Conferencia

I. INTRODUCCIÓN

Recuerdo que cuando yo era niño mi familia salía de vacaciones en auto. Teníamos todo bien planificado: la ruta y el tiempo aproximado que íbamos a tardar en cada actividad. Siempre llegábamos a nuestro destino, pero durante el viaje siempre surgían eventos imprevistos que alteraban nuestros planes, como por ejemplo: teníamos que detenernos para cambiar una llanta al auto o nos quedábamos en algún sitio un poco más del tiempo que habíamos planificado.

Algo similar pasa con las profecías del Antiguo Testamento. Dios tiene un plan soberano para toda la historia humana, y ese plan tendrá su culminación. Cada etapa dentro de ese plan ha sido soberanamente delineada por Dios, pero al mismo tiempo nosotros sabemos que los planes de Dios están regidos por su santa providencia. Dios observa como los seres humanos reaccionan a sus profecías y es en base a esa reacción que El actúa. De manera que si actuamos de una forma, la acción de Dios será diferente que si actuamos de otra forma. Encontramos entonces, que Dios revela el destino de la humanidad a través de la Biblia, y esta revelación es progresiva, según la humanidad avanza históricamente.

Hemos titulado esta lección “Revelación Escatológica” porque veremos como la revelación futura del fin del tiempo se desarrolla a través de las varias etapas proféticas. Vamos a estudiar cuatro etapas de la revelación escatológica: primero: la escatología mosaica; segundo, la escatología profética primitiva; tercero, la escatología profética posterior subsecuente; y cuarto, la escatología del Nuevo Testamento.

Veamos los anuncios de la profecía mosaica.

II. ESCATOLOGÍA MOSAICA

¿Has pasado alguna vez por una situación muy terrible y lo único que te ha sostenido es la esperanza de que un día todo eso quedara atrás? En gran medida, Moisés dio esta perspectiva a Israel. Le anunció que venían tiempos difíciles, pero también les anunció, un tiempo de bonanza futura.

Para poder entender la perspectiva de Moisés, debemos ver la dinámica pactual básica que hemos estudiado en las lecciones anteriores: primero, ciclos proféticos y segundo, culminación profética.

Ciclos Proféticos

Recordemos que Moisés entendió que Dios iba a probar la lealtad de su gente, y que su gente frecuentemente iba a fallar. Por lo tanto, Moisés enseñó que un ciclo de bendiciones y maldiciones iba a caracterizar la relación entre Dios y su pueblo. Cuando el pueblo se rebelaba flagrantemente contra Él, le venía castigo de Dios en la guerra y en la naturaleza. Cuando el pueblo de Dios le era fiel, experimentaban bendición en la guerra y en la naturaleza. Vemos este patrón cíclico de bendición y maldición muchas veces a través de todo el Antiguo Testamento.

Culminación Profética

En primer lugar, Moisés esperaba que los juicios incrementaran según Israel se moviera cada vez más lejos de Dios, lo cual culminaría en el exilio. El pueblo de Dios experimentaría derrota en la guerra, y la derrota se convertiría en corrupción de la naturaleza. La tierra prometida quedaría en ruinas. Escuchemos la manera en que Moisés lo expone en Deuteronomio capítulo 4 versículos 25 al 28:

Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os corrompiereis e hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo malo ante los ojos de Jehová vuestro Dios, para enojarlo; Yo pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, que pronto pereceréis totalmente de la tierra hacia la cual pasáis el Jordán para tomar posesión de ella; no estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos. Y Jehová os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones a las cuales os llevará Jehová. Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. (Deuteronomio 4:25-28)

Vemos en esos versículos que Moisés predijo que el pueblo de Israel sufriría un exilio terrible; pero aun cuando la situación fuera caótica, eso no significaba el fin del pacto entre Dios e Israel. El arrepentimiento y el perdón de Dios podían poner fin a la situación tal como lo expone Moisés en el versículo 29:

Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma. (Deuteronomio 4:29)

Una vez que el destierro ocurriese, el pueblo podría volver en sí, se arrepentirían, y entonces podrían encontrar el perdón de Dios. ¿Cuál sería entonces del resultado de ese arrepentimiento del pueblo y del perdón de Dios? En pocas palabras, restauración del exilio. Moisés enseñaba que Dios les traería de vuelta para disfrutar de un estado permanente de las bendiciones inimaginables en el pacto. Oigamos la descripción que hace Moisés de este regreso del exilio en Deuteronomio capítulo 4 versículos 30 al 31

Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; Porque Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que les juró a tus padres. (Deuteronomio 4:30-31)

En el versículo 30 Moisés acuña un término técnico para referirse a este período de restauración definitiva. El decía que la restauración de Israel tras el exilio tendría lugar en “Los Días Postreros”. En Hebreo, este término es b’ah’rit hayyamin. En muchos casos, esta terminología quería decir sencillamente “el futuro” de algún tipo indefinido. Pero aquí en Deuteronomio capítulo 4 versículo 30, hallamos el uso técnico de la terminología de “los últimos días” o “la culminación de la historia”.

