Conferencia
INTRODUCCIÓN
Tengo un amigo que compró un libro en una tienda de libros usados para leerlo en un viaje. Me dijo que por más de una semana la novela fue su fiel compañera de viaje; simplemente no podía dejarla a un lado. Le comenté a mi amigo que sí le debió haber gustado mucho ese libro. Y él me contestó, “Así es, pero cuando llegué al final, me encontré con que alguien había arrancado la última página. Y me decepcioné mucho” “porque no fue sino hasta que llegué a casa y compré otra copia del libro que pude saber cómo terminaba la historia.” Supongo que es muy frustrante leer una buena novela y no poder leer su final. Sucede lo mismo con la Biblia. Podemos beneficiarnos de la lectura de las primeras partes de la Biblia sin conocer cómo termina. Pero si no estudiamos el Nuevo Testamento, es como si nunca leyéramos la última página de la novela. El Antiguo Testamento plantea preguntas, problemas y esperanzas, pero las respuestas, y cumplimientos aparecen al final de las Escrituras, en el Nuevo Testamento.
Esta es la cuarta lección en nuestra serie “Construyendo Una Teología Bíblica.” Hemos titulado esta lección, “Contornos de la Teología Bíblica del Nuevo Testamento.” Aquí, veremos algunas de las características esenciales de la teología bíblica en la culminación de la revelación de Dios en el Nuevo Testamento.
Tomemmos un momento para revisar lo que hemos visto en esta serie. Hemos señalado que los cristianos tienden a seguir tres estrategias principales hacia la exégesis o la interpretación de las Escrituras: El análisis literario, observando a la Biblia como un retrato literario diseñado para enfatizar ciertas perspectivas teológicas; el análisis temático, observando la Biblia como un espejo que refleja nuestro interéses tradicionales y contemporáneos. Y el análisis histórico viendo la Biblia como una ventana a los eventos históricos que ésta describe. Siempre usamos estos tres enfoques, en cierta manera, pero la disciplina de la teología bíblica considera a la Biblia principalmente como una ventana, enfocándose en el análisis histórico de las Escrituras, observando las maneras en las que Dios se involucró en los eventos históricos de la Biblia.
Por esta razón, definimos la disciplina de la teología bíblica de esta manera:
Teología bíblica es la reflexión teológica extraída del análisis histórico de los actos de Dios reportados en las Escrituras.
La teología bíblica se enfoca en los relatos que Dios ha hecho en su historia y saca conclusiones para la teología cristiana de estos eventos.
En las últimas dos lecciones de esta serie, vimos como los teólogos bíblicos estudian el Antiguo Testamento. En esta lección, examinaremos los contornos de la teología bíblica en el Nuevo Testamento. Como veremos, hay muchas similitudes entre las formas en que la teología bíblica analiza ambos testamentos, pero también existen diferencias.
Nuestra lección se enfocará en tres temas principales. Primero, obtendremos una orientación hacia nuestro tema. Segundo, observaremos el desarrollo de las enseñanzas bíblicas sobre los últimos días, o escatología. Y tercero, exploraremos como los teólogos bíblicos han analizado la escatología del Nuevo Testamento en sí. Comencemos con una orientación básica hacia nuestro tema.
ORIENTACIÓN
Una manera de llegar al corazón de la teología del Nuevo Testamento es comparándolo y contrastándolo con lo que hemos aprendido acerca de la teología bíblica del Antiguo Testamento.
Primero, observaremos que la teología bíblica del Antiguo Testamento y la teología bíblica del Nuevo Testamento tienen un mutuo interés en la doble revelación de Dios. Segundo, veremos cómo ambas disciplinas han entendido lo que hemos llamado estructuras teológicas. Y tercero, exploraremos como cada una se ha enfocado en los desarrollos diacrónicos. Veamos primero la doble revelación.
DOBLE REVELACIÓN
Recordemos que Dios se reveló a sí mismo durante el Antiguo Testamento de dos maneras principales: a través de los actos de revelación y de las palabras de revelación, este doble concepto de revelación también aparece en el Nuevo Testamento. Por un lado, el Nuevo Testamento reporta muchos actos de revelación de Dios, como el ministerio terrenal de Cristo, y el ministerio del Espíritu Santo en la iglesia del primer siglo. También predicen actos de Dios que tendrán lugar en el futuro, como el regreso de Cristo. Pero por otro lado, el Nuevo Testamento también reporta palabras de revelación asociadas con los actos de Dios: Dios el Padre habló; Cristo también habló, y algunas veces, ángeles y humanos revelaron la palabra de Dios por el Espíritu de Dios.
Ésta es la razón por la cual las narrativas del Nuevo Testamento reportan tanto los actos como las palabras de Jesús, los apóstoles y otros cristianos en el Nuevo Testamento; porque Dios se revela a sí mismo de estas maneras. No sólo vemos esto en porciones narrativas del Nuevo Testamento, sino también en las epístolas. Ellas, se refieren o aluden a las acciones de Dios a favor de su pueblo y reportan las palabras de Dios para su pueblo.
Los teólogos bíblicos del Antiguo Testamento también dirigieron su atención a las asociaciones temporales de los actos y las palabras de revelación. Algunos actos de Dios fueron seguidos por palabras de revelación subsecuentes, algunos fueron asociados con palabras de revelación simultáneas, y aun otras fueron precedidas por palabras de revelación.
Los teólogos bíblicos han señalado que el Nuevo Testamento contiene estos tres tipos de palabras. Los evangelios reportan como Dios habló a través de las palabras de Jesús para reflejarse en las primeras acciones de Jesús. Ellos también reportan momentos en los que las enseñanzas de Jesús explicaron sus acciones simultaneas, al igual que también hay momentos cuando Jesús predijo acciones futuras. Lo mismo se puede decir de los autores y personajes en los libros de los Hechos y Apocalipsis como también en las epístolas del Nuevo Testamento.
Al igual que los teólogos del Antiguo Testamento, los teólogos bíblicos del Nuevo Testamento han dirigido su atención a la doble manera en la que Dios se revela a sí mismo. Tanto la teología bíblica del Antiguo como del Nuevo Testamento se enfocan en los actos y las palabras de revelación de Dios.
Adicionalmente la teología bíblica del Antiguo y del Nuevo Testamento comparten ideas similares de las estructuras teológicas.
ESTRUCTURAS TEOLÓGICAS
Recordemos que los teólogos del Antiguo Testamento identificaron perspectivas teológicas señalando muchas maneras en las que los actos y las palabras de revelación se relacionan unas con otras. Ellos pusieron atención a las conexiones lógicas entre lo que Dios hizo y lo que dijo. Estas estructuras van desde muy básicas hasta muy complejas y los teólogos bíblicos del Nuevo Testamento han notado el mismo tipo de estructuras teológicas en el Nuevo Testamento.
Ahora tocaremos los tres niveles de estructuras teológicas en la teología del Nuevo Testamento: primero, un ejemplo de estructuras del nivel básico; segundo, un ejemplo de estructuras del nivel medio; y tercero, un ejemplo de estructuras de nivel complejo. Pensemos primero en las estructuras teológicas de nivel básico en el Nuevo Testamento.
Básico
Las estructuras básicas aparecen en el Nuevo Testamento a través de una simple intersección lógica de revelaciones divinas. Las palabras divinas explican los actos de Dios, y estos actos clarifican el significado de sus palabras. Diferentes actos se conectan lógicamente uno con otro; y diferentes palabras se intersecan unas con otras. Cuando estos tipos de estructuras lógicas aparecen en una escala menor, ellas forman estructuras o perspectivas de nivel básico. Para dar un ejemlo, en Mateo 2:1-12 Mateo reportó como Dios actuó en el nacimiento de Jesús intersecando con las acciones y las palabras de los reyes magos de oriente. El nacimiento de Jesús fue anunciado al mundo por una estrella en el cielo. Los magos entendieron que esta estrella anunciaba el nacimiento de un nuevo rey, y por muchos meses, quizá hasta dos años ellos siguieron la estrella buscando al nuevo rey. Y cuando finalmente encontraron al niño, lo adoraron. El relato de Mateo indicó un coherente punto de vista en el verdadero significado teológico del nacimiento de Jesús: Jesús fue el tan esperado Rey de Israel a quien estos gentiles adoraron.
Al mismo tiempo, en Mateo 2:16-18, el escritor del evangelio creó otra estructura teológica señalando la intersección lógica del nacimiento de Jesús con las acciones y palabras del rey Herodes. Los magos le dijeron a Herodes cuando había nacido el Mesías, y sus asesores le dijeron como el Antiguo Testamento predijo que el Mesías nacería en Belén. En su intento de matar a Jesús, Herodes ordenó que cada niño varón de dos años o menor fuera asesinado. Entonces Mateo reportó la horrible muerte de Herodes bajó el juicio de Dios. Esta intersección creó una estructura teológica que indicó otra perspectiva del nacimiento de Jesús: Jesús fue el tan esperado Rey de Israel a quien Herodes trató de destruir.
