantes pobres del lugar vivían en edificios conjuntos como los departamentos o las pensiones del mundo moderno. Es muy probable que los cristianos siguieran celebrando las comidas comunitarias diarias, quizás junto con la Cena del Señor; y la amonestación de Pablo muy bien podría haberse relacionado con el tema más sociológico, e implicara que si los cristianos querían trabajar entonces podrían participar en estas comidas fraternales o festejos amistosos en común.

Si equilibramos y comparamos los datos de 1 y 2 Tesalonicenses, tenemos un asidero excelente para dar una respuesta cristiana adecuada a todos los temas complejos e inciertos que rodean su regreso. Podría parecernos que se demoró o podría regresar antes de lo esperado. Simplemente no hay forma de saberlo. No debemos atrevernos a vivir la vida como si supiéramos que tenemos muchos años por delante. Tampoco debemos vivir con la seguridad de que nos queda poco. Debemos evitar la manía persecutoria de algunos postribulacionistas que piensan que debemos pasar por lo peor y tenemos que guardar reservas y prepararnos para enfrentar ataques de todos los no cristianos que deseen lo que tenemos. De la misma manera debemos evitar el sentido de derrota de cierta especulación pretribulacionista que simplemente ve el mundo como un barco que se hunde, entonces trata de salvar la mayor cantidad de almas posible pero se desentiende en un sentido más general de las necesidades físicas y espirituales de las personas. Si comparamos y sopesamos 1 y 2 Tesalonicenses, logramos un muy buen equilibrio escatológico y evitamos errores que han invadido tanto las iglesias antiguas como las modernas.

III. Introducción a la primera epístola a los Corintios

Después de redactar 1 y 2 Tesalonicenses, Pablo continúa sus viajes desde Corinto. La siguiente epístola que escribe, mucho más extensa que las dos cartas a los Tesalonicenses juntas, es la primera epístola a los Corintios. Recordemos que estos destinatarios provenían de una de las ciudades más inmorales del antiguo Imperio Romano. Aunque Pablo había estado casi un año y medio allí, seguían siendo una de las iglesias más inmaduras de todas las que recibieron cartas apostólicas. Pablo redacta esta epístola mientras se encuentra en Éfeso, según vemos en 16:3, aparentemente al final de sus tres años de estadía en ese lugar. Entonces a grandes rasgos podemos ubicar 1 Corintios en el año 55 d.C.

A. La respuesta a las preguntas

Este bosquejo es fácil de identificar, quizás más que en cualquier otra carta apostólica. El autor responde preguntas que le hizo la iglesia cristiana de Corinto. Los primeros seis capítulos tienen que ver con las respuestas a preguntas que trajeron en persona algunos mensajeros que vinieron de Corinto a la casa de Cloé en Éfeso. Lo leemos en el capítulo 1. Pero al comienzo del capítulo 7 Pablo empieza a referirse a algunos asuntos sobre los que escribieron los cristianos de Corinto. Esto nos hace deducir que le enviaron y entregaron una carta escrita también.

B. La teología de 1 Corintios

Más allá de lo expuesto, el bosquejo de 1 Corintios simplemente avanza como una lista de respuestas de Pablo a esos problemas. Sin embargo hay una pregunta importante, si es que una ideología o teología o error teológico resume todos los interrogantes. Es evidente que la iglesia está dividida; los capítulos 1-4 abordan este asunto directamente, pero estas divisiones también son el trasfondo de cada tema que presenta la carta. También encontramos un espíritu de la filosofía helenística, un dualismo similar al que vimos cuando estudiamos el gnosticismo, pero más propio de la filosofía griega que simplemente de los gnósticos. Ese dualismo consideraba que el mundo era malo en sí mismo, y entonces conducía a la mayoría de las personas de este sistema filosófico a un estilo de vida asceta o a una negación del mundo, aunque una minoría importante llevaba una existencia hedonista o más indulgente. Si leemos la lista de problemas que Pablo debe abordar en esta epístola, la mayoría de ellos está relacionada con una u otra de estas líneas de la aberrante filosofía griega. También podríamos decir que el eje transversal de los diversos errores de la iglesia de Corinto era el espíritu triunfalista, una idea de madurez equivocada. Piensan que ya lo alcanzaron, en un sentido espiritual, cuando en realidad Pablo debe recordarles con tristeza que en muchas maneras están por debajo de los estándares.

El primer tema que aborda Pablo entonces (capítulos 1-4), obviamente después de la introducción y el agradecimiento convencional, es la respuesta a este tema de las divisiones; a los que dicen «yo soy de Apolos» o «yo soy de Pedro» o de Pablo o de Cristo. No sabemos con exactitud qué implicaba cada una de estas facciones. Históricamente, muchas veces se ha supuesto que existía una división teológica, quizás muy similar al problema de los judaizantes de Galacia y Antioquía, entonces quizás Pedro representaba la línea judaizante, Pablo una forma más libre de cristianismo y Apolos una filosofía especulativa o del conocimiento, por la que se lo conocía de acuerdo a lo que vimos en el bosquejo de su procedencia en el capítulo 18 de Hechos. Pero no podemos asegurarlo y, nuevamente, como vimos con la iglesia de Tesalónica, podría existir también una explicación sociológica. Podría ser que algunas de estas iglesias fueran más ricas o más pobres y que las personas se identificaran con diferentes representantes del poder dentro de la iglesia. Mucha evidencia demuestra que un número de problemas relacionados con la carta a los corintios tiene que ver con cuestiones que solo los puestos de poder o riqueza podrían haber permitido que se produjeran. En cualquier caso, el énfasis principal de los capítulos 1 a 4, en respuesta a estas divisiones, es mostrar a las personas el ejemplo de la cruz.

En 2:2 Pablo, exagerando bastante dice: «pues nada me propuse saber entre vosotros, excepto a Jesucristo, y éste crucificado». Esta carta deja en claro que Pablo describe muchas otras cosas sobre las que instruye pero este versículo muestra que el tema fundamental es que desea volver a llevar a los agitadores de Corinto a la tontería de la cruz. El Mesías crucificado, que era una piedra de tropiezo para los judíos porque creían que para Dios era maldito, y una tontería para los griegos porque sus dioses no morían, y sin embargo era la parte del mensaje de que Él es el supremo nivelador de todas las personas. La tierra realmente está nivelada a los pies de la cruz.

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