Este uso técnico aparece en muchas partes de los Profetas, incluyendo a Isaías capítulo 2 versículo 2; Miqueas capítulo 4 versículo 1; y Oseas capítulo 3 versículo 5. En el Nuevo Testamento, la misma expresión aparece en Hechos capítulo 2 versículo 17; Hebreos capítulo 1 versículo 2; y Santiago capítulo 5 versículo 3. De hecho, es de este término del cual derivamos el término teológico “escatología”, el estudio de los días postreros, los acontecimientos finales.

Podemos resumir la escatología mosaica de esta manera, Moisés sabía que Israel iba a caer en pecado serio y que iba a ser condenado al exilio de la tierra prometida, pero una vez que el pueblo estuviera fuera de la tierra y se arrepintiera de su pecado, serían perdonados por Dios y entonces en los días postreros, ellos regresarían de vuelta a su tierra y recibirían tremendas bendiciones. La perspectiva de Moisés nos provee un trasfondo para toda la historia de las expectativas proféticas.

Con la escatología muy simple de Moisés a la vista, ahora estamos listos para ver la escatología de los primeros profetas del Antiguo Testamento. ¿Cómo veían los profetas anteriores al exilio babilónico el movimiento de la historia hacia su culminación en los días postreros?

III. ESCATOLOGÍA PROFÉTICA PRIMITIVA

Ahora en esta lección, cuando nos referimos a las expectativas proféticas originales, estamos pensando en aquellos profetas que ministraron hasta los tiempos de Daniel. Los profetas previos a Daniel tienen una interpretación escatológica básica que se asemeja a la de Moisés. Veamos dos aspectos de la escatología profética primitiva: primero las similitudes con Moisés, y segundo, las adiciones a Moisés.

Veamos primero las similitudes que tenía la escatología profética de principios con los patrones básicos establecidos por Moisés.

Similitudes con Moisés

Moisés presenta un patrón de juicio nacional conducente al exilio, que sería seguido por arrepentimiento conducente a una gran restauración.

Los primeros profetas del Antiguo Testamento dedicaban la mayor parte del tiempo previniendo al pueblo acerca del exilio venidero. Nuevamente, los profetas que precedieron a Daniel nunca perdieron la esperanza de que aun en el exilio, podría haber arrepentimiento y perdón. De hecho, los profetas creían que Dios renovaría de manera sobrenatural al remanente del pueblo exiliado, y les concedería el perdón. Como lo expresa Isaías en el capítulo 10, versículo 20:

Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel. (Isaías 10:20)

Jeremías habla de forma similar cuando dice que el pueblo recibirá un nuevo corazón de fidelidad y obediencia de la ley de Dios. En Jeremías capítulo 31 versículo 33, leemos estas palabras acerca de los exiliados:

Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. (Jeremías 31:33)

Los primeros profetas esperaban que la gente que fuera al exilio experimentarían un cambio de actitud. Pero tercero, los profetas de etapas tempranas del Antiguo Testamento también afirmaban que el remanente arrepentido sería nuevamente reunido para una gran restauración. Las palabras de Isaías van de nuevo a ese punto. En Isaías capítulo 44 versículos 21 al 22 leemos estas palabras:

Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides. Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí. (Isaías 44:21-22)

Los primeros profetas tienen muy claro que la escatología mosaica básica es la verdad. Israel va a ir al exilio, el arrepentimiento y el perdón les llevaría a restaurar su tierra. Pero los primeros profetas le añaden otros elementos especiales a este patrón mosaico.

Adiciones a Moisés

Puesto simplemente, un evento pactual de gran magnitud tuvo lugar entre Moisés y los primeros profetas, y este pacto fue, por supuesto, el pacto real con David. Como resultado de este pacto, los primeros profetas hicieron tres adiciones mayores a la representación de la antigua escatología de Moisés, o el fin de los tiempos. Primero el enfoque estuvo en el reinado; segundo, otro enfoque sobre el Templo y el tercero, un enfoque sobre el pueblo gentil. Veamos primero cómo los primeros profetas consideraban el factor reino.

Reinado

Por un lado los primeros profetas no decían, como Moisés, que la nación iba a sufrir derrotas y desastres naturales. Ya que el trono de David se había convertido en el centro de la vida del pueblo de Dios, de acuerdo a los profetas, el juicio de Dios incluiría que el trono de David quedaría vacante. Vemos en Isaías capítulo 39 versículos 5 al 7 una reprensión al rey Ezequías.

Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye palabra de Jehová de los ejércitos: He aquí, vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice Jehová. De tus hijos que saldrán de ti, y que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia. (Ezequías 39:5-7)

El abandono del trono de David era uno de los aspectos del exilio que culminaría la historia del pueblo de Dios. A pesar de la tragedia de juicio contra el trono de David, los profetas también le aseguran al pueblo que Dios no ha terminado con el trono de David. En vez de esto, los profetas le predicen al pueblo que la restauración de Israel a su tierra, después del exilio, incluirá también la restauración a gran gloria del trono de David. Escuchemos como Jeremías capítulo 23 versículos 5 y 6 describe la restauración del trono de David.

