Lección Progress
0% Completo
00:00 /

I. Introducción al ministerio terrenal de Jesús

A. La experiencia en el desierto

Después de que Juan lo bautizara, Jesús fue llevado al desierto. Habríamos esperado que se embarcara inmediatamente en una fase más pública y popular de su ministerio después de ese nombramiento. En cambio leemos en los primeros versículos de Mateo 4 y Lucas 4 que Dios permitió que fuera tentado por Satanás; la famosa tentación de Jesús durante los cuarenta días que pasó en el desierto. Es interesante resaltar los tres tipos diferentes de tentaciones que describen los autores. Se le propone que con un milagro convierta las piedras en pan para satisfacer el hambre, que reciba todos los reinos del mundo si adora al diablo y que se arroje del pináculo del templo para que lo rescaten los ángeles de manera sobrenatural. Todas estas tentaciones prueban y tientan a Jesús a evitar el camino a la cruz, tomar un enfoque meramente triunfalista de su ministerio y sin embargo ninguna hubiera frustrado su misión.

B. Tres tentaciones humanas

También es interesante comparar estas tres tentaciones con las descripciones de todas las variedades de tentaciones humanas a pecar de 1 Juan 2:16, descriptas como la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida. Existe una correspondencia bastante cercana con los elementos que tentaron a Adán y Eva en el Jardín en Génesis 3:6, cuando la primera pareja vio que el fruto prohibido era agradable a los ojos y deseable para alcanzar sabiduría. Entonces parece que las tentaciones de Jesús nos enseñan lo que el autor de Hebreos 2:17-18 resume más didácticamente, diciendo que Cristo fue tentado en todo al igual que sus hermanos pero sin pecado. Por eso puede interceder por nosotros y es capaz de comprendernos en nuestras debilidades en cualquier forma de tentación humana que experimentemos.

II. La fase inicial del ministerio de Jesús

Después de las tentaciones, efectivamente comienza el ministerio público de Jesús; pero como mencionamos en la lección anterior, de la primera etapa no hay mucha información; el Señor no es muy conocido por las masas de Israel. Solo Juan describe esta época del ministerio de Jesús en los capítulos 2 al 4 de su evangelio.

A. Los primeros discípulos de Jesús (Juan 1)

Juan 1, que ya mencionamos en el contexto de Juan el Bautista, sí brinda información adicional sobre los primeros discípulos del maestro. Muchos son mencionados por nombre: Simón Pedro, Andrés, Felipe y Natanael, que muchas veces se lo llama Bartolomé en las listas de los Evangelios Sinópticos. En la segunda mitad de Juan 1 descubrimos que no todos los discípulos fueron llamados de pronto, por primera vez, sin estar previamente en contacto con el Señor, como podríamos pensar al leer únicamente los Sinópticos.

B. De Caná a Caná (Juan 2-4)

Pero la contribución particularmente exclusiva de este evangelio en la fase temprana del ministerio público del Señor está en los capítulos 2, 3 y 4. En realidad existe una unidad literaria en esta sección ya que comienza en la ciudad de Caná de Galilea y termina en la misma ciudad y las dos veces Jesús realiza un milagro allí; es la única referencia a ese lugar en cualquiera de los cuatro evangelios. Si analizamos brevemente esta secuencia de tres capítulos de Juan 2-4, vemos el comienzo de un patrón que caracterizará la primera mitad de todo el libro de Juan en general: señales y discursos o, dicho de otro modo, milagros intercalados por sermones, que a menudo se relacionan entre sí.

Cada uno de estos elementos claves de Juan 2-4 (primera fase del ministerio de Jesús) se centra en una de las formas en que el Maestro introduce algo particularmente nuevo en el judaísmo y más generalmente en la cultura de esos tiempos. El milagro del vino nuevo, del vino cuando se había acabado el vino viejo, transformado milagrosamente de grandes tinajas de agua, al ser interpretado a la luz de las mismas parábolas que enseñó Jesús en Marcos 2 y otros lugares donde habla del vino nuevo y los odres nuevos, sugiere el simbolismo de una frescura que Jesús incorporaba a la religión. Específicamente, una nueva alegría en forma de vino en el contexto de las fiestas de boda simbolizaba gozo y regocijo para los israelitas antiguos.

