Conferencia
I. Introducción a Santiago y 1 Pedro
Con Santiago llegamos a la primera de las cartas que se conocen como epístolas generales o católicas; circulares que, con la excepción de 2 y 3 Juan que son muy breves, aparentemente están dirigidas a varias congregaciones y no solamente a una iglesia cristiana.
II. Contexto de Santiago
A. El autor
La tradición apoya firmemente la teoría de que el autor de este libro es el medio hermano del Señor Jesús. Santiago, hijo de Zebedeo y hermano de Juan, uno de los tres apóstoles más cercanos a Jesús, murió como mártir durante el reinado de Herodes Agripa I en 44 d.C. y probablemente demasiado pronto como para ser el autor de esta carta. El otro Santiago, el más joven o Santiago el menor, uno de los doce apóstoles, no tuvo la suficiente relevancia en la historia antigua de la iglesia como escribir este libro.
B. La fecha
Si la carta pertenece al medio hermano de nuestro Señor, entonces debe haber sido escrita en algún momento antes de 62 d.C., cuando Josefo nos cuenta que este Santiago murió como mártir. Asignarle una fecha más precisa dependerá de nuestra interpretación de la relación de esta epístola y la enseñanza del apóstol Pablo. En el capítulo 2, especialmente al leer el famoso planteo de que la fe sin obras está muerta, podemos imaginar que Santiago estaba respondiendo a una interpretación o concepción errónea, una exageración de la propia enseñanza de Pablo sobre la justificación por fe sin las obras de la ley.
Si esto es correcto, este libro se habría escrito después de la redacción de las cartas más importantes de Pablo y obviamente debería haber pasado algún tiempo para que se malinterpretaran. Entonces estaríamos hablando de fines de la década de 50 o principios de la década de 60. Por otro lado, como sugiere una pequeña mayoría de comentaristas más conservadores, bien podría haber sucedido que el lenguaje de Santiago aparentemente se oponga al lenguaje de Pablo precisamente porque este apóstol todavía no había escrito nada y Santiago no tenía forma de saber cómo plantearía las verdades Pablo o cómo se interpretarían sus propias palabras o las palabras del apóstol de Tarso. En este caso podríamos sugerir que Santiago sería prácticamente uno de los primeros, por no decir el primero de los documentos del Nuevo Testamento, y se habría redactado poco tiempo antes del comienzo el ministerio público y las cartas de Pablo a fines de la década de 40.
C. Los destinatarios
Los destinatarios son judíos cristianos. El capítulo 1:1 usa la frase «las doce tribus que están en dispersión» para referirse a los judíos cristianos de la diáspora. Como había más judíos cristianos en el sector oriental del imperio, y teniendo en cuenta que al hablarle a los destinatarios se presupone un contexto agrícola, los comentaristas generalmente piensan en algún lugar de Palestina o Siria donde había grandes comunidades rurales de granjeros, o más específicamente jornaleros, o personas que en la actualidad consideraríamos trabajadores itinerantes. Se trataba de personas sin hogar o desplazadas, quizás hasta individuos que tuvieron que dejar de trabajar sus reducidos lotes de tierra porque no podían ganar lo suficiente para vivir en una época en que los señores romanos y judíos compraban cada vez más extensiones de propiedad y creaban grandes fincas cultivadas mayormente por esclavos o jornaleros o lo que en la actualidad serían trabajadores itinerantes. Estos granjeros cristianos están recibiendo un trato injusto. Entre otras cosas, les retienen sus salarios, y Santiago les escribe para alentarlos.
D. Estructura
Probablemente Santiago sea el libro más difícil de bosquejar de todo el Nuevo Testamento, por eso hay poco acuerdo entre los comentaristas. Propondremos una estructura que modifica un enfoque sugerido en varias ocasiones. Pero para ser justos, debemos admitir que es bastante posible que dotemos a la epístola de más unidad y más estructura (a la luz de nuestra tendencia occidental a ser estructurados) de la que originalmente debe haber tenido en mente el autor. De cualquier modo, nuestro bosquejo nos permite ver los temas claves que resalta Santiago, aun cuando imponga un poco más de uniformidad en el estilo de redacción del autor de la que realmente tenía.
