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INTRODUCCIÓN

Hace años, se hizo un reporte de personas atrapadas en un edificio en llamas. Un joven entró y le siguieron a un lugar seguro. Las historias de los sobrevivientes revelaron que era un bombero voluntario que trabajaba en el edificio. A pesar de que murió, salvo a muchos otros.

Lucas describe a Jesús como el que salva. Nos demos cuenta o no, la humanidad está perdida y desesperada, sin ayuda ni esperanza. No hay escapatoria del juicio. Pero el evangelio de Lucas nos recuerda que a costa de su propia vida, Jesús vino a salvarnos.

Esta es la cuarta lección en nuestra serie “Los Evangelios”, y la hemos titulado “El Evangelio Según San Lucas”. En esta lección, exploraremos como leer el tercer evangelio del Nuevo Testamento con un mayor entendimiento, y como aplicar sus enseñanzas a nuestras vidas.

Exploraremos el evangelio de Lucas en tres etapas. Primero, consideraremos el trasfondo del evangelio de Lucas. Segundo veremos su estructura y contenido. Y tercero, observaremos algunos de sus temas principales. Comencemos con el trasfondo del evangelio de Lucas.

TRASFONDO

Veremos el trasfondo del evangelio de Lucas considerando su autor, su audiencia original y la ocasión o circunstancias de su escritura. Vayamos primero a su autor.

AUTOR

Desde el principio, debemos mencionar que el evangelio de Lucas es ampliamente reconocido como el primero de dos volúmenes. El segundo volumen es “El Libro de los Hechos.” Y debido a esto, preguntas sobre la autoría de Lucas están envueltas con preguntas acerca de la autoría de Hechos. Escuchemos el prefacio del evangelio de Lucas en Lucas 1:1 al 4:

Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. (Lucas 1:1-4)

Y comparemos este pasaje con el prefacio similar en Hechos 1:1 y 2, donde dice:

En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba. (Hechos 1:1-2)

Estos dos prefacios indican que el autor escribió a alguien llamado Teófilo. Y el prefacio de Hechos hace referencia a un primer libro. Esto ha dirigido a los académicos a concluir que el primer libro fue el evangelio de Lucas.

Hay también otra evidencia de que la misma persona escribió estos dos libros. El estilo del griego de Lucas es similar al griego de Hechos, pero muy diferente al estilo de los otros evangelios. Los libros también enfatizan temas similares, como el ofrecimiento universal del evangelio, el trabajo del Espíritu Santo, el irresistible poder de la voluntad y palabra de Dios, y la descripción frecuente de la obra de Cristo como “salvación.” Por lo tanto, asumiendo que un escritor produjo ambos libros, nos preguntamos ¿quién fue?

Investigaremos la autoría del tercer evangelio en dos etapas. Primero, consideraremos el punto de vista tradicional que señala que el evangelio fue escrito por un hombre llamado Lucas. Y segundo, exploraremos la historia personal de Lucas. Veamos primero el punto de vista tradicional que señala que Lucas escribió este evangelio.

Punto de Vista Tradicional

El evangelio de Lucas es técnicamente anónimo porque éste no menciona su autor. Pero esto no debe sorprendernos. Teófilo ciertamente sabía quién lo escribió, así que no era necesario que el autor se identificara. Sin embargo, hay varias fuentes de información acerca de la identidad del autor.

Por lo menos tres tipos de evidencia confirman el punto de vista tradicional de que Lucas escribió el tercer evangelio. Primero, comentarios de otras partes del Nuevo Testamento apuntan a su autoría.

El Nuevo Testamento indica que el autor del tercer evangelio estaba con Pablo en los últimos años de su ministerio. Por ejemplo, en “El Libro de los Hechos,” el autor varias veces narra la historia en tercera persona “ellos” y en otras ocasiones en primera persona “nosotros”. La última de estas narrativas en primera persona está en Hechos 27:1 al 28:16 que describe el viaje de Pablo a Roma.

Más allá de esto, las epístolas de Pablo indican que Lucas era uno de los pocos colaboradores con él durante este tiempo. Por ejemplo, en 2 Timoteo 4:11 cuando la muerte de Pablo se aproxima, Pablo le dijo a Timoteo, “sólo Lucas está conmigo.” Información como esta no prueba que Lucas escribió el tercer evangelio y “El Libro de los Hechos,” pero sí la hace una gran posibilidad.

Segundo, antiguos manuscritos del evangelio de Lucas también apuntan a Lucas como su autor.

Fechar los primeros manuscritos es una ciencia altamente técnica, y hay tres puntos de evidencia que los estudiosos usan para fechar un manuscrito antiguo. Una y realmente la más importante, esto sorprende a los estudiantes, pero la más importante es la Paleografía. Paleografía se refiere a la escritura antigua; “paleo” significa antiguo y “grafía” escritura; escritura antigua. Los expertos pueden diferenciar, entre algunas décadas, en un período de cincuenta años más o menos, cuando el documento fue escrito, simplemente porque la escritura tiende a cambiar en el tiempo en un lenguaje determinado. Algunas veces el alfabeto puede cambiar en términos de su escritura, así como la forma en que las cosas fueron escritas. Eso es Paleografía. La segunda podría ser el análisis químico de algún tipo. Existe el fechado por carbono-14 por ejemplo. Y otros tipos de pruebas donde se prueba la tinta o la piel del animal o el lugar en el que el documento fue escrito para tratar de determinar su edad. La tercera manera de fechar un manuscrito es por medio de cualquier comentario o declaración externa que haya sido hecha. Los escribas que los copiaron, pocas veces los fechaban, pero algunas veces podían hacer algún tipo de anotación o comentario que nos ayuda a identificar específicamente cuando fue copiado el documento. Esas son las tres formas en que los manuscritos son fechados.

— Dr. Mark Strauss

Uno de los primeros y más confiables manuscritos del evangelio de Lucas es el papiro número 75, generalmente se le llama como “P-75”. Este manuscrito tiene una fecha alrededor del año 180 d. C. Contiene más del tercer evangelio que otros manuscritos antiguos, y lleva el título “Según San Lucas.”

Muchos manuscritos antiguos también identifican a Lucas como el autor del evangelio, y ningún manuscrito antiguo atribuye esto a alguien más. Tercero, los escritos de la iglesia primitiva también identifican a Lucas como el autor.

Documentos importantes de la iglesia primitiva constantemente asignan la autoría del tercer evangelio a Lucas. El Fragmento Muratoriano fechado alrededor de los años 170 al 180 d. C. es el documento más antiguo, conocido y listado en los libros del Nuevo Testamento y fue considerado por la iglesia primitiva para ser canonizado. Éste claramente afirma a Lucas como el autor del tercer evangelio.

Otro testigo antiguo del evangelio de Lucas es el llamado Prólogo Anti-Marcionita, escrito alrededor de los años 160 al 180 d. C. para refutar la herejía de Marción. Introduce el tercer evangelio de esta manera:

Lucas, era sirio, de Antioquía, médico de profesión, discípulo de los apóstoles y luego seguidor de Pablo … movido por el Espíritu Santo compuso este evangelio en las regiones de Acaya.

Por otra parte, muchos líderes de iglesias del segundo y tercer siglo reconocieron a Lucas como el autor del tercer evangelio. Por ejemplo, la autoría de Lucas fue afirmada por Ireneo, quien vivió alrededor de los años 130 al 202 d. C, por Clemente de Alejandría quien vivió alrededor de las años 150 al 215 d. C. y por Tertuliano quien vivió entre los años 155 al 230 d. C.

Creo que debemos confiar en que Lucas es el escritor del tercer evangelio. Sabemos por el Libro de los Hechos, que Lucas era doctor, a quien Pablo encontró cuando venía cruzando la parte superior de Asia Menor a Troas, se encuentra con Lucas y viajan juntos a Filipos, probablemente Lucas se quedó en Filipos como doctor, reuniéndose nuevamente con Pablo en su viaje de Filipos a Jerusalén en el año 57. La imagen de Lucas en el Nuevo Testamento es que conoce muy bien a Pablo, viaja con él y existe evidencia de que es la misma persona que escribió el evangelio de Lucas.

— Dr. Peter Walker

Si estuviéramos simplemente adivinando el nombre del compañero de Pablo, probablemente no pensaríamos en Lucas, él no es una figura muy prominente en las cartas de Pablo, pensaríamos más en Tito o alguien más. El hecho de que él no es una figura prominente en las cartas de Pablo sugiere que la atribución a Lucas del evangelio y el Libro de los Hechos es probablemente cierta. Pero creo que hay una buena razón para pensar que los nombres de las personas a quienes se les atribuyen los evangelios se remontan a una etapa muy temprana cuando los evangelios comenzaron a circular. Por lo tanto, creo que la combinación de la adscripción de Lucas y el hecho de que el mismo autor de Hechos parece ser un compañero de Pablo, hacen que sea muy probable que el autor de ambos libros es “el Lucas que acompañó a Pablo en algunos de sus viajes como uno de sus colaboradores.”

— Dr. Richard Bauckham

Ahora que hemos afirmado el punto de vista tradicional de que Lucas es el escritor de este evangelio, veamos la historia personal de Lucas.

Historia Personal

El Nuevo Testamento nos dice por lo menos cuatro cosas acerca de la historia personal de Lucas. Primero, él no fue un apóstol. De hecho, Lucas no parece haber sido un testigo ocular en ninguno de los eventos reportados en su evangelio. Escuchemos estos detalles en el evangelio de Lucas 1:1 y 2:

Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra. (Lucas 1:1-2)

El evangelio de Lucas es el único de los cuatro que tiene la clase de prólogo que un historiador a menudo escribe para introducir un trabajo de historia. Esto implica que Lucas fue especialmente auto consciente de seguir un método histórico de tiempo. Y él habla acerca de sus fuentes en el prefacio. No afirma ser un testigo ocular, pero afirma haber tomado y registrado el testimonio de testigos oculares. Así que tenemos su confirmación al testimonio de los testigos. Pero entonces está el período posterior a cuando Pablo llega a Jerusalén, en su último viaje. Y Lucas lo acompaña. Pablo está en prisión por un período aproximado de 2 años. Y parece como si Lucas estuviera rondando en Jerusalén y en otros lugares de Palestina. Por lo que tiene una amplia oportunidad, en realidad de dos años, en los que él pudo entrevistar – como se esperaría que lo hiciera un buen historiador antiguo – a los testigos oculares: Quienes fueron miembros de la iglesia en Jerusalén, gente como Santiago el hermano de Jesús que seguramente andaba por ahí. Algunos de los doce apóstoles también andarían en Jerusalén o en otros lugares de Palestina. Así que Lucas estaba realmente en una muy buena posición para entrevistar a los testigos. Y entonces, por supuesto, él acompañó a Pablo a Roma, donde también podría haber otras personas, que tenían sus propias historias que contar de cómo ellos recordaban la historia de Jesús. Pienso, que Lucas estaba en una muy buena posición, para tener contacto de primera mano con los testigos oculares.

— Dr. Richard Bauckham

Segundo, Lucas también parece haber sido un gentil convertido al cristianismo. Cuando Pablo les escribió a los colosenses en la prisión, les envió saludos de Lucas quien estaba con él en ese tiempo. Escuchemos lo que Pablo escribió en el capítulo 4 versículo 14 de Colosenses.

Os saluda Lucas el médico amado, y Demas. (Colosenses 4:14)

Esto es importante porque en los versículos 10 y 11, Pablo ha dicho que Aristarco, Marcos y Jesús llamado el Justo, eran los únicos judíos quienes estaban trabajando con él en ese tiempo. Por lo que es razonable concluir que Lucas era un gentil. Esto se confirma en Hechos 1:19, en donde Lucas describe el arameo como el “lenguaje de ellos,” el arameo era el lenguaje de los judíos, pero no el suyo.

Tercero, Lucas también parece haber sido bien educado. Muchos de los libros en el Nuevo Testamento están escritos en un griego de estilo bastante común. Pero el evangelio de Lucas muestra más sofisticación en su uso del lenguaje.

El hecho de que Lucas era bien educado también se refleja en la identificación que Pablo hace de él como “el doctor” en Colosenses 4:14. Aunque la medicina no era una disciplina formal en los días del Nuevo Testamento como lo es hoy, aun era necesario una persona con habilidades, aptitudes y cierto grado de conocimiento.

La cuarta cosa que sabemos acerca de la historia personal de Lucas es que el fue compañero de Pablo en el ministerio por muchos de los episodios reportados en “El Libro de los Hechos.”

