Conferencia
INTRODUCCIÓN
El gran compositor alemán Ludwig van Beethoven aún es recordado en todo el mundo por sus hermosas y talentosas composiciones. Pero tan maravillosos como son sus logros musicales, sus obras se vuelven más impresionantes cuando recordamos que Beethoven sufría de una pérdida progresiva del oído, que comenzó cuando aún era joven. De hecho, es sorprendente ver que Beethoven escribió muchas de sus más grandes obras cuando ya estaba totalmente sordo. La música de Beethoven se vuelve mucho más impresionante cuando conocemos el trasfondo de su vida.
En gran medida, apreciar las Escrituras es similar a apreciar la música de Beethoven. No es difícil ver el poder y la claridad con que los diversos libros de la Biblia proclaman la revelación de Dios. Cuando nos enteramos de los trasfondos de los escritores de la Biblia, de su mundo, de sus vidas y de sus propósitos, nuestra comprensión y apreciación de las Escrituras aumenta y se profundiza.
Esta es la primera lección de nuestra serie “El Libro de los Hechos.” En esta serie, exploraremos el quinto libro del Nuevo Testamento, a menudo denominado como “Los Hechos de los Apóstoles” o simplemente “Hechos.” Hemos titulado esta lección “El Trasfondo de Hechos,” y veremos un número de aspectos básicos que nos ayudarán a entender y apreciar las enseñanzas de este libro con mayor claridad y profundidad.
Nuestra lección se detendrá en tres aspectos cruciales del trasfondo de Hechos. Primero, examinaremos la autoría del libro. Segundo, observaremos su escenario histórico. Y tercero, analizaremos su trasfondo teológico. Comencemos observando la autoría de Hechos
AUTORÍA
El libro de los Hechos fue inspirado por el Espíritu Santo. Pero su inspiración divina no debe llevarnos a distraer nuestra atención de su autor humano. El Espíritu Santo preservó los escritos originales de las Escrituras libres de errores. Pero aun así, utilizó las personalidades, trasfondos e intenciones de sus escritores humanos.
Tradicionalmente, se ha atribuido el libro de Hechos a Lucas, el autor del tercer Evangelio. Pero ni el tercer Evangelio ni el libro de los Hechos mencionan en forma específica el nombre del autor. De modo que deberíamos revisar las razones por las que se afirma la idea tradicional de la autoría de Lucas.
Analizaremos la autoría de los Hechos desde tres perspectivas. Primero, compararemos Hechos con el Evangelio de Lucas. Segundo, examinaremos la historia de la iglesia primitiva y sus testimonios con respecto a la autoría de Lucas. Y tercero, revisaremos brevemente otros aspectos del Nuevo Testamento que indican que Lucas escribió estos libros. Vayamos primero a lo que podemos aprender acerca de la autoría de Hechos a partir del Evangelio de Lucas.
EVANGELIO DE LUCAS
Cuando comparamos el libro de los Hechos con el tercer Evangelio, emergen dos tipos de evidencia que sugieren con mucha fuerza que una sola persona escribió ambos libros. Por una parte, hay información explícita en ambos libros que nos apunta en esta dirección. Por otra parte, hay también evidencia implícita derivada del estilo y el contenido de estos libros. Empecemos con la evidencia explícita que indica que hay un autor común para ambos libros.
Explícita
En Hechos 1:1, el prólogo del libro de los Hechos, leemos estas palabras:
En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar. (Hechos 1:1)
Aquí el escritor del libro habla de su “primer libro,” dando a entender que Hechos es el segundo de al menos dos volúmenes. También indica que escribió este libro a una persona de nombre Teófilo. Escuchemos ahora el prólogo similar en Lucas 1:1-4:
Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. (Lucas 1:14)
Una vez más, este pasaje hace referencia a alguien llamado Teófilo. Pero no hay referencias a un libro anterior.
Tanto Hechos como el tercer Evangelio están dedicados a Teófilo, y el libro de los Hechos hace referencia a un “libro anterior.” Estos hechos aportan fuerte evidencia de que el autor de estos libros produjo al menos dos volúmenes, siendo el Evangelio de Lucas el primer volumen, y Hechos el segundo volumen. De hecho, la conexión entre estos dos prólogos refleja una antigua costumbre literaria de cuando un autor producía una obra de dos volúmenes. Josefo, por ejemplo, escribió una obra de dos volúmenes titulada Contra Apión que tiene prefacios similares en ambos volúmenes.
Más allá de estas conexiones explícitas, hay también co-relaciones implícitas entre Hechos y el tercer Evangelio que apuntan a una autoría común.
Implícita
Hay muchos eruditos en el Nuevo Testamento que han identificado similitudes entre estos libros. El tiempo sólo nos permite mencionarlas brevemente, pero ellos proveen evidencia implícita significativa en favor de la autoría común.
Como vimos, el capítulo 1 de Lucas, versículos 1-4 establece que el autor investigó una variedad de fuentes e hizo un relato ordenado dedicado a Teófilo. No debería sorprendernos que algunos eruditos hayan resaltado que los relatos del evangelio de Lucas y del libro de los Hechos están ordenados y estructurados en forma similar.
También hay varias similitudes en la estructura de la composición de los libros. Los libros se desarrollan en un estilo episódico, y ambos tienen más o menos el mismo tamaño, completando ambos un pergamino de tamaño estándar.
Más allá de esto, hay una longitud cronológica similar en cada libro. Tanto Lucas como Hechos cubren más o menos el mismo número de años.
Y hay también temas paralelos entre ambos libro. Un ejemplo: el clímax del evangelio está en el viaje de Jesús hacia su arresto, juicio, sufrimiento, muerte y victoria en Jerusalén, la capital del judaísmo y el asiento del poder monárquico judío. Paralelamente, el libro de los Hechos concluye con el viaje del apóstol Pablo hacia Roma, comenzando con su arresto, juicio y sufrimiento, y finalizando con su proclamación victoriosa del evangelio de Cristo en la ciudad capital del poderoso imperio del mundo.
Adicionalmente, hay similitudes entre los libros, porque ambos son parte de la misma historia. Podríamos pensar que hay expectativas que se crean en el libro de Lucas y que no se cumplen hasta el libro de los Hechos. Por ejemplo, al comienzo de Lucas, el fiel Simeón declaró que Jesús sería la luz de los gentiles. Escuchemos estas palabras en Lucas 2:30-32:
Porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel. (Lucas 2:30-32)
El ministerio de Jesús en el Evangelio de Lucas explica la salvación de Dios y la promesa dada a Israel. Pero sólo en Hechos vemos la salvación de Dios que sirve en formas significativas como una luz para revelación a los gentiles.
Estas y otras similitudes apuntan a una idea histórico-redentiva entre ambas obras, y a un sentido de propósito y fe compartidos. Y estas similitudes también sugieren que estamos frente a las obras de un solo autor.
Ahora que hemos revisado algo de la evidencia de la autoría compartida de Hechos y el Evangelio de Lucas, estamos listos para considerar la evidencia provista por la historia de la iglesia primitiva.
IGLESIA PRIMITIVA
Desde el segundo al cuarto siglo d. C. la iglesia primitiva dio testimonio de que Lucas, el compañero de viaje de Pablo, fue el autor tanto de Hechos como del Evangelio de Lucas. Examinaremos brevemente de dos formas esta evidencia. Primero, revisaremos los manuscritos primitivos de y sobre la Biblia; y segundo, veremos lo que los líderes de la iglesia primitiva escribieron sobre la autoría de Lucas. Comencemos con la evidencia de algunos manuscritos antiguos.
Manuscritos
En 1952, se descubrió en Egipto un manuscrito muy antiguo, referido como p75. Fue escrito en papiro e incluye alguna de nuestra evidencia más antigua del manuscrito del Nuevo Testamento. Probablemente fue copiado en algún momento entre los años 175 y 200 d. C., e incluye grandes porciones del Evangelio de Lucas y del Evangelio de Juan. Entre los textos de los dos Evangelios hay dos descripciones escritas sobre su contenido.