III. Análisis de Santiago
El capítulo 1 nos presenta tres temas claves que parecen tener relevancia y explicar bastantes enseñanzas importantes de Santiago en esta epístola.
A. Planteo de los tres temas claves (1:1 -11)
(1) El primero, presentado en los versículos 2-4 después del saludo del primer versículo, tiene que ver con las pruebas. Se nos enseña que debemos tener por sumo gozo cuando nos hallemos en diversas pruebas. Evidentemente el autor generaliza, aunque básicamente podríamos relacionarlas con un contexto de persecución e injusticia económica. (2) En los versículos 5-8 del capítulo 1 nos encontramos con el tema de la sabiduría. Si alguno de nosotros tiene falta de sabiduría debe pedírsela a Dios, quien da abundantemente y sin reproche. Y debemos pedir con fe, sin dudar. En este contexto es claro que Santiago se refiere a la fe que cree que en el Dios de Jesucristo como Aquel que responde nuestras oraciones. El autor no está afirmando que debemos conocer por anticipado cuál será la respuesta a nuestros pedidos. (3) El tercer tema, en los versículos 9-11, explícitamente tiene que ver con la riqueza y la pobreza y cómo, en un contexto cristiano, los creyentes deben interpretar estas condiciones socioeconómicas. Los cristianos pobres pueden gloriarse en su exaltación en Cristo; y los ricos deben reconocer que la riqueza terrenal es completamente efímera y por eso deben humillarse ante Dios.
B. Replanteo de los tres temas claves (1:12-27)
Entonces parecería que el capítulo 1 retoma estos tres temas y los amplía. El
fragmento de 1:12-18 vuelve al tema de las pruebas, pero la misma palabra griega traducida como «prueba» con el sentido de una circunstancia externa adversa, también significa «tentación» y este es el concepto con el que se la traduce del versículo 13 en adelante; es decir, cuando un cristiano responde inadecuadamente a las circunstancias externas adversas permite que se produzca una situación que lo seduce a pecar. Cuando sucede eso, resalta el autor, los creyentes no deben culpar a Dios. Dios nunca tienta a nadie. En cambio, deben asumir su propia responsabilidad proveniente de sus deseos o su naturaleza pecaminosa, caída y humana.
La sección de 1:19-26 desarrolla el tema de la sabiduría asociándola con hablar como corresponde. El versículo 19 resume lo que probablemente sea la idea principal: debemos ser prontos para oír y tardos para hablar. Oír tiene el sentido de «escuchar y obedecer». El versículo 27 vuelve a la cuestión de los desposeídos (la riqueza, la pobreza y las circunstancias socioeconómicas) con una definición importante y sorprendente de la religión verdadera: preocuparse por los huérfanos y las viudas que sufren (el aspecto del cristianismo que tiene que ver con la preocupación social) pero guardarse sin mancha del mundo (la dimensión piadosa, religiosa o espiritual de la fe cristiana). Luego se desarrolla el tercer argumento. Como veremos, pareciera que estos temas se exponen en orden inverso en los capítulos restantes.