He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David, renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra. (Jeremías 23:5-6)

La promesa de un hijo justo de David se convierte entonces en un elemento esencial del panorama de la restauración de los últimos días.

Templo

Los primeros profetas no sólo se concentran en el reino de David, sino que también lo hacen en el templo construido por su hijo Salomón. Muchos israelitas pensaban equivocadamente que el templo de Dios en Jerusalén nunca iba a ser violado. Es por eso que los profetas tuvieron que hablar audazmente sobre su destrucción. Jeremías tuvo que hablar con fuerza en contra de los falsos profetas y los sacerdotes que insistían en predecir que el templo nunca sería destruido.

No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es éste. (Jeremías 7:4)

Los verdaderos profetas de Dios unánimemente anunciaron que el templo de Dios sería destruido al momento del exilio. Sin embargo, también anuncian que, en el período de restauración del reino después del exilio se reconstruirá un templo glorioso. Más que cualquier otro profeta, Ezequiel es quien hace más énfasis en la reconstrucción de este templo glorioso. Ezequiel capítulos 40 al 48 se concentra en el tema de la reconstrucción del templo. Dios le da una imagen especial del nuevo templo y ordena al pueblo construirlo. Veamos lo que dice Ezequiel capítulo 43 versículos 10 y 11:

Tú, hijo de hombre, muestra a la casa de Israel esta casa, y avergüéncense de sus pecados … Y si se avergonzaren de todo lo que han hecho, hazles entender el diseño de la casa … y descríbelo delante de sus ojos, para que se guarden toda su forma y todas sus reglas, y las pongan por obra. (Ezequiel 43:10-11)

Los primeros profetas estaban preocupados por el trono de David y el templo, pero también añaden un tercer tópico que Moisés no atendió muy claro: las naciones gentiles.

Pueblo Gentil

Primeramente, los profetas ven que la derrota del pueblo de Israel significaba la victoria de algunas naciones gentiles sobre el pueblo de Dios. Como sabemos, ellos predijeron que los asirios y los babilonios conquistarían Israel y tratarían cruelmente al Pueblo de Dios.

Aunque la victoria le fue dada a los gentiles durante el destierro de Israel, los profetas aclararon que la supremacía de los gentiles no duraría para siempre. En la restauración del exilio, por medio del trono de David, Dios atacaría a los gentiles que maltrataron a Su Pueblo. Dios derrotaría a los gentiles y daría a Israel gran victoria en una batalla contra los gentiles. Este tema aparece de muchas formas en los profetas, pero una de las formas más dramáticas en que sale a relucir es en el término técnico, “El día de Jehová”, en hebreo yom Yahweh. La idea básica tras esta frase es que Jehová era capaz de derrotar a los enemigos del pueblo de Israel en un solo día. Es por eso que el “día de Jehová” es un día en que la victoria le pertenece sólo a Él, así como los soldados victoriosos, aun hoy, cuando van a la batalla, dicen “¡el día es nuestro!”

Esta terminología es particularmente poderosa en el sentido de que establece un fuerte contraste entre el exilio de Israel y su restauración. Tal vez la mejor forma de verlo es mirando el modo en que el profeta Joel usa la expresión “el día del Señor”. La expresión aparece en Joel capítulo 1 versículo 15, capítulo 2 versículo 1, capítulo 2 versículo 11, capítulo 2 versículo 31 y capítulo 3 versículo 14. Las tres primeras referencias al “día del Señor” se refieren a cuando Jehová derrotó a Judá. El pueblo del pacto se ha convertido en enemigo de Dios por sus pecados, y aquí “el día del Señor” se refiere a que Dios derrota a su pueblo y le envía al exilio.

Pero en la segunda mitad de su libro, él cambia el uso que da al término. El describe otro acontecimiento como “el día del Señor”. Este ocurre cuando Israel retorna del exilio. Esto representará la derrota de los pueblos que oprimieron a Israel. Por ejemplo, en Joel capítulo 2 versículos 31 al 32 leemos estas palabras:

El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que venga el grande y espantoso día de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y este es el remanente al cual Él ha llamado. (Joel 2:31-32)

Así que vemos que para Joel, “el día del Señor” no solamente se refiere al juicio contra el pueblo de Dios, sino también se refiere a una gran batalla que tendrá lugar a medida que el pueblo de Dios fuese restaurado a la tierra. Antes de dejar el tema de los gentiles en la escatología de Israel, debemos mencionar un elemento final. La expansión de Israel a través de la integración del pueblo gentil. No todos los gentiles serán destruidos cuando venga “El día del Señor” contra ellos. Por el contrario, después de la batalla, muchos de los gentiles se unirán al pueblo de Dios para adorar al único Dios verdadero y vivo. Tal y como el profeta lo expresó en Isaías capítulo 2 versículos 2 al 3:

Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. (Isaías 2:2-3)

Este pasaje y muchos otros señalan la culminación de la esperanza escatológica en las primeras profecías del Antiguo Testamento. Las bendiciones de Dios fluirían sobre Israel, pero incluirán también la inclusión de incontables gentiles a la fe verdadera, de manera que el pueblo en el pacto con Dios se expanda sobre toda la tierra. Los grandiosos nuevos cielos y nueva tierra serían un mundo lleno del conocimiento de Dios. La paz de Dios vendrá a la tierra y toda la gente que quede adorarán al Dios vivo y verdadero.

