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I. Introducción

En esta lección estudiaremos la epístola de Pablo a los Romanos, quizás la carta más famosa de todas y realmente una de las más influyentes, por no decir el documento más destacado del Nuevo Testamento en toda la historia de la iglesia; influyente en la conversión de mentes prestigiosas como Agustín, Martín Lutero y más reciente, Karl Barth. Probablemente existan más comentarios sobre la epístola a los Romanos que sobre cualquier otra carta o libro de la Escritura en el curso de la historia eclesiástica. ¿Por qué esta carta es tan importante en cuanto a su influencia?

A. Las circunstancias

Parte de la respuesta se debe a las circunstancias, que a su vez produjeron los contenidos particulares de la misma, la sexta epístola de Pablo que vamos a analizar en orden cronológico de la mejor manera en que podamos reconstruirla. Es la primera carta que el apóstol escribe a una iglesia que no fundó personalmente. Ni siquiera visitó la ciudad de Roma antes de redactarla, aunque espera hacerlo pronto.

Romanos 15:23-33 contiene la mayor cantidad de información que nos permite reconstruir las circunstancias que rodean la redacción de esta epístola. Pablo ya completó su tercer viaje misionero, ya se ocupó con éxito de la ofrenda que acaban de mencionar 1 y 2 Corintios y ahora está volviendo de Corinto en barco a Jerusalén a llevar lo recaudado. Después de eso, como cree que ya ha evangelizado al menos los lugares más importantes de la mitad oriental del imperio, espera poner la mirada en occidente, en Roma, el corazón y la capital del imperio, y luego ir más al occidente aún, a España, hasta lo último de la tierra según los estándares del primer siglo.

Como no ha visitado personalmente el lugar ni está familiarizado con la mayoría de los cristianos romanos, entonces aprovecha la oportunidad para escribir lo que constituye la más extensa y sistemática presentación del evangelio de Jesucristo, de la manera en que Pablo lo entiende. Y esto, en gran medida, explica la importancia e influencia de este documento en la historia cristiana. Escribe aproximadamente en el año 57, pero hay algunas circunstancias específicas en los años inmediatamente anteriores a esta fecha que también dan cuenta de la naturaleza de la enseñanza que encontramos en Romanos.

B. El lugar

En el año 49, el emperador Claudio promulgó un edicto que expulsaba a todos los judíos de Roma porque causaban desórdenes, como explicaría un historiador romano posterior, provocados por culpa de alguien llamado Chrestus. En latín, Chrestus difiere en una letra de la palabra Cristo (Christus) y resulta sospechoso, como si fuera un intento confuso por parte de este historiador posterior de describir cierta tensión dentro de la comunidad de judíos y cristianos. En cualquier caso, tanto judíos cristianos como no cristianos fueron expulsados como resultado de este edicto, aunque muchos volvieron después de la muerte de Claudio en el año 54. Entonces tenemos que imaginar que en el año 57, cuando escribe Pablo, la iglesia romana no está tan lejos de tener que adaptarse a la repentina llegada de creyentes judíos a una congregación cristiana que, durante más o menos un período de cinco años, había sido exclusivamente gentil. En lugar de judíos y gentiles, si reemplazamos los términos con grupos étnicos enfrentados en la actualidad, o razas que compiten, podremos entender la dinámica potencialmente inestable de la iglesia romana y el llamado a la unidad entre ambos bandos que una y otra vez encontramos en esta carta.

C. Organización

Se trata de un escrito con una organización muy sistemática. Se la describe como una carta diplomática, que prepara el camino para la llegada del apóstol al lugar. Curiosamente, Romanos 16 incluye la lista más larga de saludos a cualquier grupo de cristianos de cualquiera de las epístolas de Pablo y la encontramos en un manuscrito, el primero que vemos hasta el momento, dirigido a una iglesia que el apóstol no ha fundado. A algunos eruditos les sorprende tanto esta aparente incoherencia, que han sugerido que ese capítulo pertenecía al final de alguna otra carta, como por ejemplo, Efesios en un principio. Probablemente exista una explicación mejor y más simple. Un antiguo proverbio decía que todos los caminos conducían a Roma, y no se trata únicamente de una hipérbole geográfica sino también de una reflexión sobre la migración masiva de muchos pueblos rurales a esa ciudad durante el primer siglo. Roma era el centro comercial y turístico, y no sorprende que Pablo haya conocido a muchos cristianos en otros lugares del imperio, como por ejemplo, los famosos Aquila y Priscila. Esos creyentes, en última instancia, podrían haberse acercado o vuelto a la metrópolis y Pablo saluda a todos aquellos con los que haya tenido algún contacto para allanar el terreno a fin de ser aceptado entre la mayoría de cristianos gentiles a quienes no ha conocido anteriormente.