Cómo Pablo lo describe en Filemón versículo 24 Lucas fue su “colaborador.” De acuerdo a Hechos 16:6 al 10, Lucas primero se unió a Pablo en Troas, respondiendo al llamado misionero de ir a Macedonia. A partir de ese entonces Lucas estuvo frecuentemente con Pablo, excepto por una larga estadía en Filipos registrada en Hechos 16:40 al 20:5. La fidelidad de Lucas fue particularmente demostrada en Hechos 27:1 donde se une al peligroso viaje de Pablo a Roma.

Yo creo que de todas las personas en el Nuevo Testamento, me hubiera gustado conocer a Lucas. Hubo un tiempo en el que pensé que debería ser médico, así que él siempre me intrigó. Y cuando se trata de calificarlo como el escritor de uno de los evangelios, hay varias cosas, que encajan en mi punto de vista. La primera es la personal. En Hechos capítulo 16, Lucas comienza a hablar de “nosotros”, de repente él está en la imagen, no está dando un reporte de segunda mano. Lucas se une a la compañía de las personas que en realidad están siendo parte de lo que está sucediendo, y estaban recibiendo la oportunidad de experimentar de primera mano el cristianismo primitivo. Y creo que eso es algo emocionante. La segunda cosa es el hecho de que era un médico. Pensando acerca del entrenamiento para convertirse en uno, se que es el tipo de persona que quiere tener un diagnóstico correcto. Van a tener mucho cuidado para obtener las cosas claras, quieren que sus datos sean exactos, porque todo lo que concluyan va a ser para beneficio del paciente por así decirlo. Probablemente la tercera cosa que me llama la atención de Lucas es la perspectiva que él tenía de viajar al mundo Greco-Romano. Su perspectiva sobre la narrativa del evangelio no está limitada a Israel o Palestina. Es una perspectiva global. En estos días cuando, nos preocupamos porque el evangelio cristiano este globalizado, podemos leer Lucas con un entendimiento real porque él tuvo una oportunidad en Grecia y en Roma y en otras partes del mundo Greco-Romano. Él tuvo la oportunidad de ver como el mensaje de Jesús era aplicado a la cultura en la que el mensaje era dado.

— Dr. Steve Harper

Ahora que hemos explorado la autoría del tercer evangelio, veamos la identidad de la audiencia original de Lucas.

AUDIENCIA ORIGINAL

Exploraremos la audiencia original de Lucas en dos formas. Primero, observaremos la dedicación explícita del libro a Teófilo. Y segundo, consideraremos la posibilidad de que el libro también fue dirigido a una audiencia más amplia. Comencemos con Teófilo como el primer lector de Lucas.

Teófilo

Ha habido un gran debate a través de los siglos acerca de quién era Teófilo y a que se refiere en Lucas capítulo 1, versículos 1 al 4. Quien también se le encuentra y es mencionado en Hechos capítulo 1, versículos 1 y 2. Teófilo, la palabra Teófilo significa “amante de Dios” y por esta razón, muchos han pensado que quizá Teófilo no era un individuo, sino que representaba a los lectores del evangelio de Lucas quienes eran los amantes de Dios en la iglesia. La otra gran posibilidad es que Teófilo era un individuo. La mayoría de los estudiosos sostienen la segunda opinión – con la que estoy de acuerdo – Porque Lucas lo describe como “Excelentísimo,” “Kratista,” y después Lucas usa la palabra “Kratista,” para referirse a los gobernantes romanos, Félix y Agripa. Y así aparentemente en la mente de Lucas hay una expresión bastante técnica para referirse a una persona de alto rango, especialmente a una persona de alto rango en el gobierno romano. Sin embargo, en Lucas capítulo 1, versículos 1 al 4, parece ser una dedicatoria. Simplemente encaja en términos del género de dedicatorias introductorias. Las obras históricas eran a menudo dedicadas usando este tipo de lenguaje a un patrocinador, a alguien que pagó por la producción de la obra. Esto se adapta a lo que sabemos de las dedicatorias y por esta razón, yo digo, que es casi seguro que Teófilo era una persona real.

— Dr. David Bauer

El prefacio de Lucas implica que Teófilo era su patrocinador, el que comisionó y apoyó financieramente su escrito. En Lucas 1:3, Lucas dirige su trabajo al excelentísimo Teófilo o Kratiste Teófilo, el término Kratiste era una expresión de alto honor. De hecho, sólo es usada para describir a otras dos personas en todo el Nuevo Testamento: a los gobernadores romanos Félix y Festos. Si Teófilo no tenía un rango oficial romano alto, seguramente era una persona de prestigio y de importancia.

Pero la relación ente Lucas y Teófilo era más compleja que un simple patrocinio. En cierto sentido, Teófilo era también un estudiante de Lucas. En Lucas 1:3 y 4 leemos estas palabras:

Me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. (Lucas 1:3-4)

Teófilo ya sabía acerca de Jesús, pero Lucas escribió este completo y ordenado relato de la vida de Jesús para darle a Teófilo confianza en lo que le había enseñado.

Habiendo visto que Lucas explícitamente citó a Teófilo cómo su primer lector, también es útil pensar que Lucas escribe a una audiencia más amplia.

Audiencia Más Amplia

Hay muchas razones para pensar que Lucas escribió a una audiencia más amplia y no sólo a Teófilo. Por un lado, los primeros cristianos acostumbraban compartir cartas y otros escritos entre ellos. Como un ejemplo, escuchemos lo que Pablo escribió en Colosenses 4:16:

Cuando esta carta haya sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros. (Colosenses 4:16)

Dado que los primeros cristianos tendían a compartir sus escritos, parece razonable asumir que Teófilo habría estado dispuesto a compartir los libros de Lucas.

Más allá de esto, el alto carácter literario del evangelio hace que sea casi seguro que Lucas también tuvo una audiencia más amplia en mente. El estilo no es simplemente la de una nota privada para una sola persona. La investigación histórica extensiva a la que Lucas hace referencia en Lucas 1:3 también implica una audiencia más extensa. Y más allá de esto, la gran extensión del evangelio y de “El Libro de los Hechos” sugiere que Lucas estaba produciendo un importante trabajo dirigido a una audiencia mayor. Pero ¿Quiénes eran esta audiencia mayor?

Lo más probable es que Lucas escribió principalmente para los cristianos gentiles. Por ejemplo, su estilo de griego es el de los gentiles. Y su énfasis en el ofrecimiento universal del evangelio del reino de Dios, destacó que la salvación era para todas las naciones. Por supuesto, el evangelio de Lucas habría sido valioso para los judíos cristianos también. Pero no estaba dirigido hacia ellos como lo estaba el evangelio de Mateo.

En sentido general, Dios siempre pretende que la Biblia sea leída y entendida por su pueblo a través de la historia. Es importante reconocer que cuando el Espíritu Santo inspiró a los autores particulares para escribir libros particulares, trabajó a través de sus personalidades e intereses. Primero, Lucas diseñó su evangelio a las necesidades de Teófilo y de otros Cristianos Gentiles de primer siglo. Las audiencias modernas escuchan. Pero si mantenemos a Lucas y a su audiencia original en mente mientras leemos su evangelio, estaremos mejor preparados para entender lo que escribió, y aplicarlo a nuestras vidas.

Conociendo quienes son el autor y la audiencia del evangelio, estamos listos para examinar su ocasión o circunstancias de su escritura.

OCASIÓN

Exploraremos la ocasión del evangelio de Lucas en dos sentidos. Primero consideraremos su fecha de composición. Y segundo, observaremos el propósito de Lucas al escribir. Comencemos con la fecha del evangelio de Lucas.

Fecha

Por lo menos dos factores apuntan a una fecha entre los años 65 y 67 d. C. Primero, las comparaciones entre el evangelio de Lucas y el evangelio de Marcos han dirigido a la mayoría de los académicos del Nuevo Testamento a estar de acuerdo en que Lucas usó el evangelio de Marcos como una de sus fuentes de investigación. En nuestra lección anterior sobre Marcos, concluimos de que la fecha más probable para Marcos era el año 64 d. C. Si Lucas usó a Marcos como fuente, entonces la fecha probable para su evangelio debería ser en algún momento después de ésta, probablemente alrededor del año 65 d. C.

Segundo, “El Libro de los Hechos” apunta sin duda a una fecha no posterior al año 69 d. C. y probablemente no más tarde del año 67 d. C. Hechos no registró eventos importantes, como el martirio de Pablo, que tuvo lugar alrededor del año 65 d. C., la persecución Nerónica que terminó en el año 68 d. C. o la caída de Jerusalén en el año 70 d. C. Estas importantes omisiones sugieren que Lucas escribió Hechos antes de que estos eventos tuvieran lugar, o por lo menos antes de que él se diera cuenta de ellos. De acuerdo a Hechos 1:1, el evangelio de Lucas fue terminado incluso antes de que él escribiera “El Libro de los Hechos.” Por lo tanto, parece más probable que Lucas completó su evangelio por el año 67 d. C. y es casi seguro que lo terminó antes del año 69 d. C., antes de la caída de Jerusalén.

Ahora que hemos considerado la fecha cuando Lucas escribió, vayamos a su propósito.

Propósito

En Lucas 1:3 y 4, Lucas da la siguiente razón para investigar y escribir este evangelio:

Me ha parecido también a mí, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido. Lucas escribió para Teófilo, y para los cristianos gentiles como él, con el fin de fortalecer su fe en el Mesías judío, Jesús. (Lucas 1:3-4)

Cuando Lucas estaba escribiendo, los cristianos gentiles como Teófilo enfrentaron retos importantes para su fe. Estos retos vinieron de por lo menos dos fuentes. Primero, la persecución de Nerón de los cristianos en Roma, creó un temor generalizado de que la persecución podría extenderse a través del Imperio. Y este temor causó que algunas personas dudaran la proclamación cristiana de que Jesús había traído el reino de Dios.

Segundo, los cristianos estaban discutiendo sobre el estado de los gentiles convertidos a la iglesia mayormente judía. Y este prejuicio y división levantó dudas acerca de la proclamación de que Jesús ofreció salvación a todas las familias de la raza humana.

En respuesta a estos retos y dudas, Lucas escribió para asegurar a los creyentes gentiles que ellos habían hecho la elección correcta siguiendo a Jesús. Jesús realmente había inaugurado el reino de Dios. Y los cristianos judíos realmente eran miembros de la familia de Dios. Si ellos se mantenían fieles a Jesús, podían estar confiados de que recibirían todas las bendiciones de la salvación.

Ahora que hemos visto el trasfondo del evangelio de Lucas, vayamos a nuestro segundo tema: su estructura y contenido.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO

Recodemos que en las lecciones anteriores de esta serie, los cuatro evangelios tratan cronológicamente la vida de Jesús. Organizan sus historias de Jesús conforme a diferentes principios. Por ejemplo, Mateo y Marcos a veces arreglan su material de acuerdo a ciertos temas. En comparación, Lucas arregló gran parte de su evangelio conforme a la geografía.

Para nuestros propósitos en esta lección, dividiremos el evangelio de Lucas en seis secciones: un corto prefacio en el capítulo 1:1 al 4, seguido de cinco grupos principales de relatos:

•La primera división principal del evangelio describe los comienzos de Jesús y se enfoca en la región de Judea y el río Jordán. Esta sección abarca del 1:5 hasta el 4:13.

•La segunda división principal es la narración del ministerio de Jesús en Galilea, que se extiende desde el 4:14 al al 9:50.

•La tercera división principal reporta el viaje de Jesús a Jerusalén en el 9:51 al 19:27.

•La cuarta división principal es la narración del ministerio de Jesús en y cerca de Jerusalén en el 19:28 al 21:38.

•Finalmente, la quinta y última división principal del evangelio de Lucas es la narración de la crucifixión y resurrección de Jesús fuera de Jerusalén, encontrada en el 22:1 al 24:53.

Puesto que ya hemos visto el prefacio de Lucas, enfocaremos nuestra atención en las cinco divisiones principales de su narración, comenzando con los comienzos de Jesús en Lucas 1:5 al 4:13.

LOS COMIENZOS DE JESÚS

El relato de Lucas sobre los comienzos de Jesús inicia un poco antes del nacimiento de Jesús y se extiende por toda su vida hasta antes de su ministerio público.

La preocupación principal de Lucas en estos capítulos, fue mostrar que Jesús fue tanto Hijo de Dios como Hijo de David, haciéndolo totalmente divino y totalmente humano. Más aun, como el hijo de David, Jesús era también el Mesías o el Cristo, el que proveería salvación al mundo trayendo el reino de Dios a la tierra.