C. Ampliación del tercer tema (2:1-26)
La riqueza y la pobreza ocupan la atención del autor en todo el capítulo 2. Los versículos 1-13 explícitamente plantean el caso de un extraño bastante adinerado que entra en la congregación cristiana, en contraste con alguien bastante pobre, y la injusticia de los cristianos que podrían sentirse tentados a discriminar en favor del rico y en contra del pobre. La escena de los versículos 1-4 bien podría suceder en la sala de una audiencia cristiana. Nos encontramos con bastante vocabulario jurídico en este pasaje, y sabemos por la práctica judía antigua que a los judíos se les prohibía llevar sus disputas internas ante un tribunal civil pagano. Pablo mismo alienta a los cristianos a tener sus propias cortes de arbitraje en 1 Corintios 6 y podría ser que los cristianos judíos estuvieran llevándolo a cabo en este contexto. Entonces, el cristiano adinerado no debe tener favoritismos, porque, como lo expresa 2:5, Dios ama especialmente a los pobres que lo aman a Él y a ellos elige. De estos versículos proviene el énfasis adecuado de ciertas ramas de la teología moderna en lo que se denomina la opción preferencial de Dios por los pobres, aunque debemos resaltar que en este contexto no se trata de todos los pobres, sin tener en cuenta sus compromisos religiosos, sino los pobres cristianos.
En 2:14-26 nos encontramos con la porción más famosa de la carta de Santiago: el planteo de que la fe sin obras está muerta. Lo que a menudo se pierde de vista es que este debate se introduce en los versículos 14-17 después de una ilustración específica relacionada con diferentes circunstancias socioeconómicas. El hermano que esté en posición de ayudar a los desprotegidos de la comunidad cristiana y se rehúsa a levantar un dedo para hacerlo no puede ser salvo, como dice Santiago claramente y más en el idioma original que en muchas de nuestras traducciones modernas. Si no tenemos buenas obras, Santiago continúa generalizando, que surjan como producto de la fe (incluido como el anexo A en el área de mayordomía cristiana), cualquier profesión de fe que se pueda hacer simplemente resulta vacía.
¿Cómo armonizamos estas afirmaciones tan vehementes con la enseñanza de Pablo a los Gálatas y Romanos en particular, sobre la justificación por fe y no por las obras de la ley? Martín Lutero luchó con este problema e hizo el famoso comentario de que sentía que la epístola de Santiago era «una epístola de paja», un escrito no demasiado importante o relevante en el canon, quizás hasta de dudosa canonicidad. Es casi seguro que esta opinión de Santiago sea errónea, porque Pablo deja bien en claro varias veces que el tipo de fe que predica produce buenas obras. Por ejemplo, Gálatas 5:6 «la fe que obra por el amor», o Efesios 2:10, después de los famosos versículos que analizamos en la lección anterior sobre ser salvos por gracia por medio de la fe, dice que fuimos «creados en Cristo Jesús para buenas obras»; somos la «hechura» de Cristo Jesús. Entonces tanto Santiago como Pablo, y todos los escritores del Nuevo Testamento, coinciden en que las obras necesariamente deben ser el producto de la fe. Solo resaltan que esas obras en y por si mismas no salvan, sino que la fe es el fundamento principal y +básico.
La manera más simple de entender la diferencia entre Santiago y Pablo sería analizar cómo cada uno de ellos define los términos que usa. Cuando Pablo habla de fe, se refiere a una fe cristiana completa; y las obras que menosprecia no son las obras cristianas sino las obras de la ley, las que cumplían los judíos para salvarse fuera de la fe en Jesucristo. Sin embargo, Santiago usa la palabra «fe» con el significado del monoteísmo o la creencia judía. Por ejemplo, en 2:19 Santiago dice que hasta los demonios tienen esta clase de fe, es decir, creen que Dios es uno. Por otro lado, cuando este autor habla de las obras se refiere a las obras cristianas que surgen de la salvación por fe; entonces, no hay contradicción entre los autores.