La carta a los Romanos claramente puede dividirse en dos partes, aunque son desproporcionadas. Tenemos la exposición teológica tradicional (capítulos 1 a 11) después de la introducción, los saludos y el agradecimiento. Romanos 1:16-17 brinda una breve frase sintetizadora, y luego hasta fines del capítulo 11 tenemos la teología del evangelio perfectamente organizada en etapas bien definidas. Desde el capítulo 12 hasta la mitad del 15, 15:13 para ser exactos, se enfatiza la ética, o la exhortación del evangelio, que surge naturalmente de la teología que Pablo enunció en los 11 primeros capítulos.

II. La justificación por fe (1:1-5:21)

Entonces, si retrocedemos a la primera parte, o sea el fragmento teológico más extenso del escrito de Pablo, vemos que comienza en 1:16-17. No se avergüenza del evangelio, porque es poder para salvación tanto de judíos como de griegos, y se trata de una salvación por fe de principio a fin. Al igual que en Gálatas, Romanos se ocupa, aun con más detalles, de exponer el tema de la justificación por fe solamente, aparte de las obras de la ley, como la doctrina central del mensaje cristiano. Pero antes de que Pablo desarrolle este tema, que, en realidad hace a partir de 3:21, retrocede, cronológica y teológicamente, por decirlo de algún modo, en 1:18-3:20 para hablar del pecado universal de la humanidad.

A. El pecado universal

Para simplificarlo bien, antes de describir al Salvador tiene que destacar la necesidad de una salvación. Romanos 1:18-3:20 puede dividirse en dos partes. La primera es la tesis más sencilla de demostrar, al menos para los estándares del judío del primer siglo, concretamente consiste en el pecado universal del mundo gentil, y ocupa 1:18-32. Pero luego, para que ningún judío, al coincidir con la descripción de los pecados y los vicios de los gentiles, se sienta tentado a presumir y pensar que de alguna manera está exento de esta acusación, 2:1-3:20 dice que los judíos también son culpables ante Dios y en 3:9-20 Pablo está preparado para demostrar que la injusticia es universal; nadie, ni aún uno puede salvarse por las obras de la ley.

En esta primera subdivisión (1:19-32), Pablo no alude a ningún vicio en particular sino que apunta al corazón teológico de la idolatría; concretamente, adorar a la creación y no al Creador, y también al corazón ético o moral de esa idolatría, es decir, el pecado heterosexual y homosexual por el que eran famosos los valores morales greco romanos. En estos versículos también aparece el germen de lo que los filósofos de la fe cristiana luego desarrollarían y llamarían los argumentos cosmológicos y morales de la existencia de Dios. En 1:19-20 leemos que todas las personas del mundo, tengan o no tengan la ley, o la revelación especial de Dios, deben entender que existe un Creador porque hay una creación, y en 1:32 que existe un sentido universal de moralidad; eso no significa que todas las culturas coincidan exactamente en lo que está bien y lo que está mal, sino que todas tienen normas sobre el bien y el mal.

C. S. Lewis lo expresa de manera informal con la famosa idea de que los seres humanos son las únicas criaturas que se ruborizan o al menos que tienen la necesidad de hacerlo. Esto demuestra que somos los únicos creados a la imagen de Aquel que tiene normas morales, algo que no se puede decir del resto del mundo animal. El capítulo 2 desde el versículo 1 en adelante, como ya mencionamos, resalta que los judíos, que sí tienen la ley, fallaron, en general y de manera sistemática, en cumplirla y por eso también son culpables ante Dios. Luego de dejar en claro la necesidad de un Salvador, Romanos 3:21 vuelve a la tesis inicial del apóstol, que la salvación viene a través de Cristo y solo es por fe. Y podemos considerar que 3:21-31 es el párrafo tesis, que desglosa esa breve afirmación de una frase del corazón del evangelio.