A través de esta narración, Lucas regularmente se refiere a las promesas de Dios en el Antiguo Testamento, para mostrar que Dios estaba cumpliendo estas promesas a través de Jesús. Y por lo tanto, la única manera de ser fiel a Dios y heredar las bendiciones de su reino era recibir a Jesús como Rey y Salvador.

Estos capítulos pueden ser divididos en cuatro secciones principales: anuncios de los nacimientos de Juan el Bautista y de Jesús; sus correspondientes nacimientos e infancias; la identificación que hace Juan de Jesús y tres confirmaciones de Jesús como el Hijo de Dios. Comencemos con los anuncios de los nacimientos en Lucas 1:5 al 56.

Anuncios de los Nacimientos

Es significativo que Lucas abrió su evangelio con la aparición del ángel Gabriel. Cientos de años antes, en Daniel 9 se declaró que Gabriel había anunciado que el exilio de Israel iba a durar por cientos de años. Mientras ellos se mantuvieron bajo el juicio de Dios, Israel estaría en cautiverio. Pero en el evangelio de Lucas, Gabriel anunció que el período de juicio estaba a punto de terminar.

En Lucas 1:5 al 25. Gabriel predijo el nacimiento de Juan el Bautista, visitó al sacerdote Zacarías en Judea, y le dijo que Elisabet su esposa estéril tendría milagrosamente un hijo. Ellos llamarían a ese niño Juan. Él sería lleno del Espíritu Santo desde su nacimiento y serviría en el espíritu del gran profeta Elías para preparar el camino para la salvación de Dios. Al principio Zacarías dudó del mensaje de Gabriel, por lo que quedó mudo hasta que su hijo nació.

Lucas compara el anuncio del nacimiento de Juan con el anuncio más grande hecho por Gabriel: “el anuncio del nacimiento de Jesús en Lucas 1:26 al 38.” Gabriel le dijo a María que Dios milagrosamente engendraría un hijo en su vientre, siendo Dios mismo el padre del niño. El Hijo de Dios iba a ser nombrado Jesús, que significa “Salvador.” Por otra parte, él heredaría el trono de su antecesor David, lo que significa que él sería el Mesías, el gran hijo de David quien traería la salvación del eterno reino de Dios a la tierra.

Cómo María y Elisabet eran primas, María visitó a su prima Elisabet en Judea para decirle que estaba embarazada del Hijo de Dios. Leemos acerca de esta visita en Lucas 1:39 al 56. Cuando María saludó a Elisabet, Juan saltó de gozo en el vientre de su madre, y Elisabet inmediatamente fue llena del Espíritu por lo que entendió el significado de la reacción de su bebé. Elisabet bendijo a María, llamando al hijo de María su Señor. Y en respuesta, María cantó su famosa alabanza, generalmente llamada El Magníficat, en Lucas 1:46 al 55, expresando su gran regocijo por la salvación que vendría a través de su hijo.

Siguiendo los anuncios de los nacimientos, Lucas comparó los nacimientos e infancias de Juan y Jesús en Lucas 1:57 al 2:52.

Nacimientos e Infancias

El relato de Lucas del nacimiento e infancia de Juan se encuentra en Lucas 1:57 al 80. Juan nació de sus padres ancianos. Y cuando ellos lo presentaron en el templo al octavo día para la circuncisión, la voz de su padre regresó. En ese momento, Zacarías fue lleno del Espíritu Santo y profetizó que su hijo prepararía el camino del Mesías, el gran hijo de David.

Escuchemos cómo Zacarías describió el rol del Mesías en Lucas 1:69 al 76:

[Dios] nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo, Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio … para … acordarse de su santo pacto; Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre … Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos. (Lucas 1:69-76)

En el Antiguo Testamento, Dios pactó promesas de salvación a Abraham y a David. Y Zacarías profetizó que Dios las estaba cumpliendo, y que su hijo Juan sería el profeta que prepararía el camino.

A continuación, en Lucas 2:1 al 52, Lucas registró el nacimiento e infancia de Jesús. Hay varios paralelismos entre este relato y su narración previa del nacimiento de Juan. Pero el registro de Lucas del nacimiento de Jesús y su infancia, es mucho más largo y más elaborado. Comienza con el nacimiento de Jesús en la ciudad de David, el pueblo judío de Belén, que es registrado en Lucas 2:1 al 20.

El nacimiento de Jesús fue muy humilde. Él nació en un establo y fue puesto en un pesebre. Pero el anuncio angelical que proclamó su nacimiento a los pastores cercanos fue majestuoso. Escuchemos lo que el ángel dijo a los pastores en Lucas 2:10 y 11:

No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. (Lucas 2:10-11)

El ángel proclamó las buenas nuevas o el “evangelio” de que el rey mesiánico salvaría al pueblo de Dios del juicio de Dios.

A este mensajero mesiánico se le unió un ejército celestial de ángeles que cantaban alabanzas a Dios por el nacimiento de Jesús. Lucas dejó claro que a pesar del humilde nacimiento de Jesús, el hijo de María en realidad era el Rey y Mesías escogido por Dios.

Después, Lucas describió la presentación y circuncisión de Jesús en el templo en Jerusalén, en Lucas 2:21 al 40. En el templo, el Espíritu Santo llenó y movió a Simeón y a la santa profetisa Ana, para anunciar que Jesús era el Mesías que traería salvación al mundo. Escuchemos la alabanza de Simeón a Dios en Lucas 2:30 al 32:

Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel. (Lucas 2:30-32)

Este fue el cumplimiento de Isaías 49:6, donde Dios habló estas palabras:

Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra. (Isaías 49:6)

A través de Simeón, Dios reveló que Jesús era el Mesías que traería salvación y gloria para Israel. Y más que eso, incluso el extendería el evangelio del reino de Dios a las naciones gentiles, para que también ellos sean salvos.

Finalmente, Lucas retomó el tema de la filiación de Jesús con una breve historia de Jesús en el templo en Lucas 2:41 al 52. Cuando Jesús tenía doce años, acompañó a sus padres a la pascua en Jerusalén, pero se separó de ellos cuando regresaban a casa. Sus padres lo encontraron varios días después en los atrios del templo, hablando con los maestros. Todos en el templo estaban asombrados con el conocimiento y la comprensión de Jesús. Cuando María confrontó a Jesús, su respuesta reveló lo especial que era. Escuchemos lo que Jesús le dijo a María en Lucas 2:49:

¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? (Lucas 2:49)

El templo era la casa de su Padre porque Jesús era el Hijo de Dios.

Siguiendo los nacimientos e infancias de Juan y Jesús, Lucas reportó la identificación que hace Juan de Jesús en Lucas 3:1 al 20.

Juan Identifica a Jesús

En esta narración, Juan preparó el camino hacia la salvación de Dios mediante la identificación formal de Jesús como el Mesías. En su ministerio de predicación en la región del río Jordán, Juan proclamó la llegada del reino de Dios, exhortando a la gente al arrepentimiento de sus pecados, y a bautizarse a aquellos que se arrepientan. Pero cuando Jesús vino a él para ser bautizado, Juan lo identificó como el Mesías, y plenamente declaró que él no era digno de desatar las sandalias del Mesías. Juan dijo que Jesús bautizaría con el Espíritu Santo, como fue profetizado en pasajes del Antiguo Testamento como en Isaías 44:3 y Ezequiel 39:29. y esto significó que la era final de la historia había llegado, el tiempo cuando la salvación de Dios sería completamente realizada.

Es interesante notar que en el Antiguo Testamento, en Éxodo 19, cuando los Israelitas iban a escuchar a Dios, o que Dios iba a descender sobre el Monte Sinaí, se les dice primero que laven sus ropas y se purifiquen. Por lo tanto, nos dice que la limpieza era algo que la gente realmente hacía en preparación para la venida de Dios, o la aparición de Dios. Y si observamos la proclamación de Juan el Bautista, él está básicamente diciendo que Dios vendrá en el juicio y que las personas necesitan prepararse mediante el arrepentimiento, y entonces, por supuesto con el bautismo.

— Dr. David Redelings

En los evangelios, tenemos a Juan bautizando gente y a Jesús que va a ser bautizado por Juan. ¿Por qué haría esto? Juan dice: Arrepiéntanse y estén preparados para el reino. ¿Tenía Jesús que arrepentirse? Obviamente no. Él es el Hijo de Dios sin pecado. Entonces ¿Por qué fue bautizado por Juan? Es importante entender que el bautismo de Juan, es para preparar la venida del reino. Él llama a la gente a arrepentirse, a creer. No es lo mismo que el bautismo cristiano en aquel él anuncia que el reino está llegando; el Rey está llegando. Tienen que estar preparados. Jesús al ser bautizado por Juan, inicia su ministerio. El bautismo comienza al inicio del ministerio de Jesús en los evangelios. Él se identifica con nosotros ¬– Pensemos en los términos en que Mateo escribió – para satisfacer toda justicia. No es porque Jesús se tenga que arrepentir o porque sea un pecador. Es porque se identifica con su pueblo. Está iniciando su ministerio público. Actúa como nuestro representante en su vida, que culminará en su muerte, resurrección, ascensión. Esa es la razón por la que es bautizado por Juan, inaugura su ministerio, para comenzar con lo que está haciendo anunciar que lo que Juan ha esperado ahora se cumple en él. Él es el que está trayendo el reino.

— Dr. Stephen Wellum

Ahora que hemos considerado cómo Juan identifica a Jesús, vayamos a la cuarta y final sección de esta narración: la confirmación de Jesús como el Hijo de Dios en Lucas 3:21 al 4:13.

Confirmación de Jesús como el Hijo de Dios

Lucas provee tres diferentes confirmaciones de Jesús como el Hijo de Dios, comencemos con una confirmación divina en Lucas 3:21 y 22. Escuchemos la descripción del bautismo de Jesús en Lucas 3:22:

Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. (Lucas 3:22)

En el bautismo de Jesús, Dios mismo confirmó públicamente que Jesús era su hijo a través de la aparición visible del Espíritu y su voz desde el cielo.

A continuación, Lucas provee una confirmación genealógica de que Jesús era el Hijo de Dios en Lucas 3:23 al 38.

Al igual que Mateo, Lucas trazó la genealogía de Jesús a través de la línea directa de David y Abraham. Pero a diferencia de Mateo, Lucas extendió su registro para incluir la línea directa de la humanidad hasta llegar a Adán. Para entender el significado de esta genealogía, escuchemos la forma en que termina Lucas 3:38:

Hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios. (Lucas 3:38)

Lucas llamó a Adán “hijo de Dios” – el mismo título dado a Jesús en estos capítulos. De esta manera, Lucas señala algo que otras partes del Nuevo Testamento enseñan plenamente. Como el Hijo de Dios, Jesús estaba destinado a cumplir el propósito del primer hijo de Dios, Adán. O como el apóstol Pablo señaló en 1 Corintios 15:45, Jesús era el postrer Adán. Adán fue el rey siervo de Dios en la tierra quien se suponía haría la voluntad de Dios, pero fracasó rotundamente. Jesús es el gran Hijo de Dios quien tuvo éxito cuando Adán había fracasado, extendiendo así la salvación a cada nación en la tierra.

La última confirmación de Jesús como el Hijo de Dios fue una confirmación personal de Jesús mismo en Lucas 4:1 al 13.

Este es el relato de la tentación de Jesús en el desierto. Cómo Lucas señaló en Lucas 4:1, el Espíritu Santo llenó a Jesús y lo guió al desierto, donde él fue tentado por Satanás. El demonio tentó a Jesús para cambiar las piedras en pan, para recibir autoridad sobre las naciones del diablo, y para arrojarse de la parte superior del templo. El diablo comenzó dos de esas tentaciones con las burlonas palabras “Sí eres Hijo de Dios.” En respuesta, Jesús rechazó firmemente las tres tentaciones de Satanás, e incluso citó pasajes del Antiguo Testamento que describían lo que un fiel hijo de Dios debe hacer.

Jesús cita la Biblia cuando él se encontró con el diablo en el desierto por varias razones. Primero, parte de lo que los escritores de los evangelios hacen es retratar a Jesús como el verdadero Hijo de Dios. Una de las razones por la que lo vemos citando las Escrituras, es a causa de su relación de pacto con Dios. Él va a las Escrituras y cita esa expresión de la relación de pacto para mantener las cosas en orden, para mantener la visión correcta de su propia autoridad en relación con Dios el Padre, y también a la autoridad limitada del diablo. Jesús dice: El hombre no vivirá sólo de pan sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, sólo para recordarse a sí mismo de la prioridad de la relación de pacto, lo que le ayuda a resistir las tentaciones del diablo. Lo vemos citando una parte particular de las Escrituras, Deuteronomio 6 al 8. Aquí Moisés se encuentra hablando de la experiencia del pueblo de Dios en el desierto, y cómo esa experiencia en el Éxodo probó lo que la comunidad tenía en sus corazones. Tenemos que ocurre algo muy similar, la prueba de filiación en el encuentro de la tentación de Jesús, donde Israel no pasó la prueba, Jesús pasa la prueba. Y así vemos este tipo de comparaciones en el uso del Antiguo Testamento por los escritores de los evangelios y por Jesús en la narración de la tentación.