Después de la conclusión del Evangelio de Lucas, el manuscrito contiene las palabras euangelion kata Loukan, o el evangelio según san Lucas. E inmediatamente, siguiendo a estas palabras, está la expresión euangelion kata Ioannan, o el evangelio según san Juan. Estas noticias indican que el material que precede a las palabras el evangelio según san Lucas fue identificado como el Evangelio de Lucas.
Este manuscrito como evidencia indica que desde muy temprano en adelante, ya se creía que Lucas escribió el tercer Evangelio. Y por extensión, apunta también a Lucas como el autor de Hechos.
Segundo, el Fragmento Muratoriano, que data de alrededor de los años 170 al 180 d. C., es el documento conocido más antiguo con una lista de los libros del Nuevo Testamento, considerados por la iglesia primitiva como canónicos. Después de afirmar la autoría de Lucas sobre el evangelio de Lucas, apunta explícitamente a él como el autor de Hechos también. En las líneas 34 al 36, leemos estas palabras:
Más aún, los hechos de todos los apóstoles fueron escritos en un libro... Lucas compiló los eventos individuales que sucedieron en su presencia.
Esta afirmación indica que en el segundo siglo, se creía ampliamente que Lucas fue el autor de Hechos y que había sido testigo de algunos de los eventos descritos en él.
Tercero, el así llamado Prólogo Antimarcionita, una introducción al tercer Evangelio, escrito alrededor de los años 160 al 180 d. C., describe así la autoría de Lucas y Hechos:
Lucas, movido por el Espíritu Santo, escribió todo este Evangelio… y después el mismo Lucas escribió los Hechos de los Apóstoles.
Además de la evidencia de este manuscrito antiguo, tenemos también el testimonio de los líderes de la iglesia primitiva que indican que Lucas fue el autor del tercer Evangelio y del libro de los Hechos.
Líderes de la Iglesia Primitiva
El padre de la iglesia Ireneo, que vivió alrededor de los años 130 al 202 d. C. creía que Lucas es el autor del tercer Evangelio. En su obra Contra las Herejías, Libro 3, Capítulo 1, Sección 1, escribió:
Además Lucas, el compañero de Pablo, registró en un cuaderno el evangelio predicado por éste.
Aquí Ireneo se refirió a Hechos como el libro que registró el Evangelio predicado por Pablo. Sus palabras son importantes porque la evidencia histórica indica que Ireneo tuvo acceso a conocimiento de primera mano sobre la autoría de Hechos por parte de Lucas.
Clemente de Alejandría, que vivió entre los años 150 y 215 d. C., también se refirió a Lucas como el autor de Hechos. En el Libro 5, Capítulo 12 de su Stromata, o asuntos misceláneos, escribió estas palabras:
Lucas en Hechos de los Apóstoles relata que Pablo dijo, “Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos.”
Y Tertuliano, que vivió entre el 155 y el 230 d. C. escribió estas palabras en su obra Contra Marción, Libro 4, Capítulo 2:
De los apóstoles, por lo tanto, Juan y Mateo infundieron primero la fe en nosotros ... después Lucas y Marcos lo renovaron.
Aquí, Tertuliano, atribuye específicamente el tercer Evangelio a Lucas. Finalmente, el gran historiador Eusebio, escribiendo alrededor del año 323 d. C., mencionó a Lucas como el autor de Hechos en el Libro 1, capítulo 5, Sección 3 de su Historia Eclesiástica. Escuchemos lo que escribió ahí:
Lucas ... hizo mención de los censos en Hechos.
Además de estas afirmaciones, es impresionante que no hay indicación alguna en la literatura de la iglesia primitiva de que alguien más que Lucas haya escrito el tercer Evangelio y Hechos, aun cuando él nunca fue nombrado apóstol.
A causa de pistas como estas, tenemos razón en creer que la iglesia primitiva no inventó la autoría de Lucas, sino que simplemente traspasó lo que había recibido como la verdad: que Lucas escribió estos dos libros.
Hasta aquí hemos visto que hay buenas razones para afirman la autoría común de Hechos y el tercer Evangelio y que la iglesia primitiva dio testimonio de que este único autor fue Lucas.
Veamos ahora qué podemos inferir de otras porciones del Nuevo Testamento sobre Lucas mismo.
NUEVO TESTAMENTO
Vamos a examinar de dos formas esta evidencia. Primero, nos fijaremos en algunas pistas obtenidas del Nuevo Testamento sobre nuestro autor anónimo. Y segundo, compararemos estas pistas con información que tenemos sobre Lucas mismo. Analicemos primero las pistas sobre nuestro autor.
Pistas Sobre el Autor
Como dijimos, el autor de Hechos no se identifica por nombre. Aparentemente, no sintió necesario dar su nombre a causa de su patrocinador Teófilo. En Lucas 1:3 simplemente dice, me ha parecido también a mí escribir, y en Hechos 1:1 dice, en mi primer libro ... escribí. El autor asume que su patrocinador sabía quién era él.
Y aun cuando esto no fue un problema para Teófilo, sí ha sido un problema que ha levantado muchas preguntas para los lectores modernos.
Al mismo tiempo, hay muchas cosas que el Nuevo Testamento nos cuenta sobre nuestro autor. Primero, él no era un apóstol. De hecho, probablemente llegó a la fe después de que Jesús ascendió al cielo.
Escuchemos estos detalles del Evangelio de Lucas 1:1 y 2:
Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra. (Lucas 1:1-2)
Cuando el autor dice nos los enseñaron acerca de los sucesos de la vida de Jesús, está indicando que él no fue un testigo ocular de la vida de Jesús.
Segundo, el estilo del griego en Hechos y en el Evangelio de Lucas indica que el autor era muy educado. Muchos de los libros del Nuevo Testamento fueron escritos en un griego bastante común, incluso en un estilo sofisticado.
Pero el Evangelio de Lucas y Hechos muestran más sofisticación en su uso del lenguaje.
Tercero, la segunda mitad de Hechos indica que el autor era un compañero de viaje cercano de Pablo. En los primeros capítulos de Hechos, las narraciones se mantienen consistentemente en tercera persona.
Pero comenzando con Hechos capítulo 16, las narraciones a menudo toman una
perspectiva de primera persona, usando palabras como “nosotros” y “a nosotros.” Hallamos este tipo de lenguaje en Hechos 16:10-17; 20:5-15; 21:1-18; y 27:1-28:16.
Estos pasajes indican que el escritor acompañó a Pablo durante sus últimos viajes misioneros y en el viaje de este a Roma desde Cesarea.
Ahora que tenemos algunas pistas sobre nuestro autor, estamos en condiciones de examinar qué tan bien corresponden estos detalles a lo que sabemos sobre Lucas.
Lucas
Veamos una vez más lo que sabemos sobre el autor de Lucas y Hechos: Él no fue un apóstol. Parece haber sido muy educado. Y fue el compañero de viaje de Pablo. ¿Cómo se comparan estos detalles con lo que sabemos acerca de Lucas?
Bueno, primero que nada, Lucas no fue un apóstol. Los apóstoles jugaron un rol fundamental para la iglesia, ejerciendo una autoridad única en nombre de Cristo para establecer la iglesia y protegerla del error y los problemas. Y de acuerdo a Hechos 1:21 y 22, los apóstoles fueron entrenados por Jesús mismo.
Pero Lucas nunca se encontró con Jesús en persona y nunca reclamó el tipo de autoridad que perteneció a los apóstoles. En vez de eso, fue simplemente un miembro de la comunidad de apoyo de los esfuerzos misioneros de Pablo.
Él fue el siervo de un apóstol o, tal como lo describe Pablo en Filemón 24, el “colaborador” de un apóstol.
Segundo, es posible que Lucas haya recibido una muy buena educación. Podemos inferir esto a partir de Colosenses 4:14, donde Pablo identifica a Lucas como un médico.
Aun cuando la medicina no era una disciplina tan formal en los días del Nuevo Testamento como lo es hoy, aun así se requería de una persona con aptitud y habilidades.
Tercero, Lucas fue un compañero de viaje de Pablo. El apóstol Pablo menciona que Lucas viajó con él en Colosenses 4:14; 2 Timoteo 4:11; y Filemón 24.
Podemos resumir el tema de la autoría de hechos de este modo. Hay una gran cantidad de evidencia histórica que apunta a la autoría de Hechos por parte de Lucas. Lucas y Hechos tienen un autor en común.
La evidencia de la iglesia primitiva atribuye consistentemente su autoría a Lucas. Y los datos bíblicos son consistentes con esta idea. A la luz de estas evidencias, tenemos buenas razones para creer que Lucas fue el autor del tercer Evangelio y de Hechos.
Y siempre tenemos que recordar que Lucas tuvo un excelente acceso y proximidad a los temas que reprodujo.
Ahora que ya hemos observado la autoría de Lucas, estamos listos para ir al escenario histórico de Hechos. ¿Cuándo escribió Lucas? Y, ¿para quién escribió su libro?
ESCENARIO HISTÓRICO
Investigaremos el escenario histórico de Hechos, observando tres aspectos. Primero, consideraremos la fecha de composición de Hechos, buscando una respuesta a las preguntas sobre cuándo Lucas escribió Hechos.
Segundo, investigaremos la audiencia original del libro.
Y tercero, exploraremos el contexto social de la audiencia del libro. El observar estos temas nos ayudará a clarificar con mayor precisión la cercanía de Lucas con los sucesos narrados.
También nos ayudará a entender de un modo más pleno y profundo el impacto que el Evangelio tuvo en el primer siglo después. Comencemos con la fecha en que se escribió el libro.
FECHA
Aun cuando hay muchas opiniones distintas sobre cuándo se escribió el libro de los Hechos, en términos generales, podemos dividir las opiniones de los expertos en el Nuevo Testamento en dos tendencias básicas. Por un lado, algunos han argumentado que Lucas escribió después de la destrucción del Templo en Jerusalén en el año 70 d. C. Y por otra parte, otros han argumentado que escribió antes de la destrucción del Templo en Jerusalén en el año 70 d. C. Los trágicos sucesos del año 70 d. C. fueron críticos en la historia judía y, por esta razón, es útil reflexionar en las opiniones sobre estos asuntos a partir de estos sucesos. Revisaremos cada uno de estos puntos de vista, comenzando con la posibilidad de que Lucas haya escrito después del 70 d. C.
Después del Año 70 d. C.
Los eruditos que sostienen que hechos fue escrito después del año 70 d. C. basan sus puntos de vista en numerosas consideraciones.
Por ejemplo, muchos han sostenido que el optimismo del libro de los Hechos indica un fecha alrededor de los años 80 a 90 d. C. De acuerdo a este punto de vista, Hechos es demasiado positivo con respecto a la iglesia primitiva como para haber sido escrito tan temprano. Más bien es una visión nostálgica de la iglesia primitiva que requiere de muchos años de distancia de los eventos en sí. Sin embargo, este punto de vista no toma en cuenta la sobriedad con que Hechos trata todos los tipos de problemas dentro y fuera de la iglesia. La mayoría que piensa que Hechos fue escrito después del año 70 d. C., considera que algunos elementos de libro de los Hechos dependen de las obras del historiador judío Josefo.
Los textos relevantes de Josefo no fueron escritos antes del año 79 d. C., y no habrían estado ampliamente disponibles mucho antes del 85 d. C. De modo que quienes creen que Hechos depende de las obras de Josefo concluyen que Hechos no fue escrito antes del año 79 d. C., sino más bien un poco después del año 85 d. C.
En tanto que muchos defensores de esta posición han mencionado muchas conexiones entre Hechos y las obras de Josefo, nosotros sólo haremos referencia a cuatro conexiones mencionadas por ellos.
Primero, Hechos 5:36 se refiere a Teudas, un judío revolucionario que también pudo ser mencionado en el libro 20, sección, 97 de Antigüedades de Josefo. Segundo, Hechos 5:37 menciona al revolucionario Judas el Galileo, que aparece en el libro 2, secciones 117 y 118 de Guerras Judías de Josefo, y en el libro 18, secciones 1 a la 8 de Antigüedades. Tercero, el revolucionario llamado El Egipcio en Hechos 21:38 que también pudo ser mencionado en el libro 2, secciones 261 a 263 de Guerras Judías de Josefo, y en el libro 20, sección 171 de Antigüedades. Y cuarto, numerosos intérpretes también han argumentado que la descripción de la muerte de Herodes en Hechos 12:19-23 se basaron en el libro 19, secciones 343 a la 352 de Antigüedades de Josefo.
A pesar del número de intérpretes que siguen esta línea de razonamiento, tenemos que señalar que los paralelos entre Hechos y los escritos de Josefo no prueban que Hechos haya dependido de las obras de Josefo. De hecho, las descripciones de los eventos en Hechos difieren de las descripciones de Josefo. De modo que parece más posible que Hechos y Josefo simplemente relatan sucesos históricos muy conocidos en forma separada, dependiendo de fuentes comunes. Dado que la gente mencionada eran figuras históricas relativamente muy conocidas, no debería sorprender que aparezcan mencionados en más de un registro histórico. Y más que esto, en el caso de Teudas estamos tratando con un nombre muy común. Es posible que se trate de dos individuos distintos con el mismo nombre.
Antes del Año 70 d. C.
La segunda idea más importante sobre Hechos es que fue escrito antes de la destrucción del templo en el año 70 d. C. Hay muchas evidencias a favor de esta fecha más temprana, sin embargo, para nuestro propósito nos concentraremos en lo que podemos concluir a partir de la última escena del libro de los Hechos.
Escuchemos los dos últimos versículos en Hechos 28:30 y 31. Ahí Lucas escribió estas palabras acerca de Pablo:
Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento. (Hechos 28:30-31)
El libro de los Hechos se cierra con Pablo en Roma bajo arresto domiciliario, proclamando el evangelio cristiano con denuedo. Este final ofrece importante evidencia para creer que Hechos fue escrito antes del año 70 d. C.
Primero, la descripción de Lucas del ministerio de Pablo se detiene casi al llegar a un suceso crucial que aconteció en el año 64 d. C. En este año Nerón culpó a los cristianos del devastador incendio de Roma y comenzó a perseguir a los cristianos. Sería extraño que Lucas no hubiera mencionado un giro tan significativo de los acontecimientos, si hubiesen ocurrido en el tiempo en que escribió Hechos.
Segundo, generalmente se piensa que Pablo fue martirizado durante la persecución de Nerón a la iglesia, probablemente en el año 65 d. C. o muy poco después. Si Hechos hubiese sido escrito después de esto, es casi seguro que habría mencionado el martirio de Pablo, uno de los personajes más prominentes del libro.
Tercero, la destrucción del templo en Jerusalén el año 70 d. C. impactó significativamente las relaciones entre los judíos y los gentiles en la iglesia. El libro de los Hechos destaca muchas de estas relaciones en muchos lugares. De modo que parece muy improbable que Hechos hubiese omitido la destrucción del templo, si esta hubiese ocurrido. A la luz de hechos como estos, parece mejor concluir que Lucas terminó Hechos muy poco después del tiempo de prisión y ministerio de Pablo en Roma en el año 60 al 62 d. C., el último detalle histórico mencionado en el libro.
Con esta comprensión de la fecha temprana de Hechos en mente, podemos ir al segundo aspecto del escenario histórico de Hechos: la audiencia original de la obra de Lucas. El conocimiento de la audiencia que Lucas trató de alcanzar es fundamental para comprender su obra.
AUDIENCIA ORIGINAL
Analizaremos la audiencia original de Hechos en dos formas. Primero, observaremos la dedicación explícita del libro a Teófilo. Y segundo, observaremos la posibilidad de que el libro también fuera dirigido a una audiencia más amplia. Comencemos con Teófilo como el primer lector de Lucas.
Teófilo
El prólogo de Lucas implica que Teófilo era su patrocinador, el que financió su escrito. Tal como lo vimos en Lucas 1:3, y en Hechos 1:1, Lucas dedicó sus obras a Teófilo. Más aún, en Lucas 1:3, Lucas llama a Teófilo: excelentísimo Teófilo. Lucas usa el término “excelentísimo” (o kratistos en Griego) como una expresión de honor. Esta terminología ha llevado a muchos a creer que Teófilo fue su rico patrocinador. Es posible que Teófilo haya provisto recursos para apoyar la escritura del Evangelio de Lucas y de Hechos. Pero la relación entre Lucas y Teófilo fue más compleja que un mero patrocinio. Al leer los libros de Lucas y Hechos, Teófilo se transformó en el alumno de Lucas. Podemos ver este aspecto en la relación con Lucas en el prólogo del Evangelio de Lucas. En Lucas 1:3 y 4, leemos estas palabras:
Me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. (Lucas 1:3-4)
Tal como lo indica este pasaje, este libro de Lucas fue diseñado en parte para que Teófilo tuviera certeza de las cosas que se le habían enseñado. En pocas palabras, Lucas escribió para instruir a Teófilo.
Luego de ver que Lucas citó explícitamente a Teófilo como su primer lector, será útil también meditar en la audiencia original de Lucas en términos más amplios.
Audiencia Más Amplia
A partir de lo que leemos en el resto del Nuevo Testamento, no es difícil ver que la iglesia en general, en el primer siglo luchó con muchos problemas a los cuales Lucas hace referencia en el libro de los Hechos. La historia de Lucas menciona luchas entre los judíos y los gentiles creyentes, y divisiones a causa del liderazgo de diferentes apóstoles y maestros. Su registro refiere a errores doctrinales introducidos por falsos maestros. Hechos también da cuenta de la lucha entre la iglesia y los gobiernos civiles. Se concentra en los problemas que enfrentaban las mujeres y los pobres. Registra persecuciones, sufrimientos y encarcelamientos. Hechos se refiere a este tipo de dificultades doctrinales, morales y prácticas, porque la iglesia en general lidiaba con este tipo de problemas en sus primeras décadas.
Dado que Lucas escribió el libro de los Hechos para referirse a una serie muy amplia de problemas, parece razonable asumir que su intención fue que su obra la leyesen muchos creyentes distintos. Su preocupación era ayudar, tanto a Teófilo como a toda la iglesia primitiva, a enfrentar los muchos desafíos presentes.
Luego de considerar la fecha y la audiencia original del libro de los Hechos, estamos listos para referirnos a un tercer aspecto: el contexto social en general de la obra de Lucas, el tipo de mundo en el que se escribió el libro de los Hechos. Mientras más entendamos las fuerzas sociales en juego en los días de Lucas, estaremos mejor equipados para comprender las muchas y diferentes características de su libro.
CONTEXTO SOCIAL
Exploraremos el contexto social de Hechos, observando dos características centrales del la vida de la iglesia del primer siglo: Primero el gobierno y el poder del Imperio Romano; y segundo, la nueva relación entre la iglesia y los judíos. Veamos primero el Imperio Romano.
Imperio Romano
En el tiempo en que Lucas escribió el libro de los Hechos, el Imperio Romano había conquistado y controlaba todo el mundo Mediterráneo, y había extendido sus dominios hasta la actual Gran Bretaña, el Norte de África y partes de Asia. En los días de la iglesia primitiva, el imperio aún estaba creciendo, agregando más y más gente y territorios a sus dominios. Y a medida que crecía, el Imperio Romano influenciaba profundamente todos los aspectos de la sociedad con sus valores romanos característicos, sus metas y sus creencias.
Sin duda que la mayor influencia de Roma sobre los territorios conquistados fue política y económica. Una de las principales preocupaciones del Imperio Romano fue asegurar la paz y la lealtad dentro del imperio, tratando de ejercer un fuerte control sobre las autoridades locales.
A las naciones conquistadas se les permitía cierta autonomía local, pero a menudo sus gobiernos locales eran reconfigurados y siempre estaban sujetos a la jerarquía romana. Por ejemplo, el libro de Hechos menciona dos gobernantes de Cesarea, Félix y Festo, que gobernaban toda la tierra de Judea desde Cesarea. Además de supervisar el pago de los impuestos, eran responsables de mantener la paz y el orden en su respectivo sector del imperio romano.
El imperio ejercía también una influencia política y cultural a través de la integración de ciudadanos romanos a la población de las naciones conquistadas.
A menudo, Roma ofrecía retirar sus fuerzas militares de los territorios recientemente conquistados. Esta práctica permitía establecer enclaves de ciudadanos romanos leales a través de todo el imperio, y promovía los valores y el compromiso de Roma en el escenario social y oficial. Es por eso que Hechos de vez en cuando menciona a los ciudadanos de Roma. Ya al principio, en el día de Pentecostés, leemos en Hechos 2:10 y 11 que allí había “romanos residentes, tanto judíos como prosélitos.” Y luego, Cornelio, el centurión romano que temía a Dios, en Hechos 10, también juega un rol importante en la propagación del evangelio en Hechos.
Más allá de esto, las culturas locales fueron influenciadas por las obras públicas de Roma, tales como los caminos, sofisticados edificios y lugares públicos de reunión. Este aspecto de la regla romana explica cómo Pablo y otros viajaban con tanta libertad y seguridad en sus esfuerzos misioneros. Los apóstoles además usaron estas avenidas públicas para proclamar el evangelio a medida que viajaban de lugar en lugar.
Quizá la característica más importante del Imperio Romano para la iglesia primitiva haya sido su influencia sobre las religiones de los pueblos que conquistó.
En el tiempo en que escribió Lucas, un hombre se levantó en el centro de todo el Imperio Romano. César. El emperador o César no sólo era visto como el señor de su pueblo y su reino, sino también como el soler o salvador del pueblo. Según la propaganda romana, César liberó a su pueblo del caos y la oscuridad. Y la extensión del Imperio Romano se presentaba como una extensión de su salvación, liberando al pueblo de la tiranía de sus reyes locales y trayendo a cada uno bajo el benevolente gobierno de Roma.
La mayoría de las veces, le permitían a la gente conquistada continuar con muchas de sus prácticas religiosas, pero les exigían confesar la superioridad de César y los dioses tradicionales romanos. Ahora, en muchos aspectos, la mayoría de los judíos y cristianos del primer siglo eran respetables súbditos de Roma, pero los judíos y cristianos fieles se rehusaban a reconocer la supremacía de la religión romana. Esto explica por qué el imperio romano denominó la fe judía como una religio licita o religión legal, y por qué toleró lo más posible la fe cristiana, aun cuando de todos modos reprimió a ambos grupos. A través de su control del gobierno, la población, las obras públicas y la religión, Roma intentó extender su influencia en todas las direcciones posibles.
Ahora que ya observamos el contexto social de Hechos en términos de las influencias del Imperio Romano, estamos listos para examinar otra dimensión crucial de la situación social en la que escribió Lucas: la relación entre los judíos creyentes y la iglesia cristiana primitiva.
Judíos
Primero consideraremos la relación entre los judíos y la iglesia primitiva, destacando la profunda conexión entre ellos, y segundo, exploraremos sus diferencias fundamentales. Comencemos con la conexión entre estos dos grupos.
