Reyes (1050-586 a. C.)
Al final de la sección anterior, vimos que Israel estaba en un punto bajo espiritualmente, en una condición de anarquía y en una condición militar débil. Los filisteos habían ascendido en poder y amenazaban con consumir a los judíos, una ciudad a la vez. Subió un clamor por un rey que uniera a Israel y lo organizara para la batalla. 1 Por lo que el profeta-juez Samuel ungió a Saúl como el primer rey de Israel. 2
El gobierno de 40 años de Saúl fue turbulento y generalmente ineficaz. Él infundía respeto al pueblo debido a su tamaño, 3 pero difícilmente era apto para gobernar una nación. Sin embargo, en su reino tenía a un joven llamado David, con tremendas habilidades. Incluso antes de que David ascendiera al trono, él conquistó los corazones del pueblo al matar al gigante filisteo Goliat y por las hazañas brillantes militares y personales. 4 Gradualmente, Saúl perdió el control de sí mismo y de su reino, y cuando murió en la batalla, 5 David se convirtió en rey. 6
Rápidamente, David sometió a los filisteos y comenzó a anexar naciones vecinas. Israel creció en riqueza, poder militar e influencia. David tuvo éxito al unir el norte y el sur, 7 capturó Jerusalén y la hizo su capital, 8 y estimuló la adoración de Dios en toda la tierra. Él fue el rey más grande de Israel.
Sin embargo, se le negó un privilegio. Dios no le permitió que construyera el templo. 9 Eso lo logró Salomón, su hijo y heredero al trono. 10 Israel llegó a su apogeo en la dedicación del espléndido templo que él había construido. Sin embargo, a través de Salomón la nación comenzó a deteriorarse. Él llevó esposas y concubinas de muchas tierras, y ellas llevaron sus religiones falsas con ellas. 11 Él vivió lujosamente, desperdiciando la riqueza de la nación. 12 No se preparó para el futuro. Por lo que, cuando murió, el norte se separó bajo su siervo Jeroboam y formó una nación independiente. 13 Cuando Salomón murió, el pueblo buscó a Roboam, el príncipe de la corona, con una súplica:
«Su padre nos impuso un yugo pesado. Alívienos usted ahora el duro trabajo y el pesado yugo que él nos echó encima; así serviremos a Su Majestad» (1 Reyes 12:4).
Pero Roboam se rehusó, y la nación se dividió. 14 El Reino del Norte, cuyo primer rey fue Jeroboam, se fue por su cuenta. Sus gobernantes y mucha de su gente sirvieron a los dioses paganos de la tierra. Hubo algunos reyes buenos en Judá, el Reino del Sur. Es interesante que las dos naciones posteriormente formaron una alianza política para combatir a Siria y posteriormente a Asiria. 15 Hubo matrimonios mixtos reales, y gente malvada gobernó en ambas tierras: en Israel, la casa de Omri; 16 en Judá, la malvada Atalía. 17 La época de los reyes también fue la época de los profetas. Estos hombres cumplieron un propósito doble:
En los días siguientes, Dios levantó una cantidad de profetas para proclamar sus verdades y llamar a la nación a que volviera a él. Algunos de estos hombres le hablaron a Israel, algunos le hablaron a Judá, y otros les hablaron a las potencias extranjeras.
El día del juicio de Dios finalmente llegó. Las dos naciones se deterioraron por dentro, y cada una fue derrotada por una potencia poderosa extranjera. El Reino del Norte cayó ante los crueles asirios en 722 a. C. 18 Su pueblo fue obligado a tener matrimonios mixtos con otros cautivos, y pronto perdió su identidad étnica, política y religiosa.
El Reino del Sur duró otros 150 años, con destellos de gloria como durante el reino de Azarías 19 y Josías. 20 Finalmente cayó ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, en 586 a. C. 21
Cómo ver a Dios. Al observar el período de los reyes de Israel, vemos a Dios obrando de maneras que nos ayudan a conocerlo mejor. Un ejemplo es la unción de David como rey y sus actividades antes de ascender al trono (Samuel 16–31). Aprendemos que:
Cómo vernos a nosotros mismos. Las épocas de los reyes de Israel también nos permite vernos a nosotros mismos. Observe cómo estos incidentes hacen eco de la obra d e Dios en nuestros prpios tiempos.
Exile (586-400 a. C.)
Afortunadamente, la historia del Antiguo Testamento no termina con Jerusalén en ruinas y su pueblo exiliado en Babilonia. Más bien, concluye con el regreso de los judíos a Jerusalén, la reconstrucción del muro y la restauración del templo. También habla del renacimiento espiritual del pueblo y su disposición a confiar en la guía de Dios
El período del Exilio en realidad cubre dos temas: (1) el exilio en Babilonia, y (2) el regreso a Jerusalén. Dos naciones distintas gobernaron a Judá en el exilio. Babilonia estaba derrumbándose y en 536 a. C. (50 años después de que los judíos fueron deportados), el reino de Media-Persia tuvo éxito al conquistarla. El nuevo gobernante, Ciro, permitió que los hebreos regresaran a su tierra. 1 Bajo la guía de Zorobabel, 42,360 judíos hicieron el largo viaje de regreso a Jerusalén 2 e inmediatamente comenzaron a trabajar en el templo. 3
Con la oposición de los samaritanos en su proyecto, el pueblo se desanimó. 4 El trabajo en el templo cesó por alrededor de 10 años, y el pueblo se volvió a deslizar en la autocomplacencia militar. Pero la predicación de Hageo y Zacarías, así como el liderazgo espiritual de Esdras, los hizo retomar el trabajo otra vez. 5 Completaron el templo en 515 a. C. 6
Alrededor de 50 años después, Nehemías, todavía en Babilonia, sentía una gran preocupación por los judíos de Jerusalén. 7 Como uno de los siervos importantes del rey Artajerjes, pudo acercarse al monarca para pedirle permiso para guiar una procesión de regreso a Jerusalén y reconstruir el muro de la ciudad. 8 Se le concedió el permiso y se le proveyeron fondos. 9 En tiempo récord el muro fue reconstruido. 10
Después de 12 años, 11 Nehemías regresó a la corte de Babilonia. 12 En su ausencia, el pueblo y los sacerdotes una vez más retomaron sus malos caminos. 13 El profeta Malaquías surgió para señalar sus pecados 14 y advertirles del juicio de Dios. 15
Cómo ver a Dios. A medida que leemos del decreto de Ciro en Esdras 1, observamos las siguientes verdades acerca de Dios:
Cómo vernos a nosotros mismos. Podemos vernos a nosotros mismos en la época del exilio y regreso en las siguientes formas representativas: