Conferencia
I. Introducción al material adicional relacionado con el ministerio de Jesús en Galilea
En nuestra última lección retrocedimos al período de tiempo que abarca el ministerio de Jesús en Galilea (que habíamos estudiado antes, después del evangelio de Marcos) para ver qué material adicional, especialmente enseñanzas, encontrábamos en el relato de Mateo de esa etapa. En esta lección queremos hacer lo mismo con los evangelios de Lucas y Juan. Hay demasiado material para un breve comentario como este sobre cada pasaje en particular, pero trataremos de hacer observaciones generales y luego señalar algunas interpretaciones destacadas del texto cubierto.
II. Enseñanzas adicionales de Lucas
A. Los viajes de Jesús desde Galilea a la cruz
Solamente Lucas tiene una sección central de su evangelio, desde 9:51 hasta después de 18:34, en la que Jesús aparentemente se encuentra en camino, viajando desde Galilea, lugar del que había partido por última vez, para subir a Jerusalén a enfrentar el destino que sabía que lo aguardaba allí. Pero si observamos las referencias geográficas de esta parte de Lucas vemos que son pocas y alejadas unas de otras, y las que efectivamente aparecen descartan cualquier tipo de viaje en línea recta desde Galilea a Jerusalén. En 9:51-56 Jesús pretende pasar por Samaria, es rechazado y se dirige a otro lugar, lo que sugiere a muchos eruditos que atravesó el Jordán hasta la provincia del extremo oriental del río conocida como Perea. En consecuencia, algunos estudiosos se refieren a esta parte central del escrito de Lucas como el ministerio en Perea, aunque la palabra exacta nunca aparece en los Evangelios por lo que no podemos afirmar esta identificación geográfica.
En 10:38-42 Jesús está con María y Marta, que según cuenta el evangelio de Juan residían en Betania, apenas saliendo de Jerusalén. Parece que el viaje está casi terminado pero en Lucas 17:11 lo volvemos a encontrar entre los límites de Galilea y Samaria. Entonces, probablemente el autor no esté tratando de describir un único viaje en secuencia cronológica o en línea recta desde Galilea a Jerusalén, sino de agrupar lo que resulta ser un material casi exclusivamente de enseñanza de Jesús de una fase culminante y decisiva de su ministerio, al partir de Galilea por última vez y viajar por varias regiones vecinas. En muchos casos no sabemos con exactitud dónde está en determinado momento pero siempre se cierne la sombra de la cruz.
B. Otra mirada a las parábolas de Jesús
Resulta interesante que el interés exclusivo de Lucas de presentar a Jesús como maestro de parábolas emerja particularmente en esta parte central del libro. Ya comentamos brevemente sobre las parábolas en relación a Marcos 4, pero podemos explayarnos ahora. Si observamos las estructuras de las tramas de varias historias que el Señor cuenta para ilustrar las verdades del reino de Dios, descubrimos que casi nunca, si es que alguna vez lo hace, aparecen más de tres personajes principales o grupos de personajes y que en una gran mayoría de casos esos protagonistas se agrupan de manera triangular. Es decir, un personaje particular parece representar a Dios (la figura de un señor, un padre o un rey). Otros protagonistas o grupos de protagonistas asumen papeles subordinados, a menudo en contraste entre sí (un modelo ejemplar que debe imitarse y un modelo no ejemplar que debe evitarse). En muchos casos los héroes, las personas cuyo ejemplo debe imitarse, terminan siendo héroes sorpresivos; son lo opuesto de lo que esperaríamos.