La iglesia primitiva compartía una herencia común con el pueblo judío. En el mundo moderno a menudo tenemos que recordar que Jesús era judío, todos los apóstoles eran judíos y, antes que nada, la iglesia misma estaba formada casi enteramente por judíos convertidos. De modo que no debería sorprender que en la mente de la iglesia primitiva, la lealtad al Mesías judío prometido implicara cierta fidelidad al judaísmo.
Según Hechos, mucha gente de la iglesia primitiva iba al templo a adorar, se reunía en las sinagogas para escuchar las Escrituras, y apreciaba las muchas costumbres judías. Escuchemos, las palabras de Pablo en Hechos 13:32:
Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús. (Hechos 13:32)
Pablo y quienes viajaban con él se identificaban con los judíos en la sinagoga, refiriéndose a los patriarcas como nuestros padres y a los cristianos como nosotros, sus hijos. Además, la iglesia primitiva y la comunidad judía a la larga estaban comprometidas con las mismas Escrituras. En Hechos, los cristianos apelaban consistentemente a las Escrituras cuando proclamaban el evangelio en los contextos judíos.
Hechos 17:1-3, registra cómo Pablo iba a las Escrituras cuando proclamaba a Cristo a los judíos. Escuchemos las palabras de Lucas ahí:
Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. (Hechos 17:1-3)
Además, la profunda conexión entre el cristianismo y el judaísmo resultó en interacciones significativas entre las las autoridades y la iglesia primitiva.
Según Hechos, el denuedo de la iglesia primitiva para proclamar el evangelio de Cristo a menudo les ocasionó conflicto con las autoridades judías. Pero es muy posible que los primeros cristianos hayan reconocido a los líderes judíos, y sólo los hayan resistido cuando les ordenaban desobedecer los mandamientos de Dios.
A pesar de la profunda conexión entre el pueblo judío y la iglesia primitiva, más bien se distinguieron por sus diferencias fundamentales.
Primero, y fundamentalmente, los cristianos y los judíos no creyentes discrepaban sobre la persona y la obra de Jesús.
La iglesia proclamaba que Jesús era el Mesías que había conquistado la muerte y estaba restaurando toda la creación, comenzando con su propia resurrección de los muertos. Pero los judíos no creyentes consideraban imposible que un hombre crucificado como criminal fuera el Mesías. Esta diferencia creó una fisura entre los judíos cristianos y no cristianos que continúa incluso hasta el día de hoy.
Segundo, mientras que la iglesia y los líderes judíos coincidían en la autoridad de la Biblia hebrea, discrepaban fuertemente en cuanto a la correcta interpretación de las Escrituras hebreas, particularmente con respecto a Jesús.
La iglesia primitiva creía que las esperanzas de las Escrituras judías sobre el Mesías venidero se habían cumplido en Jesús, pero los judíos no creyentes negaban esta interpretación. Habían muchos partidos dentro del judaísmo que daban lugar a una amplia gama de puntos de vista, pero la mayoría de ellos hallaba imposible aceptar que Jesús cumplía las esperanzas mesiánicas del Antiguo Testamento.
En tercer lugar, la iglesia primitiva y el pueblo judío del primer siglo discrepaban en cómo veían a los gentiles.
La mayoría de los observantes judíos no compartía con los gentiles. Pero por otra parte, muchos gentiles incircuncisos se sentían tan atraídos por las creencias y la enseñanza ética del judaísmo, que se adherían a las sinagogas judías locales y se les conocía como los temerosos de Dios. A los temerosos de Dios se les respetaba por sobre otros gentiles, pero no eran miembros en pleno de la comunidad judía. Los gentiles prosélitos se convertían al judaísmo, pero esto involucraba el someterse a los ritos de iniciación, incluyendo un bautismo, la circuncisión, y la observancia de las tradiciones judías. Los primeros cristianos judíos al principio pensaban lo mismo sobre los gentiles, pero gradualmente comprendieron que a los gentiles que seguían a Cristo se les debía reconocer como miembros en pleno de la iglesia cristiana. A la luz de la nueva revelación del Espíritu Santo, la iglesia primitiva determinó que la fe en Cristo, expresada en la confesión y el bautismo, era suficiente para la membresía en la iglesia cristiana. De modo que los apóstoles hicieron suya la práctica de proclamar el evangelio del señorío universal de Cristo a los judíos y gentiles, aceptando los dones y el ministerio de ambos pueblos a medida que la iglesia crecía. Comprendieron que Dios estaba usando a los gentiles para cumplir la esperanza del reino que había forjado para su pueblo en el Antiguo Testamento. No es de sorprender que esto haya originado muchos conflictos entre los judíos no creyentes y los primeros cristianos.
Conocer algunos detalles sobre el tiempo en que escribió Lucas, la audiencia para la que escribió, y el contexto social en el que escribió nos ayudará grandemente en nuestro estudio del libro de los Hechos. Estaremos mejor preparados para apreciar los problemas a los que se refirió Lucas, comprender sus soluciones y aplicarlas hoy a nuestras propias vidas.
Ahora que hemos examinado la autoría y el escenario histórico de Hechos, estamos listos para analizar nuestro tercer tema en esta lección, el trasfondo teológico del libro de los Hechos.
TRASFONDO TEOLÓGICO
A medida que estudiamos el libro de los Hechos, mucha preguntas teológicas vienen a la mente. ¿Dónde aprendió Lucas sus perspectivas teológicas? ¿Cómo decidió qué mencionar y qué omitir en su libro? ¿Qué principios generales guiaron sus escritos? Bueno, pues podríamos hallar las respuestas a todas estas preguntas en el trasfondo teológico de Lucas.
Nuestra discusión sobre el trasfondo teológico de Hechos se dividirá en tres partes. Primero, exploraremos los fundamentos de la teología de Lucas en el Antiguo Testamento. Segundo, consideraremos la influencia de sus opiniones sobre el Reino Mesiánico de Dios en su teología. Y tercero, veremos cómo el Evangelio de Lucas, el primer volumen de la obra de Lucas, nos ayuda a entender el mensaje de Hechos. Comencemos con los fundamentos del Antiguo Testamento en el libro de los Hechos.
ANTIGUO TESTAMENTO
El Antiguo Testamento influenció los escritos de Lucas por lo menos en dos formas. En primer lugar, la visión de la historia en general del Antiguo Testamento influyó fuertemente en Lucas. Y en segundo lugar, le impactó muchísimo su trato con la historia de Israel en particular. Veamos, primero, cómo la visión de la historia en general del Antiguo Testamento dio forma a la teología de Lucas.
Historia
En su gran obra Penses, el filósofo cristiano del siglo XVII Blaise Pascal habló de tres grandes verdades que los seres humanos han reconocido a través de la historia. Primero, se refirió a la gloria y belleza de la creación, la maravilla que se extiende por el universo porque Dios lo hizo todo bueno. Segundo, habló del conflicto desconcertante entre la gloria original de la creación y su presente miseria y corrupción. Y tercero, Pascal habló de la redención, la esperanza de que habrá una solución a este conflicto.
Tal como Pascal, el Antiguo Testamento divide la historia del mundo en tres escenarios principales: creación, caída en el pecado, y redención. Y en Hechos, Lucas escribió sobre la iglesia primitiva, reflejando esta visión tridimensional de la historia.
Consideremos el período de la creación. En Génesis 1, Dios preparó al mundo para ser una extensión de su reino celestial. Él ordenó el universo; formó un paraíso en el Edén; instaló a la humanidad, su imagen real, en medio del paraíso, y encomendó a la humanidad el multiplicarse y sojuzgar la tierra, comenzando por el Edén y extendiéndose hasta los extremos del globo. En resumen, Dios estableció el escenario para el desarrollo pleno de su reino en la tierra.