— Dr. Greg Perry

Debido a que esto sigue a la genealogía de Jesús que termina con Adán como el hijo de Dios, el relato de Lucas de la tentación de Jesús debe ser vista en contraste con el relato de la tentación de Adán en Génesis 3. En esa historia, el demonio tentó a Adán en el Jardín del Edén. Cuando Adán pecó, Dios maldijo a la creación y echó a toda la humanidad al desierto. En contraste, Jesús resistió la tentación en el desierto, y esto confirmó que él realmente era el fiel Hijo de Dios quien traería al pueblo fiel de Dios de regreso al paraíso.

Después de los comienzos de Jesús en Judea y la región del Jordán, la siguiente sección principal que el evangelio de Lucas reporta es el ministerio de Jesús en Galilea. Esta sección se extiende desde el 4:14 al 9:50.

MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

En esta sección de su evangelio, Lucas reportó muchos ejemplos del poder milagroso de Jesús y de la predicación del evangelio a fin de probar que Jesús era “el Salvador ungido por el Espíritu” que había sido prometido en el Antiguo Testamento.

La narración de Lucas describiendo el ministerio de Jesús en Galilea puede ser dividido en cinco partes: primero, el sermón de Jesús en Nazaret; segundo, sus enseñanzas y milagros; tercero la distinción entre los roles de Jesús y Juan el Bautista; cuarto, enseñanzas y milagros adicionales de Jesús; y quinto, la preparación de los doce apóstoles de Jesús para el ministerio. Observaremos cada una de estas secciones, comenzando con el primero, el sermón de Jesús en Nazaret en Lucas 4:14 al 30.

Sermón en Nazaret

Los tres evangelios sinópticos enfatizan los poderosos milagros de Jesús y la proclamación del evangelio durante su ministerio en Galilea. La presentación de Lucas es distinta porque introduce esta etapa del ministerio de Jesús con el primer sermón del Señor, en su pueblo natal Nazaret. Lucas reportó que Jesús estaba en la sinagoga en el día de reposo, y que le dieron un rollo de Isaías. Así que, Jesús leyó Isaías 61:1 y 2, y entonces él hizo una proclamación sorprendente. Escuchemos lo que Jesús leyó y dijo en Lucas 4:18 al 21:

El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor… Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. (Lucas 4:18-21)

Cuando él dijo: “Hoy se ha cumplido esta escritura delante de vosotros”, lo que Jesús estaba diciendo, era que algo que se había previsto con anticipación en el Antiguo Testamento ahora se estaba realizando. Y esa fue toda la idea del Jubileo, que en el año 49 o 50, dependiendo de cómo se calcule, el Israel del Antiguo Testamento tenía que liberar a las personas de sus deudas y restaurarlos a sus tierras ancestrales, a las tierras de sus tribus que sus familias habían recibido durante los días de Moisés y Josué. Y si pensamos en el Éxodo como el evento importante de redención en el Antiguo Testamento, tenemos que entender que el Jubileo era una importante provisión de Dios para la restauración. Porque, mientras nosotros vivamos en un mundo caído, la redención vendrá a salvarnos, y la restauración es parte de la redención de Dios. Así Jesús se dispone a mostrar los signos de este Jubileo. Él está liberando gente de la opresión de los demonios, liberándolos de la estigmatización social, o la clasificación social, y restaurándolos hacia Dios su Creador y Padre.

— Rev. Michael Glodo

Isaías profetizó que la venida del reino de Dios resultaría en la salvación de todo su pueblo fiel. Jesús proclamó que ese día había llegado. Esta cita expresa el modelo básico de Lucas para interpretar el entero ministerio de Jesús: Él era el Mesías o el Cristo, el salvador profetizado en el Antiguo Testamento que manifestaría el reino de Dios en la tierra trayendo salvación a su pueblo.

Después de relatar el sermón de Jesús en Nazaret, Lucas reportó varios ejemplos de las poderosas enseñanzas y milagros de Jesús en Lucas 4:31 al 7:17.

Enseñanzas y Milagros

En esta sección, Lucas demostró que Jesús realmente era el Mesías porque él estaba cumpliendo la profecía de Isaías 61:1 y 2. Jesús liberó a un hombre de un espíritu inmundo en Lucas 4:31 al 36. Él realizó la sanación de muchas personas en el 4:38 al 42 y llamó a tres de sus discípulos Pedro, Jacobo, y Juan en Lucas 5:1 al 11.

Y encontramos un patrón similar en los versículos que siguen, donde sana a un leproso en el 5:12 al 15, y en el que sana a un paralítico en el 5:17 al 26, seguidos por el llamado de Leví o Mateo a ser su discípulo en el 5:27 al 32.

El mismo tipo de patrón se repite en los siguientes versículos, también, pero en lugar de sanidades, Lucas registró enseñanzas de Jesús. En el 5:33 al 39, Jesús enseñó que su presencia física debería terminar el ayuno y traer regocijo. En el 6:1 al 11, Jesús enseñó sobre el día de reposo que es para sanar y salvar vidas. Y en el 6:12 al 16, él seleccionó a doce de sus muchos discípulos para convertirse en sus apóstoles especiales, a quienes les fue asignada la tarea de establecer un nuevo orden para Israel.

A través de estos milagros y enseñanzas, Jesús demostró que él realmente era el Mesías profetizado por Isaías, porque él trajo el favor del Señor en forma de, sanidad y libertad de opresión.

En seguida, Lucas registró un sermón muy largo que Jesús pronunció en Lucas 6:17 al 49, este sermón es generalmente llamado el Sermón de la llanura de Jesús, y este tiene muchas similitudes con su Sermón del Monte en Mateo 5 al 7.

Un contraste interesante entre Mateo y Lucas es el Sermón del Monte en Mateo capítulos 5 al 7, y lo que se conoce como el Sermón de la Llanura en Lucas capítulo 6. Esto causa una discusión sin fin – ¿Son estos una misma cosa, o diferentes? Yo creo que hay que decir dos cosas. Primeramente, sabemos que estamos tratando con un pequeño extracto de lo que Jesús dijo en esa ocasión. Leer Mateo 5 al 7, tarda unos cuarenta minutos para leerlo en voz alta, Jesús está hablando por horas y horas y su enseñanza no se puede comprimir. Estamos tratando con extractos. ¿Estamos hablando del mismo extracto? Creo que probablemente sí. También, sí conocemos la geografía de esa área, hay colinas justo detrás de Capernaum, y podemos ver esas colinas y decir, Jesús se sentó, y la gente estaba en una colina. Pero en otro sentido, si observamos, es en realidad un descenso lento de roca volcánica, bajando desde, sobre tres mil pies, del nivel del mar. Y observamos eso desde la distancia, tenemos realmente toneladas de lo que llamaríamos llanuras. Están en pendiente, y están en una colina, yo diría el Sermón del Monte, Jesús está sentado en el Monte y el Sermón de la Llanura, es la misma cosa, es un lugar plano. Y creo que hay un punto final aquí, Lucas quería darnos la impresión de un Jesús accesible, así que describe esto como Jesús estando en la llanura, él está con nosotros. Mateo quiere que veamos que Jesús es autoritativo. Jesús en la montaña como Moisés en el Monte Sinaí. Y creo que podemos tener ambas repuestas.

— Dr. Peter Walker

En el Sermón de la llanura, Jesús enfatizó el mismo gran cambio que Isaías había profetizado. Los pobres serán bendecidos, los hambrientos serán saciados, los que lloran, reirán. Dios bendecirá a los indefensos. Las buenas nuevas fueron un paso más allá. Jesús llamó a los que han sido bendecidos, a seguirlo y a vivir según los estándares y valores del reino de Dios, que son muy diferentes a los estándares terrenales. Por ejemplo, los llamó a amar a los extraños e incluso a sus enemigos, en contraste a los valores del mundo que nos dicen que debemos ser cautelosos con los extraños y que odiemos a nuestros enemigos. El mensaje del reino no es sólo de bendición, sino también una responsabilidad ética.

Después del Sermón del Monte, Lucas concluyó esta sección con más evidencias de que Jesús estaba cumpliendo la profecía de Isaías. Jesús sana al sirviente del centurión en Lucas 7:1 al 10 y en el 7:11 al 16 él resucita al hijo muerto de la viuda de Naín.

El siguiente relato de Lucas sobre el ministerio de Jesús en Galilea es un grupo de historias que giran alrededor de Juan el Bautista en Lucas 7:18 al 50.

Juan el Bautista

Después del encarcelamiento de Juan el Bautista, él envió a algunos de sus discípulos a preguntar a Jesús sí él en realidad era el Mesías. Y Jesús contestó recordándoles a ellos lo que él había hecho. Los milagros de Jesús y la predicación claramente cumplieron las profecías de Isaías 61:1 y 2, y por lo tanto probaron que Jesús realmente era el Mesías. Escuchemos lo que Jesús dijo a los mensajeros de Juan en Lucas 7:22:

Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio. (Lucas 7:22)

Jesús continuó afirmando que Juan era el más grande de los profetas. Pero aun Juan no era mayor que la persona más pequeña en el reino de Dios. Y Lucas remarcó este punto en el 7:47 al 50 explicando que Jesús en realidad perdonó los pecados de la mujer inmoral que lavó sus pies. Juan había bautizado gente arrepentida como una súplica a Dios por el perdón, pero Jesús convirtió el reino en una experiencia real al perdonar los pecados, sanar enfermos, y predicar el evangelio a los pobres.

Después de estas historias que giran alrededor de Juan el Bautista, Lucas registró más de las enseñanzas y milagros de Jesús en Lucas 8:1 al 56.

Enseñanzas y Milagros

En estas enseñanzas y milagros adicionales, Jesús se enfocó en las buenas nuevas del reino. La parábola del sembrador en Lucas 8:1 al 15, y la parábola del candelero en Lucas 8:16 al 18, describen la importancia de responder al mensaje del reino en fe y obediencia. Y él repitió estos mismos temas en Lucas 8:19 al 21, cuando dijo que su verdadera familia eran aquellos que escuchaban y obedecían la palabra de Dios.

Entonces, en Lucas 8:22 al 56, Lucas registró varios milagros que confirman y demuestran la salvación que Jesús estaba ofreciendo: Jesús calmó la tormenta, hecho fuera un demonio, sanó a una mujer enferma, y resucitó a una niña de la muerte.

Finalmente, Lucas concluyó su relato del ministerio de Jesús en Galilea reportando la preparación de los doce apóstoles de Jesús para el ministerio en Lucas 9:1 al 50.

Preparación de los Doce Apóstoles

Primero, en Lucas 9:1 al 9, Jesús envió de misión a sus doce apóstoles a sanar y a predicar el evangelio. Estos eran los mismos hombres que él había apartado en Lucas 6. Entonces les demostró su poder alimentando 5,000 personas en el 9:10 al 17, enseñando a sus apóstoles a confiar en su poder y provisión. Y estas preparaciones culminaron en Lucas 9:18 al 27 donde los apóstoles confesaron que Jesús era él tan esperado Mesías o Cristo.

Lucas concluyó esta sección con varias historias acerca de la preparación que Jesús continuó dando a sus apóstoles para el ministerio – especialmente el ministerio que ellos tendrían después de que él ascendiera al cielo. Jesús fue transfigurado ante Pedro, Jacobo y Juan en Lucas 9:28 al 36, donde el Padre habló desde el cielo para confirmar su compromiso con Jesús. Entonces Jesús realizó un exorcismo extremadamente difícil en el 9:37 al 45, y enseñó sobre la grandeza del reino en el 9:46 al 50, en todos estos relatos, Jesús preparó a sus discípulos para reconocer su autoridad, para confiar en su poder, y para ministrar como humildes servidores en su nombre, por lo que iban a ser líderes efectivos de su reino en la tierra.

Después del ministerio de Jesús en Galilea, la siguiente sección principal que el evangelio de Lucas describe es el viaje de Jesús a Jerusalén. Esta parte se extiende desde Lucas 9:51 al 19:27.