D. Ampliación del segundo tema (3:1-4:17)
El pasaje de 3:1-4:17 analiza dos temas relacionados: la lengua y la sabiduría. Comienza advirtiéndoles que no deseen hacerse maestros demasiado rápido debido al peligro de los pecados de la lengua, especialmente cuando muchas personas escuchan y muchos pueden ser influenciados. Desde la mitad del capítulo 3 y en todo el capítulo 4, el autor desarrolla el tema de la sabiduría, comparando la sabiduría verdadera y divina con la sabiduría terrenal que proviene de la carne y el demonio. Especialmente en 4:2, en el contexto de estos dos temas de la lengua y la sabiduría, nos encontramos con enseñanzas claves sobre la oración, que nos explican por qué no obtenemos ciertas cosas que Dios quiere darnos, y es porque no pedimos (o quizás, si analizamos la forma verbal griega en tiempo presente, porque no hemos pedido con suficiente perseverancia). En otros casos, como sigue diciendo el texto, no lo obtenemos porque nuestras motivaciones son erróneas; simplemente pedimos de manera egoísta. Y 4:13-17 incluye una tercera enseñanza importante sobre las oraciones sin respuesta: a veces simplemente no tenemos en cuenta la voluntad del Señor; su voluntad podría ser diferente a la nuestra.
E. Ampliación del primer tema (5:1-18)
El capítulo 5 vuelve al tema de las pruebas. Los versículos 1-12 evidentemente se encuentran en este contexto. Los versículos 13-20 pueden considerarse una conclusión de toda la epístola, pero 13-18 también abordan el tema de la enfermedad, que bien puede interpretarse como una continuación del tema de la respuesta de los cristianos a las pruebas. Los versículos 1-6 describen en detalle a los patrones ricos y declaran que su juicio y condenación son un hecho. Como los creyentes pueden estar seguros de que Dios juzgará, los reivindicará y los vengará de sus opresores, no tienen que sublevarse ni tomar las armas. Pero los versículos 7-12 van más allá de simplemente alentar a los cristianos a ser pacientes, orar y esperar que Dios haga justicia por su mano. Comparan la forma en que deben actuar los cristianos con los profetas de antaño, conocidos por denunciar con sus mensajes las injusticias de la época, y con Job, que con una paciencia para nada pasiva elevó sus quejas con vehemencia a Dios. Los cristianos que sufren injusticias contra ellos o sus semejantes tienen todo el derecho y todas las posibilidades de asediar a Dios con sus lamentos y llamar la atención directamente de todos los que estén en derredor y quieran escuchar, y quizás también los que no quieran, sobre esas injusticias. Pero no hay precedentes, ni aquí, ni en ningún otro lugar del Nuevo Testamento, de resistencia violenta contra la injusticia del mundo.
F. Aplicación
Cuando pensamos en Santiago surgen dos temas que tienen importancia en la actualidad. Uno está relacionado con la mayordomía cristiana y el uso del dinero. Como resaltamos en otras ocasiones, por ejemplo en las parábolas de Lucas y 2 Corintios 8 y 9, un aspecto importante de enseñanza nueva, y en realidad más relevante de lo que es en muchos contextos actuales, es lo que podríamos llamar el «señorío de la salvación». A menos que Jesús sea Señor de todo, no es Señor de nada, y ese todo incluye nuestras billeteras. El movimiento contemporáneo de la teología de la liberación llama la atención a otro de los temas de Santiago, concretamente la necesidad de denunciar y luchar contra la injusticia que vemos en nuestro mundo. Aunque la teología de la liberación a veces se haya equivocado al transformar esto en una violenta revuelta, es extremadamente necesario que los aspectos sociales no estén divorciados de los aspectos espirituales del cristianismo.
IV. Contexto de 1 Pedro
La siguiente epístola general que tenemos en la secuencia canónica es 1 Pedro. Esta carta, que el primer versículo le atribuye al apóstol Pedro, también se cree que fue redactada con la ayuda de Silas (5:12), lo cual quizás explicaría la diferencia con el estilo de 2 Pedro. Primera Pedro 5:13 afirma que fue escrita en Babilonia. Sabemos que desde la época del Antiguo Testamento esta ciudad estaba en ruinas, por lo que es casi seguro que se trate de una palabra clave para referirse a Roma, como veremos con más claridad en Apocalipsis y como sabemos que se usa en la literatura actual. Pedro probablemente esté escribiendo casi en la misma época en que se redactó Hebreos; al comienzo o inmediatamente antes de la persecución de Nerón en 64, a los cristianos de
Asia Menor y otras provincias que forman Turquía en la actualidad. En 1:1 se enumeran estas provincias. Entonces, Pedro, que durante parte de la década de 60 estuvo en Roma, desde allí les escribió a las comunidades de oriente.