La conciencia de Lucas sobre esta importante idea del Antiguo Testamento es evidente en muchos pasajes de Hechos. Por ejemplo, en el capítulo 4:24-30, Pedro y Juan hablan de la creación como evidencia del señorío real de Dios sobre la tierra. En el capítulo 14:15-17, Pablo y Bernabé hablan de la creación como la base del gobierno de Dios sobre las naciones. En el capítulo 7:49, Esteban afirma que Dios creó el mundo para ser el estrado real de sus pies. Escuchemos las palabras de Pablo en Atenas en Hechos 17:24-27:
El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay ... Señor del cielo y de la tierra ... de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra ... para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. (Hechos 17:24-27)
Según este pasaje, el telón de fondo del ministerio del evangelio de Pablo se extendía por toda la creación. Dios es el Señor que hizo el mundo y todo lo que hay en él. Él ordenó el mundo para que los hombres lo busquen, extiendan su mano y lo hallen. El ministerio del evangelio de Pablo nace de los propósitos que Dios estableció en la creación. Al incluir estos detalles en su libro, Lucas indica que el tema de la creación fue importante para entender él mismo a la iglesia primitiva.
Igualmente, la conciencia de Lucas sobre la caída de la humanidad en el pecado también aparece en primer plano en Hechos.
Como sabemos, Génesis 3 enseña que después de que Dios creó a la humanidad, Adán y Eva se rebelaron en su contra. Y esto tuvo un impacto inmenso. Según el Antiguo Testamento, el rol de la humanidad era tan central en el mundo que su caída en el pecado dejó a toda la raza humana bajo la maldición de la muerte y corrompió a toda la creación.
En todo Hechos, Lucas escribió sobre la miseria del pecado. Hallamos referencias a la caída en el capítulo 2:38 y en el capítulo 3:19, en las palabras de Pablo a los ancianos de Éfeso en el capítulo 20:18-35, y en el discurso de Pablo ante el rey Agripa en Hechos 26:20.
Hechos ilustra repetidamente que todo en la creación –el mundo físico, nuestras estructuras económicas, nuestros sistemas políticos, e incluso la iglesia misma – sufre a causa de la caída de la humanidad en el pecado.
Felizmente, la historia de Lucas en Hechos indica además que él no sólo creía en la enseñanza del Antiguo Testamento sobre la creación y la caída, sino que también sostenía lo que el Antiguo Testamento dice sobre la redención. Fue horrible cómo el pecado corrompió la humanidad y la creación, pero Lucas sabía que Dios no dejó al mundo sin esperanzas.
El Antiguo Testamento enseña que Dios empezó a redimir o salvar al hombre de la maldición del pecado en cuanto el pecado entró al mundo. Pero aún más, los profetas del Antiguo Testamento predijeron también que un día el pecado y su maldición serían totalmente eliminados de la creación. Cuando Lucas escribió Hechos, con frecuencia expresó su convicción de que esta redención vino al mundo a través de la obra de salvación de Cristo. Este tema aparece a través de todo Hechos.
Para mencionar algunos, hallamos estos temas sobre la redención en: el sermón de Pedro en el capítulo 2:21 y 40; en la defensa de los apóstoles ante el Sanedrín en el capítulo 5:29-32, las palabras del ángel a Cornelio en el capítulo 11:14; el discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia en el capítulo 13:23; la defensa de Pedro ante el concilio de Jerusalén en el capítulo 15:7-10, y en las palabras de Pablo y Silas al carcelero de Filipo en el capítulo 16:30 y 31.
Cada vez que nos aproximamos a Hechos, tenemos que recordar que Lucas escribió fuertemente influenciado por la visión de la historia del Antiguo Testamento. Por esa razón, muy a menudo registró momentos del primer siglo que reflejan el amplio espectro de la historia, desde la creación, pasando por la caída en el pecado, hasta la redención de Cristo.
Ahora que hemos visto la visión de la historia en general del Antiguo Testamento, estamos listos para ir a la visión de la historia de Israel en particular, y cómo el registro de Lucas en Hechos dependió de la historia de esta especial nación.
Israel
Son innumerables las formas en que Lucas se basó en la historia de Israel al escribir Hechos. A modo de ilustración, sólo limitaremos nuestra discusión a tres episodios de la historia de Israel: el llamdado de Dios a Abraham, el Éxodo bajo Moisés, y el establecimiento de la dinastía de David. Consideremos, primero, cómo el llamado de Dios a Abraham influyó en la historia de Lucas.
Génesis 12:1-3, registra el llamado de Dios a Abraham para ser el padre de una especial nación. Ahí leemos estas palabras:
Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. (Génesis 12:1-3)
Según estos versículos, Dios llamó a Abraham para ir a la Tierra Prometida con dos propósitos principales.
Por una parte, llegaría a ser el padre de una gran nación, haciéndose famoso y recibiendo muchas bendiciones materiales y espirituales. Las bendiciones de Dios para Abraham y sus descendientes después de él habían de ser demostraciones simbólicas de que en la salvación de Dios hay esperanza, incluso en este mundo caído.
Pero, por otra parte, el llamado de Dios fue mucho más allá de lo que Abraham y sus descendientes recibirían. A través de Abraham, serían bendecidos todos los pueblos de la tierra. Abraham y sus descendientes habían de transformarse en un conducto de las bendiciones divinas para todas las familias de la tierra.
Este doble enfoque del llamado de Dios a Abraham subyace en gran parte del pensamiento de Lucas en Hechos. Por una parte, Lucas reporta con frecuencia cómo la bendición de la salvación en Cristo llegó a los judíos, los descendientes de Abraham, cumpliendo las promesas de Dios al gran patriarca.
Sin embargo, Lucas también se concentra en cómo los judíos cristianos llevaron el evangelio de Cristo a los gentiles. Una y otra vez, Lucas reporta cómo judíos, tales como Felipe, Pedro, Pablo y Bernabé llevaron el evangelio de salvación al mundo gentil. Esto también dio cumplimiento a las promesas de Abraham.
En segundo lugar, la cosmovisión de Lucas en Hechos muestra también cómo entendía él la relación entre Moisés y la iglesia cristiana.
Como el libertador de Dios, Moisés sacó a Israel desde la esclavitud en Egipto, le presentó la Ley de Dios a la nación, y los hizo responsables ante la Ley. Y en esa misma Ley, Moisés profetizó que Dios un día enviaría a otro profeta como él mismo para redimir a su pueblo de su esclavitud bajo el pecado. Y tal como Lucas lo señala en Hechos, Jesús resultó ser este profeta similar a Moisés.
Escuchemos las palabras de Esteban que Lucas registra en Hechos 7:37-39:
Moisés ... dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis. Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos; al cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus corazones se volvieron a Egipto. (Hechos 7:36-39)
Desde el punto de vista de Esteban, Jesús fue el profeta que Moisés había profetizado. De modo que rechazar a Jesús equivalía a rechazar a Moisés y la Ley, como los antiguos israelitas. Para estar verdaderamente comprometidos con Moisés y la Ley, uno tiene que recibir a Cristo.
Consideremos entonces cómo Lucas resumió las palabras de Pablo a los líderes judíos en Hechos 28:23:
Y habiéndole señalado un día, vinieron a Pablo muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas. (Hechos 28:23)
Para Pablo y el resto de la iglesia primitiva, la aceptación de Moisés y la Ley era fundamental para la fe en Cristo. Y esta convicción influyó en lo que Lucas escribió en Hechos. En tercer lugar, Lucas recibió la influencia de los registros del Antiguo Testamento sobre la dinastía de David. Sería difícil imaginar cualquier tema del Antiguo Testamento más importante para Lucas que el establecimiento de la casa de David como la dinastía permanente para gobernar a Israel.
Cuando Israel se transformó en un imperio en el Antiguo Testamento, Dios escogió a la familia de David como la dinastía permanente para guiar a su pueblo. Pero el Antiguo Testamento también anticipó el día en que la casa de David extendería el reino de Dios desde Israel hasta los confines de la tierra. Como leemos en Salmo 72:8 y 17:
[El hijo de David] dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra ... Benditas serán en él todas las naciones; lo llamarán bienaventurado. (Salmo 72:8, 17)
Tal como lo revelan estos versos, fue a través de su descendiente David que Abraham se transformaría en una bendición para el mundo. Sin embargo, no lo lograría David mismo, sino que uno de sus descendientes sería el rey que extendería su gobierno pacífico y benevolente sobre todo el mundo.