VIAJE DE JESÚS A JERUSALÉN

Lucas mencionó la determinación de Jesús de ir a Jerusalén cinco veces en esta sección – en el 9:51, 13:22, 17:11, 18:31, y en el 19:28. Como un ejemplo, escuchemos a Lucas 18:31 y 32:

Tomando Jesús a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. (Lucas 18:31-32)

A través de pasajes como este, Lucas deja claro que Jesús estaba comprometido con el plan de Dios para salvar a su pueblo, aunque requeriría su muerte en Jerusalén.

Dividiremos la discusión de Lucas del viaje de Jesús a Jerusalén en cuatro partes principales: primero, las enseñanzas de Jesús sobre la naturaleza del discipulado; segundo, el registro de Lucas del incremento de los conflictos entre Jesús y sus oponentes; tercero, las enseñanzas de Jesús sobre el costo del discipulado; y cuarto, el compromiso de Jesús con el plan de Dios para salvar a su pueblo. Comencemos con la naturaleza del discipulado en Lucas 9:51 al 11:13.

Naturaleza del Discipulado

El compromiso de Jesús para construir el reino de Dios y salvar a su pueblo lo guió a seleccionar y entrenar a sus apóstoles para un liderazgo de servicio. En Lucas 9:51 al 10:24, él les enseñó como evangelizar y les advirtió que en la vida habría dificultades para ellos. Pero también los fortaleció con el Espíritu Santo. Después de esta preparación, los envió a predicar el evangelio a las ciudades que había planeado visitar.

Seguido a esto, en Lucas 10:25 al 11:13, Jesús les proveyó una amplia visión del mundo enseñándoles sobre tres temas del discipulado: amor al prójimo, amor a Dios, y la oración.

Jesús comenzó en Lucas 10:27 resumiendo su enseñanza acerca del amor de esta manera:

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. (Lucas 10:27)

Aquí, Jesús citó Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18 para explicar que toda la ley del Antiguo Testamento nos enseña cómo amar a Dios y al prójimo.

Los siguientes dos párrafos ilustran las dos partes de esta ley de amor. La parábola del “Buen Samaritano” en Lucas 10:29 al 37 ilustra como amar al prójimo. Esta es la bien conocida historia de un samaritano que mostró amor a su prójimo herido que era israelita, aun y cuando había tensión entre los dos pueblos. En seguida, en Lucas 10:38 al 42, el encuentro de María con Jesús provee un ejemplo de cómo amar a Dios, sentándose a los pies de Jesús para escuchar sus enseñanzas, María mostró como debemos amar a Dios haciéndolo a él la primera prioridad de nuestras vidas, y escuchándolo obedientemente.

Finalmente, Jesús nos enseña a orar en Lucas 11:1 al 13 y concluye su instrucción a los apóstoles enseñándoles a orar genuina y persistentemente por los dones y bendiciones del reino de Dios.

La oración es muy importante para los cristianos. Es una parte importante de la vida de Jesús, y podemos ver su importancia a través del ejemplo de su vida. Encontramos que entre más grande era su carga, más oraba y buscaba la fortaleza de Dios mientras descansaba. Se dio cuenta que necesitaba estar en comunión constante con el Padre, con el fin de renovarse a sí mismo espiritualmente. Oró toda la noche antes de escoger a los doce discípulos, sabiendo que uno de ellos lo traicionaría. De hecho, cuando escogió a sus discípulos él tenía la mirada puesta en la cruz. Y esa es parte de la razón por la que Jesús invirtió toda la noche orando antes de realizar este importante ministerio. La vida de oración de Jesús fue un ejemplo para nosotros. Después cuando sus discípulos regresaron llenos de gozo por sus obras maravillosas, Jesús alabó al Padre diciendo, “Te alabo Padre, Señor del cielo y la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños.” Jesús alabó al Padre, así que nosotros debemos alabarlo también. Sí, aun Jesús necesitó orar y dar alabanza, nosotros necesitamos aún más. Antes de ser arrestado, él oró fervientemente en el Jardín de Getsemaní, y finalmente dijo, “Padre, si es posible que pase de mi esta copa. Pero no se haga mi voluntad sino la tuya.” Así que podemos ver que Jesús estaba en completa sumisión del Padre, Jesús oró debido a la relación que tenía con el Padre, y quería completar el plan de salvación para la humanidad. Su ejemplo nos enseñó que como hijos de Dios, nuestra oración y sumisión a la voluntad del Padre son fundamentales para nuestras vidas.

— Dr. Peter Chow

Bueno, yo diría que la razón principal por la que es importante para los cristianos orar es porque cada vez que oramos, es una expresión de nuestra creencia en Cristo, nuestro descanso en el evangelio. La única razón por la que podemos orar es porque Jesús murió por nuestros pecados; Jesús nos dio acceso ante el trono de Dios. Podemos acercarnos con seguridad al trono de la gracia con confianza en oración, porque Jesús ha hecho un camino para que lleguemos allá. La primera razón por la que oramos es porque la oración es un ejercicio del evangelio. La segunda porque es una continua expresión de dependencia de Dios total. Venimos ante él como el Padre que ama bendecir a sus hijos, pidiendo por nuestro diario pan. Pero también es una forma de adoración a Dios, expresamos su valor, lo adoramos, estamos en comunión. Esa es la realidad al estar en oración, la Biblia habla de eso, cuando caminamos cotidianamente en la presencia de Dios, la conciencia de que él es Dios y lleva el peso de nuestras vidas.

— Dr. K. Erik Thoennes

Juan Wesley llamó a la oración, el gran medio para acercarse a Dios, el principal medio de gracia. De hecho, cuando vemos la historia del cristianismo, la lectura de las Escrituras y la oración son las dos principales disciplinas espirituales. Creo que la razón por la que la oración es tan importante, es porque ésta crea el tipo de relación con Dios que el cristianismo intenta fomentar. Cuando oramos, estamos hablando con Dios, escuchando lo que Dios tiene que decirnos, y entonces responder a lo que escuchamos. Y esa es la base de la relación. Y eso es realmente lo que Dios quiere para nosotros, que tengamos una relación. Si nos regresamos al Génesis donde Dios caminaba en el jardín y buscaba a Adán y a Eva para que tuvieran comunión con él. La oración es nuestra forma de caminar y hablar con Dios. Ese viejo himno, “ɬ¬l conmigo está, puedo oír su voz, y que suyo dice seré.” Estamos llegando al corazón de lo que el cristianismo está diseñado a ser cuando oramos, porque es relacional.”

— Dr. Steve Harper

Después de las enseñanzas de Jesús sobre la naturaleza del discipulado, Lucas destacó el incremento de los conflictos entre Jesús y los líderes judíos en Lucas 11:14 al 15:32.

Incremento de los Conflictos

Durante esta parte de su viaje, Jesús, a propósito, enfrentó al liderazgo judío por al menos tres razones. Primero, quería reprender su pobre liderazgo del pueblo de Dios. Segundo, quería llamar a la gente a su propio reino. Y tercero, quería que ellos lo crucificaran en Jerusalén, así podría hacer una salvación expiatoria por los pecados de su pueblo, y ser recompensado con su reinado sobre ellos.

Por ejemplo, en Lucas 11:14 al 28, los judíos afirmaron que Jesús era el “príncipe de los demonios” y Jesús respondió en los versículos 29 al 53 condenando su maldad y pronunciando maldiciones sobre ellos.

En Lucas 12:1 al 3, Jesús advirtió a las multitudes a no ser hipócritas como los fariseos. En los versículos 4 al 21, atacó las prácticas de las sinagogas, gobiernos y autoridades judías, en los versículos 22 al 32, enfatizó que Dios iba a satisfacer las necesidades de todo aquel que buscara el reino de Dios, por lo que no necesitarían perseguir la riqueza del mundo como los líderes judíos. Y en los versículos 33 al 59, Jesús advirtió que sus seguidores sin duda tendrían conflictos con aquellos que no aceptan el reino de Dios.

En Lucas 13:1 al 9 Jesús continuó enfrentando al liderazgo judío llamando a todo Israel a arrepentirse de sus pecados. En los versículos 10 al 17, se agudizó la controversia de sanar a una mujer encorvada en el día de reposo enfureciendo al principal de la sinagoga. Y en los versículos 18 al 30, Jesús enseñó que al reino de Dios no entraran muchos que pensaron serían admitidos, condenando claramente a los principales líderes judíos y a sus seguidores. Y, en los versículos 31 al 35, Lucas registró que la tensión siguió en aumento entre Jesús y el rey judío Herodes, quien ahora estaba planeando matarlo.

En Lucas 14, Jesús provocó a los líderes judíos aun más. En los versículos 1 al 24, él sanó a un hombre en el día de reposo y así criticó los valores mundanos de los líderes judíos – sugiriendo que ninguno de ellos heredaría el reino de Dios. En los:25 al 34, Jesús advirtió a sus seguidores que podrían perder todo en sus vidas como resultado del conflicto que tendrían con aquellos que se le oponen.

Después de una introducción en el 15:1 y 2, Jesús otra vez busca el conflicto con los líderes judíos a través de sus parábolas acerca de cosas perdidas: la oveja perdida, la moneda perdida, y el hijo pródigo. En cada historia Jesús llamó a su pueblo a rechazar la exclusividad hipócrita de los fariseos y maestros de la ley, y a regocijarse cuando Dios encuentra a sus hijos entre los pecadores perdidos del mundo.

Después de registrar las enseñanzas de Jesús sobre la naturaleza del discipulado y su incremento de los conflictos con los líderes judíos, Lucas enfoca su relato del viaje de Jesús a Jerusalén en el costo del discipulado en Lucas 16:1 al 18:30.

Costo del Discipulado

Jesús quería que sus seguidores entendieran que sus vidas en el reino serían un modelo de su propia vida. Serían perseguidos por los líderes del mundo, y tendrían que luchar para mantenerse fieles a Dios. Desde el 16:1 al 17:10, Jesús enseñó que el discipulado implicaba ver todo lo que tenemos como posesión de Dios, que él nos ha confiado como sus mayordomos, para ser usados totalmente para sus propósitos. También advirtió que las bendiciones terrenales pueden ser un obstáculo, incluso previniendo a los ricos a reconocer y recibir el verdadero evangelio. Finalmente, alentó a la fe y al arrepentimiento, asegurándonos que no importa cuánto bien hagamos, nuestra mejor acción sigue siendo no hacer más de lo que Dios requiere.

En el 17:11 al 18:8, Jesús se enfoca en el eventual juicio de este mundo. Las cosas buenas que recibimos como salud, posesiones y justicia – deberían hacernos ver la bondad de Dios, y hacernos orar para que nos bendiga con ellas en esta vida. Pero éstas están destinadas a perecer en el juicio final. La verdadera riqueza, salud y justicia vienen como recompensas en el reino eterno de Dios – así que ahí es donde nuestra esperanza debe estar.

Jesús terminó esta sección en Lucas 18:9 al 30 enfatizando la necesidad de la humildad, porque sólo los humildes recibirán el perdón y la bendición de Dios, y heredarán la vida eterna.

Lucas concluye su registro del viaje de Jesús a Jerusalén enfatizando su compromiso con el plan de Dios para salvar a su pueblo en Lucas 18:31 al 19:27.

Compromiso de Jesus

La primera forma en la que Jesús mostró su compromiso con el plan de Dios fue con la predicción de su propia muerte en Lucas 18:31 al 34. Jesús sabía que necesitaba morir para salvar a su pueblo, y estaba determinado a seguir con el plan de su Padre.

Seguido a esto, Jesús demostró su compromiso con el plan de Dios de salvación bendiciendo a la gente a la que vino a salvar, como al hombre ciego que sanó en Lucas 18:35 al 43, y el recolector de impuestos Zaqueo al que llamó en Lucas 19:1 al 10. Estas personas fueron rechazadas por la sociedad. Pero en línea con las promesas de Isaías 61:1 y 2, ellos iban a recibir una gran herencia en el reino de Dios. Cómo Jesús le dijo a Zaqueo en Lucas 19:9 y 10,

Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. (Lucas 19:9-10)

Finalmente, en Lucas 19:11 al 27, Jesús contó la parábola de las diez minas donde un rey le confía a sus siervos su dinero mientras que él estaba lejos. Esta parábola enseña que si queremos heredar el reino de Dios, debemos comprometernos con el plan de Dios justo como Jesús lo hizo.

Después de describir el viaje de Jesús a Jerusalén, Lucas registró el ministerio de Jesús en Jerusalén. Esta es la quinta sección principal del evangelio de Lucas, y se extiende desde el 19:28 al 21:38.

