Conferencia
I. Introducción a la evidencia arqueológica – Parte 3
En esta sección analizaremos más descubrimientos arqueológicos que pueden brindar información valiosa sobre las ciudades relevantes del Nuevo Testamento. Después de estudiar esas ciudades podrás utilizar el conocimiento adquirido para redactar el trabajo de investigación final.
II. Palestina
Existen muchos sitios en Palestina relacionados con Jesús y el Nuevo Testamento, pero solo estudiaremos tres yacimientos arqueológicos importantes: Capernaum, Cesarea de Filipos y Samaria.
A. Capernaum
Era una de las treinta ciudades pesqueras más grandes de la costa del mar de Galilea, ubicada unos cinco kilómetros al sudoeste del estuario del Jordán. Fue donde Jesús estableció el centro de operaciones para la mayor parte de su ministerio público (Mt. 4:13). Mateo 9:1 la llama «su ciudad». El descubrimiento reciente de un mojón romano en Capernaum contribuye a demostrar que había un camino romano que atravesaba la ciudad y explica la presencia de un centurión de Roma en una localidad básicamente judía (Mt. 8:5-13; Lc 7:1-10). Como era un puerto de ingreso de caravanas provenientes del rico oriente, también era lógico que contara con una aduana importante, cuyo funcionario se convertiría en discípulo de Jesús (Lc. 5:27-28; Mt. 9:9).
El nombre «Capernaum» proviene de una forma griega del nombre hebreo Kefar Nahum, que significa «pueblo de Nahum». Este Nahum, prácticamente desconocido para nosotros, debe haber sido el dueño original de la tierra donde se emplazó la ciudad. No debemos confundirlo con el profeta del Antiguo Testamento del mismo nombre. Según lo que sabemos por fuentes antiguas, el poblado fue fundado en el segundo siglo a.C.
Más allá de las confusiones debido al nombre, también se debate el lugar de asiento exacto de la ciudad. En la actualidad se propusieron dos sitios separados por unos dos kilómetros y medio: Khirbet Minyeh y Tell Hum, como se llaman en árabe. Ambas ruinas están al noroeste del mar de Galilea, pero Khirbet Minyeh está un poco más adentro mientras que Tell Hum, cuyo nombre es muy parecido a Kefar Nahum, se sitúa bien en la costa del lago. Desafortunadamente, Khirbet Minyeh nunca fue excavado, por lo que Tell Hum se ha convertido en la opción contemporánea y la que actualmente se asocia a Capernaum.
Los franciscanos adquirieron el lugar de Tell Hum en 1894. Para evitar el continuo saqueo de las ruinas por piedras para construcción, cubrieron el área con tierra. En la excavación parcial se encontraron muchos yacimientos. Uno de los más importantes es la sinagoga del tercer o cuarto siglo, que bien podría estar enclavada en el mismo sitio que la que se menciona en Lucas 7:5. Medía unos 20 metros de longitud, tenía dos pisos de alto y fue construida con piedra caliza blanca y no con el basalto negro que abunda en el área. Los asientos principales siguen ubicados a los costados. En el extremo sur del edificio, hay un arca de la ley representada en una piedra.
Desde mediados del segundo siglo, la región que rodea el lago se convirtió en el reducto del judaísmo rabínico. Como los cristianos no eran tolerados en el área, la tradición sufrió una seria ruptura que generó debates muy intensos en torno a la identificación de lugares específicos como la casa de Pedro. En el cuarto siglo, muchos peregrinos cristianos comenzaron a visitar el lugar.
B. Cesarea de Filipo
Era una ciudad al pie sudoeste del monte Hermón, sobre una terraza rocosa, unos 350 metros sobre el nivel del mar. Un cueva cercana, de la que fluye un arroyo que alimenta el río Jordán, en la antigüedad también albergaba un santuario que podría haber estado dedicado al culto a Baal-gad o Baal-hermon en la época del Antiguo Testamento (Jos. 11:17). Los colonizadores griegos del área dedicaron el santuario al dios griego Pan y las ninfas, y en tiempos del Nuevo Testamento la cueva se llamó Paneion y el territorio aledaño Paneas. El término sobrevive en el nombre contemporáneo de Banias.