Podemos ilustrarlo muy claramente con la parábola del hijo pródigo, la más larga de las parábolas de Jesús. El padre claramente representa a Dios que ama abundantemente; el hijo pródigo al descarriado cuya vida parece estar lo más lejos posible de Dios y sin embargo regresa y es bienvenido, hasta con generosidad; y el hermano mayor despiadado que, desde Lucas 15:1 en adelante Jesús compara con algunos de los fariseos y escribas reticentes a que el Señor aceptara a recaudadores y «pecadores». En la parábola del buen samaritano también lo vemos, aunque aquí el protagonista no es alguien poderoso sino una persona en un estado de impotencia. Sin embargo puede hacer algo; puede reconocer a quién le ofrece ayuda: no es el sacerdote ni el levita, símbolos del clero judío y que esperaríamos que lo socorrieran, sino que fue el aborrecido samaritano. No todas las parábolas siguen este modelo; algunas tienen tres personajes pero cada uno se subordina al anterior, como en la del mayordomo injusto o en la parábola de Mateo del rey que perdona la cuantiosa deuda de un sirviente. Varias narraciones más cortas podrían plantear solo una o dos cuestiones en base a los personajes principales, pero al interpretar las parábolas de Jesús es bueno tener presentes estas relativamente pocas estructuras que se repiten una y otra vez.
Siempre hay un tema central ilustrado por medio de un número limitado y relativamente reducido de subtemas de acuerdo con los protagonistas. Y debemos tener cuidado de no atribuir la categoría de alegoría o significado simbólico a todos los elementos complementarios del pasaje, como desafortunadamente a menudo ha pasado en la historia de la iglesia. Después de estos breves comentarios generales podemos abocarnos a algunos comentarios selectos de las enseñanzas y los sucesos que se narran en Lucas 9:51-18:34, enfocándonos, como ya dijimos, solo en lo más importante.
C. La urgencia del llamado de Cristo
En 9:59-62 Jesús pronuncia dos de sus famosos mandamientos sobre dejar a los muertos que entierren a sus propios muertos y no detenerse a saludar ni despedirse de los que estén en el hogar. Ambos suenan demasiado severos pero en el mundo antiguo presuponen procedimientos bastante elaborados para enterrar y hasta para despedirse, entonces no son tan crueles como quizás parezcan en varios contextos modernos. Sin embargo, tanto uno como otro ilustran drásticamente la urgencia del llamado de Cristo. Como lo dice un comentarista, seguir a Jesús no es una tarea que se añada a otras como tener un segundo empleo; lo es todo. Es una responsabilidad solemne, que obliga a los futuros discípulos a reordenar todas sus tareas.
En 10:1-24 tenemos la famosa misión de los setenta (o como lo expresan algunos manuscritos, los setenta y dos discípulos), paralela al envío de los Doce, que ocurrió antes en el ministerio de Jesús, pero ahora quizás más abiertamente involucra o al menos prefigura la misión a los gentiles. El número setenta, como también la variante muy textual de setenta y dos, se remonta a la ley mosaica según la que setenta o setenta y dos se consideraba el número total de naciones, incluidos los gentiles, del mundo. Es en este contexto que también leemos en 10:18-20 de cómo el ministerio de los discípulos, particularmente el exorcismo, cumple las palabras de Jesús de que vio a Satanás caer como un rayo del cielo. Aunque Satanás siga activo durante toda la era de la iglesia, su derrota está asegurada con la primera venida del Señor. La segunda venida simplemente será una acción de cierre, o, como en la famosa ilustración de la segunda guerra mundial que se usa a menudo: el día D ocurrió con la primera venida de Cristo y el día V o día de la victoria tendrá lugar con el regreso del Señor. Podemos estar seguros de que la victoria completa ya es un hecho.
D. Violación de los principios culturales
Lucas 10:25-37 luego nos vuelve a llevar a la parábola del buen samaritano. Nuevamente, debemos recordar el contexto histórico de enemistad y odio entre samaritanos y judíos. Más allá de cualquier otra enseñanza secundaria (un buen modelo de compasión o el hecho de que los profesionales religiosos deban mostrar tanto amor como cualquier persona), evidentemente el punto crítico, el efecto contrario a la cultura más contundente del pasaje, era convertir a un enemigo odiado (desde la perspectiva judía) en el héroe de la historia. A menos que volvamos a contextualizar el pasaje en la actualidad convirtiendo en héroe a alguien que es uno de nuestros enemigos odiados, quizás en el contexto del racismo o el tribalismo, habremos perdido gran parte del énfasis de la enseñanza inicial de Jesús.