MINISTERIO DE JESUS EN Y CERCA DE JERUSALÉN

El registro de Lucas del ministerio de Jesús en Jerusalén comienza en Lucas 19:28 al 44, con la entrada de Jesús a Jerusalén mientras las multitudes lo reciben con algarabías y alabanzas.

Siguiendo su entrada en la ciudad, lo primero que Jesús hizo fue purificar el templo sacando a los mercaderes. En Lucas 19:45 y 46, Jesús condenó las prácticas pecaminosas que habían corrompido el culto y la vida judía, e insultado en gran manera al liderazgo judío.

Necesitamos el trasfondo histórico del Antiguo Testamento para entender los eventos de Jesús al purificar el templo, del mismo modo que lo necesitamos para entender muchas enseñanzas en el Nuevo Testamento. Nos referiremos al Antiguo Testamento, en el libro de 1 Reyes capítulo 8 se registra la dedicación del templo. El templo había estado en construcción por varios años. Cuando fue terminado, el Rey Salomón y los Israelitas fueron a dedicar el templo. El Rey Salomón oró a Dios, “Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona.” Adicionalmente, el Rey Salomón también oró que cuando los extranjeros, quienes oyeren del gran nombre de Dios, vinieren de tierras lejanas para orar hacia el templo, Dios escucharía sus oraciones para que todos los pueblos de la tierra conozcan el nombre de Dios y le teman, y sepan que el templo fue construido por el nombre de Dios. Así que en el tiempo de Jesús, cuando las autoridades religiosas hicieron del templo una cueva de ladrones, deshonraron el nombre de Dios, debido a que el templo está asociado con el nombre de Dios. Además, el hecho de que Jesús purifica el templo, tenía un significado simbólico. El templo apuntaba a Jesús mismo porque Él es el templo verdadero y final. Jesús es la realidad del templo para todas las naciones que vienen a orar, ya que oramos a nuestro Padre en el nombre de Jesús. Así que si entendemos el templo del Antiguo Testamento, podemos ver el significado de la purificación del templo que Jesús hizo, y su relación con la venida del reino de Dios.

— Dr. Peter Chow, translation

Lo que parece ser la causa por la que Jesús estaba molesto es que el área del templo, el atrio de los gentiles, el acceso para estar en la presencia del Creador del universo, donde las naciones podían ir, estaba bloqueado. Ellos no podían ir a la parte interna del templo que era exclusiva para los judíos, sin embargo la parte del atrio de afuera era para las naciones, para los gentiles. Ellos podían ir y orar ahí. Y lo que vemos es que ahí no había lugar para orar. No había lugar para los gentiles en términos del propósito real de ese espacio. Y por eso vemos a Jesús restaurando el templo y la función de ese espacio, limpiándolo para que las naciones pudieran ir y orar.

— Dr. Greg Perry

En Lucas 19:47 al 21:38. Jesús enseñó en el templo, hablando acerca del reino de Dios. Durante este tiempo, su conflicto con los líderes judíos se intensificó, él continuaba condenando sus prácticas y ellos continuaban retando su autoridad. Escuchemos lo que los maestros de la ley y los principales sacerdotes hicieron en Lucas 20:20:

Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador. (Lucas 20:20)

Pero Jesús no dejó de predicar la verdad sólo porque unos hombres malvados trataron de atraparlo. En lugar de eso, él abiertamente los reprendió. Como les dijo a las multitudes en Lucas 20:46 y 47:

Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; éstos recibirán mayor condenación. (Lucas 20:46-47)

Mientras Jesús se acercaba a Jerusalén, el rechazo de Israel para aceptarlo como su Mesías Salvador le llevó a profetizar la destrucción de la ciudad. Pero incluso esta catástrofe sería sólo un anticipo de un juicio mayor. En el último día, cuando Jesús regrese en gloria, cada uno dará cuentas ante él. Y por esta razón, Jesús llama a sus discípulos de todos los tiempos a obedecerle diligentemente y a observar con atención por su regreso.

Después del registro del ministerio de Jesús en Jerusalén está la última sección principal del evangelio de Lucas: la narración de la crucifixión y resurrección fuera de Jerusalén en Lucas 22:1 al 24:53.

CRUCIFIXIÓN Y RESURRECCIÓN DE JESÚS

En esta sección de su evangelio, Lucas explicó cómo Jesús en realidad logró la salvación de su pueblo. Él cumplió el plan celestial de su Padre ofreciéndose a sí mismo como un sacrificio expiatorio. Y fue recompensado con el trono de su padre David, gobernando sobre su pueblo como Rey.

El registro de Lucas de la crucifixión y resurrección de Jesús puede ser dividido en dos partes: el arresto, juicio y muerte de Jesús y su resurrección y ascensión. Observemos primero el arresto, juicio y muerte de Jesús en Lucas 22:1 al 23:56.

Arresto, Juicio y Muerte

El registro del arresto, juicio y muerte de Jesús, comienza en Lucas 22:1 al 6 con el complot de traicionar a Jesús. Durante la Última Cena registrada en los versículos 7 al 38, Jesús profetizó la traición de Judas, y que Pedro negaría ser su seguidor. Pero en medio de estas predicciones, aseguró a los discípulos su lugar en el reino, y su control sobre todos estos eventos.

Siguiendo la Última Cena, encontramos la oración de Jesús en el Monte de los Olivos en Lucas 22:39 al 46. Jesús estaba muy angustiado durante esta oración, como lo observamos en el hecho de que suda sangre, y su deseo de que el Padre pudiera permitir evitar la crucifixión, si esto fuera posible. Pero a pesar de todo, Jesús nunca vaciló en su completa confianza en el Padre Celestial, o en su compromiso con el plan del Padre.

El arresto de Jesús en Lucas 22:47 al 53 ponen en marcha los acontecimientos de la negación de Pedro en los versículos 54 al 62, así como el juicio de Jesús ante los líderes judíos, Pilato y Herodes en el 22:63 al 23:25. Ambos, Herodes y Pilato encontraron a Jesús inocente de cualquier crimen en contra de Roma que pudiera merecer la muerte. Pilato, sin embargo, cedió a la presión de los líderes judíos y de la multitud y condenó al inocente Jesús a ser crucificado.

Las personas se confunden cuando leen en los evangelios acerca de la respuesta que tienen las multitudes con Jesús, en su juicio y su muerte, cuando él está ante las multitudes y con Pilato, las multitudes piden su muerte y la liberación de Barrabás. Una respuesta es que debemos tener en mente la profundidad del pecado humano, que la gente es muy pecadora, y que somos propensos a la injusticia y a dejarnos llevar por los sentimientos de la gente haciendo lo equivocado porque parece que en ese momento eso es lo que nos hace estar más cómodos o más populares. O – sólo nos dejamos llevar a hacer lo equivocado. Y creo que había algo de eso en el juicio de Jesús. Creo que algo más que también debemos tener en mente es que las multitudes que estuvieron ahí probablemente estaban de acuerdo con los Fariseos, quienes estaban en contra de Jesús. Los jefes de los sacerdotes, quienes están temerosos de Jesús; estaban temerosos de que los romanos les quitaran su poder; ellos estarían en problemas políticos con los romanos si no hacían algo con Jesús. Así que, tenemos sus cobardes acciones por un lado. Tenemos acciones equivocadas de los fariseos quienes no eran personas temerosas, sino que simplemente estaban teológicamente equivocadas al oponerse a Jesús y querían deshacerse de él por esta razón. Y así la multitud reunida no era toda la gente, pero eran un grupo selecto que probablemente estaba de acuerdo con aquellos que se oponían a Jesús. Es muy importante para nosotros recordar que todos los primeros cristianos, en los primeros días de la iglesia realmente, eran judíos, y que los apóstoles eran judíos, que Jesús mismo era judío, y que había muchos judíos que estaban positivamente dispuestos a seguir a Jesús. Y aquellos que gritaban por su muerte en la cruz eran probablemente un pequeño conjunto de aquellos con quienes Jesús estuvo en contacto durante su ministerio.

— Dr. Frank Thielman

Curiosamente, la narración de Lucas del arresto y juicio de Jesús no se enfocó en la muerte cercana de Jesús, sino en su identidad como el Cristo. Escuchemos este intercambio entre Jesús y los líderes judíos en Lucas 22:67 al 70:

¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis … Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios. Dijeron todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy. (Lucas 22:67 - 70)

En este pasaje, Jesús se identificó a sí mismo como el Cristo, el hijo del Hombre y el Hijo de Dios. Estos términos se refieren al hecho de que él era el Mesías que había sido profetizado en el Antiguo Testamento.

Después de sus juicios, la crucifixión de Jesús es descrita en Lucas 23:26 al 49. En los versículos 43 al 46 Lucas cita dos veces las palabras que Jesús habló desde la cruz, palabras que ningún otro de los escritores de los evangelios preservaron para nosotros. Estas palabras enfatizan dos de los puntos que Lucas ha mencionado repetidamente en su evangelio: Primero, que Jesús está lleno de compasión por los desvalidos; y segundo, que Jesús confió en su Padre quien estaba en control de todos estos eventos. En Lucas 23:43, Jesús respondió con compasión al ladrón que estaba a su lado en la cruz, con estas palabras:

De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. (Lucas 23:43)

Y en el versículo 46, Jesús gritó con confianza en su Padre, diciendo:

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lucas 23:46)

Lucas dejó claro que los momentos finales de nuestro Señor, estuvieron llenos de compasión por otros y de confianza en su Padre. En seguida, en Lucas 23:50 al 56, Lucas proveyó el relato de la sepultura de Jesús en un sepulcro abierto en una peña, su cuerpo sin preparar para su entierro porque el día de reposo estaba a punto de comenzar.

No es difícil ver como los lectores perseguidos de Lucas podrían identificarse con los sufrimientos de Jesús. Cualquier persecución que estuvieran enfrentando, Jesús la enfrentó peor. Y lo que es más, lo hizo por ellos. Si su Señor estuvo dispuesto a sufrir y a morir por su causa, ciertamente ellos deberían estar dispuestos a sufrir y a morir por él. Pero esto no era sólo una deuda. Así como Jesús fue recompensado por su obediencia y sufrimiento, sus obedientes seguidores serían también recompensados por su sufrimiento.

Finalmente, después de describir los eventos del arresto, juicio y muerte de Jesús, Lucas concluye su evangelio con el relato de la resurrección y ascensión de Jesús en Lucas 24:1 al 53.

Resurrección y Ascensión

En el capítulo 24:1 al 12 Lucas registró el descubrimiento de la tumba vacía de Jesús, el mensajero angelical, y la incredulidad desconcertada de sus discípulos. Jesús había resucitado de la muerte, tal y como lo había predicho. Había conquistado la muerte para él y para todos aquellos que tienen fe en él.

Lucas 24:13 al 35 regresa a la historia más tarde en el mismo día, cuando Jesús se reúne con sus discípulos en el camino a Emaús. Él les enseñó a leer el Antiguo Testamento a la luz de su propio ministerio y resurrección. Cada cosa que la Biblia tiene registrada apunta a Jesús y a su misión salvadora.

En Lucas 24:36 al 49, Jesús se les aparece a sus discípulos y les anima a testificar de estos eventos. Les dijo que continuaran con su misión predicando las buenas nuevas de arrepentimiento y perdón para todas las naciones. Después Lucas arregla el escenario para su segundo volumen, el Libro de los Hechos, reportando la promesa de Jesús de enviar al Espíritu Santo para capacitarlos para esta tarea.

Lucas concluyó su evangelio en el 24:50 al 53 con la ascensión corporal de Jesús al cielo. En respuesta a este milagro, los discípulos adoraron, se regocijaron y alabaron a Dios. Las buenas nuevas de gran gozo que el ángel había anunciado en Lucas 2:10 finalmente habían llegado al pueblo de Dios. Jesús el resucitado, el victorioso Señor era su Salvador.

Lucas escribió para asegurarles a los gentiles creyentes que habían hecho la elección correcta al seguir a Jesús. A través de la estructura y contenido de su evangelio, Lucas demostró que cada aspecto de la vida de Jesús fue parte del plan de Dios para establecer su reino. Él era el Hijo de Dios y el Hijo de David quien vino a cumplir las profecías de Isaías acerca de la salvación. Jesús era una fuerza imparable de gracia y misericordia, que traería a todas las naciones bajo su gobierno. Él realmente había inaugurado del reino de Dios. Realmente estaba ofreciendo salvación a todas las familias de la raza humana. Y realmente salvaría a todo aquel que le fuera fiel él.