Al igual que Santiago, dice que sus destinatarios son los expatriados de la dispersión, para referirse a los judíos de la diáspora. Pero 2:10 y 4:3 dejan en claro que la mayoría de cristianos de estas comunidades asiáticas provienen de contextos gentiles. En realidad, una de las contribuciones importantes de la teología de Pedro para comprender la identidad cristiana, es el gran número de términos que usa en toda la epístola, y particularmente en los primeros versículos del capítulo 2, donde habla del «linaje escogido», la «nación santa», el «real sacerdocio», etc. Estas frases originalmente se referían solamente a las personas de raza judía o a los prosélitos completos o sea, que se habían convertido al judaísmo, pero ahora se aplican a toda la iglesia de Jesucristo, tanto a gentiles como hebreos.
Vimos que Pablo normalmente comenzaba exponiendo la teología y luego incorporaba las exhortaciones; Hebreos intercalaba ambas en la misma secuencia; pero Pedro se ocupa básicamente de exhortar incorporando algunos pasajes teológicos breves, densos y compactos. Estos fragmentos a menudo se asociaron con posibles liturgias bautismales en el contexto del cristianismo del primer siglo.
V. Análisis de 1 Pedro
A. Introducción (1:1-12)
El pasaje de 1:1-12 comienza con el saludo y el agradecimiento típicos de una epístola. En realidad, 1 Pedro se ajusta bastante más a la estructura epistolar común, dejando de lado el cuerpo de la carta y la relación entre exhortación y exposición, que las otras epístolas generales.
B. El llamado a la santidad cristiana (1:13-2:10)
De 1:13 a 2:10 tenemos la primera sección importante del cuerpo donde, como la epístola a los Hebreos, el autor comienza a prever de qué maneras los cristianos pueden afrontar el sufrimiento y la persecución que parecen avecinarse. La primera estrategia es vivir en santidad. Esto ocupa una buena parte de los capítulos 1 y 2 y culmina con la primera confesión cristológica, el modelo de vida y conducta santa del mismo Jesús que puede inspirar y capacitar a estos cristianos asiáticos para que lo imiten. Sin embargo, la idea central del cuerpo de 1 Pedro nos recuerda las secciones de Efesios y Colosenses que denominamos «código doméstico». En estos pasajes Pedro tiene instrucciones que regulan las relaciones entre esposos y esposas, y entre amos y esclavos. En lugar de hablar sobre los hijos y los padres, que sería el tercer par de relaciones, expone sobre el gobierno y los ciudadanos, un tema relevante si es que está creciendo la persecución gubernamental o imperial.
C. Los principios de la sumisión (2:11-3:22)
La primera de estas secciones en realidad es la que trata sobre ciudadanos y esclavos (2:11-25). Aquí, al igual que en los casos expuestos en el código doméstico que ahora se amplía para incluir todo el imperio, los que están es posición de subordinación, es decir los destinatarios de la carta, son alentados a someterse, cooperar, respetar, ser ciudadanos ejemplares y buenos y no sublevarse a pesar de las circunstancias cada vez más difíciles en las que se encuentran.
Esta misma práctica de cooperar y respetar luego se aplica en 3:1-7, después de la segunda confesión cristológica que inspira la enseñanza de Pedro en estos capítulos; concretamente, la forma en que Jesús se abstuvo de luchar o responder cuando fue arrestado y crucificado. De la misma manera, las esposas pueden ganar a sus maridos no creyentes con su testimonio silencioso. Pero también resulta interesante que a los esposos les manda que no abusen de su posición de autoridad para que sus oraciones no tengan estorbo. Deben tratar a sus esposas con respeto, como «vasos más frágiles», término que bien podría referirse a la posición más vulnerable en la que se colocarían las mismas esposas con su sumisión voluntaria.