El pasaje de 10:38-42 consiste en la famosa historia de Jesús y Marta y María, a la que aludimos brevemente en la introducción de Lucas. Nuevamente vale la pena reiterar que Jesús viola los principios culturales en cuanto a que las mujeres tenían principalmente una función doméstica y en cambio elogia a María por oponerse a la cultura y comportarse como si fuera un aprendiz calificado, un discípulo a los pies del Rabino Jesús.
E. Controversia exegética
Lucas 11:29-32 presenta otra controversia exegética interesante cuando Jesús se niega a dar la señal que demandaban los escépticos, práctica sistemática en todos los Evangelios Sinópticos. Entonces predice que al igual que Jonás (Mt. 12:38-40, pasaje paralelo) estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches, el Hijo del Hombre estará en el corazón de la tierra tres días y tres noches. En consecuencia, algunos asumen, tomando el relato muy literalmente, que como la Pascua de Resurrección ocurrió un domingo, la única manera de que pasen tres días y tres noches completos antes, es que Jesús haya sido crucificado un miércoles. Existen razones cronológicas para rechazar esta postura, como veremos cuando lleguemos a la narración de la pasión, pero el lenguaje usado se puede explicar como una expresión idiomática: según el idioma y la cultura judía, un día y una noche, aunque resulte extraño para la mente moderna, podría referirse a cualquier porción de un período de tiempo de 24 horas, es decir, cualquier parte del viernes a la noche y el domingo a la mañana combinadas con todo el sábado habría sido considerado como tres días y tres noches de acuerdo al punto de vista de los judíos en la antigüedad.
F. Las riquezas
La parábola del rico necio (Lc. 12:13-21) y la parábola similar del rico y Lázaro (16:19-31) de nuevo son muy directas sobre los efectos potencialmente condenatorios de las riquezas, que pueden hacer, como en el caso del rico necio, que una persona ni siquiera piense en Dios, o como en el caso del rico y Lázaro, que nunca se arrepienta. Pero resulta interesante ver cómo definimos a quienes no pensaron en Dios o nunca se arrepintieron. Son aquellos que están conscientes de la necesidad física extrema que los rodea, que está a la vuelta de la esquina, tienen la capacidad de ayudar por tener muchas posesiones materiales y sin embargo no levantan un dedo para hacerlo. Cuando vemos algunas de las estadísticas de la escasez de las ofrendas cristianas contemporáneas (el porcentaje hasta en iglesias locales, de gente que no dona ni un centavo mientras no se registre) para la obra del Señor, nos preguntamos cuántos no discípulos encubiertos con máscara de cristianos existen en nuestros días.
G. Los tiempos del fin
Lucas 12:35-48 incluye varias parábolas de Jesús que manifiestan su posición con respecto a los últimos tiempos. Lucas aparentemente agrupa tres para formar una combinación bastante interesante. En la parábola de los siervos fieles de los versículos 35-38, el señor tarda más de lo esperado en volver. En la parábola del mayordomo fiel y el ladrón de 39-40, llega completamente por sorpresa. En la parábola del mayordomo fiel y del mayordomo infiel del versículo 41 en adelante, viene antes de lo esperado. Juntas, nos dan todas las opciones posibles sobre el regreso de Cristo: después de lo previsto, antes de lo esperado, o completamente de sorpresa. ¿Cómo nos atrevemos a seguir afirmando, como algunos cristianos desafortunadamente hacen de vez en cuando, que sabemos la fecha de la segunda venida de Cristo?