En 20 a.C. Augusto le dio el territorio a Herodes el Grande, quien construyó un magnífico templo de mármol blanco en honor al emperador. Después de la muerte de Herodes en 4 a. C., el lugar pasó a pertenecer a la tetrarquía de Filipo, quien reconstruyó y embelleció el pueblo, cambiándole el nombre a Cesarea en honor al emperador Augusto. Filipo le añadió su propio nombre para diferenciarla de la ciudad de Cesarea Marítima. En los tiempos de Cristo, Cesarea de Filipo era un centro de la civilización greco romana, con una gran población pagana. Los alrededores de la ciudad se conocían como «la región» (Mt. 16:13) o «las aldeas» (Mc. 8:27).
Agripa II le prestó un poco de atención durante el principado de Nerón, y hasta le volvió a cambiar el nombre por Neronias, denominación que no perduró. La última vez que se usó, de acuerdo con las monedas encontradas, fue en la época de Marco Aurelio. Después de la caída de Jerusalén, Tito llevó a cabo espectáculos de gladiadores en esta ciudad. Los cruzados establecieron su fortaleza en el lugar entre 1130 y 1165.
C. Samaria
Después de Jerusalén y Babilonia, Samaria es la ciudad importante que más se menciona en la Biblia. Es especial porque parece ser la única localidad relevante fundada por los israelitas. Omri la construyó específicamente para que funcionara como capital del reino del norte (1 R. 16:24), y como tal contribuyó mucho con la historia y la cultura de Israel en la antigüedad.
Samaria estaba unos 68 kilómetros al norte de Jerusalén y aproximadamente 40 kilómetros al este del mar Mediterráneo. A más de 90 metros sobre el nivel del mar, encima de un exuberante valle de viñedos y un huerto de olivos (Is. 28:1), y enclavada entre tres colinas, constituía un puesto de observación fácil de proteger. La colina de Samaria también era ideal para controlar varias rutas comerciales que atravesaban la región. La ciudad actualmente está en ruinas, siendo la pequeña localidad árabe de Sebastiyeh el único lugar que se conserva en el extremo oriental del terreno.
Después de que Pompeyo anexara Palestina en 63 a.C., el procónsul Gabinio restauró la ciudad de Samaria, que había llegado a tener unas 12 hectáreas. Herodes el Grande rodeo toda la colina con un muro fortificado, lo que amplió el territorio a más de 80 hectáreas. Las construcciones más imponentes eran la entrada occidental con sus dos inmensas torres circulares, el templo de Augusto con sus terrazas y su escalera monumental, y el estadio. El poblado se llamó Sebaste (forma griega de Augusto) en honor al emperador Romano.
Cuando los judíos se rebelaron en 66 d.C., los rebeldes capturaron y quemaron la ciudad. Pero durante el reinado del emperador Romano Septimio Severo (193-211 d.C.), la ciudad alcanzó su gloria suprema. Fue renovada con una calle con columnas, un teatro, un templo en honor a Kore y una basílica con un foro contiguo. Cuando el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano, los templos paganos de Sebaste quedaron fuera de uso y la basílica del foro se convirtió en una catedral. En 634 la ciudad fue conquistada por los árabes y quedó en ruinas.
III. Los viajes de Pablo
Repetimos que sería de utilidad revisar la evidencia arqueológica de todas las ciudades que visitó el apóstol, pero nos limitaremos a las tres más importantes: Éfeso, Corinto y Atenas.
A. Éfeso
Era una ciudad portuaria importante de la provincia romana de Asia. En la antigüedad se ubicaba al sur del río Caístro, unos seis kilómetros río arriba de la desembocadura de este en el mar Egeo, casi frente a la isla de Samos. La presencia del templo de Artemisa (Diana) le añadía importancia desde el punto de vista comercial. Durante las primeras etapas del cristianismo fue tan importante que la población de Éfeso debe haber superado los 250000 habitantes.
Éfeso se sitúa en la intersección de dos rutas terrestres principales: el camino costero que corría hacia el norte, pasando por Esmirna y Pérgamo hasta Troas (cerca de donde antiguamente estaba Troya); y la ruta occidental hasta Colosas, Hierápolis, Laodicea y las regiones de Frigia y alrededores. También podemos considerar que Éfeso es el punto de partida de un tipo de ruta postal (según el orden de las siete ciudades de Apocalipsis 2 y
Los restos de Éfeso, uno de los yacimientos clásicos y de las atracciones turísticas destacadas de Turquía, se encuentran cerca de Selcuk, unos 70 kilómetros al sur de Esmirna. La ciudad estaba enclavada entre dos cadenas montañosas que básicamente iban de norte a oeste. La cadena occidental constituye el fondo del puerto de la ciudad mientras que la cadena oriental sirvió de plataforma para la construcción de un teatro (Hch 19:29) que albergaba a más de 24000 personas en 66 hileras de asientos con un inmenso escenario de unos 35 metros por 21 metros. Aunque se encuentre en ruinas, la acústica del lugar sigue siendo excelente.
Al norte del teatro tenemos las ruinas de un fabuloso estadio donde probablemente se hayan celebrado numerosos eventos atléticos. El extremo oriental también puede haber sido usado para batallas de gladiadores y combates con bestias salvajes. La inmensa calle principal de mármol, la vía Arcadia, iba de norte a oeste desde el teatro hasta el puerto, y a ambos lados la adornaban elaboradas columnas. Entre los restos podemos mencionar fabulosos baños, la que otrora fuera la bellísima fuente de Trajano, una biblioteca y una espectacular ágora o mercado. El templo de Artemisa se ubicaba una milla al noreste de la ciudad. La ornamentación del poblado continuó hasta los días del saqueo de los godos en 263 d.C. Parece que Éfeso era uno de los centros estratégicos del mundo conocido.
B. Corinto
La Antigua ciudad de Corinto estaba situada en el extremo sudoeste de un estrecho istmo que une el sur de la península griega con el continente. Era el centro de un complejo que iba desde el puerto Lequeo en el golfo de Corinto, más de dos kilómetros al norte, hasta el puerto de Cencreas en el golfo Sarónico, unos diez kilómetros al este. Su ubicación estratégica explica su importancia. Un viaje por mar costeando la punta de la península era largo y peligroso. Tantos eran los riesgos que los capitanes preferían descargar los buques más grandes y transportar la carga por el istmo unos ocho kilómetros hasta donde podían esperarla otros navíos. Además de los puertos, Corinto controlaba la ruta terrestre desde el Peloponeso y la península, lo que la convertía en uno de los cruces más importantes del mundo antiguo.
Fue destruida en 146 a.C. por el general romano Lucio Mumio en represalia por el levantamiento anti romano en la ciudad. Julio Cesar la reconstruyo en 46 a.C. como colonia romana y estableció allí a muchos hombres libres romanos. Augusto convirtió a Corinto en la capital de la provincia de Acacia y muchas obras públicas del emperador Adriano realzaron su belleza.
El monumento más importante era el Acrocorinto, un monte de 570 metros de altura al sur de la ciudad. En el pico más alto se erguía el templo de Afrodita. Las 1000 prostitutas que prestaban servicio en el lugar contribuían con la reputación de inmoralidad de la ciudad. La plaza central era una de las más grandes del Imperio Romano. Estaba dividida en dos niveles por una hilera incompleta de edificios. La elevación del sector sur, unos dos metros más alta que la parte norte, era conocida como el ágora superior. Estaba reservada básicamente para actividades administrativas, mientras que el ágora inferior, que medía el doble, se usaba para los intercambios comerciales de los habitantes. W. L. Lane en «Major Cities of the Biblicar World» dice lo siguiente:
Para Pablo, Corinto era el lugar ideal para funcionar como base de la misión cristiana. Como no había servicio postal, era muy conveniente residir en un próspero centro comercial y de transporte marítimo desde donde se podía viajar y tener comunicación con cualquier parte del Imperio. (N. del T.: Traducción libre, p. 94).