Estos dos conjuntos de estructuras teológicas señalan un importante contraste, contribuyendo a un tema que aparece varias veces en el libro de Mateo. La reacción de Herodes por el nacimiento de Jesús anunció el hecho de que muchos en Israel rechazarían a Jesús como su Mesías e incluso buscarían su muerte. Sin embargo, la reacción de los magos por el nacimiento de Jesús anunció el hecho de que muchos gentiles recibirían al rey prometido de los judíos y lo adorarían con gran devoción y gozo.
Habiendo visto varias estructuras del nivel básico, veamos unos pocos ejemplos de lo que hemos llamado estructuras teológicas del nivel medio.
Medio
Cuando expandemos nuestra visión para incluir múltiples estructuras del nivel básico, a menudo vemos que forman puntos de vista teológicos más grandes o más complejos. Una de las estructuras teológicas medias más importantes es el arreglo del pacto en la teología del Nuevo Testamento.
Por ejemplo, hablamos de la colección de libros desde el evangelio de Mateo hasta el Apocalipsis de Juan como el “Nuevo Testamento” aquí la palabra testamento es usada como sinónimo de “pacto.” Llamamos a esta porción de la Biblia el Nuevo Testamento precisamente porque está asociada con el nuevo pacto anunciado por los profetas del Antiguo Testamento. Varios profetas del Antiguo Testamento anunciaron que después del exilio de Israel, Dios establecería un pacto final con su pueblo. Isaías 54:10 y Ezequiel 34:25 y 37:26 se refieren a este pacto como un “Pacto de Paz” Jeremías 31:31 se refiere al mismo pacto como un “Nuevo Pacto.”
Las estructuras teológicas de nivel medio asociadas con el nuevo pacto juegan un rol muy importante en la teología del Nuevo Testamento. Recordemos como los pactos en el Antiguo Testamento organizaron su teología en términos de las dinámicas de la benevolencia divina, la lealtad humana y las consecuencias de las bendiciones y maldiciones. De la misma manera, estas cuatro dinámicas rigen la vida en el nuevo pacto y organizan la intersección lógica de muchos conjuntos de perspectivas teológicas más grandes en el Nuevo Testamento.
Además de todo tipo de estructuras teológicas de nivel básico y medio, el Nuevo Testamento también presenta varias estructuras de nivel complejo.
Complejo
Como hemos visto en nuestras lecciones sobre el Antiguo Testamento en esta serie, la estructura teológica más compleja y comprensiva del Nuevo Testamento es el reino de Dios, la perspectiva bíblica que ve la meta de la historia como la transformación terrenal de corrupción del pecado a la gloriosa presencia y reino de Dios. Veamos algunos contornos de esta estructura teológica tan compleja en el Nuevo Testamento.
Al principio del Nuevo Testamento, Juan el Bautista y Jesús anunciaron que el reino de Dios se había acercado. Las predicaciones y enseñanzas de Jesús constantemente se refieren al reino de Dios. De hecho el mensaje del evangelio de Jesús frecuentemente es llamado “las buenas nuevas del reino”. Como leemos en lugares como Mateo 4:23, 9:35, y 24:14 como también en Lucas 4:43, 8:1, 16:16, y Hechos 8:12.
Junto con los escritores del Antiguo Testamento, Jesús y los autores del Nuevo Testamento creyeron que desde el principio la meta de la historia ha sido que Dios sea glorificado mediante el establecimiento de su reino en toda la tierra a través del servicio fiel de creyentes como imágenes santas. Ellos estaban convencidos que el trabajo de Dios en la primera venida de Cristo comenzó la etapa final del reino de Dios en todo el mundo y que al final, la tierra entera sería transformada en el reino de Dios al regresar Cristo, la imagen más santa de Dios. Leemos acerca de esta esperanza en Apocalipsis 11:15:
Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 11:15)
Como veremos más adelante en esta lección, la teología del reino de Dios toma en cuenta cada aspecto de la teología del Nuevo Testamento. El sistema coherente de todo el Nuevo Testamento se puede resumir bajo el criterio de la venida del reino de Dios a la tierra, a través de Cristo. Así vemos que la teología bíblica del Nuevo Testamento es muy similar a la teología bíblica del Antiguo Testamento tanto en el enfoque en los actos y palabras de revelación, como en la identificación de las estructuras teológicas. A pesar de estas similitudes necesitamos ser conscientes de un contraste más grande: la forma en que los teólogos bíblicos del Nuevo Testamento han manejado los desarrollos diacrónicos.
DESARROLLOS DIACRÓNICOS
Veamos este aspecto de la teología bíblica tocando tres puntos. Primero, el carácter diacrónico de la teología del Nuevo Testamento; segundo, los obstáculos para el estudio diacrónico del Nuevo Testamento y tercero, una nueva dirección que los teólogos bíblicos del Nuevo Testamento han enfatizado en lugar del análisis diacrónico.
Consideremos el carácter diacrónico del desarrollo teológico en el Nuevo Testamento.
Carácter Diacrónico
En lecciones anteriores, vimos que se ha puesto mucha atención a las maneras en las que la teología del Antiguo Testamento se ha desarrollado con el paso del tiempo. Cada vez que Dios reveló más de sí actuando o hablando en la historia, en mayor o menor grado, sus nuevas revelaciones reconfiguraron las estructuras teológicas existentes.
Lo mismo es cierto en la historia del Nuevo Testamento. Mientras la historia del Nuevo Testamento avanzaba, las estructuras teológicas sufrieron cambios diacrónicos. Por ejemplo, al final del período del Antiguo Testamento, la palabra de Dios, a través de los profetas, esperaban con ansiedad las bendiciones de Dios que recibirían cuando Israel regresara del exilio. Cuando Cristo apareció estas preocupaciones teológicas con el regreso del exilio se reenfocaron hacia el entendimiento de cómo Dios había comenzado a derramar estas bendiciones en Cristo. El ministerio terrenal de Cristo con su crucifixión y su resurrección, aseguró la esperanza contenida en el Antiguo Testamento a una resurrección de nueva vida; y su ascensión al cielo garantizó el derramamiento del Espíritu Santo anunciado por los profetas del Antiguo Testamento. Más aun, al continuar los apóstoles con el trabajo de Cristo, la esperanza del Antiguo Testamento del extendimiento de la misericordia de Dios para los gentiles después del exilio, se convirtió en realidad a través de la propagación del evangelio. Las predicciones del glorioso regreso de Cristo en el Nuevo Testamento apuntaban al día cuando las esperanzas del Antiguo Testamento para la nueva creación entera vendrían en Cristo.
Desarrollos diacrónicos teológicos como estos aparecen en el período del Nuevo Testamento, pero la historia del Nuevo Testamento presenta por lo menos tres obstáculos principales para un análisis diacrónico extenso.
Obstáculos
En primer lugar, en comparación con el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento cubre un período de historia muy corto. Comparemos por un momento la longitud de historia en el Antiguo y Nuevo Testamento. Sin incluir los días prehistóricos de los primeros once capítulos del Génesis, el Antiguo Testamento trata con más de 1,600 años de historia, extendiéndose desde el tiempo de Abraham quien vivió alrededor de 2,000 años a. C. hasta el último profeta quien ministró alrededor de 400 años a. C. En comparación, la historia del Nuevo Testamento es muy corta. Todo el Nuevo Testamento representa solamente como 100 años de historia. Aunque el Nuevo Testamento presenta el desarrollo diacrónico más importante el ministerio terrenal de Cristo simplemente no cubre suficiente historia para tener un mayor desarrollo diacrónico en ese mismo período.
En segundo lugar, la mayoría de las situaciones en el Nuevo Testamento son muy similares entre sí. En cambio el Antiguo Testamento presenta una gran variedad de circunstancias en su historia. En el período patriarcal, el pueblo de Dios fue una familia semi-nómada en Canaán. Después fueron esclavos en Egipto. Después se convirtieron en una nueva nación bajo el liderazgo de Moisés. Después de eso, conquistaron Canaán durante el período de los jueces. Sus circunstancias cambiaron otra vez cuando las primeras monarquías de Israel movilizaron la nación hacia el esplendor imperial, y otra vez cuando los últimos reyes y líderes vacilaron entre la obediencia y la rebelión. Su situación empeoró cuando Dios los envió al exilio. Y mejoró cuando finalmente comenzó a restaurar el reino, a través de aquellos que regresaron del exilio a la tierra prometida.
Mientras el pueblo de Dios pasaba a través de estas circunstancias, Dios actuó y les habló en maneras que fueron apropiadas para sus situaciones, acomodándose a sus necesidades. Esta adaptación diacrónica a las circunstancias de Israel produjo una gran variedad en los desarrollos teológicos del Antiguo Testamento.
