Conferencia
Fundamentos del estudio bíblico termina con una aplicación. Santiago 1:22 ordena:
«No se contenten solo con escuchar la palabra, pues así se engañan a ustedes mismos. Llévenla a la práctica» (NVI).
El estudio bíblico comienza cuando elegimos un pasaje bíblico que queremos estudiar. Luego, definimos el contexto del pasaje con la macroobservación del libro en el que el pasaje se encuentra. Luego, con la microobservación, identificamos los detalles del texto.
Después de una observación minuciosa, aplicamos nuestros principios exegéticos e interpretamos claramente lo que el escritor quiso que sus lectores originales entendieran con lo que escribió, y lo que deben hacer como respuesta. Y ahora, en la Lección 6, podemos aplicar el paso hermenéutico a nuestro pasaje, al declarar el significado del escritor en un lenguaje contemporáneo. Luego, estamos listos para preguntar lo que debemos hacer como respuesta.
Tres clases de pasajes que interpretamos y aplicamos
Cuando pasamos de la exégesis, donde interpretamos el pasaje bíblico en su contexto original, a la hermenéutica, donde lo aplicamos a nuestro propio contexto, identificamos por lo menos tres clases de pasajes. Algunos se transfieren fácilmente de su escenario original al nuestro. Otros necesitan un poco de trabajo adicional para hacerlos aplicables a nuestra cultura. Un tercer grupo ha planteado preguntas entre los eruditos que pueden coincidir en su significado exegético, pero discrepar en cuanto a cómo lo manejamos hermenéuticamente.
Antes de examinar estos tres tipos de pasajes, es importante darse cuenta de que:
Aunque NINGÚN pasaje bíblico fue escrito A nosotros,
TODOS los pasajes bíblicos fueron escritos PARA nosotros.
El proceso importante de dos pasos de la exégesis y la hermenéutica nos ayuda a separar claramente dos funciones vitales. Cuando hacemos exégesis, declaramos lo que el autor quiso decir cuando le escribió A su audiencia original. La hermenéutica, en tanto que conserva esa interpretación del texto, pregunta cómo aplicamos la enseñanza a nuestro propio escenario. Hacemos esa pregunta porque la verdad imperecedera de Dios también fue escrita PARA nosotros.
Las verdades universales
Las primeras clases de textos que interpretamos y aplicamos son aquellos con aplicación universal. En Levítico, Dios le dijo al antiguo Israel y a nosotros que seamos santo como él es santo. Moisés le ordenó a Israel que no tuviera otros dioses. Dios le dijo a Israel, y a nosotros, que lo amemos con todo nuestro corazón. Jesús comisionó a sus apóstoles, y a nosotros, a hacer discípulos y para que fuéramos sus testigos. Pablo enseñó a los efesios y a nosotros acerca de la unidad de la iglesia. Muchos pasajes bíblicos se traducen fácilmente de la exégesis a la hermenéutica.
Estas clases de pasajes presentan verdades que originalmente se dirigieron a una persona o grupo, pero se repiten una y otra vez en otros pasajes. Están declarados como órdenes imperecederas a todo el pueblo de Dios. Como un ejemplo, veamos la respuesta de Jesús al abogado, acerca del mandamiento más importante que se registra en Mateo 22.
Nosotros declararíamos la respuesta de Jesús exegéticamente como:
«Jesús le dijo al abogado que el mandamiento más importante era que él debe amar…»
Y declararíamos la respuesta de Jesús hermenéuticamente como:
«Jesús nos dice que el mandamiento más importante es que debemos amar…»
La única diferencia entre las declaraciones exegéticas y hermenéuticas es que reemplazamos las palabras «abogado» y «él» con las palabras «nos» y «nosotros».
Pasajes culturalmente específicos
No todos los pasajes específicos se transfieren tan fácilmente de sus contextos originales al nuestro.
Dos ilustraciones de estos pasajes culturalmente específicos son Josué 1, donde Dios le dijo a Josué que invadiera Canaán, y 1 Corintios 8, donde Pablo respondió la pregunta de sus lectores en cuanto a comer comida sacrificada a los ídolos. Aunque ninguno de nosotros alguna vez va a invadir Canaán y muy pocos alguna vez nos preguntamos si debemos comer carne ofrecida a los ídolos, hay verdades en estos pasajes que son para nosotros. Obviamente no fueron escritas A nosotros. Pero fueron escritas PARA nosotros.
Cuando estudiamos nuestras dos ilustraciones en sus contextos, descubrimos sus enseñanzas más amplias.
Josué 1:2 está en un párrafo que incluye los versículos 1-9. Dios le ordenó a Josué que invadiera Canaán y le prometió estar con él en los versículos 1-5. Luego, en el mismo párrafo (versículos 6-9), Dios le dijo a Josué que siguiera la enseñanza si quería la ayuda de Dios.
Nuestra interpretación exegética de Josué 1:1-9 es:
«Dios le ordenó a Josué que guiara a Israel a Canaán y le prometió éxito si él
Preguntamos cómo aplicar este pasaje hoy día y nuestra aplicación hermenéutica podría ser:
«Dios bendecirá nuestros esfuerzos por servirlo solo si seguimos su Palabra fielmente».
Nunca se nos ordenará que invadamos Canaán, como a Josué, pero se nos dan muchas funciones y tareas que cumplir como siervos de Dios. Los detalles son distintos, pero el principio es el mismo.