Si continuamos en Juan 2, leemos que Jesús limpia el templo, aparentemente desde la perspectiva de este autor es un suceso diferente de la purificación del templo que ocurrió la última semana de la vida de Jesús narrada en Mateo y Marcos. Aunque algunos detalles son similares, el énfasis principal en Juan 2 parece ser que el templo no se debe usar como lugar de comercio, especialmente los recintos del patio de los gentiles destinados para que las personas que no fueran judíos pudieran venir a adorar y suplicar a Dios. También se convierte en una oportunidad para que el Señor enigmáticamente prediga su muerte y resurrección, aunque Juan deja en claro que ni sus seguidores entendieron eso hasta después de que ocurrieron los sucesos.

En Juan 3 leemos la famosa conversación entre Jesús y un fariseo importante, Nicodemo. Aquí en 3:3 y 3:5 encontramos los famosos pasajes sobre el «nuevo nacimiento» u, otra forma de traducir la misma expresión es, el «nacimiento de arriba». Entonces, después del gozo nuevo en Caná de Galilea y un nuevo templo o nuevo lugar de adoración, que era Jesús mismo en Jerusalén en la segunda mitad del capítulo 2, Juan 3 continúa hablando de un nuevo nacimiento espiritual. El nacimiento físico, la genealogía, la descendencia ancestral no son suficientes para confirmar nuestra religión, debemos tener una relación con Dios a través de Jesús. Después de la charla con Nicodemo también aparece el texto muy famoso de Juan 3:16: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna». Este capítulo continúa con una referencia al ministerio de Juan el Bautista, reconociendo que cada vez más debe dar lugar al ministerio de Jesús que crecía en importancia.

Luego en el capítulo 4 tenemos otra conversación muy famosa entre Jesús y la mujer en el pozo de Samaria; aquí el Señor claramente se revela como el Mesías. Minimiza el debate que separaba a judíos de samaritanos en cuanto a cuál monte era el lugar de adoración a Dios y sigue diciendo que llegará el día, y ahora es, en que no se adorará ni en ese monte, Gerizim de Samaria, cerca de donde tenía lugar la conversación, ni en Jerusalén, sino que todos los adoradores adorarán a Dios en espíritu y verdad.

La historia de esta charla con la samaritana quizás sea más llamativa debido a quién era la interlocutora de Jesús. Además de ser una mujer a quien ningún buen hombre del antiguo Israel se atrevería a hablar estando solos en un lugar abierto (Juan cuenta que los discípulos se habían ido en ese momento), era una samaritana y el autor aclara que los judíos y los samaritanos no se trataban si es que podían evitarlo. Como si eso fuera poco, era una mujer de mala reputación. No conocemos las circunstancias específicas sobre los cinco maridos que había tenido ni del hombre con el que vivía ahora, pero al menos debe haber tenido el estigma de que se la considerara una mujer inmoral.

Jesús supera estas tres barreras, en un sorprendente contraste con su conversación mucho menos prometedora con Nicodemo, a quien reprocha por no entender, aun siendo judío, hombre, de buena moral y muy importante, y un líder religioso recto. La asombrosa oposición no podría ser más marcada. Como mencionamos, luego Juan 4 termina con otro milagro de sanidad, esta vez el hijo de un oficial gentil en Caná de Galilea. Entonces, las dos partes de Juan 4 se combinan para resaltar la nueva oferta universal de salvación que traía el ministerio de Jesús. Aunque Jesús todavía no es importante durante esta etapa inicial de su ministerio, resulta muy claro que está incorporando algo nuevo con todas estas historias que se narran entre los capítulos 2 y 4.