En comparación, las circunstancias del pueblo de Dios fueron bastante consistentes durante la historia del Nuevo Testamento. Sin duda, las situaciones no permanecieron exactamente iguales. Jesús, los apóstoles y la iglesia trataron con diferentes tipos de personas en diferentes circunstancias y las revelaciones de Dios se acomodaron a esas diferencias. Sin embargo, durante este periodo de historia, los primeros cristianos no enfrentaron los tipos de cambios extremos que tomaron lugar con el pueblo de Dios durante el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento, los cristianos fueron constantemente marginados y perseguidos. No experimentaron períodos de enorme riqueza y horrible pobreza. No viajaron en grupo desde un lugar a otro. Ni experimentaron periodos de obediencia o desobediencia en gran escala.
Como resultado, las revelaciones de Dios grabadas en el Nuevo Testamento no acomodaron una variedad tan amplia de circunstancias como sus revelaciones en el Antiguo Testamento. Y esta estabilidad bajó la importancia de los desarrollos diacrónicos en la teología del Nuevo Testamento.
En tercer lugar, a diferencia del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento trata con sólo un pacto divino. Como hemos visto, los pactos en el Antiguo Testamento señalaron los principales cambios de época en teología. Los pactos con Adán, Noé, Abraham, Moisés y David eran muy diferentes entre ellos. Y como resultado, cambios teológicos muy importantes ocurrieron cuando la historia se movía a través de cada uno de estos períodos de pacto.
En contraste, el Nuevo Testamento sólo representa un pacto, el nuevo pacto en Cristo. Este pacto comienza a desarrollarse cuando la historia del Nuevo Testamento se trasladó desde la primera venida de Cristo hasta la historia de la iglesia. Y todo este rango de historia fue caracterizado por dinámicas de benevolencia divina, la lealtad humana y las consecuencias de bendiciones o maldiciones de un solo pacto. La ausencia de múltiples pactos en el Nuevo Testamento también disminuyen la importancia de los desarrollos diacrónicos en el Nuevo Testamento.
Debido a que los cambios diacrónicos en la historia del Nuevo Testamento no fueron tan dramáticos como los cambios en el Antiguo Testamento, los teólogos bíblicos del Nuevo Testamento han cambiado su atención a una nueva dirección. En lugar de enfocarse en diferentes períodos históricos, han tendido a tratar todo el período de historia del Nuevo Testamento como un solo período.
Nueva Dirección
Ahora, como hemos dicho hay desarrollos diacrónicos en el Nuevo Testamento. Hay cambios importantes entre el ministerio terrenal de Jesús, la historia de la iglesia y el regreso en gloria de Cristo. Aun así, es justo decir que el Nuevo Testamento tiende a tratar estos desarrollos como un período unificado, como parte de una sola imagen de Cristo y su obra.
Por ejemplo, los evangelios no sólo nos hablan acerca de la vida de Jesús, sino también muchas veces se refiere a la continuación del ministerio de la iglesia después de la partida de Jesús y también a su regreso en gloria. El libro de los Hechos y las Epístolas no sólo tratan con eventos después del ministerio de Jesús, sino que también hacen referencia a la vida de Jesús y más adelante de su regreso. El libro de Apocalipsis no sólo trata con el futuro regreso de Jesús, sino también observa hacia atrás la vida y la historia de la iglesia después de su partida.
La unidad teológica creada por la corta historia, la uniformidad de circunstancias y el pacto único del Nuevo Testamento, hacen difícil hacer un estudio diacrónico extenso. Así, los teólogos bíblicos han puesto mayor atención a una nueva dirección. En lugar de dividir la historia de los actos y las palabras de revelación de Dios en el Nuevo Testamento, en pequeños segmentos, se han enfocado en las diferentes maneras en que los autores del Nuevo Testamento, proveen diferentes perspectivas de todo el período.
De hecho, el Nuevo Testamento, nos provee con muchas evaluaciones teológicas diferentes de toda la historia de este período. Consideremos por ejemplo, que la historia de la vida de Jesús es descrita de cuatro diferentes maneras por los cuatro escritores de los evangelios: Mateo, Marcos, Lucas, y Juan. Aunque los escritores de los evangelios no se contradicen entre ellos, sus libros ofrecen puntos de vista muy diferentes en los eventos históricos de la vida de Cristo. Representan cuatro perspectivas teológicas diferentes. Lo mismo se puede decir del libro de los Hechos; las epístolas de Pablo, Pedro, Santiago Juan y Judas; así como los libros de Hebreos y Apocalipsis. Todos ellos presentan una variedad de perspectivas teológicas en toda la revelación del Nuevo Testamento. Estas partes del Nuevo Testamento no se contradicen entre ellas, sino que muestran diferentes vocabularios, categorías y énfasis teológicos.
Por esta razón, los teólogos bíblicos del Nuevo Testamento han tomado su disciplina en una dirección que ha probado ser muy fructífera. Ellos han comparado las diferentes maneras en que los autores del Nuevo Testamento ofrecen perspectivas teológicas distintivas del período histórico que va desde la vida de Cristo hasta su regreso. Hacen preguntas como: ¿Cómo interpretó Pablo los poderosos actos de Dios en la historia del Nuevo Testamento?, ¿Cómo Lucas y Juan hicieron esto? ¿Cuáles fueron sus diferencias? ¿Qué ideas tenían en común? Esta dirección ha guiado a los teólogos bíblicos del Nuevo Testamento a muchos puntos de vista importantes.
Con esta orientación general hacia los contornos de la teología bíblica del Nuevo Testamento, debemos ver nuestro segundo tema principal, los desarrollos en la escatología, la enseñanza bíblica acerca de los últimos días. Como veremos, ningún otro tema es tan central para las formas en las que los teólogos bíblicos han abordado la teología del Nuevo Testamento. Pero para entender porque la teología bíblica ha tenido este énfasis, debemos comprender cómo las perspectivas de los últimos días del Nuevo Testamento se desarrollaron de puntos de vista previos.
DESARROLLOS EN LA ESCATOLOGÍA
Iremos en tres direcciones. Primero, veremos la escatología tradicional, osea las formas en las que este tema ha sido abordado en la teología sistemática. Segundo, veremos la escatología del Antiguo Testamento. Y tercero, veremos puntos de vista sobre la escatología a principios del Nuevo Testamento. Comencemos con la escatología en la teología sistemática tradicional.
TRADICIONAL
El término escatología proviene del adjetivo griego eschatos que usualmente significa “ultimo” “final” o “fin”. Esta palabra aparece unas 52 veces en el Nuevo Testamento, así como muchas veces en la Septuaginta, que es la traducción en el griego del Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento, el término eschatos se refiere por lo menos 15 veces a los “últimos días” las “cosas finales” o los “últimos tiempos”. Y así, escatología es un término técnico teológico que significa “la doctrina de los últimos días, cosas finales o últimos tiempos”
A través de los siglos, la escatología ha sido una categoría principal de la teología sistemática tradicional. Los sistemáticos normalmente han discutido las enseñanzas de las Escrituras en cinco categorías principales: teología propia, antropología, soteriología, eclesiología y finalmente escatología. En la teología sistemática así como en un número importante de credos y confesiones, la escatología ha sido el tema principal final porque se enfoca en el futuro, especialmente en los eventos asociados con el regreso de Cristo.
A través de los siglos, la mayoría de los cristianos han entendido que la Biblia es muy clara acerca de ciertos aspectos de los últimos tiempos. Están de acuerdo con ciertos temas básicos como el glorioso regreso de Cristo, la resurrección del cuerpo, y el juicio final resultando en condenación para los perdidos y la vida eterna para los que están en Cristo.
Pero más allá de estas enseñanzas básicas, discusiones tradicionales de la escatología han creado fuertes divisiones entre cristianos. Por ejemplo, el tema del milenio que se centra en la interpretación de Apocalipsis 20, la predicción de Juan del reinado de 1,000 años de Cristo en la tierra. A través de los siglos cristianos han tomado una variedad de interpretaciones: ¿Este capítulo se refiere a un reinado de 1,000 años literal, o no? ¿Será precedido por ciertas señales identificables? ¿Acaso ya ha comenzado? Seguidores de Cristo bien informados han respondido estas preguntas de diferentes maneras. Ellos han seguido varias direcciones en la escatología porque la enseñanza bíblica sobre estos asuntos no es clara.
Es aquí donde la teología bíblica del Nuevo Testamento nos da una gran promesa. Los teólogos bíblicos han abordado la escatología en maneras que van en contra de los debates tradicionales. Ellos han introducido nuevas estrategias y han traído nuevos puntos de vista para el entendimiento de la escatología. Y esto ha guiado a muchos cristianos con diferentes orientaciones escatológicas a una unidad más profunda.