Así vemos que los primeros profetas seguían el patrón básico que Moisés marcó. Ellos creían que venía un exilio, pero el arrepentimiento y el perdón llevarían al escatón o la gran restauración. Ahora, a este patrón, los profetas le añadieron otros temas importantes: primero, la centralidad del trono de David; segundo, la importancia del templo; y tercero, el papel muy especial que jugaría el pueblo gentil, tanto en el exilio, como en la restauración del pueblo de Dios.

Hemos visto el fundamento de la escatología mosaica y las similitudes y adiciones de la escatología profética primitiva. Ahora estamos en posición de explorar la escatología profética posterior.

IV. ESCATOLOGÍA PROFÉTICA POSTERIOR

En las lecciones anteriores hemos visto como las circunstancias históricas contingentes tienen efecto significativo en el modo en que Dios cumple las predicciones de sus profetas. En muchos aspectos, en los profetas posteriores vemos cómo enfrentan una de las mayores contingencias históricas del Antiguo Testamento. Descubriremos que las reacciones del pueblo de Dios tienen un efecto importantísimo en la manera en que el futuro o el escatón se manifestará.

En este respecto, estudiaremos estos temas de la escatología posterior: primero, la expectativa de Jeremías; segundo, la sabiduría de Daniel y finalmente, predicciones finales de los profetas del Antiguo Testamento. Estudiemos primeramente la expectativa particular de Jeremías sobre la restauración de Israel.

Expectativa de Jeremías

En muchos aspectos, Jeremías sigue el patrón de la profecía bíblica primitiva. En dos pasajes, sin embargo, Jeremías añade algo nunca antes conocido: que el término del exilio sería de 70 años. En Jeremías capítulo 25 versículos 11 y 12, leemos estas palabras:

Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación.

(Jeremías 25:11-12)

De manera similar, Jeremías capítulo 29 versículos 10 y 11 nos dice:

Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. (Jeremías 29:10-11)

Vemos como Jeremías predice que el exilio de Israel terminaría en 70 años. De hecho, en 2 de Crónicas capítulo 36 versículos 21 y 22 encontramos que esta profecía se cumplió cuando los primeros exiliados regresaron a su tierra, en el año 539 A.C., bajo el liderazgo de Zorobabel. Zacarías también confirma esta fecha en Zacarías capítulo 1 versículo 12 y en Zacarías capítulo 7 versículo 5.

Así podemos ver que Jeremías predijo que el exilio duraría 70 años, y encontramos que la fecha fue precisa. En el año 539 A.C., el emperador persa Ciro anuncia que los israelitas han de regresar a su tierra a construir el templo.

Tomando en cuenta la expectativa de Jeremías de 70 años, estamos preparados para estudiar la nueva perspectiva de Daniel acerca de la escatología.

Sabiduría de Daniel

Es posible que la contribución profética más importante de Daniel fue su famosa visión de las 70 semanas de años que encontramos en Daniel capítulo 9. Es este pasaje una reseña autobiográfica de una intuición que tuvo Daniel alrededor del año 539 A.C., cuando Ciro da su edicto para que los israelitas regresen a su tierra prometida.

El capítulo 9 de Daniel comienza con una introducción de los versículos del 1 al 3. Allí Daniel reporta que él estaba leyendo la profecía de Jeremías acerca de los 70 años en el exilio. En el versículo 2, leemos estas palabras:

Yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años, de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. (Daniel 9:2)

Ahora, Daniel sabía que Jeremías dijo que el exilio duraría solamente 70 años, pero en vez de regocijarse, como esperaríamos de Daniel, el versículo 3 nos dice que Daniel hizo algo muy diferente:

Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. (Daniel 9:3)

Aun cuando podríamos esperar que Daniel estuviera contento con que los setenta años de Jeremías terminaran, en lugar de esto, se torna hacia el Señor en vestidura de saco y en cenizas, buscando el favor de Dios. En Daniel capítulo 9 versículos 4 al 19 encontramos un resumen de la oración de Daniel. En esta oración, atiende un problema serio. Los setenta años de Jeremías se han cumplido, pero el pueblo aún no se ha arrepentido de sus pecados. Como él dice en Daniel capítulo 9 versículos 13 al 14:

Todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad… no obedecimos a su voz. (Daniel 9:13-14)