III. El ministerio de Galilea – Parte 1

A. Introducción

Cuando Jesús finalmente vuelve a Galilea y comienza a ministrar de manera itinerante y regular durante prácticamente un año, termina cobrando fama. Así comienza la etapa mucho más pública llamada el año de popularidad. Como hicieron con Juan el Bautista, los autores de los Sinópticos comienzan con una introducción del resumen del mensaje de Jesús.

B. El reino de Dios está cerca

Marcos y Mateo describen a Jesús predicando, como había hecho Juan, que el reino de Dios estaba cerca. Marcos dice explícitamente en 1:14,15 que Jesús sigue mandándole a la gente que se arrepienta y crea en el Evangelio. Lucas, a su manera, como mencionamos en la introducción de ese libro, comienza su descripción de la fase pública del ministerio de Jesús en Galilea contando que Jesús predica en Nazaret. Las semejanzas entre Mateo y Marcos sugieren que esto realmente sucedió un poco después durante la fase pública aunque Lucas lo incorpora antes como si fuera un titular o una introducción programática de la afirmación de Jesús de todo lo que él era. Aquí recordamos las palabras del Señor cuando cita a Isaías: «El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque me ha ungido […] para proclamar el año favorable del Señor». Está proclamando libertad para los cautivos, vista para los ciegos, sanidad para distintos tipos de enfermos y oprimidos, y buenas nuevas para los pobres.

Podemos seguir el relato de Marcos del esquema del ministerio de Jesús en Galilea. No contamos con el tiempo ni el espacio para incluir referencias de todos los detalles, especialmente los que aparecen en las versiones complementarias y más completas de Mateo y Lucas, pero aquí parece que, más o menos en los ocho primeros capítulos de su evangelio, Marcos sigue un esquema temático. A veces avanza de acuerdo con las diferentes formas de enseñanzas y del ministerio del Maestro. Los comentaristas consideran que la mayor parte de Marcos 1 puede llamarse un día típico en la vida de Jesús el sanador (y además, podríamos agregar, Jesús el exorcista). Desde Marcos 1:21 hasta el final de ese capítulo leemos sobre varios milagros de sanidad y uno de exorcismo que caracterizaban un período de 24 horas de la vida de Jesús a principios del ministerio de Galilea. Cuando abordamos el tema de los milagros, el hombre moderno enfrenta una serie de cuestiones: ¿Podemos creer esas historias aparentemente sobrenaturales?

C. La cuestión de la autenticidad

En primer lugar, si estamos cerrados a la posibilidad de lo milagroso, basados en nuestro punto de vista buscaremos alguna otra manera de explicar estas historias. Quizá la explicación alternativa más común sea que se trata de mitos similares a los que se conocían en el mundo antiguo de Grecia y Roma. Pero en realidad esos mitos principalmente hablaban sobre dioses de los siglos pasados que no tenían forma humana. Los que versaban sobre seres humanos seguían refiriéndose a héroes de tanto tiempo atrás y distantes de la época en la que circulaba el mito que nadie jamás podía verificar la autenticidad de las historias. Muy por el contrario, los relatos sobre Jesús comenzaron a ser narrados inmediatamente durante su vida y en las décadas siguientes, puestas por escrito, como descubrimos en las lecciones anteriores, quizás dentro de un período de treinta años después de la vida del Señor.

Fue una época en la que todavía quedaban en Israel testigos oculares contrarios a Jesús que podrían haber desenmascarado fácilmente estos relatos de haber sido falsos. En realidad, existe un testimonio curioso y mal intencionado pero importante de la realidad del ministerio milagroso de Jesús en algunos de los manuscritos judíos posteriores, la Mishná y el Talmud, que codificaron y pusieron por escrito muchas de las tradiciones orales que comenzaron a circular en la época del Nazareno. En varios lugares diferentes de estos documentos leemos desde la perspectiva judía, una perspectiva no cristiana, que Jesús era un hechicero, un mago que desvió a Israel.