Para entender cómo los teólogos bíblicos del Nuevo Testamento han entendido los últimos días de maneras que han ido más allá de la forma tradicional, comencemos con el trasfondo de la escatología del Antiguo Testamento.
ANTIGUO TESTAMENTO
Como hemos visto a través de esta serie, cuando Dios se reveló a sí mismo mediante sus actos y palabras de revelación, Él provocó desarrollos en la teología. La escatología, no fue inmune a estos desarrollos diacrónicos. Las enseñanzas del Antiguo Testamento acerca de los últimos días se han desarrollado de manera significativa a través del tiempo. Estos desarrollos diacrónicos en el Antiguo Testamento crean el marco para que los teólogos bíblicos del Nuevo Testamento también descubran más acerca de la escatología.
En esta sección, veremos como la escatología se ha desarrollado a lo largo de los principales pactos administrativos del Antiguo Testamento. Comenzando con el pacto de Adán siguiendo con el pacto de Noé, de Abraham, de Moisés, de David. Cada una de estas etapas aportó elementos esenciales para la escatología del Antiguo Testamento.
Adán
Al comienzo de la historia bíblica, Dios reveló dos elementos cruciales de la escatología del Antiguo Testamento. El primero de estos está implícito en la creación misma. La humanidad fue creada a la imagen de Dios. Y fuimos llamados a trabajar como sus sacerdotes reales, llenando la tierra y sometiéndola. A través de estos aspectos de la creación, Dios reveló que su objetivo para la historia era que toda la tierra fuera un lugar donde su gloria habitara con su pueblo.
Con el pecado de Adán y Eva, Dios reveló el segundo elemento crucial de la escatología del Antiguo Testamento: desde este punto y en adelante habría dos grupos de personas compitiendo por el control del mundo. Génesis 3:15 revela que la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente pelearían por el control del mundo. La simiente de la mujer son aquellos que se mantienen fieles a Dios, mientras que la simiente de la serpiente son aquellos que siguen el camino de Satanás. Hasta el fin de los tiempos, estos dos grupos pelearán por el control del mundo. Pero Dios prometió que la victoria final le pertenecería a Él mismo y a la simiente fiel de la mujer.
Habiendo visto los dos elementos introducidos durante el tiempo de Adán, dirijamos nuestra atención al pacto con Noé.
Noé
Después del diluvio universal en Génesis 7, Dios hizo un pacto con Noé. Este pacto aseguró la estabilidad de la naturaleza de tal manera que la humanidad no temería más por una aniquilación mientras prosigan con el plan de Dios para el mundo.
En Génesis 8:22, Dios dijo que las estaciones, el día y la noche continuarían mientras la tierra permanezca. Mediante esta promesa, él aseguro a la fiel “simiente de la mujer” que tendrían el medio ambiente natural necesario para lograr el propósito de Dios para ellos. La tierra que había sido maldita por la caída no prevalecería contra ellos.
Y de hecho, la estabilidad garantizada a través del pacto con Noé continuaría hasta que la meta de la historia fuera alcanzada. Desde ese momento un nuevo pacto para la naturaleza se estableció.
Después de haber visto la visión básica del fin de la historia durante los pactos universales con Adán y Noé, veamos el principal desarrollo diacrónico de la escatología que tuvo lugar en los días de Abraham, el primero con quien Dios hizo un pacto nacional.
Abraham
El pacto de Dios con Abraham está en Génesis 15 y 17. Pero los temas de ese pacto son introducidos aun antes en Génesis 12:1-3. En estos versículos Dios escogió a Abraham, de entre todas las familias de la tierra, para ser el elgido en quien depositaría las promesas hechas a Adán y a Noé. Las bendiciones dadas a Abraham y a su familia serian trasmitidas al resto del mundo a través de ellos. De hecho, Dios prometió éxito a Israel, en pequeña escala, en el cumplimiento del llamado dado a Adán y Eva en el jardín. Por lo tanto, la escatología del Antiguo Testamento se reduce a un enfoque de Abraham y su familia. El objetivo final de la historia vendría a todo el mundo a través de ellos.
Ahora veamos el segundo pacto que Dios hizo con Israel, el pacto con Moisés. En los días de Moisés, la escatología del Antiguo Testamento se desarrolló aun más.
Moisés
Los desarrollos diacrónicos de la escatología en el pacto con Moisés son bastante complejos. Por lo tanto, vamos a examinarlos en dos partes: primero, la maldición del exilio; y segundo, las bendiciones de la restauración del exilio.
Como hemos visto, el pacto con Moisés se centró en la ley de Dios como la guía de Israel para la difusión de su reino hacia todo el mundo. A los Israelitas se les ofreció muchas bendiciones si obedecían la ley, pero también fueron amenazados con muchas maldiciones si se apartaban de la ley.
De hecho, en varios pasajes Moisés anticipó que las futuras generaciones de Israel se apartarían de los caminos de Dios. Él les advirtió de las severas consecuencias si desobedecian, pero su mayor amenaza contra la continua violación de la ley de Dios fue el exilio de la nación de la tierra prometida. Escuchemos la manera en la que Moisés lo dijo en Deuteronomio 4:27-28:
Y Jehová os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones a las cuales os llevará Jehová. Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. (Deuteronomio 4:27-28)
La amenaza del exilio, no era sólo una terrible amenaza para los Israelitas, sino para toda la raza humana. Recordemos que desde la época de Abraham, la meta de Dios para la historia era que el reino de Dios fuera alcanzado a través de Israel.
El exilio reduciría en gran manera el número de los Israelitas y los removería de la tierra, haciendo así que las promesas hechas a Abraham y el llamado a Adán y a Eva fuera mucho más difícil de cumplir.
Con las consecuencias negativas en mente, debemos regresar al tema de la restauración del exilio que Dios prometió a través de Moisés.
Afortunadamente, Moisés dejó claro que a pesar del futuro exilio de Israel, Dios no dejaría a Israel abandonado. En Deuteronomio 4:30-31, Dios prometió que cuando Israel se arrepintiera de sus pecados y regresaran a la fiel obediencia de Dios, Él los escucharía y les restauraría a su tierra. Aun más que esto, en Deuteronomio 30:5 Dios prometió en esta restauración hacerlos más numerosos y prósperos que nunca antes.
Una clave de la escatología de Moisés es la forma en la que él describe este tiempo de arrepentimiento y restauración de Israel a su tierra. Escuchemos lo que él dijo en Deuteronomio 4:30.
Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si en los postreros días te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz. (Deuteronomio 4:30)
La declaración de Moisés aquí es crucial para el desarrollo diacrónico de la escatología del Antiguo Testamento porque Moisés usó esa terminología, traducida aquí como “los postreros días.” Esta frase es traducida en la Septuaginta, con el término eschatos y caracteriza el tiempo glorioso cuando Israel regresa del exilio. La elección de palabras de Moisés aquí serían la base sobre la cual los profetas del Antiguo Testamento y los autores del Nuevo Testamento describieron la última etapa de la historia del mundo como “los últimos días,” “postreros días” o el “escatón.” Desde este punto en adelante, el regreso de Israel del exilio jugó un rol crucial en la enseñanza bíblica acerca de la escatología.
Ahora estamos en posición de ver los desarrollos escatológicos que surgieron durante el período del pacto con David.
David
Los desarrollos en este período fueron relativamente complejos también. Así que los veremos en tres etapas: primero, los días de la monarquía unida, segundo el tiempo de los primeros profetas de Israel, y tercero, los días de los profetas posteriores de Israel. Consideremos primero como la revelación de Dios, transformó la escatología en el tiempo de la monarquía unida de Israel.
Como ya hemos visto, el pacto de Dios con David se enfocó especialmente en el establecimiento de la familia de David como la permanente dinastía de Israel. Los descendientes de David y Jerusalén con su templo jugaron un rol central en la teología de Israel, incluyendo su entendimiento del fin de los tiempos. De hecho en el Salmo 72:8-11 encontramos que un futuro hijo de David reinaría sobre toda la tierra.
Dominará de mar a mar, Y desde el río hasta los confines de la tierra. Ante él se postrarán los moradores del desierto, Y sus enemigos lamerán el polvo. Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; Los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones. Todos los reyes se postrarán delante de él; Todas las naciones le servirán. (Salmo 72:8-11)
Y esta visión del futuro se amplía aun más en el Salmo 72:17-19.
Será su nombre para siempre, se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas las naciones; Lo llamarán bienaventurado. Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, El único que hace maravillas. Bendito su nombre glorioso para siempre, Y toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén. (Salmo 72:17-19)
De aquí en adelante el fin de la historia fue anexado al éxito del gobierno de la casa real de David desde Jerusalén sobre el mundo entero.