Daniel entendió lo que ya nosotros hemos visto anteriormente en esta lección. Moisés había anunciado anteriormente que el exilio terminaría solamente cuando el pueblo se arrepintiera de sus pecados. Pero hubo una eventualidad histórica que no se esperaba. Los israelitas habían ido al exilio, pero aún no se habían arrepentido de sus pecados. Como resultado, algunos cambios significativos ocurrieron en la forma en que Dios desarrollaría el escatón. Daniel termina su oración suplicando misericordia. Ya que el pueblo no se había arrepentido de su rebelión, Daniel pide a Dios que restaure al pueblo solamente para Su propia gloria. Leemos en Daniel capítulo 9 versículos 17 y 18:

Ahora pues, Dios nuestro … y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. (Daniel 9:17-18)

Daniel abrigaba la esperanza de la restauración al pueblo contra toda esperanza, a pesar de que no se había arrepentido de su pecado. El resto de Daniel, los versículos 20 al 27 consisten de la respuesta de Dios a la oración de Daniel. El ángel Gabriel viene con un mensaje de Dios. Él le dice esto a Daniel en Daniel capítulo 9 versículo 24:

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. (Daniel 9:24)

Sencillamente, el ángel Gabriel dice que el exilio de 70 años, según Jeremías, ha sido alargado a 70 veces siete años, alrededor de 490 años. Ya que el pueblo ha rehusado arrepentirse, Dios decide multiplicar el tiempo del exilio a siete veces más. Tal como Dios dice en Levítico capítulo 26 versículo 18:

Y si aun con estas cosas no me oyereis, yo volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados. (Levítico 26:18)

Dios retrasó la restauración del reino y la pasó de un reino gentil a otro y luego a otro más, hasta que viniese el reino de Dios a través de Jesucristo.

Ahora que hemos visto la profecía de Jeremías de 70 años de exilio y cómo Daniel supo que estos 70 años se multiplicaron algunos 490 años, estamos en posición de mirar a las etapas finales de la escatología profética del Antiguo Testamento.

Predicciones Finales

Esta etapa de la profecía tuvo lugar durante el período de la restauración, cuando un grupo de exiliados fueron puestos en libertad y regresaron a la Tierra Prometida.

Para entender cómo la escatología del Antiguo Testamento miraba esta etapa final, consideraremos dos aspectos: las esperanzas iniciales en la restauración y las esperanzas posteriores en la restauración. Consideremos primero las esperanzas de los primeros profetas que sirvieron en los primeros años después de que los primeros israelitas regresaron a la tierra desde Babilonia.

Esperanzas Iniciales

En este punto, estamos enfocando en la etapa inicial de la restauración que comprende los años 539 a 515 A.C. Durante este tiempo, grupos pequeños de israelitas regresaron a la tierra con la esperanza de que las bendiciones de Dios caerían rápidamente sobre el pueblo de Dios restaurado. En cierto modo ellos querían acortar los 490 años que Daniel había profetizado a través de su arrepentimiento y servicio fiel a Dios. Los profetas Hageo y Zacarías enfocan cuatro esperanzas escatológicas: la restauración del trono de David, la victoria sobre las naciones gentiles, la restauración del templo, y la renovación de la naturaleza. Hageo y Zacarías tenían grandes esperanzas para el pueblo de Dios. Ellos esperaban que la fidelidad del pueblo de Dios en este momento les traería grandes bendiciones a la nueva nación. A pesar de que el pueblo tenía grandes esperanzas en Zorobabel y en el templo en los primeros años después de que Israel regresó a la tierra, éstas no duraron mucho. En vez de eso encontramos que las esperanzas de la restauración posterior toman un rumbo diferente.

Esperanzas Finales

Zorobabel completa el templo siguiendo las instrucciones de Zacarías y Hageo, pero vemos en la segunda parte de los libros de Zacarías, Esdras, Nehemías y Malaquías que el pueblo de Israel comenzó a obedecer a Dios sólo en apariencia.

En una generación, abundaron los matrimonios con mujeres gentiles, lo que resultó en una apostasía general. Como consecuencia, la esperanza de gran bendición para Israel en el período post-exílico quedó relegada a un futuro distante.

Malaquías enfatiza estas esperanzas distantes más que ningún otro profeta del período. El reprende agudamente a los que viven en Jerusalén y les advierte que un día de juicio y bendición vendría en el futuro. Por ejemplo, en Malaquías capítulo 3 versículo 1, leemos estas palabras:

He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. (Malaquías 3:1)

Y en las últimas palabras del capítulo 4, versículos del 1 al 2, Malaquías habla acerca de lo que va a ocurrir en ese gran día futuro:

Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios, y todos los que hacen maldad, serán estopa; aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. (Malaquías 4:1-2)

Al cerrar el Antiguo Testamento, se puede apreciar que esta salvación no vendrá pronto. El pueblo de Dios tendrá que esperar una restauración total.