B. Dos metáforas

Ya vimos que en la correspondencia anterior, Pablo usa los términos «justificación» y «reconciliación» para resumir lo que logró la muerte expiatoria de Cristo mediante dos metáforas famosas en el mundo antiguo. Aquí vuelve a hablar sobre el tema de la justificación, y añade dos nuevas metáforas, también conocidas en la antigüedad, la de la propiciación, o sea el sacrificio de expiación, alegoría tomada del culto en el templo y que implica ofrecer un sacrificio animal para apaciguar la ira de Dios a fin de que aparte su vista del pecado humano. En este contexto también aparece el término teológico «redención» que originalmente consistía en una metáfora muy común, y en este caso se relaciona con el mundo del mercado de esclavos. La redención era el precio del rescate que se pagaba para volver a comprar la libertad del esclavo y convertirlo en una persona libre.

C. Vivir con fe

Los capítulos 4 y 5 explican el tema de la justificación, el capítulo 4 con más detalles pero se asemeja bastante a una de las formas que Pablo adoptó en la carta a los Gálatas; retomar el ejemplo de Abraham, el primer Israelita que creyó y le fue contado por justicia (Gn. 15). El capítulo 5 prosigue con un debate sobre los resultados de la justificación y se divide en dos partes: la primera trata sobre la paz, la ausencia de una enemistad objetiva entre Dios y la humanidad; y el gozo, que puede permanecer hasta en medio de las tribulaciones, y que sobreviene cuando comprendemos que no importa lo que nos depare el destino, tenemos una vida eterna con Dios escondida en Cristo que nadie puede dañar ni arrebatarnos.

La segunda mitad (Ro. 5:12-21) es un pasaje sumamente importante en la historia de la teología cristiana ya que enumera otras consecuencias de la justificación que provienen del hecho de que Cristo es nuestro segundo Adán, el nuevo Adán o el nuevo progenitor de la raza humana, que nunca pecó mientras que el primer Adán y su esposa Eva cayeron. Pablo expone algunas similitudes entre el viejo Adán y el nuevo Adán, o sea Jesús. Ambos fueron hombres y actuaron de maneras que afectaron a toda la raza humana. Y en cada uno de los casos, una acción determinada (el pecado original de Adán y la muerte expiatoria de Cristo) fue la clave que influyó en todas las personas que los sucedieron. Pero el apóstol también deja en claro que hay diferencias claves entre el primer y el postrer Adán, o sea, entre Adán y Cristo. La acción de Adán produjo pecado mientras que la de Cristo salvación. Esa acción de Adán fue un solo pecado pero hubo muchos pecados que originaron la necesidad de la expiación de Cristo. Y mientras que indudablemente todos los seres humanos que son herederos de Adán son condenados, no toda la humanidad será salvada automáticamente en Cristo, sino aquellos que están en el Señor por haber aceptado el regalo gratuito de la vida eterna y entonces tienen una verdadera relación con Él.

III. La santificación (6:1-8:39)

Luego los capítulos 6-8 nos llevan a la fase siguiente de la enunciación sistemática y progresiva que Pablo hace del evangelio cristiano. Después del tema de la justificación y todos los sub temas relacionados con el comienzo de la vida cristiana, Pablo avanza a la cuestión de la santificación, la vida cristiana como un proceso de crecimiento en santidad; no solamente se trata de tener una verdadera relación con Dios sino de ser transformados progresivamente por el Espíritu que el Señor envía a vivir en nosotros. Un bosquejo atractivo y simple de Romanos 6, 7 y 8 es considerar que cada uno de estos capítulos sucesivos aborda una aspecto de la libertad: la libertad del pecado en el capítulo 6, la libertad de la ley en el capítulo 7 y la libertad de la muerte en el capítulo 8. Cuando leemos como Pablo desarrolla estos tres temas, resulta claro que no está diciendo que los cristianos en esta vida son absolutamente libres de todos estos tres elementos. Obviamente los cristianos todavía pecan, y la vida cristiana no es un antinomianismo, es decir, que los cristianos no llevan una existencia en oposición a la ley. Existen normas éticas, morales y hasta podríamos decir legales muy claras, pero no son las leyes estancadas del Antiguo Testamento con todos los detalles de los manuscritos y los libros de Moisés. Los cristianos tampoco están exentos de la muerte física, solo de la muerte espiritual que acompaña a la primera para aquellos que no nacieron de nuevo. Si nos centramos en unos pocos aspectos exegéticos importantes de estos tres capítulos, 6, 7 y 8, podemos enunciar lo siguiente:

A. Capítulo 6

En Romanos 6:1-4 el proceso comienza con el bautismo. Algunos interpretan que estos versículos enseñan que los cristianos deben bautizarse para ser salvos, pero 1 Corintios 10:2 desmiente esta interpretación, ya que Pablo habla de los que fueron bautizados metafóricamente en Moisés en el desierto y sin embargo una gran parte de ellos pagó la pena física y espiritual por su pecado y su rebelión. Pero 6:1-4 nos recuerda, en el libro de Romanos, una práctica común de los comienzos de la fe y la vida cristiana; concretamente, que el bautismo naturalmente y regularmente seguía casi inmediatamente a la profesión de fe como simbolismo profundo de nuestra muerte y sepultura con Cristo y entonces debería considerarse una experiencia cristiana común en cualquier momento y cualquier lugar. El resto de Romanos 6, sin embargo, deja en claro que los cristianos siguen teniendo pecado en sus vidas, aunque los comentaristas cristianos no están de acuerdo en cómo explicar exactamente la vieja y la nueva naturaleza que menciona el autor.

B. Capítulo 7

Esta tensión que los cristianos siguen enfrentando entre la presencia del pecado y el corazón y el espíritu renovados tiene su punto culminante en Romanos 7:14-25 donde Pablo detecta un conflicto profundo y conmovedor que se produce en su interior y probablemente en todos los individuos, ya que usa la primera persona del singular para representar la experiencia humana universal. «No hago lo que quiero; lo que quiero hacer, no lo hago». Vemos una tensión profunda en él sobre la que al final solo puede ser victorioso cuando Jesucristo lo libera. No obstante, la forma en que finaliza este capítulo, anunciando la victoria en la primera parte de Romanos 7:25 pero luego concluyendo con la idea de que todavía sirve a la ley del pecado con la carne, sugiere que está hablando como cristiano, aunque obviamente no todos los creyentes han interpretado este pasaje de esta manera. Efectivamente parece ser una verdad espiritual profunda que mientras más crecemos en santidad o más nos santificamos y más maduramos en la vida cristiana, más conciencia tenemos de la brecha inmensa que separa a la humanidad de Dios.

Los estándares de Dios no han cambiado (siempre han sido absolutos y perfectos), pero lo que cambió y mejoró es nuestra percepción de esos estándares y en realidad así aumenta la distancia entre cómo nos vemos a nosotros mismos, y cómo vemos las normas absolutamente perfectas y santas de Dios. Los cristianos que luchan con el pecado permanente, aparentemente sin poder conquistarlo, y a quienes eso los desilusiona mucho, pueden al menos consolarse porque esa misma lucha que enfrentan, es probable que demuestre de manera inequívoca que son cristianos verdaderos. Solamente en Cristo, puede argumentarse, la tensión es tan extrema. Fuera de Cristo quizás esa tensión prácticamente no produzca desilusión.

C. Capítulo 8

Sin embargo, el capítulo 8 prosigue para resaltar la victoria que los cristianos pueden experimentar sobre el pecado, la felicidad y el gozo que surgen porque han sido librados para siempre de toda condenación (Ro. 8:1), y la vida en el Espíritu que puede comenzar a transformarlos sucesivamente. Entonces el capítulo 8 incluye el famoso versículo 28 que dice que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien; o traducido de otra manera ligeramente mejor, que Dios obra en medio de toda circunstancia para nuestro bien, ya que no todo lo que nos sucede es bueno, pero el Señor puede usar cada acontecimiento como parte de su plan soberano. Los versículos 29 y 30 nos presentan las cuestiones polémicas de la predestinación y la elección que culminan con la glorificación del creyente. El capítulo concluye con la promesa rotunda de que nada nos podrá separar nunca del amor de Dios que es en Cristo Jesús.