H. Roles invertidos en el reino
Lucas 13:10-14:24 presenta una serie de roles invertidos en el reino. Todos los pasajes de esta sección exponen las expectativas erróneas sobre la naturaleza y los participantes del reino. Vuelve a ser un recordatorio aleccionador para meditar con cuánta frecuencia Jesús dijo lo mismo de los líderes religiosos de su época: los que todos habrían creído que si alguien estaba bien con Dios seguramente eran ellos, para el Señor estaban fuera del reino; y aquellos que la comunidad discriminaba y marginaba, para el Señor estaban dentro del reino. Me pregunto con qué frecuencia en la actualidad tenemos la misma idea equivocada.
I. El costo del discipulado
Lucas 14:25-35 es una colección de pasajes cortos que hablan sobre evaluar el precio y nos recuerdan que seguir a Jesús y ser sus discípulos es una decisión costosa. Lucas 14:26 quizás sea el más estricto de todos, ya que nos insta a aborrecer a nuestros padres; de lo contrario ni siquiera podemos ser discípulos. El pasaje paralelo de Mateo 10:37 nos ayuda a entender esta expresión idiomática: Jesús realmente dice que nuestro amor a Dios debe ser mucho mayor que el amor por cualquier amigo o familiar humano. Pero vuelve a ser un recordatorio instructivo cuando comparamos esta enseñanza con la enseñanza previa del Señor de que los seguidores espirituales son su familia verdadera, más que sus hermanos o su madre biológica. Por otro lado nos lleva a preguntarnos si en la actualidad a menudo invertimos esto y ponemos a nuestra familia por encima de los hermanos cristianos en nuestros pensamientos y en nuestras prioridades.
J. Más parábolas
Lucas 15 nos introduce a la famosa tríada de parábolas de la oveja perdida, la moneda perdida y, podríamos decir, los hijos perdidos (aunque este pasaje sea más conocido como el hijo pródigo). Ya comentamos esta última. La parábola del mayordomo injusto de Lucas 16:1-3 no elogia la injusticia del mayordomo sino que alaba su astucia y reconoce que los cristianos, desafortunadamente, a menudo son bastante ingenuos en lugar de ser astutos de manera saludable y positiva.
K. La llegada del reino
Lucas 17 incluye enseñanzas importantes sobre la llegada del reino, compensando con el hecho de que «está en medio de vosotros», Lucas 17:21, una traducción mejor que «en vosotros». Jesús pone énfasis en que, con su ministerio, el reino está entre los líderes judíos a los que les habla, no que de alguna manera esté dentro de ellos ya que son sus oponentes. Además, Lucas 17:22-25 sigue recalcando los futuros aspectos del reino que deben completarse.
III. Enseñanzas adicionales de Juan
Después de este estudio acelerado de algunos de los puntos más importantes de la sección central de Lucas, podemos ir, en la segunda parte de esta lección, a lo que omitimos hasta ahora en el evangelio de Juan. Este evangelista, especialmente en los capítulos 5-11, repite muy poco material de lo que hayamos leído en cualquiera de los Evangelios Sinópticos, aunque describe el mismo período que Marcos, Mateo y Lucas, que es lo que llamamos el ministerio en Galilea. Los pasajes paralelos que efectivamente aparecen son los milagros cuando Jesús alimenta a los cinco mil y cuando camina sobre el agua en Juan 6. Pero aparte de estas dos historias, la gran mayoría de todo lo que narra el libro engloba las ocasiones en que el Señor subió a Jerusalén. Si solo tuviéramos los Evangelios Sinópticos quizás nunca sabríamos que el ministerio de Cristo duró más que unos pocos meses, y no habría razones para pensar que más de un año. Pero Juan interrumpe su evangelio con referencias a las Pascuas en los capítulos 2, 5 y nuevamente en el capítulo 6, lo que sugiere que el tiempo que duró el ministerio de aparición pública de Jesús en Israel comprende tres años o quizás un poco más.