Hasta el historiador judío del primer siglo, Josefo, resalta que al Maestro se le atribuía la realización de milagros. Aparentemente estos otros historiadores y recopiladores de la tradición sabían que no podían negar que Jesús tenía la reputación de obrar milagros y liberar de demonios; simplemente trataron de explicar la fuente de su poder de otra manera. En realidad, la primera ocasión que conocemos de esas afirmaciones aparece en los mismos evangelios, en relatos paralelos, uno en Marcos 3 y otro en Mateo 12, donde se acusa a Jesús de exorcizar por el poder de Beelzebú o Satanás y no por el poder de Dios. Entonces existen buenas razones históricas para creer en la autenticidad de los relatos sobre los milagros: Jesús, un sanador que sanaba muchas enfermedades diferentes. Sin embargo debemos tener cuidado de no superponer un modelo rígido sobre los milagros de sanidad de Jesús. En Juan 5, por ejemplo, vemos una ocasión importante en la que Jesús se encuentra con una gran multitud de enfermos en el estanque de Betesda, donde todos esperaban ser sanados pero Él elige a uno. Aparentemente depende de la voluntad y los tiempos soberanos de Dios quién y cuándo Él elige sanar.

D. Los relatos declaratorios

Marcos 2 es una transición hacia el próximo grupo de ilustraciones que brindan los escritores de los Evangelios Sinópticos del ministerio de Jesús en Galilea. Es una serie de relatos que los eruditos a menudo han llamado relatos declaratorios, porque el punto culminante es una declaración de Jesús similar a un proverbio, breve y significativa. El primero en realidad es una combinación de una sanidad (Mr. 2:1-12, la famosa sanidad del paralítico) y un relato declaratorio. Pero parece que el último es el clímax y el elemento más importante porque Jesús declara que los pecados de este hombre son perdonados. Sanó su enfermedad física pero lo más escandaloso es la afirmación con poder divino de que los pecados del hombre fueron perdonados. En realidad, es el poder para obrar la sanidad lo que justifica esta declaración de poder hacer algo que los judíos creían que en última instancia solo Dios tenía el derecho de hacer; entonces, al menos implícitamente, Jesús reclamaba un derecho divino, de los atributos y prerrogativas de la divinidad.

Los siguientes relatos declaratorios quizás no sean tan espectaculares ni radicales como ese y sin embargo de alguna manera todos apuntan nuevamente a la frescura que Jesús impone sobre las viejas formas del judaísmo, pero también genera cierto tipo de conflicto o controversia deliberada con los líderes judíos. Su declaración de que los sanos no tienen necesidad de médico sino los enfermos o de que el Hijo del Hombre es Señor aún del día de reposo, con lo que desafía de varias formas (enseñando qué se puede hacer y qué no, o sanando) diversas interpretaciones orales de la ley judía y en consecuencia prepara el escenario pronto en la carrera de Jesús para los conflictos con las autoridades que, aunque con muchos altibajos, culminarían en su arresto y su crucifixión. La mayor parte del capítulo 3 de Marcos trata con más polémicas sobre su habilidad para sanar y exorcizar, como ya mencionamos.

E. Discipulado y oposición

Pero en este contexto, Marcos 3 enmarca la controversia con fariseos y escribas dentro de las alusiones a las cuestiones de cuál es la familia real del Maestro. Antes, en Marcos 1:16-20 leímos la versión de los Sinópticos del llamado de los primeros discípulos y recordamos que Juan 1 menciona que no necesariamente era la primera vez que los seguidores de Jesús se encontraban con él. Pero recién en Marcos 3, aparentemente cierto tiempo después del comienzo del ministerio en Galilea, leemos los nombres de los Doce cuando Jesús los llama formalmente y desde ese momento estas personas exclusivamente seguirán al Señor donde quiera que vaya.

En la época de Jesús y las décadas y los siglos siguientes era común que los rabinos tuvieran discípulos, pero lo llamativo era que fuera el Maestro quien tomara la iniciativa de llamarlos y no al revés. También llamaba la atención que fueran doce, el mismo número que las tribus de Israel; casi seguro implicaba que Jesús estaba constituyendo o reconstituyendo un nuevo o verdadero Israel. Solo si las personas acudían a Él, y no a través de la ley judía, podrían tener una relación real con Dios.