Habiendo considerado el trasfondo y la estructura y contenido del evangelio de Lucas, estamos listos para dirigirnos a nuestro último tema principal. En esta sección de nuestra lección, exploraremos algunos de los temas principales que Lucas enfatizó.

TEMAS PRINCIPALES

En general, podemos decir que los tres evangelios sinópticos – Mateo, Marcos y Lucas – comparten los mismos temas centrales: Jesús es el Cristo que trae el reino de Dios. Pero cada uno de estos evangelios se enfoca en conceptos centrales de diferentes maneras. Así que, a medida que exploramos esta idea en el evangelio de Lucas, nos enfocaremos en la descripción del reino de Dios como salvación.

Lucas usó las palabras salvar, salvando, y salvador por lo memos 25 veces – más seguido que cualquiera de los otros evangelistas. Destacó nuestra condición desesperada sin Cristo, y nuestra necesidad de ser rescatados. Y enseñó que el reino de Dios es nuestra mayor salvación.

El término salvación está profundamente arraigado a las esperanzas del Antiguo Testamento. Podemos definirlo como liberación de la tiranía del mal, y del juicio de Dios contra el pecado. A través del Antiguo Testamento, y especialmente en los profetas, Dios enseñó a su pueblo que el Mesías eventualmente traería salvación de los efectos del pecado, e incluso de su presencia.

En línea con el énfasis de Lucas sobre la salvación, dividiremos nuestra discusión de los principales temas del evangelio de Lucas en tres partes que corresponden a tres aspectos del trabajo salvador de Cristo. Primero, consideraremos la descripción de la salvación personal. Segundo, consideraremos su interpretación de Dios como nuestro Salvador. Y tercero, examinaremos los tipos de personas que son salvadas. Comencemos con la descripción de salvación de Lucas.

DESCRIPCIÓN DE LA SALVACIÓN

A través de su evangelio, Lucas mostró que la salvación personal es principalmente una cuestión que revertirá las condiciones de la gente. Cambiando su persona, su estado delante de Dios, y alterando su destino para que sean bendecidos y no maldecidos.

Todos nacemos pecadores. Y como resultado, estamos condenados por Dios y destinados a la destrucción eterna. Pero el evangelio ofrece perdón de los pecados, así que Dios no tiene más razón para condenarnos. Como Lucas a menudo lo dijo, la salvación es el resultado de la paz entre nosotros y Dios. Y con nuestro nuevo estatus favorecido, recibimos bendiciones eternas en el reino de Dios, las cuales heredaremos cuando Jesús regrese y perfeccione la tierra. En donde no habrá enfermedad o muerte o discapacidad o pena. Y sin importar como sean nuestras vidas actuales, seremos ricos y privilegiados en el mundo por venir.

Los lectores del evangelio de Lucas generalmente señalan que Jesús puso especial atención a los grupos que carecen de influencia: mujeres, gentiles, niños. Por esa razón, en el contexto social de la vida y ministerio de Jesús hay, una profunda razón teológica, y estas se derivan del hecho de que Lucas entendió el gobierno eterno de Dios en términos de ayudar a los débiles y, en consecuencia de eso, perjudicar a los poderosos, un cambio de papeles en realidad. Ahora, este cambio de papeles no es exclusivo de los evangelios o del Nuevo Testamento o de la noción del tiempo final o escatológico, el tipo de realidad del “reino de los cielos se ha acercado”. Encuentras todo esto a lo largo de la revelación bíblica. En el libro de Génesis, por supuesto encontramos repetidamente que los hijos nacidos en segundo lugar, tienden a ser escogidos por sobre los primeros hijos. Esto es un cambio de expectativas. Eso es sólo un ejemplo, de cambio de expectativas, que tenemos en el Antiguo Testamento y en lo que se refiere a Lucas, yo creo, que llega a su culminación, a su clímax, a su cumplimiento en la gran, celebración del cambio de expectativas que tenemos en el Nuevo Testamento, especialmente como yo digo, un cambio de los poderosos y de los débiles.

— Dr. David Bauer

Recordemos que en Lucas 7, Juan el Bautista envió mensajeros para preguntar a Jesús si él realmente era el Mesías. Y Jesús respondió parafraseando a Isaías 61:1 y 2 – el mismo pasaje que leyó en la sinagoga al inició de su ministerio público. Escuchemos una vez más lo que Jesús dijo en Lucas 7:22:

Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio. (Lucas 7:22)

Cada cosa que Jesús mencionó aquí fue una forma de salvación, un cambio de condiciones malas a condiciones buenas.

En la nueva tierra, estas malas condiciones serán totalmente eliminadas, e incluso ahora, la salvación nos anticipa estas bendiciones eternas. Pero los grandes cambios de la salvación no están limitados a nuestras circunstancias externas. También cambia nuestro interior. Como Jesús dijo en Lucas 6:27 al 36:

Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian… Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. (Lucas 6:27-36)

Las bendiciones del reino no sólo cambian circunstancias externas. También cambian el carácter y la perspectiva de aquellos que son salvos. Al igual que los cambios externos, estos cambios internos se manifiestan parcialmente en el mundo presente, y por completo en el siguiente mundo. En estos momentos, nosotros comenzamos a pensar y actuar en forma diferente porque el Espíritu Santo mora en nosotros, y vemos al mundo con ojos nuevos. Estos cambios continuarán en el cielo, donde seremos totalmente libres de la presencia, corrupción y consecuencias del pecado. Y serán completados cuando Jesús regrese y nos de nuestros cuerpos nuevos en la tierra nueva.

Estas bendiciones de la salvación explican porque una y otra vez en el evangelio de Lucas la respuesta apropiada a la salvación es el regocijo. Lo vemos a través de los muchos cantos incluidos en Lucas, el canto de Zacarías en Lucas 1:68 al 79, el canto de María en Lucas 1:46 al 55, y el canto de Simeón en Lucas 2:29 al 32. Regocijarse en la salvación es también mencionada en los anuncios angelicales, como el mensaje dado a Zacarías en Lucas 1:14, y las buenas nuevas de gran gozo dadas a los pastores en Lucas 2:10 y 11 y el regocijo es el tema constante de las parábolas de Jesús de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo en Lucas 15. Jesús resume la respuesta de regocijo de esta manera en Lucas 6:21 al 23:

Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis… Gozaos en aquel día, y alegraos. (Lucas 6:21-23)

Dios quiere la salvación para darnos regocijo. Él quiere regocijarnos porque nuestros pecados han sido eliminados – y porque tenemos una relación pacífica con él – y porque estamos heredando las bendiciones de su reino. Este tema era tan importante para Lucas que él incluso terminó su evangelio con esto. Escuchemos en Lucas 24:52 y 53 donde registró lo que los discípulos hicieron después de que Jesús ascendió al cielo.

Ellos … volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. (Lucas 24:52-53)

Cuando vemos a Dios por quien él es, cuando probamos y vemos que el Señor es bueno, eso debe conducirnos al regocijo, debe deleitarnos. Si yo le llevo flores a mi esposa y le digo, aquí hay unas flores, cariño, porque se supone que yo debo dártelas, bueno, eso no sería lo que ella esperaría. Esto tiene que hacerse con deleite y regocijo porque yo la adoro. Y así, nuestro deleite en Dios se convierte en una expresión del conocimiento de como es él. Deleitarse en Dios, regocijarse en Dios, estar satisfecho en él está en el corazón mismo de la vida cristiana.

— Dr. K. Erik Thoennes

Con esta descripción de la salvación, vayamos a nuestro segundo tema principal: el énfasis que hizo Lucas sobre Dios como nuestro Salvador.

DIOS COMO SALVADOR

Consideraremos a Dios como nuestro Salvador en tres pasos. Veremos que la salvación viene por el poder de Dios, de acuerdo al plan de Dios, y a través del Hijo de Dios. Observemos primero el hecho de que la salvación viene por el poder de Dios.

Poder de Dios

El evangelio de Lucas hace eco en la idea que tiene el Antiguo Testamento de que Dios es el salvador de su pueblo. Este es un tema predominante en los primeros capítulos de Lucas, que marcan la pauta para todo el libro. María se regocijó porque Dios era su salvador en Lucas 1:47. Zacarías cantó acerca de la salvación que Dios estaba trayendo en Lucas 1:68 al 79. Escuchemos lo que Simeón dijo cuando sostuvo al bebé Jesús en Lucas 2:29 y 30:

Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvación. (Lucas 2:29-30)

Simeón se refirió a Dios como el Soberano Señor – o déspota en griego – atribuyéndole a Dios el poder y la autoridad sobre toda la creación. Y con el término tu salvación, Simeón indicó que Dios esta usando su poder para traer la salvación.

Y este tema continua a través del evangelio de Lucas. Por ejemplo, Juan el Bautista proclamó la salvación de Dios en el contexto de su renovación de toda la tierra en Lucas 3:6. y en Lucas 18:26 y 27. Jesús enseñó que la salvación es imposible para el hombre, pero que para Dios todo es posible.

Lucas quería que sus lectores entendieran que Dios está en control de todas las cosas. Que la salvación no puede ser alcanzada por la fuerza, inteligencia, determinación o riqueza humana. La salvación sólo le pertenece a Dios. Es Su obra, lograda por Su poder. Sólo Dios tiene la autoridad para liberar a las personas de su juicio. Sólo Dios tiene el poder para cambiar a las personas en su interior. Sólo Dios tiene el poder requerido para traer su reino a la tierra. Y sólo Dios tiene la habilidad de recompensar a su pueblo con las bendiciones de ese reino.

Además de enfatizar que la salvación viene del poder de Dios, Lucas enseñó que la salvación es parte del plan de Dios.

Plan de Dios

Por ejemplo, cuando Jesús comenzó su ministerio público en Lucas 4, el leyó Isaías 61:1 y 2 y asombró a la multitud diciendo que se estaba cumpliendo esa profecía en ese mismo momento y lugar. Y durante el resto de su evangelio, Lucas continuó demostrando que la salvación es el plan de Dios revelando que los dramáticos eventos de la vida de Jesús cumplieron las promesas del Antiguo Testamento. Escuchemos las palabras de Jesús casi al final de su ministerio público en Lucas 24:44:

Era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. (Lucas 24:44)

Todo el Antiguo Testamento habla acerca de la salvación que Dios esta cumpliendo a través de Jesús. El plan de Dios siempre ha sido salvar a su pueblo de esta manera.

Otra forma en que Lucas demostró que la salvación cumple con el plan de Dios, fue señalando con regularidad que las cosas que hizo Jesús eran necesarias porque Dios había requerido que sucedieran.Como un ejemplo, escuchemos la forma en la que Jesús describió su sufrimiento y muerte en Lucas 9:22:

Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día. (Lucas 9:22)

Notemos que cuando Jesús explicó lo que iba a suceder, el usó la palabra necesario, que se traduce de la palabra griega dei. ¿Por qué era necesario? Porque Dios lo exigió. Cada cosa que le pasó a Jesús era parte del antiguo plan de Dios para salvar a su pueblo.

El tercer punto que mencionaremos para demostrar que Dios es nuestro Salvador es que la salvación viene a través de Jesucristo el Hijo de Dios.

Hijo de Dios

El evangelio de Lucas repetidamente afirma que Jesús es el Hijo de Dios. Algunas veces la filiación de Jesús lo identifica como el Dios encarnado, como en el anuncio angelical de su nacimiento en Lucas 1:32 al 35. En otras ocasiones se enfatiza su autoridad, y esto lo vemos en su bautismo en Lucas 3:22 donde Dios expresó su aprobación desde el cielo y durante su transfiguración en Lucas 9:35, cuando Dios instruye a su pueblo a escuchar a su Hijo. En otras ocasiones se refiere a su función de rey vasallo mesiánico de Dios, como en la Última Cena en Lucas 22:29.

Pero todas estas referencias de Jesús como el Hijo de Dios comparten por lo menos una cosa en común: todas indican que Jesús es la persona a través de quien Dios está cumpliendo la salvación. Jesús es el Hijo de Dios que fue enviado al mundo para rescatar a su pueblo de la condenación muriendo en su lugar y trayendo el reino de Dios a la tierra.

Algunas veces los cristianos pensamos equivocadamente que el Padre es un Dios furioso que nos odia y que Jesús es su Hijo rebelde que se levanta a favor nuestro. Pero no hay nada más alejado de la realidad. Jesús sólo vino a salvarnos porque su Padre lo envió. Sí, realmente Jesús es nuestro salvador. Y él realmente nos salva del juicio del Padre. Pero es fundamental entender que la salvación que él trae tiene su origen con el Padre. Como el Hijo de Dios, Jesús hizo lo que el Padre le ordenó. Él utiliza el poder de Dios con el fin de cumplir el plan de Dios. Y de esta manera, la obra salvadora de Jesús es una prueba de que Dios el Padre es nuestro salvador último.