Veamos las palabras de los primeros profetas de Israel. Los primeros profetas aplicaron las dinámicas del pacto de Moisés en el pacto real de David. Ellos explicaron aun más como las condiciones de la casa de David se refieren a los últimos días.
Los primeros profetas advirtieron a los infieles hijos de David que Dios no toleraría la continua violación de su ley, y que Dios estaba a punto de enviar a la nación entera al exilio. Estas amenazas fueron finalmente cumplidas con la caída de Jerusalén ante los babilonios entre el año 587 o 586 a. C.
Sin embargo, los primeros profetas de Israel también recordaron la conexión entre las maravillas de los últimos días y el regreso de Israel del exilio. Los profetas declararon que en la restauración del exilio, un gran hijo de David, en la capital de la ciudad de Jerusalén, se convertiría en el enfoque de un nuevo orden. Escuchemos como el profeta Amós dijo esto en Amós 9:11-12:
En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones. (Amós 9:11-12)
A lo largo de estas mismas líneas Isaías escribió estas palabras en Isaías 2:2:
Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones.
(Isaías 2:2)
Amós anunció que la “tienda” de David sería restaurada para que todas las naciones de la tierra lleven el nombre del Señor, e Isaías dijo que “en los últimos días” en otras palabras los días después del exilio, Jerusalén se convertiría en la ciudad más grande en la tierra y la gente de todas las naciones irían hacia ella para salvación. Con tan grandes esperanzas en la gloria de la casa de David y de Jerusalén después del exilio, no es de sorprenderse que el profeta Jeremías asegurara a Israel que el tiempo del exilio duraría sólo 70 años. En Jeremías 25:11 y 29:10 el profeta habló de 70 años de exilio – una forma habitual del mundo antiguo de hablar de un tiempo de juicio divino. Jeremías y otros de los primeros profetas frecuentemente anunciaron que en los últimos días, cuando el pueblo de Dios regresara del exilio, habría en todo el mundo gloria para la casa de David y Jerusalén.
Construyendo sobre la base de los ministerios de los primeros profetas de Israel, Dios reveló más desarrollos diacrónicos a través de sus profetas posteriores. La participación de Dios en la historia trajo por lo menos dos cambios principales del concepto de los últimos días del Antiguo Testamento.
Por un lado, el tiempo del exilio fue extendido porque los Israelitas en exilio no se arrepintieron de sus pecados. En Daniel 9, Daniel reportó que durante el exilio él estaba leyendo las profecías de Jeremías de 70 años de exilio, pero se sintió obligado a confesar que los Israelitas en el exilio no se habían arrepentido de sus pecados. Sin embargo, el siguió pidiendo a Dios por el regreso de Israel a su tierra y por la restauración de Jerusalén. A medida que leemos más adelante en Daniel 9, el ángel Gabriel le dio a Daniel la respuesta de Dios. El exilio de Israel no terminaría cuando dijo Jeremías. Porque el pueblo de Dios había fallado en arrepentirse, el exilio sería extendido siete veces más largo, a 70 semanas de años. Como Dios había establecido en Levítico 26, Él respondería al continuo pecado con maldiciones siete veces mayores. En pocas palabras, Daniel aprendió que Dios había pospuesto la gloriosa restauración de Israel por aproximadamente 490 años.
Por otro lado, los profetas posteriores también revelaron que Dios mostró gran misericordia a su pueblo dándoles la oportunidad de acortar su exilio. En el año 539 AC. Dios cumplió su palabra a través de Jeremías en una manera inesperada. El causó que el emperador Persa, Ciro, liberara a Israel para reconstruir el templo de Dios en Jerusalén. Para este tiempo un pequeño número de Israelitas regresaron a la tierra prometida bajo el liderazgo de Zorobabel, un descendiente de David.
Los profetas Hageo y Zacarías, así como el autor de Crónicas, animaron a este pequeño grupo de repatriados a moverse más allá en las bendiciones de Dios reconstruyendo Jerusalén. Pero tristemente, en el tiempo de Esdrás y Nehemías, la comunidad restaurada había desobedecido una vez más la ley de Dios. Así, el profeta Malaquías declaró que el principio de las gloriosas esperanzas escatológicas de Israel serían pospuestas a un tiempo distante en el futuro, así como Daniel lo supo antes que él. El Antiguo Testamento termina con este triste aplazamiento de la era escatológica.
Así vemos que el desarrollo diacrónico escatológico del Antiguo Testamento se inició en los días de Adán y fue refinado más adelante en los días de Noé. Con Abraham, la bendición de Israel para el mundo se convirtió en el medio por el cual Dios traería la historia a su fin. Moisés conectó esta esperanza con el regreso glorioso de Israel del exilio. El pacto con David puso su dinastía y a Jerusalén en el centro de estos últimos días gloriosos después del exilio. Y aunque hubo un pequeño período de esperanza cuando un número de Israelitas regresaron a su tierra desde Babilonia, la continua rebelión de Israel hizo que el Antiguo Testamento terminara con la esperanza del escatón aplazado a un futuro distante.
Ahora, estamos listos para ver como la doctrina de los últimos días se desarrollo aun más allá en el tiempo del Nuevo Testamento.
ESCATOLOGÍA DE LOS PRIMEROS CRISTIANOS
Primero, veremos el punto de vista de los últimos días sostenido por la mayoría de los judíos del primer siglo; y segundo, la dramática revisión escatológica en el ministerio de Juan el Bautista y de Jesús.
El Judaísmo del Primer Siglo
La mayoría de los judíos en Palestina del primer siglo sostuvieron puntos de vista de los últimos días parecidos a los del Antiguo Testamento. Como el profeta Daniel predijo, Israel sufrió por siglos bajo la tiranía de los gentiles. Los babilonios, los medos y los persas, los griegos y finalmente los romanos extendieron el exilio de Israel por cientos de años.
A través de estos siglos, los fieles judíos querían ver el cumplimiento de la esperanza de la restauración y gloria de Israel en los últimos días. Muchos rabinos expresaron esta esperanza en una visión doble de la historia. Por un lado, se refirieron a su situación actual como “esta era”. Esta era se extendió a través de los altibajos de la historia de Israel, hasta el punto bajo de la destrucción de Jerusalén y el largo exilio de Israel. La aparente victoria del mal sobre el bien hizo que esta era se caracterizara en gran medida en términos negativos. Fue un tiempo de fallas, dolor y muerte. Por otro lado, muchos rabinos hablaron de un segundo período de historia, el tiempo de la futura gloria de Israel. Ellos llamaron a este período futuro como “la era por venir.” Éste tiempo en la historia sería una era sin fin de bendiciones y triunfos de Israel sobre el mal. En ese tiempo. Dios juntaría a todo su pueblo exiliado, juzgando la infidelidad en Israel, juzgando la maldad de las naciones, glorificando a Jerusalén y a su rey, y propagando las bendiciones de Abraham hasta los confines de la tierra.
Durante las décadas anteriores y durante el tiempo de Jesús, había muchas discordias religiosas entre los judíos en Palestina. Estos desacuerdos eran sobre cómo tomaría lugar la transición de esta era a la era por venir. Sectas apocalípticas creían que el escatón vendría a través de una abrupta, catastrófica intervención divina. Otros grupos, generalmente llamados zelotes, creían que la era por venir surgiría como un movimiento militar de los judíos en contra de los gobernantes romanos y verían el apoyo de Dios en sus esfuerzos. Partidos llamados nomistas como los fariseos y saduceos, sostenían que los últimos días vendrían sólo cuando Israel probara ser fiel a la ley de Moisés.
Aunque hubo mucho desacuerdo sobre la manera precisa en que esta era haría su transición hacia la era por venir, la mayoría de los judíos creyeron que esto tomaría lugar con la aparición del Mesías, el gran hijo de David prometido en el Antiguo Testamento. El Mesías traería el cambio decisivo en la historia, la transición final de un mundo de oscuridad a uno de luz, un mundo de maldad a uno de justicia, un mundo de muerte a uno de vida.
Aunque los puntos de vista sostenidos por los judíos en el primer siglo en general coincidían con las enseñanzas del Antiguo Testamento, los principales desarrollos diacrónicos tomaron lugar mediante la revelación divina en los ministerios de Juan el Bautista y de Jesús.
Juan el Bautista y Jesús
La historia registrada en los evangelios de Juan y Marcos comienza con Juan el Bautista predicando que la llegada de los últimos días estaba cerca. Como leemos en Marcos 1:15:
El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. (Marcos 1:15)
La frase “reino de Dios” no aparece en el Antiguo Testamento, pero el anuncio de Juan del reino se tomó de una asociación entre el reino de Dios, y lo que Moisés y los profetas llamaron “los últimos días” o el fin del exilio de Israel. Escuchemos la manera en la que Isaías se refiere al reinado de Dios después del exilio en Isaías 52:7-10:
¡Tu Dios reina! ¡Voz de tus atalayas! Alzarán la voz, juntamente darán voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que Jehová vuelve a traer a Sion… Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación del Dios nuestro. (Isaías 52:7-10)
Isaías describió el retorno del exilio con una imagen de Dios dirigiendo a su pueblo de regreso a Jerusalén. Las buenas noticias declaradas a las ruinas de Jerusalén fueron “Tú Dios reina”. En efecto, Isaías anunció que cuando Dios restaure su pueblo en los últimos días, Él demostrará que Él reinará victoriosamente sobre todas las naciones y sus ídolos.