Hemos visto que la escatología en el Antiguo Testamento comienza con Moisés y que los profetas pioneros abren muchos atisbos al añadir los temas del trono y el templo. Ahora hemos visto cómo Daniel y los profetas posteriores del Antiguo Testamento se dan cuenta de que el exilio se va a extender por un largo período de tiempo. Sólo entonces la gran intervención divina tendría lugar y traería la restauración al pueblo de Dios. Esto nos trae a la última etapa de la escatología bíblica: la escatología del Nuevo Testamento.

V. ESCATOLOGÍA DEL NUEVO TESTAMENTO

Siempre que leamos las profecías del Antiguo Testamento como cristianos debemos observar las perspectivas de los autores del Nuevo Testamento. Los escritores del Nuevo Testamento entendían muy bien el desarrollo de la escatología del Antiguo Testamento, pero además de esto le añadieron la realidad del ministerio de Jesucristo. Jesús vino a esta tierra y produjo un cambio en la manera en que la escatología se manifestaría, y como cristianos, nosotros debemos seguir esta perspectiva que nos ofrece el Nuevo Testamento.

El nuevo “retrato” del Nuevo Testamento de la escatología se puede entender si consideramos tres asuntos: primero, alguna terminología central en el Nuevo Testamento; segundo, la estructura básica de la escatología del Nuevo Testamento, y finalmente, los temas escatológicos importantes que aparecen en el Nuevo Testamento.

Veamos primero ciertos términos importantes en el Nuevo Testamento que nos orientan a las perspectivas del Nuevo Testamento en cuanto el fin del tiempo.

Terminología

Nos enfocaremos en tres expresiones particularmente importantes: primero, la palabra evangelio; luego, el término reino, y finalmente, la expresión los días postreros.

Evangelio

La palabra evangelio se deriva de la palabra griega “euangelion”, que significaba “buenas noticias”. Una y otra vez, el Nuevo Testamento nos dice que Jesús y sus discípulos llevaban el evangelio o las buenas nuevas. Más de cien veces, los escritores del Nuevo Testamento hablan del mensaje de Cristo como el evangelio o las buenas noticias. Es importante darse cuenta de que el Nuevo Testamento no inventó este término. Por el contrario, lo tomaron del término usado por los profetas del Antiguo Testamento.

Los profetas del Antiguo Testamento usaban la palabra hebrea “basar”, que suele ser traducida como “dar las buenas nuevas” o “dar noticias de gozo” en numerosas ocasiones. ¿Qué noticias tenían en mente? En pocas palabras, las buenas nuevas anunciadas por los profetas eran las noticias de que el exilio se había terminado y que la restauración del pueblo de Dios estaba por llegar. Por ejemplo, escuchemos el modo en que el profeta Isaías habló en Isaías capítulo 52 versículos 5 al 7. En los versículos del 5 al 6, leemos estas palabras:

Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado injustamente? Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar … Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel Día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente. (Isaías 52:5-6)

Dios anuncia que su pueblo vería una gran demostración de Su poder y sabrán que Él predijo la restauración después del exilio. Entonces, reflexionando acerca de esta seguridad de la restauración, Isaías dice en el versículo 7:

¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae alegres nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina! (Isaías 52:7)

Isaías anuncia que la aparición de ciertos mensajeros sería bella de contemplar. ¿Qué clase de mensajeros? Aquellos que traían las buenas nuevas, o el evangelio.

Ahora, este trasfondo profético para la palabra “evangelio” nos ayuda a entender por qué Jesús y los apóstoles vinieron anunciando el evangelio de Cristo. Jesús trajo la restauración del exilio. En Lucas capítulo 4 versículos 18 al 19, Jesús citó a Isaías capítulo 61 versículos 1 y 2, y lo aplicó a su propia vida.

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. (Lucas 4:18-19)

Como nos aclara este pasaje, Jesús se ve a sí mismo como el que trae la restauración del exilio al pueblo de Dios. El segundo término en el Nuevo Testamento revela la misma perspectiva. Este término es “el reino de Dios.”

Reino

El Nuevo Testamento frecuentemente resume la era del Nuevo Testamento como la era del reino. ¿Por qué es esta terminología tan prominente en el Nuevo Testamento? El término “reino” fue otra manera en que el Nuevo Testamento reconoció que Jesús había cumplido con las esperanzas sobre la restauración del exilio. Escuchemos otra vez la profecía de Isaías acerca de la restauración del exilio, en el capítulo 52, versículo 7. Allí él relacionó el evangelio al reino de Dios de esta manera:

¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina! (Isaías 52:7)

Estas últimas palabras, “¡Tu Dios reina!” anuncian la restauración del pueblo de Dios, y su victoria sobre el mundo. Y este anuncio nos provee el trasfondo a las enseñanzas de Jesús acerca del Reino de Dios. Jesús anuncia que la restauración ha llegado a través de Él porque el reino de Dios sobre la tierra se está estableciendo.