En Hechos, Lucas se basó profundamente en esta esperanza de la casa de David. Comprendió que Jesús era el hijo de David, el gobernante real del reino de Dios que había de expandir su reino desde Jerusalén hasta los confines de la tierra a través de la iglesia. Escuchemos, por ejemplo, las palabras de Jacobo en el concilio de Jerusalén, que se hallan en Hechos 15:14-18:
Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. (Hechos 15:14-18)
Aquí Jacobo se refería a Amós 9:11 y 12, donde Amós predijo que Dios restauraría la dinastía de David y extendería su reino sobre las naciones gentiles. Como se indica aquí, Jacobo creía que el éxito del evangelio entre los gentiles era el cumplimiento de estas esperanzas del Antiguo Testamento.
Lucas quería que sus lectores entendieran que Jesús era el heredero de las promesas de Abraham, el profeta al igual que Moisés, y el rey davídico final. Jesús había ascendido a su trono y estaba conquistando al mundo a través de la proclamación del evangelio y el crecimiento de la iglesia, extendiendo su reino de salvación desde Jerusalén a los confines de la tierra, tal como lo había predicho el Antiguo Testamento.
REINO DE DIOS
Después de ver cómo Lucas depende del Antiguo Testamento, estamos listos para ver cómo el reino mesiánico de Dios contribuyó al trasfondo teológico de Hechos.
Nuestra discusión sobre el reino de Dios se dividirá en tres partes. Primero, consideraremos la teología mesiánica judía que prevalecía en el primer siglo. Segundo, nos concentraremos en la teología de Juan el Bautista. Y tercero, compararemos brevemente estos puntos de vista con la teología mesiánica cristiana refrendada por Lucas. Comencemos con las perspectivas de la teología judía.
Teología Judía
Después de que se escribieron los últimos libros del Antiguo Testamento en el siglo quinto antes de Cristo, Israel entró en un período de oscuridad espiritual. Por cientos de años, la gran mayoría de los israelitas vivía fuera de la tierra prometida, y los que permanecieron en la tierra sufrieron bajo la tiranía de gobernantes gentiles. Al principio fueron los babilonios, luego los medos y los persas, después los griegos y, finalmente, los romanos. Como resultado de esta larga historia de sufrimientos, la esperanza de que Dios había de enviar un libertador mesiánico a Israel se transformó en uno de los motivos más dominantes de la teología judía.
Las esperanzas mesiánicas judías tomaron diferentes direcciones. Los zelotes, por ejemplo, creían que Dios quería que Israel recibiera el día del Mesías, montando la insurrección contra las autoridades romanas. Diversos grupos apocalípticos creían que Dios intervendría sobrenaturalmente para destruir a sus enemigos y establecer a su pueblo en victoria. Estaban también los nomistas, como los populares fariseos y los saduceos, quienes creían que Dios no intervendría hasta que Israel fuese totalmente obediente a la ley. En varios puntos del libro de los Hechos, Lucas menciona que muchos judíos rechazaron el punto de vista cristiano sobre el reino mesiánico.
Aun cuando los judíos tenían muchas y diferentes esperanzas sobre el Mesías, Lucas vio que se estaba desarrollando una significativa transición a través del ministerio de Juan el Bautista.
Juan el Bautista
Tanto el evangelio de Lucas como el libro de los Hechos indican que Juan el Bautista hizo un llamado al verdadero arrepentimiento, y proclamó las buenas nuevas de que el Mesías estaba por traer el reino de Dios a la tierra. Y más aún, Juan acertadamente identificó a Jesús con ese Mesías. Escuchemos las palabras de Juan el Bautista en Lucas 3:16 y 17:
Respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. (Lucas 3:16-17)
Aquí, Juan declara correctamente que el Mesías traería la gran bendición y purificación del Espíritu Santo, incluyendo el juicio. Sin embargo, estaba bajo la errada impresión de que el Mesías realizaría su obra de una sola vez. Juan no previó que el Mesías traería la salvación y el juicio al mundo en etapas.
Más tarde, Juan quedó perplejo ante el hecho de que Jesús aún no había hecho lo que los teólogos judíos habían esperado que hiciera el Mesías. Juan estaba tan turbado que envío mensajeros a preguntarle a Jesús, si él era realmente el Mesías.
Escuchemos la forma en que Lucas describió su pregunta y la respuesta de Jesús en Lucas 7:20-23:
Cuando, pues, los hombres vinieron a él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro? … Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí. (Lucas 7:20-23)
En su respuesta a Juan el Bautista, Jesús se refirió a varias promesas mesiánicas del Libro de Isaías. Lo hizo para asegurarle a Juan que él estaba en el proceso de cumplir varias de las esperanzas de la profecía mesiánica del Antiguo Testamento, aunque no fuera él quien terminaría de cumplir todas. Jesús también animó a Juan a no decaer a causa de la forma en que su obra mesiánica se estaba desarrollando.
En resumen, la misión mesiánica de Jesús lucía muy distinta de lo que se esperaba. Las esperanzas judías mesiánicas esperaban un reino político temprano e inmediato bajo el gobierno del Mesías, similar al reino que David había liderado siglos antes. Pero Jesús no trató de establecer este tipo de reino durante su ministerio terrenal.
Una vez que hemos comprendido la teología mesiánica judía y tenemos en mente los puntos de vista de Juan el Bautista, estamos listos para ir a la teología cristiana primitiva sobre el Mesías y el reino de Dios.
Teología Cristiana
En los escritos de Lucas, así como en el resto del Nuevo Testamento, la teología cristiana mesiánica está estrechamente conectada con el evangelio o las buenas nuevas cristianas. Podemos resumir el mensaje del evangelio del Nuevo Testamento así:
El evangelio es el anuncio de que el reino de Dios vino a través de la persona y la obra de Jesús, el Mesías, y que progresa hacia su gran consumación, a medida que Dios concede la salvación a quienes reciben y confían en Jesús como el Mesías.
Vemos que el mensaje del evangelio toca dos ideas esenciales. Por un lado, hallamos lo que podríamos llamar el aspecto más objetivo del evangelio cristiano. El reino de Dios viene a la tierra a través de la persona y la obra de Jesús. Lucas creía que como el Mesías, Jesús había comenzado la fase final del reino de Dios en la tierra, y que un día regresaría para acabar lo que había comenzado.
Y por otro lado, el mensaje del evangelio del Nuevo Testamento tiene también un lado más subjetivo. Anuncia que la fase final del reino de Dios progresa hacia su gran consumación a medida que Dios concede la salvación a quienes reciben y confían en Jesús como el Mesías. El gobierno de Dios sobre el mundo avanza a medida que el evangelio toca los corazones de aquellos que creen, y los trae a la salvación que Jesús consumó. En el libro de los Hechos, Lucas presta atención a estas dos dimensiones del evangelio. En el lado objetivo, enfatiza las realidades de la gran obra de salvación de Dios en Cristo. Registra la proclamación de la iglesia de que Jesús murió por los pecados de su pueblo, que fue resucitado de entre los muertos, que reina a la diestra de Dios Padre, y que volverá en gloria.
Escuchemos, por ejemplo, el registro de Lucas del sermón de Pedro en Pentecostés en Hechos 2:22-24:
Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales ... [vosotros] matasteis ... crucificándole; al cual Dios levantó. (Hechos 2:22-24)
Vemos que la proclamación del evangelio de Pedro incluye los hechos efectivos de la vida, muerte y resurrección del Mesías.