Ahora que hemos observado que Lucas hace la descripción de la salvación y a Dios como nuestro salvador, vayamos al tercer tema principal en el evangelio de Lucas: la variedad de personas que son salvadas.

PERSONAS QUE SON SALVADAS

En los días de Jesús, nadie se habría sorprendido si él hubiera ofrecido salvación a aquellos que ocupaban lugares de honor o poder en la sociedad. Nadie se habría preguntado porque él salvó a los que estrictamente cumplían la ley de Dios. Nadie se habría maravillado si él hubiera condenado a la gente que la sociedad judía ya despreciaba – personas a las que aparentemente Dios había pasado por alto para bendecirlos, porque de alguna manera habían fallado. Pero eso no fue lo que Jesús hizo. Y uno de los principales temas del evangelio de Lucas es llamar la atención hacia la gente que Jesús sorprendentemente salvó, y dio honor y estatus.

Una de las cosas más notables acerca de la narración de Lucas es que él está interesado en el menos, el último, y el perdido y de hecho su principal tema es el tema del cambio. El menor, el último y el perdido se van a convertir en el primero, el más y el encontrado en el reino de Dios. Lucas está realmente interesado en el lado ético del evangelio. Está interesado en lo que era distintivo en el ministerio de Jesús que puede ser considerado loable o virtuoso y así una de las cosas que seguramente podemos ver tanto en Lucas como en Hechos lo que es un trabajo de dos volúmenes, Lucas/Hechos, es una preocupación por el pobre, la mujer, el enfermo y el anciano. No hay duda de que hay más énfasis en Lucas/Hechos que en los otros evangelios acerca de esto. Por ejemplo, cuando observamos las bienaventuranzas de Jesús, en vez Mateo dice, “Bienaventurados los pobres en espíritu”, y en Lucas simplemente encontramos “Bienaventurados los pobres”. Esta es una real preocupación de Lucas. Él está preocupado acerca de esto, porque él cree que no sólo la redención viene a través de Jesús, sino también la justicia. La rectificación de las equivocaciones de la sociedad, es traída por Jesús y Lucas en realidad quiere enfatizar que Jesús es el Salvador del mundo. Es, el Salvador de todos. Es una sola parada de compras, en Jesús, ya sea que seamos uno de los mejores, de la mejor elite, de las personas más educadas o de las personas más conocidas en la sociedad o el último de los últimos, Jesús es para todos y Lucas ciertamente quiere enfatizar eso.

— Dr. Ben Witherington

Para nuestros propósitos en esta lección, nos limitaremos a observar cuatro sorprendentes tipos de personas a los que Lucas frecuentemente dirigió su atención, comenzando con los gentiles.

El Antiguo Testamento dice que los gentiles eventualmente serán traídos al reino de Dios, recibiendo su salvación y sus bendiciones. Pero los judíos en los días de Israel normalmente despreciaban a los gentiles excluyéndolos de las bendiciones principales del reino de Dios.

En el tiempo en que Lucas escribió su evangelio, la iglesia cristiana en todo el mundo consistía en gran medida de los gentiles convertidos. A través de la historia, Dios había demostrado claramente su intención de bendecir a los gentiles en maneras sorprendentes. Y como vimos anteriormente en esta lección, una de las razones por las que Lucas escribió fue para asegurar a los gentiles que ellos no habían cometido un error al convertirse en cristianos. Así que, a través de su evangelio, él dirigió la atención a aquellos lugares en donde la salvación había sido extendida a los gentiles, en cumplimiento de las esperanzas y los ideales del Antiguo Testamento.

Por ejemplo, en Lucas 2:10 al 14, los ángeles anunciaron que el gozo del evangelio sería para “todo el pueblo” y para los “hombres en la tierra.” En lugar de decir que el nuevo rey de Israel había nacido para salvar a los judíos, los ángeles hablaron en términos más generales. Y en Lucas 2:32, Simeón proclamó que el pequeño Jesús sería “una luz para la revelación a los gentiles.” y mientras los cuatro evangelios citan Isaías 40 en la historia de Juan el Bautista, sólo Lucas 3:6 extiende la cita para incluir las palabras “toda carne” verá la salvación de Dios.

Lucas también señaló que los samaritanos, a quienes los judíos consideraban sus enemigos, podrían ser salvos. Por ejemplo, en Lucas 17:11 al 19 Jesús sanó a diez leprosos, pero el único leproso que regresó para agradecerle era samaritano. Y sólo Lucas registró la parábola del Buen Samaritano, encontrada en Lucas 10:30 al 37, en donde el samaritano era un ejemplo de amor al prójimo.

Más allá de esto, Lucas registro momentos cuando los gentiles demostraron verdadera fe en Jesús como el Salvador. Por ejemplo en Lucas 7:9. Jesús habló de un centurión Romano:

Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. (Lucas 7:9)

Como vimos anteriormente en esta lección, Lucas trazó la genealogía de Jesús hasta Adán, implicando que Jesús vino para salvar a toda la raza de Adán incluyendo tanto a judíos como gentiles.

El segundo sorprendente tipo de personas que recibieron salvación en el evangelio de Lucas fueron los pecadores. Ahora, en un sentido importante, todos los seres humanos son pecadores. Pero había algunas personas en los días de Jesús cuyos pecados eran tan grandes y tan públicos que estas personas eran esencialmente desterradas por la sociedad judía, como la mujer inmoral en Lucas 7:36 al 50, y Zaqueo el recolector de impuestos en Lucas 19:1 al 9. Los recolectores de impuestos eran pecadores porque ellos se ganaban la vida cobrando a sus compatriotas impuestos exorbitantes que no eran requeridos por el gobierno. Pero Jesús vino a salvarlos incluso a ellos, estaba ansioso de otorgar la salvación a todo aquel que se arrepintiera en fe.

Sólo como un ejemplo, escuchemos esta historia en Lucas 5:29 al 32:

Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. (Lucas 5:29-32)

El tercer sorprendente grupo de personas que son salvadas en el evangelio de Lucas son las mujeres. En el antiguo mundo mediterráneo oriental donde Jesús vivió, las mujeres no tenían muchos derechos en la sociedad, y no eran altamente valoradas. Pero Lucas dirigió su atención a las formas en las que Jesús les trajo salvación. En Lucas 8:41 al 53, Jesús sanó a la hija de Jairo y a la mujer que por doce años había sufrido hemorragias. También mostró gran compasión hacia las viudas, quienes en la antigua sociedad patriarcal no tenían prácticamente ninguna ayuda y esperanza Lucas 7:11 al 17 y el 18:1 al 8 ilustran la preocupación y el cuidado de Jesús por estas personas más necesitadas.

Una de las técnicas más dramáticas de enseñanza de Lucas que remarcó la salvación de las mujeres fue comparando a las mujeres humildes con orgullosos líderes religiosos masculinos. Por ejemplo, en Lucas 13:14 y 15, Jesús llamó hipócrita al principal de la sinagoga, mientras que en el siguiente versículo llamó a una mujer encorvada “hija de Abraham.” Encontramos un contraste similar en Lucas 7:37 al 50, donde Jesús aceptó la adoración de una mujer inmoral mientras condenaba al orgulloso fariseo Simón

Y en su máximo ejemplo de lo que significa amar a Dios, Lucas relató la historia de María la amiga de Jesús. En Lucas 10:27, Jesús enseñó que los dos grandes mandamientos eran amar a Dios y amar al prójimo. Entonces en los versículos 38 al 42, María dio el ejemplo de como amar a Dios, escuchando obedientemente sus enseñanzas. Ni Pedro, ni Juan y ciertamente ni los líderes judíos, sino una mujer fue el modelo de la piedad divina.

Finalmente, el cuarto sorprendente tipo de personas que son salvadas en el evangelio de Lucas son los pobres. Lucas comienza su evangelio apuntando que la familia de María y José era pobre. Sabemos esto porque en Lucas 2:24 la ofrenda que ellos trajeron al templo fue una ofrenda de pobres prescrita en Levítico 12:8.

Lucas también mostró que Jesús favoreció a los pobres en lugares como la parábola de ”El rico insensato” en Lucas 12:13 al 21, y en su historia acerca de “El rico y Lázaro” en Lucas 16:19 al 31. Escuchemos una vez más en Lucas 4:18, donde Jesús leyó de Isaías 61:1:

El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres. (Lucas 4:18)

Lucas es el único escritor de los evangelios que reportó este evento. E incluyó esto como un modelo de todo el ministerio de Jesús. Su punto era que una parte de traer el reino de Dios consiste en proclamar las buenas nuevas de salvación a los pobres. Lucas tomó especial cuidado en señalar que el Dios del universo se había encarnado para salvar inclusive a aquellos que la sociedad despreciaba. Gentiles, pecadores, mujeres y pobres tenían muy pocos derechos en la sociedad judía y no podían esperar heredar las grandes bendiciones del reino de Dios. Pero Jesús rechazó ese sistema de valores. El ofreció completa aceptación y bendiciones eternas a todo aquel que lo recibiera como su Señor y Salvador.

De todos los escritores del evangelio, Lucas hace un énfasis particular en los grupos marginados en la sociedad Palestina de su época. Lo vemos vinculando constantemente a los hombres con las mujeres. Y poniendo especial atención a los samaritanos, a los pobres. Vemos, esta parábola por ejemplo, es indicativa de que en el evangelio de Lucas, sólo encontramos pasajes como el de Lázaro y el del hombre rico. Y vemos nuevamente una parábola, sólo en Lucas, la parábola del Buen Samaritano. Estos relatos de las enseñanzas de Jesús encajan muy bien con su sermón programático en Nazaret. Él dice: “Yo he venido, hoy la Escritura se ha cumplido, el Espíritu está sobre mí para declarar buenas nuevas a los pobres, a los cautivos y a los oprimidos. Y Jesús le dice a sus discípulos que cuando ellos vayan a tener un banquete deben invitar a los cojos y a los pobres también. Así, Jesús está ilustrando algo muy importante, que en nuestra relación con otras personas que llevan la imagen de Dios, no debemos pensar que somos mejores de lo que debemos, esta es la forma como Pablo lo expresó. Pero debemos ver que Jesús extendió la gracia a todos los aspectos de la sociedad. Llamó a sus discípulos a hacer esto. Y nosotros debemos hacerlo también. Jesús es ridiculizado por pasar tiempo con las prostitutas y los pecadores y la manera en la que él responde a eso es, “he venido no por justos, sino por pecadores”. Y así esto no es sólo una reflexión de la misión de Jesús para alcanzar cada aspecto del pueblo de Dios, de la sociedad de aquellos días, pero es también un sentido de lo que realmente somos nosotros en realidad. De nuestra verdadera necesidad también. Todos necesitamos la gracia de Dios, no merecemos el favor de Dios por nuestras buenas obras o nuestro lugar en la sociedad. Y por lo tanto todos estamos en un terreno de igualdad ante Dios y debemos darnos gracia unos con otros y tendernos la mano unos a otros porque tenemos los mismos tipos de necesidades.

— Dr. Greg Perry

CONCLUSIÓN

En esta lección, exploramos el evangelio de Lucas considerando su trasfondo en términos de su autor y su audiencia original, así como la ocasión o circunstancias de su escritura; su estructura y contenido; y sus temas principales que giran alrededor del tema de la salvación. Si mantenemos estas ideas en mente cuando leemos el evangelio de Lucas, tendremos un mejor entendimiento de su significado, y estaremos más preparados para aplicarlo en nuestras vidas, en la iglesia y en el mundo.

El evangelio de Lucas presenta a Jesús como el glorioso Hijo de Dios quien vino a la tierra como el amante Salvador del mundo. Él extendió las buenas nuevas de la salvación de Dios para todos, independientemente de su origen étnico, posición económica o condición. En sus días, el evangelio de Lucas aseguró a los gentiles cristianos que no habían cometido ningún error al seguir al Mesías judío. Y lo mismo es para cada época. Desde el primer siglo, la vasta mayoría de la iglesia ha sido gentil. Y nosotros no hemos cometido ningún error tampoco. Y como seguidores de Cristo, es nuestra responsabilidad el seguir predicando esas mismas buenas nuevas de arrepentimiento y fe para todo el mundo, sabiendo que tenemos el único mensaje que puede traer verdadera salvación.

Materiales de la lección

Transcripción