En un sentido, Juan el Bautista sostuvo un punto de vista de los últimos días que era muy similar a sus contemporáneos judíos. El creía que la última etapa de la historia, el reino de Dios en la tierra, vendría a través del Mesías actuando rápida y decisivamente, ejerciendo juicio contra los pecadores y derramando enormes bendiciones sobre el pueblo arrepentido. Escuchemos la forma en que lo dijo en Lucas 3:9:
Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego.
(Lucas 3:9)
Vemos aquí que Juan el Bautista asoció la venida del reino de Dios no sólo con las bendiciones para el pueblo de Dios sino también el juicio contra los enemigos de Dios.
Aun así, el punto de vista de los últimos días de Juan el Bautista representó un desarrollo muy importante. Él fue más allá que sus contemporáneos judíos identificando a Jesús como el Mesías, el gran hijo de David quien traería el reino de Dios de los últimos días. Pero Juan el Bautista tuvo un problema. Mientras que el ministerio de Jesús se desarrolló sin una demostración completa de juicio así como tampoco las bendiciones, Juan se preguntó si Jesús era en realidad el Mesías. En Lucas 7:20 leemos que Juan el Bautista envió a dos de sus discípulos a Jesús con una pregunta:
Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro? (Lucas 7:20)
No es de sorprenderse que Juan hiciera esta pregunta. Jesús no había cumplido todo lo que el Antiguo Testamento, los judíos del primer siglo y Juan mismo habían anunciado que el Mesías haría. Pero ahora escuchemos la forma en la que Jesús respondió a Juan el Bautista en Lucas 7:22-23:
Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí. (Lucas 7:22-23)
En este pasaje, Jesús aludió a un número de profecías de Isaías acerca de la restauración de Israel en los últimos días después del exilio. Al referirse a estas cosas, el afirmó el hecho de que los actos y palabras de revelación de su ministerio demostraron que él estaba en el proceso de cumplir las profecías de los últimos días del Antiguo Testamento.
Pero Jesús también advirtió a Juan el Bautista y todos los demás a que no “desfallecieran” por causa de él, Jesús animó a Juan a no perder la esperanza por la forma en la que él estaba cumpliendo el reino de Dios en los últimos días. En pocas palabras, Jesús le dijo a Juan el Bautista, “he cumplido suficientes expectativas del final de los tiempos del reino de Dios para que creas que cumpliré el resto.”
Para poner esto en términos de esta lección, las palabras de Jesús aludieron a un mayor desarrollo diacrónico que estaba tomando lugar. La perspectiva del Antiguo Testamento sobre los últimos días se transformó de manera dramática desde los días de Adán a Malaquías. Y de la misma manera, las revelaciones de Dios a través de Jesús estaban trayendo una nueva trasformación a la escatología.
Jesús declaró que la era por venir no aparecería súbitamente como se esperaba. En cambio, el escatón se cumplirá en un tramo largo de tiempo. En varias de sus parábolas del reino en Mateo 13 al 25, Jesús explicó que el reino de Dios vendría en tres fases. Comenzaría con su primera venida en una manera pequeña, crecería por un período indefinido de tiempo, y alcanzaría su totalidad sólo cuando él regrese en gloria. El ministerio terrenal de Jesús inauguraría la era por venir con algunas bendiciones y juicios de los últimos días. La era por venir continuaría a lo largo de esta era por un período de tiempo mientras Cristo reina en el cielo y su iglesia crece. En la segunda venida de Cristo, la era por venir alcanzaría su consumación y esta era de pecado y muerte llegará a su fin.
Los teólogos bíblicos a menudo se refieren a este desarrollo escatológico de diferentes maneras. Ellos lo describen como el “ya, pero todavía no” el “ahora, pero todavía no” y la “superposición de las eras”. Algunas veces hablan de esto sólo como la “escatología inaugurada,” cualquiera que sea la terminología, la idea básica es la misma.
Los profetas, los judíos del primer siglo, y aun Juan el Bautista, pensaron en la llegada de los últimos días como un simple paso histórico. Jesús también vio la transición de los últimos días como el último paso de la historia, pero consideremos esta analogía: todos nosotros sabemos que un paso normal humano puede ser visto como un movimiento, un solo paso. Pero si observamos este paso más de cerca, no es difícil ver que puede ser dividido en al menos tres fases: levantar el pie del suelo, extenderlo a través del aire y bajar el pie al suelo. De la misma manera, Jesús explicó que los últimos días o el escatón vendría gradualmente. Él anunció que este sería inaugurado con su primera venida, que continuaría creciendo por un período indefinido, y finalmente alcanzaría su consumación con su glorioso regreso.
Ya que vimos como la escatología bíblica se desarrolló desde el tiempo de Adán hasta el tiempo de Jesús, estamos listos para ver como los teólogos bíblicos han planteado la escatología en el Nuevo Testamento.
ESCATOLOGÍA DEL NUEVO TESTAMENTO
Como seguidores de Cristo, entramos a la fe cristiana con un trasfondo cultural moderno. Todos venimos a Cristo con puntos de vista muy diferentes de los antecedentes de los escritores del Nuevo Testamento. Y por estas diferencias, a menudo tenemos que trabajar muy duro para entender la mentalidad del mundo que gobernó cuando los autores del Nuevo Testamento concibieron su fe. Esta es una de las grandes ventajas de la teología bíblica. Esta teología ha traído a relucir algunas de las perspectivas básicas que los autores del Nuevo Testamento usaron una y otra vez para expresar su fe cristiana.
Para entender esta perspectiva, observaremos tres puntos: Primero, tocaremos la importancia de la escatología en el Nuevo Testamento. Segundo, exploraremos el concepto de Cristo en el Nuevo Testamento, o Cristología como el cumplimiento del escatón. Y tercero, veremos como la soteriología del Nuevo Testamento, la doctrina de la salvación, fue formada por la escatología. Veamos primero la importancia de la escatología.
IMPORTANCIA
Aunque puede parecer exagerado al principio, la escatología en tres fases de Jesús era tan prominente en los corazones de los primeros cristianos que la encontramos tanto implícita como explícitamente en cada página del Nuevo Testamento. Por supuesto, sabemos que el Nuevo Testamento toca otros muchos temas teóricos y prácticos, pero los teólogos bíblicos han demostrado que de una manera u otra cada enseñanza del Nuevo Testamento fue formada por la escatología en tres fases de Jesús.
Por generaciones la gran mayoría de los judíos en Palestina han anhelado que el Mesías introduzca los últimos días – la era de la victoria, la salvación y la vida eterna. Probablemente con la excepción de Lucas, cada escritor del Nuevo Testamento era judío. Y cada uno de ellos, incluyendo Lucas, estaba profundamente involucrado con la teología judía. Como resultado, la preocupación teológica judía de los últimos días Mesiánicos contribuyeron en gran manera a la estructura teológica básica de los escritores del Nuevo Testamento.
La escatología fue especialmente importante para el Nuevo Testamento porque las enseñanzas de Jesús acerca de los últimos días fueron una de las maneras más grandes en las que los cristianos se separaron con el judaísmo del primer siglo. Los líderes religiosos judíos y la población judía en general se enfurecieron con el cristianismo precisamente por la perspectiva cristiana Mesiánica de los últimos días. Los cristianos creían que el Mesías ya había venido, pero de una manera inesperada. Él había sufrido y muerto a manos de los judíos y gentiles; él había resucitado y ascendido al cielo donde el gobierna sobre todo; y Él regresará un día para juzgar a toda la humanidad, incluyendo a los incrédulos en Israel. Este escenario mesiánico era totalmente contrario a lo que la mayoría de los judíos creían en esos días. Y por esto, los autores del Nuevo Testamento estaban profundamente preocupados con la escatología en tres fases de Jesús. Y esta preocupación se refleja en todo lo que ellos escribieron.
Una manera de ver cuán dominante era la escatología para los autores del Nuevo Testamento es al notar que ellos hablaron de todo el período del Nuevo Testamento como “los últimos días.”
Primero, los autores del Nuevo Testamento llamaron a los días de Jesús y sus apóstoles, “Los últimos días” o escatón como podemos ver en Hebreos 1:1-2.