IV. El problema del rechazo de Israel (9:1-11:36)

No podemos suponer que vamos a resolver todos los problemas teológicos que presentan la predestinación y la elección, aunque es interesante, a medida que se desarrolla el capítulo 9, tener en cuenta que la mayoría de los ejemplos que usa Pablo tienen una naturaleza más corporativa que individual; los diferentes grupos del Antiguo Testamento que formaron o no parte del pueblo elegido de Dios, aunque no se dice nada sobre su salvación espiritual. En cualquier caso, Romanos 9 a 11 trata el último tema de la exposición teológica de Pablo, que a simple vista parece innecesario o fuera de lugar ya que el capítulo 8 nos llevó a la rotunda conclusión de que algún día seremos perfectamente glorificados. Sin embargo, la lógica del primer siglo exige que el autor diga algo como lo que expone en los tres capítulos siguientes. Ha asegurado que este evangelio cristiano en realidad es el cumplimiento de las esperanzas de Israel, pero le está escribiendo a una iglesia que es en su mayor parte gentil y en un momento en que los gentiles están respondiendo más positivamente al evangelio que los judíos. ¿Eso no invalidaría sus aseveraciones? Romanos 9, 10 y 11 entonces pueden considerarse las tres respuestas a esta pregunta.

Primero, Romanos 9:1-29 destaca que en toda la historia del Antiguo Testamento era mucho más común que solo un remanente de israelitas obedeciera realmente; entonces, si una mayoría rechaza el evangelio cristiano, desafortunadamente se puede considerar que es coherente con las conductas de las generaciones pasadas. En segundo lugar, de 9:30 a 10:21 Pablo plantea que el error de los judíos, de aquellos que no respondieron positivamente al evangelio, al igual que en tiempos pasados, fue que vieron la ley como una forma de justificación por obras y no una manera de relacionarse por medio de la fe y la obediencia con la salvación que Dios había preparado para ellos.

Este capítulo concluye con la famosa confesión de los primeros cristianos, el resumen más reducido de lo que implica confesar públicamente que uno es creyente o seguidor de Jesús, con la frase «Jesús es el Señor» (10:9-10), y no lo es César. Y en este contexto «Señor» debe significar tanto «Dios» como «amo». El fragmento de 10:14-21 también contiene el famoso llamado evangelístico a predicar el evangelio para todo aquel que quiera oír. El capítulo 11 concluye con la sección teológica del desarrollo de la tercera respuesta a la pregunta: «¿Qué salió mal?» o «¿Por qué tantos judíos rechazan el evangelio?» recordándonos que esto es solo temporal, que la intención es provocar celos en los judíos para que ellos también, así como están respondiendo los gentiles, respondan con fe en Cristo; es la famosa metáfora del olivo de Pablo.

V. La vida cristiana y el servicio cristiano (12:1-15:13)

A partir del capítulo 12 se plantea la ética que surge del evangelio y se puede bosquejar brevemente en términos de una secuencia de cómo deben responder los cristianos. Los versículos 1 y 2 enuncian el principio básico de la transformación del cuerpo y de la mente. Los versículos 3 a 8 instan a cada creyente a identificar sus dones espirituales y ejercitarlos en fe. Romanos 12:9-13:14 dan una serie variada de exhortaciones enmarcadas dentro del tema del amor, sentimiento que bien puede considerarse el eje transversal de toda la sección. Probablemente no sea una coincidencia que esta secuencia de dones seguidos de la exhortación a ejercitarlos en amor sea idéntica a lo que vimos en 1 Corintios 12 y 13. Una parte importante de lo que significa amar incluye la sumisión a las autoridades gobernantes (13:1 en adelante), aunque es importante recordar a partir del modelo de Pedro mismo y otros personajes de la Escritura que la obediencia a las autoridades humanas nunca es más importante que la obediencia a Dios; y si la voluntad de Dios contradice la de las autoridades humanas, debemos obedecer al Señor antes que a los hombres. Romanos 14:1-15:13 concluye el cuerpo de la carta de Pablo volviendo al mismo tema que vimos en 1 Corintios 8-10, el de la comida sacrificada a los ídolos y repite algunos de los mismos planteos sobre los hermanos más débiles y más fuertes de la ciudad de Roma.

VI. Conclusión (15:14-16:27)

En 15:14-16:27 luego leemos sobre los planes personales del apóstol y los saludos finales, temas que ya explicamos en la introducción de la carta. Romanos, en resumen, es la exposición más completa y sistemática de Pablo, aunque apela a circunstancias específicas en las que debe triunfar la unidad sobre los prejuicios nacionalistas, tribales o raciales. Ha tenido mucha influencia en la historia de la iglesia, y vale la pena leerla una y otra vez en prácticamente cualquier contexto cristiano contemporáneo, en cualquier punto del camino de fe que nos encontremos. Contiene algunas de las promesas más preciosas de Dios que garantiza que nos llevará a la meta con éxito.

Materiales de la lección

Transcripción