La tercera expresión también nos ayuda a entender las perspectivas del Nuevo Testamento acerca del fin de los tiempos, el término “los días postreros”

Días Postreros

Recordemos que los profetas del Antiguo Testamento usaron este término para referirse al período después del exilio. Los escritores del Nuevo Testamento usan la misma expresión para describir el período del Nuevo Testamento. Por ejemplo, leemos estas palabras en Hechos capítulo 2 versículo 17:

Y en los postreros días dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. (Hechos 2:17)

Una y otra vez, los escritores del Nuevo Testamento se refirieren a todo el período del Nuevo Testamento como el escatón de nuestros días. Ellos hacen esto, ya que dependen de la terminología profética del Antiguo Testamento. Ellos consideraban su época como “los días postreros”, el fin de la espera escatológica. La restauración del pueblo de Dios. Estos términos importantes en el Nuevo Testamento revelan que sus escritores veían su época como la culminación de las esperanzas escatológicas del Antiguo Testamento. En pocas palabras, la etapa final de la historia humana vino a través de Cristo.

Esta orientación sobre la escatología del Nuevo Testamento nos pone en posición de explorar la estructura básica que se revela en éste para la restauración del reino.

Estructura

Para examinar este nuevo punto de vista de escatología, veremos dos de las expectaciones descritas en el Nuevo Testamento. Primero, la expectación de Juan el Bautista y luego la expectación de Jesús.

Primero, consideremos las ideas de Juan el Bautista.

Juan el Bautista

Juan el Bautista tenía una expectativa sobre el reino de Dios que era muy común en sus días. Al leer el Antiguo Testamento, Juan creía que cuando el Mesías viniera, traería el Reino de Dios todo de una vez. Veamos lo que nos dice Juan en Lucas capítulo 3 versículos 16 y 17.

Viene uno más poderoso que yo … él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. (Lucas 3:16-17)

Juan creía, al igual que los profetas del Antiguo Testamento, que cuando el reino viniera éste sería un tiempo de inmediata bendición y juicio. Jesús pasó la mayor parte de su ministerio enseñando a sus discípulos que los días postreros no vendrían tal como Juan el Bautista y otros esperaban.

Jesús

En lugar de eso, Dios había decidido traer la restauración lentamente, extendiéndola sobre un período de tiempo. Quizá la expresión más clara de la nueva revelación de Jesús acerca del escatón aparezca en dos parábolas del reino, en Mateo capítulo 13 versículos 31 al 35.

Jesús compara el reino con una semilla de mostaza que crece hasta convertirse en una planta grande, Jesús compara el reino con la levadura que hace crecer la masa de un pan gradualmente. El punto que ilustran estas parábolas es que el reino de Dios no viene en bendiciones y juicio todo al mismo tiempo. En vez de eso, vendría in crescendo o en etapas.

La perspectiva del Nuevo Testamento de la escatología enseñada por Jesús y sus discípulos se conoce como una escatología inaugurada. Esta escatología inaugurada ha sido descrita de muchas formas, pero la manera más sencilla de entenderla es haciendo uso de una estructura triple. Primero: la venida de Cristo, fue la inauguración del reino. Esto incluye su muerte, resurrección, ascensión, el pentecostés y el ministerio de los apóstoles quienes forman el fundamento o el comienzo del escatón. La segunda etapa de la restauración, de acuerdo al Nuevo Testamento, es la continuación del reino. Esta es la etapa en que ahora vivimos hoy, después de la primera venida de Cristo, pero antes de su segunda venida. La tercera etapa de la restauración se puede describir como la consumación del reino. Cuando Cristo vuelva, traerá la medida plena de la restauración prometida por los profetas hace mucho tiempo atrás. El Nuevo Testamento completo se ajusta a esta estructura básica de escatología inaugurada.

Ya que hemos visto la terminología clave y la estructura del nuevo punto de vista que nos presenta el Nuevo Testamento, vamos ahora a estudiar algunos temas de escatología que aparecen en el Antiguo Testamento, pero que también aparecen en el Nuevo Testamento.

Temas

Nos va a ser de provecho observar los dos temas principales del Antiguo Testamento, los temas del exilio y la restauración.

Exilio

Nos referiremos primero al exilio. Como ustedes recordarán, el motivo del exilio consistía en que Dios amenaza a su pueblo con un severo juicio en la guerra y en la naturaleza. Estos temas de exilio están adaptados en el Nuevo Testamento a la estructura de la inauguración, continuación y consumación del reino. En primer lugar, cuando Cristo inauguró su reino en su ministerio terrenal, siempre habló palabras de juicio contra las personas del pacto.

El tema del exilio también está relacionado a la continuación del reino. Por un lado, el juicio del exilio espiritual de la bendición de Dios, continuaba para los hijos físicos de Abraham que se rehusaron a obedecer al Mesías. Quedaron excluidos de las bendiciones del reino de Dios. Por otro lado, lo mismo es cierto para los gentiles que han entrado a la iglesia visible.