En tercer y último lugar, Pedro se dirige a los esclavos y los amos, y a toda la iglesia, en estos capítulos 2 y 3, culminando la exposición sobre la sumisión y los principios relacionados con una tercera confesión cristológica en 3:18-22. Esta probablemente sea la parte más desconcertante de 1 Pedro. Dice que Cristo predicó a los espíritus encarcelados. Durante la historia de la iglesia se ha interpretado que es una referencia al estado intermedio de Jesús entre la muerte y la resurrección, cuando descendió al infierno o al Hades y les dio la oportunidad de salvarse a los que no habían escuchado el evangelio anteriormente. Hay otras variaciones de esta interpretación, pero la más probable es que sea una referencia al ministerio de Cristo entre las apariciones después de la resurrección y su ascensión, cuando proclamó la victoria sobre los ángeles caídos. El término «espíritus encarcelados» sin otro calificativo, cuando se usa en el plural en el Nuevo Testamento, sin excepciones se refiere a los ángeles o los demonios; y parecería más probable y más coherente con el hecho de que ningún otro texto del Nuevo Testamento diga que después de la muerte existe la oportunidad de escuchar o recibir la salvación si no se aceptó la oferta de salvación de las Buenas Nuevas del Evangelio. Entonces se trataría del anuncio de Cristo de su victoria sobre la muerte.
D. Invitación a perseverar (4:1-5:14)
El pasaje de 4:1-5:11 incluye un llamado a perseverar a pesar del sufrimiento. El versículo 4:19 probablemente sea el resumen clave no solo de esta sección sino de toda la epístola y aquí Pedro les pide a los que están padeciendo, que encomienden sus almas al Creador, que guarden su fidelidad religiosa y espiritual pero también que sigan haciendo el bien y no se aíslen de la sociedad a pesar de lo difícil que resulte seguir siendo buenos testigos cristianos.
E. Conclusión (5:12-14)
En 5:1-14 tenemos las secciones finales típicas de las cartas con varias exhortaciones, entre ellas, el pedido a los ancianos de que se conduzcan como cristianos fieles y luego los saludos finales tradicionales.
F. Resumen
Podemos resumir el mensaje de 1 Pedro desde dos enfoques diferentes, que a veces se han considerado interpretaciones opuestas pero que en realidad pueden resultar complementarias. Por un lado, se ha dicho que 1 Pedro es una carta que describe el «hogar de los desamparados», aquellos que son refugiados literales o al menos espirituales, y para quienes este mundo es un lugar muy inhóspito y donde no les es fácil vivir. En los llamados a ser santos y en los pasajes sobre el código doméstico hay varias sugerencias de que la comunidad cristiana debe funcionar como una familia, que debe ofrecer un modelo alternativo cuando el mundo no es un refugio o lugar seguro; un hogar para los refugiados o los desamparados desde el punto de vista espiritual.
Pero tenemos que resumir toda la carta de 1 Pedro, siguiendo la famosa frase de Jeremías, que los cristianos, al igual que los judíos durante el exilio a Babilonia, debían «buscar el bienestar de la ciudad». Tenemos la tentación, como la han tenido los cristianos en muchos períodos históricos, especialmente ante circunstancias adversas, de crear una comunidad, un hogar próspero y saludable para los desamparados, pero con estilo monástico, o de alguna manera aislarnos de la participación social activa. Pedro insta a sus oyentes a seguir haciendo el bien, seguir dando testimonio, dar cuentas de la esperanza que tenemos (3:15), ante un prójimo implacablemente hostil. Juntas, estas dos funciones darán origen a una comunidad cristiana protectora y saludable y constituirán un arma evangelística poderosa y el motor que hará crecer la iglesia en cualquier circunstancia que se encontrare.