En 1 Corintios 8 Pablo estaba ayudando a los corintios a decidir si debían comer ciertos alimentos. La gente de Corinto compraba carne que había sido ofrecida a los ídolos en los templos paganos. Algunos creyentes lo hacían sin ningún problema. Otros no podían comer esa carne sin violar sus conciencias más sensibles, porque la relacionaban con la adoración de ídolos. El contexto de 1 Corintios 8 continúa hasta el capítulo 10, y está en la explicación de Pablo de cómo debemos ser sensibles a la conciencia de los otros. La interpretación exegética de 1 Corintios 8:1-13 es:
Pablo les dijo a los cristianos de Corinto que aunque comer carne ofrecida a los ídolos no es un acto pecaminoso, si comen esa carne en la presencia de un compañero creyente sabiendo que ofenderá su conciencia, entonces comer esa carne se convierte en un acto pecaminoso.
Cuando declaramos esa interpretación exegética como un principio hermenéutico para hoy, decimos:
Cualquier acto que haga sabiendo que ofendería a otra persona y la alentaría a cometer un pecado es un acto pecaminoso que debo evitar.
¿Cómo atravesamos el puente de la exégesis a la hermenéutica?
Este proceso requiere de un poco de práctica, pero es esencial. Hay cinco pasos involucrados.
- Declare la aplicación o aplicaciones que el escritor original quiso que su(s) lector(es) original(es) siguieran. (Este es el PRIMER paso interpretativo importante llamado exégesis).
- Identifique cuán específica fue la aplicación para esos lectores. Algunos pasajes, como la petición de Pablo a Timoteo de que lo visitara en Roma (2 Timoteo 4), no son transferibles para el lector de hoy día, y son difíciles o imposibles de convertirlas en principios. Otras pueden convertirse en principios por los que debemos vivir.
- Determine si las aplicaciones son transferibles del lector original al lector de hoy día. Las verdades universales son transferibles a cualquier cultura; i. e. «Sean santos porque yo soy santo», etc. Otras tenemos que convertirlas a principios, y algunas no son transferibles.
- Si no son verdades universales que son transferibles inmediatamente, trate de identificar principios más amplios del pasaje que tienen sentido en nuestro tiempo y cultura. Con un poco de pensamiento, podemos formar principios de la mayoría de pasajes, como lo hicimos con Josué 1 y 1 Corintios 8.
- Relacione esos principios con situaciones específicas de su vida y viva de acuerdo a ellos. No solo debemos examinar cada texto por los principios que debemos aplicar, sino que debemos examinar nuestras vidas para identificar cómo podemos aplicar de manera más provechosa el principio del pasaje a nuestras situaciones.
Los pasajes «difíciles»
Hay un tercer grupo de pasajes que tiene sentido en su contexto histórico/cultural, pero son confusos cuando los aplicamos en nuestro contexto moderno. Los eruditos frecuentemente coinciden en la exégesis de esos pasajes, pero difieren en cuanto a cómo aplicarles el paso hermenéutico. Por ejemplo, los grupos que creen en la Biblia difieren en cuanto a cómo aplican los pasajes sobre los dones espirituales, el papel de las mujeres, el gobierno de la iglesia y otras enseñanzas. Se han formado denominaciones que permiten a las personas ejercer sus diferencias hermenéuticas de estos pasajes controversiales. Hable con su pastor en cuanto a cómo los aplica la iglesia a la que asiste. Si difiere con la comprensión de su iglesia, busque consejo de su pastor, o encuentre una iglesia en la que se sienta cómodo. Los llamados frecuentes de la Biblia a la unidad deberían ser un equilibro para los asuntos que surgen con estos pasajes controversiales.
¿Cómo hacemos la aplicación?
En la Lección 1 presentamos 2 Timoteo 3:16 y 17 como un patrón de cómo aplicamos las Escrituras. Algunos pasajes son útiles para enseñarnos qué creer y cómo vivir. Otros nos reprenden. Descubrimos que estamos haciendo las cosas que Dios prohíbe o que no estamos haciendo las cosas que Dios ordena. Por eso es que Dios incluye pasajes bíblicos que nos enseñan a corregir los errores por los que se nos reprende.
Y las Escrituras nos instruyen en la justicia. Cuando vivimos de acuerdo a las Escrituras, crecemos en la vida saludable, llena del Espíritu que Dios quiere que tengamos. Dios quiere que apliquemos su palabra a nuestras vidas «para que» él pueda equiparnos para cada buena obra.
El paso de la aplicación en el estudio bíblico pregunta: «¿Cómo debo aplicar este pasaje a mi vida?
- ¿Me enseña este pasaje cómo Dios quiere que viva?
- ¿Me reprende este pasaje porque estoy desobedeciendo la forma de vida de Dios?
- ¿Me enseña este pasaje a convertir las creencias, actitudes y comportamientos malos en actitudes, creencias y comportamientos piadosos?
- ¿Provee este pasaje instrucción para una función u orden específica?
Conclusión
En Salmos 119:34, el salmista oró: «Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón».
OBSERVAMOS un texto para poder «entender» exactamente lo que hay en la Palabra de Dios.
INTERPRETAMOS el texto para «mantener» lo que en realidad enseña.
Y APLICAMOS las enseñanzas del pasaje porque esa es la única manera en la que podemos «obedecerlo».