F. Las parábolas

La última parte y forma literaria de la enseñanza de Jesús que el espectacular ministerio en Galilea nos presenta en sus etapas iniciales aparece en Marcos 4 (y pasajes paralelos), que en su mayoría abarca un capítulo de enseñanza a través de parábolas. La parábola, un relato corto diseñado para enfatizar de manera retórica y marcada una verdad teológica importante, era un género rabínico bien conocido. Pero los rabinos la usaban más que todo para estudiar e interpretar la Escritura, mientras que Jesús la usa para explicar sobre el reino de Dios, el reinado o gobierno dinámico de Dios, que irrumpe en la historia humana a través del ministerio de Jesús.

Marcos 4:11-12 describe el propósito o la estrategia de Jesús al enseñar de este modo y paradójicamente no solo tiene el objetivo de esclarecer (de revelar la verdad) sino que también pretende ocultar; Jesús explica a los seguidores (sus discípulos y los que estaban con ellos y estaban abiertos a Jesús, su persona y sus afirmaciones) que comprenderán más y mejor el reino mediante esta forma de enseñanza, pero los que están afuera recibirán todo en parábolas. Luego prosigue para hacer alusión y citar partes de Isaías 6, que los de afuera reciben las parábolas para que no puedan escuchar y entender, ver y percibir, convertirse y ser perdonados. ¿Qué sucede aquí? Bueno, en el contexto de Isaías es claro que Dios puede usar ciertos tipos de leguaje profético y a veces enigmático para confirmar mediante juicio a quienes ya habían empezado a resistir su voluntad. No es una predestinación irremediable a la vida eterna sin Cristo. Isaías 6 finaliza con una profecía del regreso del remanente y mientras las personas estén abiertas a Jesús podrán volver a Él.

Quizás vale la pena comentar que en el contexto de Marcos 3, y en los pasajes paralelos de Mateo 12 y Lucas 11, leemos sobre un pecado imperdonable llamado blasfemia contra el Espíritu Santo. Pero en el contexto no es algo que se diga o que realmente haya sucedido, solo que los adversarios de Jesús están en peligro de cometerlo y los que reciben esta fuerte advertencia no son sus seguidores, ni sus seguidores potenciales, ni siquiera los interesados en averiguar, sino aquellos que no siguieron a Jesús sino que se opusieron desde el comienzo de su ministerio y continuarán coaccionando implacablemente hasta llevarlo a la cruz. Ningún pasaje del ministerio de Jesús ni de ningún lugar de los Evangelios, ya sea en parábolas o mediante enseñanzas más directas, jamás dijeron que a alguien que genuinamente desee ser seguidor de Jesús se le impide que lo haga en esta vida.

G. Las respuestas al reino

Las parábolas también nos presentan la función reveladora de la explicación del reino de Dios; la del sembrador que describe las diferentes respuestas al reino. No todos responderán en forma positiva, pero algunos sí lo harán y quizás para nuestra sorpresa sean muchos: la semilla que crece en secreto quiere decir que no comprendemos cómo se siembra, se arraiga y crece la semilla espiritual en esta vida pero no obstante la cosecha está asegurada; en Mateo 13, el relato paralelo del trigo y la cizaña y la parábola de la red prometen que el reino de Jesús triunfará a pesar de todo tipo de oposición; las pequeñas parábolas de la levadura y la mostaza, también relatadas por Marcos y Lucas en otros lugares de su evangelio; la promesa del crecimiento del reino en proporciones sorprendentes a pesar de su comienzo poco prometedor y nuevamente en el evangelio de Marcos, la parábola de la lámpara y la necesidad de no esconderla bajo el almud para que todos escuchemos. Estas y otras parábolas, a pesar de sus funciones a veces enigmáticas que exigían que Jesús las ilustrara, las explicara y las decodificara también proporcionaban, de manera práctica y concreta, explicaciones para los campesinos judíos del primer siglo en Galilea de lo que Jesús creía que se trataba el reino de Dios.

Materiales de la lección

Transcripción