Juan, por la razón que fuere, no quiere repetir información de esta etapa de la vida de Cristo que ya fue bien contada en los Evangelios Sinópticos, entonces resalta los aspectos de la historia que Mateo, Marcos y Lucas no mencionaron: como judío fiel, se esperaba que Jesús subiera a Jerusalén en la época de las diversas fiestas estacionales y anuales. En todos los casos se ve envuelto o se involucra en controversias con los líderes judíos. En todos los casos, hace afirmaciones sobre su identidad, que a ellos les parecen presuntuosas, o hasta blasfemas. En todos los casos, Juan (coherente con el modelo que sigue la primera mitad de su evangelio) continúa intercalando extensos sermones con varias señales o milagros que hace Jesús. Y en estos capítulos también aparecen un número de los famosos «yo soy» del Señor: Yo soy el pan de vida, el agua viva, etcétera. Son indicadores de su identidad que a muchos lectores le parecen más claros que las alusiones menos directas de los Evangelios Sinópticos de cómo Jesús se veía a sí mismo.
A. Sanidades en día sábado
El primero de los episodios diferentes de Juan 5-11 aparece en el capítulo 5 cuando Jesús sana a un paralítico. Existen semejanzas en esta historia con la sanidad del paralítico de Marcos 2 (y pasajes paralelos) pero la controversia importante que esta sanidad genera no es la aseveración de Jesús de que puede perdonar pecados, como en el relato de los Sinópticos, sin el hecho de que sana en un día sábado. Aparentemente está violando la ley desde la perspectiva de los líderes judíos. Entonces, Jesús defiende su derecho de sanar un día de reposo diciendo que, como su Padre trabaja hasta los sábados, Él también lo hace. En las mentes de los judíos se identifica demasiado con Dios Padre (ver especialmente Juan 5:17-18). Pero el grueso del sermón que sigue, versículos 19-47, en cambio se centra en la dependencia que tiene el Hijo del Padre: no hace absolutamente nada que no vea hacer al Padre o que no sea la voluntad del Padre. Tanto la humanidad como la dependencia, al igual que la divinidad de Cristo, deben destacarse al hacer una interpretación equilibrada de Jesús. Recordemos los comentarios de la introducción de Juan, donde decimos que el evangelio probablemente fuera una respuesta a los gnósticos que, entre otras cosas, creían que Jesús era completamente Dios, pero que tenían más problemas con su humanidad porque para ellos el mundo material era intrínsecamente malo.
B. El agua de vida
La próxima porción diferente de Juan 5-11 viene en la fiesta de los tabernáculos en los capítulos 7 y 8. Aquí Jesús se anuncia como el agua de vida en el contexto del diálogo de 7:1-52, y esto concuerda muy bien con los rituales que tenían lugar como parte de esa celebración. El último día de la fiesta, se realizaba la ceremonia del agua. Los sacerdotes, en procesión, llevaban agua del estanque de Siloé al templo en una vasija de oro, mientras recitaban, al sonido de trompetas, el texto de Isaías 12:3: «Con gozo sacarás agua de los manantiales de la salvación». Qué oportunidad conmovedora para que Jesús se levantara en medio de la ceremonia y dijera: «yo soy el agua de vida».
En muchas de las traducciones modernas, la historia de la mujer sorprendida en adulterio está en Juan 7:53-8:11. Ya comentamos en una lección anterior de la crítica textual del Nuevo Testamento, que es muy probable que este pasaje no estuviera en el escrito original que primero redactó Juan, aunque el relato suena cierto y podría consistir en algo que Jesús realmente hizo. Entonces, si realizamos un análisis del texto original de Juan debemos obviar este pasaje y al hacerlo, vemos una conexión que de otra manera no resulta clara; es decir, que 8:12 sigue perfectamente después del final de 7:52 como una continuación de la fiesta de los tabernáculos de Jerusalén y las afirmaciones que Jesús hizo allí.