El Nuevo Testamento deja muy claro, una y otra vez, que la disciplina de la iglesia, que alcanza el clímax en la excomunión, era el modo en que los gentiles y los judíos en la iglesia son exiliados cuando se rebelan contra Dios.

Y finalmente, el Nuevo Testamento también nos enseña que en la consumación del reino va a tener lugar un exilio eterno. Cuando Cristo regrese, se sentará a juzgar a los apóstatas y los enviará a un juicio eterno, apartados de las bendiciones de los nuevos cielos y tierra. Vemos entonces cómo el motivo del exilio se cumple en el Nuevo Testamento. En éste toma la forma de inauguración, continuación y consumación del reino.

Restauración

Claro que el Nuevo Testamento no sólo habla del tema del exilio. También enseña claramente que las bendiciones de la restauración para el pueblo de Dios vienen a través de Cristo. Los profetas del Antiguo Testamento enseñaron que en los últimos días, Dios bendeciría a su pueblo más allá de toda medida en la guerra y la naturaleza. El Nuevo Testamento nos enseña que estas bendiciones de restauración tomarán lugar en tres etapas del reino de Dios.

En primer lugar, durante la inauguración del reino, encontraremos muchos temas de la restauración caracterizando el ministerio de Cristo. Así como en el Antiguo Testamento los profetas anunciaron el establecimiento del trono de David, Jesús es proclamado “hijo de David”, el rey. Así como los profetas anunciaron la reconstrucción del templo durante los días postreros, Jesús es proclamado “el templo de Dios”. Así como los profetas predijeron la victoria sobre la maldad de las naciones paganas y sus dioses, así también Jesús comienza la victoria por su gente derrotando a Satanás y el poder de la muerte. Así como los profetas del Antiguo Testamento predijeron una gran herencia para el pueblo de Dios, Jesús mandó el Espíritu Santo, el cual es el primer pago de nuestra herencia. Tal como los profetas hablaron de grandes bendiciones en la naturaleza, Jesús hizo grandes milagros de sanidades físicas durante su ministerio.

El Nuevo Testamento enseña que la primera venida de Jesús es el principio de la gran restauración de las bendiciones de Dios.

En segundo lugar, estos temas de la restauración también caracterizan la continuación del reino, nuestro tiempo entre la primera y segunda venida de Cristo.

Jesús continúa reinando como rey del mundo, tal como los profetas predijeron que reinaría el hijo de David. El cuerpo de Cristo es la consumación de la visión del templo de Dios al final de los tiempos. A la iglesia ahora se le llama el templo de Dios. La iglesia es victoriosa en las batallas espirituales sobre la maldad, así como los profetas dijeron que el pueblo de Dios tendría victoria sobre el mundo.

El Espíritu Santo continúa en la iglesia como el primer pago de nuestra herencia plena. Además los cristianos usualmente vemos las bendiciones de Dios sobre su gente en sanidades y otros hechos especiales de providencia. De ésta y de muchas otras maneras, el Nuevo Testamento hace claro que las grandes promesas de restauración van a ser cumplidas en la continuación del reino de Cristo.

En tercer lugar, el Nuevo Testamento no sólo enseña que Cristo inauguró el reino, y también continúa con las bendiciones de la restauración, también nos enseña que la consumación del reino traerá el clímax de todas las promesas de restauración del Antiguo Testamento. Cuando Jesús retorne, extenderá su reinado sobre todo el mundo, tal como los profetas enseñaron que el hijo de David reinaría sobre todas las naciones.

Cuando Jesucristo regrese, la promesa de un templo renovado tendrá su cumplimiento según Dios remoldée toda la creación y la convierta en el templo de Dios. Al final de esta era, habrá una victoria total del pueblo de Dios sobre el mal. El pueblo de Dios recibirá la herencia completa de una creación nueva. Y por supuesto, la naturaleza se transformará en un paraíso totalmente renovado en la gloriosa salvación. En esto y más, las profecías de la restauración serán cumplidas cuando Cristo traiga su reino a la consumación.

VI. CONCLUSIÓN

En esta lección sobre el desarrollo de la escatología, hemos visto como las expectaciones para el final de la historia se desarrollan desde Moisés hasta los primeros profetas y de éstos a los profetas posteriores, para luego pasar al Nuevo Testamento. Cada paso a través del camino, hemos visto cómo Dios revela más y más sobre la culminación del mundo.

Siempre que leamos que los profetas del Antiguo Testamento hablan acerca del juicio del exilio, debemos verlo bajo la perspectiva del Nuevo Testamento. Hay exilio para los transgresores del pacto durante la inauguración, continuación y culminación o consumación del reino. Y siempre que leamos que los profetas del Antiguo Testamento hablan de bendiciones futuras de restauración, debemos recordar que estas grandes bendiciones llegan en la inauguración, continuación y consumación del reino. Si mantenemos estas perspectivas en mente, estaremos preparados para asimilar las Escrituras del Antiguo Testamento, con los ojos de los escritores del Nuevo Testamento y del mismo Jesucristo.

Materiales de la lección

Transcripción