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo. (Hebreos 1:1-2)
Aquí el autor de Hebreos se refiere al tiempo de sus lectores como los “postreros días.” Al hacer esto, él no tenía la intención de apuntar a un tiempo futuro específico antes de la venida de Jesús, sino al hecho de que a través de Jesús, Dios había hablado de una manera definitiva. Con la inauguración del reino de Jesús, los últimos días prometidos del Antiguo Testamento habían venido a la tierra.
Segundo, los escritores del Nuevo Testamento, designaron el extenso período de la historia de la iglesia como los últimos días en lugares como 2 Timoteo 3:1-5:
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. (2 Timoteo 3:1-5)
La lista de pecados que Pablo menciona se cometerán en los “últimos días” eran los pecados que estaban ocurriendo en la época de Pablo, y él estaba advirtiendo a Timoteo sobre esos pecados. Estos son pecados que también continúan ocurriendo a través de la historia. El que Pablo no se refiriera a un tiempo futuro puede verse en su exhortación “a éstos evita.” La gente malvada de los “últimos días” eran una amenaza para Timoteo porque los “últimos días” ya habían venido al mundo mediante Jesús.
Tercero, los autores del Nuevo Testamento describieron la consumación del reino al regreso de Cristo como “los últimos días.” Podemos ver esto en Juan 6:39:
Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. (Juan 6:39)
Aquí Jesús enseñó a sus discípulos acerca de su relación con el Padre. Su referencia a “en el día postrero” apunta hacia el día final cuando el regrese en gloria, cuando los muertos se levantarán y Dios juzgará al mundo.
Como estos y otros pasajes lo demuestran, los escritores del Nuevo Testamento creían que todas las revelaciones de Dios desde el tiempo del ministerio terrenal de Jesús hasta su regreso en gloria tomó lugar en los últimos días. Sus enseñanzas sólo podían ser entendidas y seguidas correctamente con la estructura de la escatología en tres fases de Jesús.
Ahora estamos listos para ver como la Cristología del Nuevo Testamento, o la doctrina de Cristo, presenta a Jesús como el cumplimiento de las esperanzas escatológicas.
CRISTOLOGÍA
Veremos este tema en dos pasos. Primero, exploraremos las maneras en que la teología sistemática ha tratado con el tema de la Cristología. Y segundo veremos como los teólogos bíblicos han entendido este tema. Veamos primero la Cristología en la teología sistemática.
Teología Sistemática
En la teología sistemática tradicional, la Cristología se ha concentrado en temas que fueron de interés crítico en ciertos períodos de la historia de la iglesia. Por ejemplo: los sistemáticos se enfocaron en temas como la relación de Cristo con las otras personas de la Trinidad, la unión hipostática de las dos naturalezas de Cristo en una sola persona, los estados de Cristo humillación y exaltación, la naturaleza de su expiación, y los tres oficios de Cristo como profeta, sacerdote y rey. Sin duda, el Nuevo Testamento aborda estos asuntos, que continúan siendo temas importantes para la iglesia hoy en día.
Pero los teólogos bíblicos han tomado la Cristología en una dirección distinta. Ellos han enfatizado que los autores del Nuevo Testamento presentaron a Cristo como el único en quien cada faceta del Antiguo Testamento encuentra su cumplimiento.
Teología Bíblica
Los teólogos bíblicos a menudo apuntan al momento en el que Jesús se encontró con dos de sus discípulos en el camino a Emaús para ilustrar la importancia de Cristo en la interpretación del Antiguo Testamento. En Lucas 24:26-27 leemos estas palabras,
¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, Jesús les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. (Lucas 24:26-27)
Notemos aquí que Jesús explicó como el Antiguo Testamento habló de él. Él refirió a sus discípulos a “Moisés y todos los profetas” y a todo el Antiguo Testamento, y les enseño lo que decían de él en todas las Escrituras.” Una y otra vez, la teología bíblica a señalado que los autores del Nuevo Testamento siguieron el ejemplo de Jesús aquí tratándose a sí mismo como el cumplimiento de la escatología del Antiguo Testamento.
El Nuevo Testamento señala muchas maneras en las que Jesús cumplió las profecías acerca de los últimos días, pero el cumplimiento de las profecías no expresa adecuadamente la perspectiva del Nuevo Testamento sobre Cristo.
En su lugar, debemos entender que la esperanza escatológica del Nuevo Testamento estuvo concentrada en la persona de Jesús.
Recordemos por un momento nuestra discusión de la tipología del Antiguo Testamento en la lección anterior. En cada etapa de la historia del Antiguo Testamento, personas claves, instituciones y eventos aparecieron e indicaron las metas hacia donde Dios estaba moviendo la historia. Eran muestras preliminarias, presagios o tipos de lo que sería plenamente cumplido al final de la historia. Por esta razón, ya que Jesús era el Cristo, el Mesías que trajó el escatón, los autores del Nuevo Testamento hablaron de Cristo como el cumplimiento de todos los tipos del Antiguo Testamento.
En las etapas preliminares de la historia, Dios movió el mundo hacia su meta final, llamando a Adán a regir el mundo como el real sacerdote del reino de Dios; Jesús completa el gobierno humano sobre el mundo en los últimos días como el gran rey y el sumo sacerdote. Dios le ordenó a Noé que rescatara a la humanidad del juicio de Dios, para continuar los propósitos del reino de Dios; Jesús hace esto de una vez y por todas en el escatón a través de su muerte y resurrección, Dios le prometió a Abraham que su descendencia traería las bendiciones de Dios a todas las familias de la tierra; Jesús finalmente hace esto en los últimos días a través de la propagación del evangelio. Dios levantó a Moisés para darle a Israel la revelación de la ley; Jesús reveló la palabra final de Dios en el escatón. Dios le dijo a David que su dinastía conquistaría a los enemigos de Dios y reinaría sobre el mundo en el nombre de Dios; Jesús hace que esto suceda en los últimos días. Estos son sólo unos pocos ejemplos que ilustran como los escritores del Nuevo Testamento vieron a Jesús como el cumplimiento de las esperanzas del Antiguo Testamento.
Ahora debemos recordar que Jesús y el Nuevo Testamento explican que el cumplimiento de las expectativas del Antiguo Testamento tomarían lugar en tres fases: la inauguración, continuación y consumación del reino. Por esto, los escritores del Nuevo Testamento a menudo dirigen su atención a diferentes maneras en las que Jesús cumple, las esperanzas del Antiguo Testamento.
Por ejemplo, Jesús comenzó a cumplir el llamado a Adán a regir primero en su ministerio terrenal. Él continúa extendiendo su reinado sobre el mundo ahora. Y él reinará sobre cada centímetro de la creación, haciendo todas las cosas nuevas, cuando regrese en gloria.
Jesús cumplió el rescate de Noé de la humanidad por servir a Dios en su ministerio terrenal cuando él llamó a hombres y mujeres al arrepentimiento y ordenó a sus discípulos a bautizarlos. Él continúa haciendo esto cuando la iglesia llama a las personas alrededor del mundo a la salvación y bautismo. Y Jesús por último librará el juicio divino cuando él regrese por aquellos que lo han seguido fielmente.
Jesús también cumplió el llamado a Abraham de ser bendición al mundo entero. Primero, él y sus discípulos alcanzaron a los gentiles. Segundo, él continua haciendo esto ahora trayendo las bendiciones de salvación a las personas en todo el mundo. Y tercero, el completará este aspecto del reino de Dios cuando el llene la nueva creación con gente redimida de cada tribu y nación.
Jesús también cumplió las directrices de la ley de Moisés cuando él y sus discípulos afirmaron la ley de Dios y trajeron nueva revelación, la guía de Jesús a su pueblo continua ahora cuando su Espíritu equipa a la iglesia para propagar las enseñanzas bíblicas hasta los fines de la tierra. Y cuando Cristo regrese, cada persona en la nueva creación tendrá la ley de Dios escrita perfectamente en sus corazones.
Finalmente, Jesús también cumplirá la promesa de victoria y reinado global por la casa de David. Él hizo esto primero al conquistar a Satanás a través de su muerte, resurrección y ascensión. Su iglesia continua propagando la victoria espiritual de Cristo sobre el mundo a través del evangelio. Y cuando Cristo regrese, él juzgará a todos los enemigos de Dios y reinará sobre la creación entera como el gran hijo de David.
Estos ejemplos proveen una estructura con la cual podemos entender formas en las que los autores del Nuevo Testamento se enfocaron en Cristo como el cumplimiento de las esperanzas del Antiguo Testamento. Cristo personalmente trae un cumplimiento total de cada esperanza de la escatología del Antiguo Testamento en las tres fases de los últimos días.
Los teólogos bíblicos a menudo han entendido la soteriología o doctrina de salvación en nuevas maneras.