C. La luz del mundo
Del agua de vida vamos a la luz del mundo, que también es apropiada si sigue siendo la ceremonia o la fiesta de los tabernáculos, porque el último día, el octavo día, después de los siete del ritual común de la fiesta, el candelabro del templo deliberadamente no se enciende. Es un ceremonial a oscuras, por decirlo de algún modo. En este contexto, Jesús se levanta y declara que es la luz del mundo. Esta afirmación constituye la transición al capítulo 9, donde vuelve a plantear en el contexto de la sanidad de un hombre ciego de nacimiento, que es la luz del mundo, un contraste natural desde la ceguera literal al debate sobre la ceguera espiritual.
Antes de llegar ahí, el resto del capítulo 8 incluye lo que quizás hasta el momento sea la controversia más deliberada y detallada entre Jesús y varios miembros judíos de su audiencia. En el punto culminante de esta controversia, Jesús también hace la afirmación más grande, más atrevida y más exaltada hasta ahora sobre su divinidad, cuando cita, (ahora explícitamente aunque ya lo había implicado cuando caminó sobre el agua) el nombre divino de Éxodo 3:14, «yo soy» (ego eimi en griego): «Antes que Abraham fuese», nuestras traducciones modernas de Juan 8:58 afirman, «yo soy». No es un error gramatical sino una alusión al nombre divino. Y la indignación de los judíos demuestra que lo entendieron de ese modo.
D. Milagros de sanidad
Vayamos ahora al capítulo 9. Este capítulo está completamente ocupado con la historia del milagro de la sanidad del ciego de nacimiento, pero al final se centra en el debate más predominante sobre la identidad de Jesús y lo que genera este milagro. El hombre mismo llega a creer en Jesús como el Mesías y a decírselo a los líderes judíos. Pero no están preparados para aceptar este testimonio debido al método poco ortodoxo del Señor y a que sanara un sábado. Un comentarista escribió al hablar de Jesús como Juez: su presencia y su actividad en el mundo constituían un juicio en sí mismas, ya que obligaban a los hombres a declarase a favor o en contra de Él.
También resulta interesante detenernos en las similitudes y las diferencias entre los dos milagros de sanidad en un día de reposo de Juan 5 y Juan 9. En el primer caso, el hombre paralítico del capítulo 5, Jesús le dice al enfermo que acaba de sanar que deje de pecar para que no le suceda algo peor. Aparentemente aquí el problema físico es, al menos en parte, resultado de algún pecado espiritual. Pobres los discípulos, que en el capítulo 9, piensan que aprendieron la lección pero no saben cómo aplicarla al hombre que había nacido ciego y naturalmente preguntaron: «¿Quién pecó, éste (probablemente cuando estaba en el útero materno) o sus padres, para que haya nacido ciego?». Y Jesús respondió: «No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él». A veces no existe pecado alguno que sea directamente responsable de la enfermedad o el sufrimiento.
E. El buen pastor, el verdadero libertador y la resurrección de Lázaro.
Luego Juan 10 y 11 redondea el material complementario de Juan: muestra a Jesús como el buen pastor en oposición a los asalariados falsos, los líderes judíos de su época (Jn. 10:1-21); la fiesta de dedicación o Hanukah (10:22-42), en la que Jesús se presenta como el verdadero libertador (alguien que es uno con Dios) de manera tan atrevida que los líderes judíos toman piedras para tratar de apedrearlo (10:30 en adelante), y finalmente el maravilloso milagro de la resurrección de Lázaro (Jn. 11:1-57), que no es la primera resurrección que hace Jesús pero sí es la primera de alguien que ha estado muerto por varios días. Como es costumbre de Juan, luego equilibra este milagro con una declaración, un sermón y una afirmación de Jesús. El milagro resalta la identidad del Maestro como aquel que es la resurrección y la vida, Juan 11:25. Resulta irónico que el capítulo concluya con Caifás, el sumo sacerdote judío, tramando matar a Lázaro y en última instancia a Jesús, porque son demasiado peligrosos. ¿Piensan que el poder de la muerte de alguna manera mantendrá a Jesús en el sepulcro cuando ya mostró su habilidad para levantar a otros? Obviamente todavía no lo entienden.