La ciudad romana fue saqueada por hordas de godos en el tercer y cuarto siglo. Cuando los godos la destruyeron en 521, Procopio pensó que Dios estaba abandonando el Imperio Romano El emperador Justiniano la volvió a fundar y en la edad media estuvo bajo el dominio de los normandos, los venecianos y los turcos. El emplazamiento antiguo fue abandonado en 1858 debido a un fuerte terremoto. Se construyó una ciudad nueva cerca del golfo y más al este.
C. Atenas
La diosa Atenea está íntimamente relacionada por su nombre y su influencia con Atenas, ciudad dominada por la residencia de la doncella, el Partenón, templo que ha llegado a representar todo el arte griego. Todavía se debate si la diosa recibió el nombre por la ciudad o la ciudad en honor a la diosa. Para los atenienses, simplemente era la diosa o theos. Atenas era la ciudad más importante de Ática en la antigüedad, la capital del mismo distrito en la época del Nuevo Testamento, y la capital de la república de Grecia en tiempos modernos.
Se ubica a unos ocho kilómetros del mar Egeo sobre una angosta llanura entre el monte Parnés al norte, el monte Pentélico al este y el monte Imitós al sudeste. Originalmente fue ocupada por habitantes del neolítico porque su Acrópolis se podía defender con facilidad y contaba con un suministro de agua accesible. Ática es una de las regiones más secas de Grecia pero la lluvia es suficiente para cultivar olivares y viñedos. La exportación de aceite de oliva y vino era una de las principales fuentes de prosperidad de Atenas. Además, en los alrededores había yacimientos de arcilla excelente para fabricar cerámica y se extraía plata y plomo en Laurium, al sudeste de Ática. El hermoso mármol extraído de los yacimientos del monte Pentélico servía para el uso local y la exportación.
El ágora consistía en un gran espacio abierto rodeado de edificios cívicos y religiosos. En este lugar, al igual que en la sinagoga, Pablo debatió con los ciudadanos, entre los cuáles se escondían estoicos y epicúreos. El Areópago se ubicaba directamente al sur del ágora, (Hch. 17:15-34) y la Acrópolis al sudeste. La Acrópolis consistía en una colina imponente de casi 160 metros de alto, a la que normalmente se accedía por el oeste a través una puerta ornamentada conocida como Propylaea. En la cima de la colina se erguía majestuoso el Partenón, que contenía una estatua de oro y marfil de Atenea hecha por Fidias, escultor de Pericles. El Erecteion dominaba el norte. Era un templo construido en honor a Erecteo, héroe semi-divino que se considera el primer rey de Atenas. El Pritaneo, o sede del poder ejecutivo, donde se mantenía siempre ardiendo el fuego sagrado de la ciudad, estaba en la ladera norte de la Acrópolis, al este del ágora.
Aquí hizo su discurso Pablo para los atenienses una vez que visitó la región. Al respecto, G. R. Osborne, en «Major Cities of the Biblical World», expresa lo siguiente:
El discurso de Pablo (Hch. 17:22-31) es un modelo para comprender hasta qué punto el contexto determina el contenido, y debe analizarse brevemente ya que pertenece a la historia y la cultura de Atenas. La preocupación de los atenienses por los ídolos se convierte en el punto de contacto del apóstol, quien usó la religiosidad de manera positiva y no negativa. . . . Este mensaje, como muchos otros de la Escritura, demuestra que el Evangelio vivo debe y puede ser pertinente tanto cultural como intelectualmente. (N. del T.: Traducción libre, pp. 30-31).
Con este estudio finalizamos las conferencias; llegó el momento de que apliques lo que aprendiste hasta ahora.