Pero Lucas también presta atención al lado más subjetivo del evangelio. En muchas ocasiones enfatiza la importancia de que la gente reciba personalmente la verdad de Cristo para que ésta transforme sus vidas.
Por ejemplo, el registro de Lucas del discurso de Pedro en Pentecostés incluye estas palabras en Hechos 2:37-39:
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron ... Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:37-39)
El evangelio cristiano quebranta el corazón de quienes lo oyen. Es más que el mero reconocimiento de los hechos, es la aceptación sincera del Salvador que transforma vidas.
Tal como lo dijimos, la teología del primer siglo creía que el Mesías establecería un reino político de una sola vez. Pero Jesús y sus apóstoles enseñaron que el reino del Mesías está creciendo gradualmente a través de la expansión de la iglesia y la transformación personal de la gente.
Por esta razón Lucas se concentró tanto en la conversión de los no creyentes a través de la proclamación del evangelio. Él sabía que este era el medio por el cual el reino mesiánico de Dios se expandiría a través de todo el mundo.
Con los amplios contornos de la visión del Antiguo Testamento en mente, tenemos que considerar un tercer aspecto del trasfondo teológico de Hechos: su fundación sobre el Evangelio de Lucas.
EL EVANGELIO DE LUCAS
Tal como leemos en el libro de los Hechos, siempre tenemos que recordar que este es el segundo de dos volúmenes que Lucas escribió a Teófilo. La intención de Lucas siempre fue que estos libros se leyeran juntos. Su evangelio es la primera parte de la historia y el libro de los Hechos es la segunda parte de la historia. De modo que leer el libro de los Hechos correctamente implica entender cómo éste continúa con la historia que comenzó en el evangelio.
Hay muchas formas en que el evangelio de Lucas nos prepara para entender el mensaje de Hechos. Sin embargo, y para nuestros propósitos, nos concentraremos en el tema del reino de Dios que abarca ambos volúmenes.
En el evangelio de Lucas, Jesús establece el parámetro y la meta para el reino de Dios, y prepara a sus apóstoles para que continúen su obra después de su ascensión. En el libro de los Hechos, Jesús asciende a los cielos y deja a sus apóstoles, guiados por el Espíritu Santo, a cargo de extender su reino por medio del evangelio.
Consideraremos dos formas en que el Evangelio de Lucas prepara el camino para la obra de los apóstoles de construir el reino en el libro de los Hechos. Primero, veremos a Jesús como el que trajo el reino.
Y segundo, exploraremos el papel de los apóstoles de continuar trayendo el reino después de la ascensión de Jesús a los cielos. Comencemos con Jesús como el que trae el reino de Dios.
Jesús
En todo su evangelio, Lucas caracterizó a Jesús como el profeta que proclamó la venida del reino de Dios, y como el rey que estaba echando a andar el reino de Dios al ascender a su trono. Jesús mismo habló en muchos lugares de ambas ideas. Pero a modo de ilustración, consideraremos dos veces en que él lo mencionó en su ministerio público.
Por una parte, en Lucas 4:43, Jesús dice estas palabras próximo a comenzar su ministerio público:
Es necesario que ... anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado. (Lucas 4:43)
Por otra parte, al final de su ministerio público, justo antes de su entrada triunfal en Jerusalén donde fue vitoreado como rey, Jesús contó la parábola de las diez minas en Lucas 19:12 al 27. En esta parábola, explica que el reino llegaría lentamente. La mayoría de los judíos de su tiempo esperaba un reino que llegaría inmediatamente en toda su plenitud. Pero Jesús enseñó que él estaba trayendo el reino lentamente y en etapas. Jesús había dado inicio al reino, pero se estaba yendo por un largo tiempo para ser coronado rey, y no consumaría su reino hasta su regreso. Escuchemos la forma en que la parábola de las diez minas comienza en Lucas 19:11 y 12:
Jesús ... dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. (Lucas 19:11-12)
Veamos lo que sucedió aquí. Jesús estaba por entrar en Jerusalén y ser proclamado rey, pero él no quería que la gente asumiera que él se instalaría como un gobernante terrenal de una sola vez, sino que se iría por un largo tiempo, para recibir su reinado, y había de volver a gobernar su reino terrenal en el futuro.
Esto es exactamente lo que sucedió. Jesús fue arrestado y crucificado en Jerusalén. Luego se levantó de entre los muertos y ascendió al cielo, donde recibió del Padre su reinado, y ha de volver para consumar su reino.
Luego de comprender la forma en que el Evangelio de Lucas ha establecido que Jesús es el que trae el reino, tenemos que ir a un segundo tema establecido en el Evangelio: el papel de los apóstoles de promover el reino a través del evangelio.
Apóstoles
La noche antes de que Jesús fuese crucificado, instruyó a sus apóstoles para llevar a cabo su obra de traer el reino. Escuchemos sus palabras para ellos en Lucas 22:29 y 30:
Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel. (Lucas 22:29 30)
Jesús nombró a sus discípulos como líderes y jueces de su reino. Su trabajo fue, bajo la dependencia del Espíritu Santo, continuar desde dónde Jesús se detuvo, proclamando el evangelio del reino y extendiendo el reino hasta llenar el mundo.
Vemos entonces cómo el Evangelio de Lucas establece que el reino fue la tarea principal de Jesús, y que comisionó a los apóstoles para que llevaran a cabo esta obra después de su ascensión al cielo.
Y el libro de los Hechos comienza justo donde termina el Evangelio de Lucas. Comienza con la explicación de Lucas de que luego de su resurrección de entre los muertos y antes de su ascensión al cielo, Jesús pasó un tiempo con sus discípulos.
Escuchemos el relato de Lucas en Hechos 1:3-8:
Jesús se presentó vivo … apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre … vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Entonces … [Ellos] le preguntaron diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. (Hechos 1:3-8)
Una vez más, Jesús anima a sus seguidores a no esperar una consumación inmediata del reino. En vez de eso, confirma que los apóstoles serían responsables de llevar a cabo su obra, proclamando el evangelio por todo el mundo.
Y esto es lo que los apóstoles hicieron exactamente en el libro de los Hechos. Ellos desarrollaron la iglesia de acuerdo al modelo del reino de Dios, y llevaron el evangelio del reino a nuevas tierras y nuevos pueblos, extendiendo el reino desde Jerusalén a Judea, y Samaria, y hasta lo último de la tierra. Lucas concluye el libro de los Hechos 28:30 y 31:
Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento. (Hechos 28:30-31)
Vemos que más que decir que simplemente predicaba el “evangelio,” Lucas dice que Pablo predicaba el reino de Dios. El libro de los Hechos termina tal como empieza, enfatizando el rol de los apóstoles como quienes extendieron el reino de Dios en la tierra a través de su proclamación.
Cuando nos aproximamos al libro de los Hechos, tenemos que tener siempre en mente que Lucas escribió a partir de su trasfondo en el Antiguo Testamento y las convicciones del primer siglo acerca del reino de Dios en Cristo. Y siempre tenemos que recordar que Hechos sigue al Evangelio de Lucas, reportando cómo los apóstoles y la iglesia primitiva continuaron la obra del reino que comenzó con el ministerio de Cristo, dependiendo del Espíritu Santo.
CONCLUSIÓN
En esta lección, hemos examinado la autoría del libro de los Hechos; hemos descrito su escenario histórico; y hemos explorado su trasfondo teológico. Teniendo en mente estos detalles al estudiar el libro de los Hechos, nos será más fácil descubrir su sentido original, y aplicarlo a nuestras propias vidas.
A medida que continuemos con esta serie, veremos cómo el trasfondo de Hechos abre muchas ventanas de este maravilloso libro. Descubriremos cómo el registro inspirado de Lucas de la iglesia primitiva guió a Teófilo y a la iglesia primitiva al servicio fiel a Cristo. Y veremos que el libro de los Hechos es un referente crucial para la iglesia de hoy, a medida que continuamos proclamando el evangelio del reino a nuestro mundo.