SOTERIOLOGÍA
Para entender lo que queremos decir, veremos este tema tocando primero la soteriología en la teología sistemática tradicional. Y después veremos como esta doctrina ha sido tratada en la teología bíblica. Consideremos primero la soteriología en la teología sistemática.
Teología Sistemática
En términos generales, los teólogos sistemáticos tradicionales han dividido la doctrina de la salvación en dos categorías básicas: historia salutis o la historia de la salvación, y el ordo salutis o el orden de la salvación. La historia de la salvación se refiere a las formas en las que Dios llevó a cabo la salvación en la historia de manera objetiva. En cambio el orden de la salvación se refiere a la aplicación de la salvación a las personas de manera subjetiva.
En la teología sistemática, la realización de la salvación, o historia salutis, ha sido estrechamente definida como la suma de lo que Dios llevó a cabo en el ministerio terrenal de Cristo. Se le ha puesto mucha atención a la expiación de Cristo. ¿Por quién murió Cristo? ¿Por qué murió por nosotros? ¿Qué logró con su muerte? En décadas recientes se le ha dado más atención a la resurrección de Cristo. ¿Por qué se levantó Cristo de la muerte? ¿Qué tiene que ver su nueva vida con nuestra salvación? Los teólogos sistemáticos también hablan de la ascensión de Cristo, su entronación en los cielos, y cómo su reinado presente afecta a aquellos que creen en él. Y ellos también hablan del regreso de Cristo en gloria bajo la categoría de la escatología. Pero aparte de estas consideraciones principales, los teólogos sistemáticos no han dedicado mucha atención a la realización objetiva de la salvación.
En cambio, los teólogos sistemáticos han concentrado la mayor parte de su atención en la aplicación de la salvación, o el ordo salutis. Este énfasis ha establecido el rumbo a seguir para la mayoría de los cristianos, enfatizando cómo la salvación debe ser aplicada a las vidas de las personas individualmente.
Aun hoy cuando usamos términos como regeneración, arrepentimiento, fe, justificación, santificación y glorificación usualmente tenemos en mente aspectos específicos de la aplicación de la salvación a individuos. En el vocabulario teológico de casi todas las ramas de la iglesia, la regeneración se refiere al nuevo nacimiento que las personas experimentan cuando inicialmente se les aplica la salvación. Arrepentimiento es cuando una persona se aparta del pecado y se acerca a Cristo. La fe es la creencia individual y la confianza en la gracia de Dios en Cristo para salvación. Justificación es la declaración forense de Dios de la justicia imputada a una persona recibida solamente a través del instrumento de la fe. El término santificación usualmente indica un crecimiento individual en santidad. Y glorificación es la completa aplicación de la salvación a una persona, la recompensa de la vida eterna.
Muchos de nosotros estamos familiarizados con las maneras en las que estos aspectos de la soteriología son discutidos en la teología sistemática. Pero la teología bíblica del Nuevo Testamento ha observado la doctrina de la salvación desde una posición diferente: perspectivas que son derivadas de las tres fases escatológicas de Jesús.
Teología Bíblica
En contraste con los teólogos sistemáticos, los teólogos bíblicos se han enfocado mucho más en el cumplimiento de la salvación, la historia salutis. Ellos han demostrado que en el Nuevo Testamento la aplicación de la salvación a los individuos se entiende bajo la estructura de las tres fases escatológicas de Jesús; el cumplimiento histórico de la salvación en él.
Imaginemos la soteriología del Nuevo Testamento como un escenario teatral. Desde la perspectiva de la teología bíblica, el cumplimiento de la salvación en Cristo forma el telón de fondo del escenario. Este telón de fondo tiene tres paneles largos que representan la inauguración, la continuación y la consumación de los últimos días. La aplicación de la salvación a la vida de un individuo es como las acciones de un personaje parado al frente del escenario. Los autores del Nuevo Testamento describieron que pasa cuando la salvación viene a un individuo, como si ellos estuvieran viendo el escenario desde tres asientos diferentes en la audiencia. Ven la experiencia personal de la salvación en conexión con los tres paneles de fondo que representan la inauguración, continuación y consumación de los últimos días.
Desde la primera posición, un seguidor de Cristo afirma su salvación al estar unido a lo que Cristo logró durante la inauguración de los últimos días. Desde la segunda posición, un seguidor de Cristo vive la salvación a través de toda su vida al unirse a lo que Cristo está logrando durante la continuación de los últimos días. Y desde la tercera posición, los seguidores de Cristo experimentarán la salvación cuando ellos se unen a lo que Cristo logrará en la consumación de los últimos días.
Es fácil ver que esta es la manera en la que los autores del Nuevo Testamento relacionaron el cumplimiento de la salvación con la aplicación de la salvación. Por ejemplo, el apóstol Pablo uso el término salvación de tres maneras básicas. Algunas veces habló de la salvación desde el primer punto de vista como algo que ya había ocurrido. Por ejemplo, leemos estas palabras en Romanos 8:24:
Porque en esperanza fuimos salvos. (Romanos 8:24)
Aquí Pablo habló de nuestra experiencia pasada de haber sido regenerados por el Espíritu Santo y puestos en un nuevo curso de vida porque fuimos unidos a lo que Cristo realizó hace 2,000 años atrás. En otras ocasiones, Pablo habló de la salvación desde la segunda posición como una realidad actual y continua en la experiencia de los creyentes. Como él escribió en 1 Corintios 1:18:
Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es a nosotros, es poder de Dios. (1Corintios 1:18)
Aquí Pablo habló de nuestra continua salvación diaria en Cristo, que está ciertamente basada en lo que Cristo hizo en la inauguración del reino, pero está también estrechamente ligada a nuestra vinculo con él en su actual ministerio celestial.
En otras ocasiones, Pablo habló de salvación desde la tercera posición como algo que estaba aún en el futuro, algo que aún esta por ocurrir cuando Cristo regrese. Como él dijo en Romanos 5:9:
Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. (Romanos 5:9)
Considerémos un notable ejemplo. La última faceta del ordo salutis es comúnmente conocido como “glorificación”. Normalmente usamos este término como una referencia de lo que pasa con los individuos cuando Cristo regrese. Pero los teólogos bíblicos han notado que hemos truncado el concepto de glorificación en el Nuevo Testamento, si lo limitamos simplemente a lo que pasará en la consumación del regreso de Cristo. Por ejemplo, Pablo escribió de la glorificación en términos de las tres fases de los últimos días, en primer lugar, él habló de esto como algo que ya había pasado a los creyentes.
Escuchemos lo que escribió en Romanos 8:29-30:
Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. (Romanos 8:29-30)
El verbo traducido como “glorificó” es edoxasen y esta forma del verbo indica un evento que ya ocurrió. Porque las personas en Cristo son unidas a la glorificación de Cristo en su resurrección y ascensión, ellos ya han recibido con él una medida de glorificación. Los creyentes ya han sido glorificados en Cristo.
Adicionalmente a esto, Pablo también señaló que la glorificación es una realidad constante para los fieles creyentes. La experiencia diaria de vivir en unión con Cristo puede también ser llamada glorificación. Como Pablo escribió acerca de sí mismo y su compañía en 2 Corintios 3:18:
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. (2 Corintios 3:18)
La frase “de gloria en gloria” es traducida del griego “apo doxēs eis doxan .” El apóstol Pablo señala aquí que la vida cristiana sirviendo a Cristo incrementa la glorificación del creyente. Y por supuesto, Pablo habló de glorificación como algo que pasa en el futuro. Muy parecido a los teólogos sistemáticos, Pablo entendió que lo seguidores de Cristo recibirían la gloria final cuando Cristo regrese. Como leemos en 2 Timoteo 2:10:
Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna. (2 Timoteo 2:10)
De manera muy similar, los teólogos bíblicos han indicado que los autores del Nuevo Testamento pensaron tanto en términos de las tres fases escatológicas de Jesús que trataron cada aspecto de la soteriología en esta misma manera.
CONCLUSIÓN
En esta lección hemos introducido los contornos de la teología bíblica del Nuevo Testamento. Hemos ganado una orientación hacia esta disciplina comparándola con la teología bíblica del Antiguo Testamento. Hemos visto el precursor de la teología del Nuevo Testamento en los desarrollos que guiaron las enseñanzas de Jesús acerca de los últimos días. Y hemos explorado como los teólogos bíblicos han tratado las tres fases escatológicas de Jesús como una estructura de gobierno para toda la teología del Nuevo Testamento. La teología bíblica del Nuevo Testamento nos ha ayudado a incrementar nuestro entendimiento de las enseñanzas de Jesús y sus discípulos en muchas maneras diferentes. Pero sobre todo, la teología bíblica nos ha mostrado como hemos de vivir por Cristo a la luz de lo que él ya ha logrado en su primera venida, como hemos de vivir por Cristo en el poder de su Espíritu hoy, y como hemos de vivir por Cristo en la esperanza de su glorioso regreso.