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I. Introducción

En la lección anterior, apenas comenzamos a presentar la primera epístola de Pablo a los Corintios, nos dimos cuenta de que el problema de las facciones o divisiones en la iglesia, no solo fue el primer tema que el autor tuvo que tratar, sino que fue uno de los elementos comunes responsable de todos los demás problemas que sobresalen en la carta. Como parte del antídoto contra el sectarismo de los capítulos 1 a 4, finalizamos comentando que el autor centra la atención en la cruz, elemento nivelador supremo contra todos los que podrían postularse por sus propias credenciales humanas para conseguir el poder o el engrandecimiento.

II. La división y la disciplina (1:1-6:8)

Sin embargo, en estos capítulos de apertura, Pablo habla de un tipo de sabiduría, una madurez que cree que los cristianos deberían tratar de lograr. No se trata de la sabiduría proveniente de la filosofía humana y las peleas que los corintios tenían, sino una sabiduría de Dios, es decir, centrada en la cruz, a pesar de que es una tontería para los estándares humanos.

A. Tres tipos de personas

En el contexto de finales del capítulo 2 y en todo el 3, Pablo presenta tres tipos de personas. Primero habla de la persona natural o sin el Espíritu, es decir, alguien que no conoce a Cristo. También menciona a los cristianos carnales y a los cristianos más espirituales. Un conocido ministerio internacional explica de manera muy práctica la diferencia entre estos tres grupos. Cada vida individual está representada por un círculo, y adentro hay un trono que indica lo que sucede en la vida de ese individuo. En los diagramas, el ego o el yo, está en el trono de la persona natural o de la persona que no conoce a Cristo y la cruz está completamente afuera del círculo. En el diagrama del cristiano carnal, el ego sigue en el trono, pero la cruz está adentro del círculo porque la persona hizo una decisión de fe. Pero en la persona espiritual, la cruz ocupa el trono y el yo queda destronado.

Aunque son representaciones útiles, creo que debemos agregar algo más para ser justos con Pablo. Algunas personas sin Cristo son muy altruistas y tienen otras prioridades en sus vidas aparte de ellos mismos; pero es importante recordar que ese primer lugar no lo ocupa el Señor ni su cruz. Al hablar del cristiano carnal, debemos tener cuidado de no cometer el error de suponer que en 1 Corintios 3, Pablo se refiere a algún tipo de cristiano nominal que alguna vez hizo una profesión de fe, aunque sea superficial, pero que durante un largo período de tiempo, quizás años, no mostró ningún tipo de interés por las cosas espirituales ni tuvo frutos. No es este el cuadro descripto en Corintios, sino que se trata de cristianos muy activos. Parte del problema es que pelean entre ellos y se aplastan para ejercitar sus dones espirituales. El cristiano carnal entonces es alguien que no ha dejado que la cruz ocupe el trono de su vida, no porque no le interese, sino porque quiere ponerse a sí mismo en primer lugar por sobre lo demás.

B. La amonestación contra la inmoralidad

En los capítulos 5 y 6, al proseguir con los otros temas que le presenta el grupo de viajeros de la casa de Cloé, Pablo debe abordar el problema de un hombre que vive en incesto con una mujer a la que simplemente se describe como «la mujer de su padre». Por la frase usada, la mayoría de los comentaristas piensa que aquí se habla de una madrastra, la segunda esposa del padre y probablemente alguien mucho más joven que ese progenitor. Hasta las normas greco romanas consideraban que era un pecado aberrante, una violación inconcebible de la ética divina y por eso Pablo está indignado porque la iglesia de Corinto tolera esa relación.

Una explicación de por qué lo permitían es que el ofensor bien podría haber sido uno de los pocos adinerados e influyentes de la iglesia. En la lección anterior, cuando empezamos a hablar de la epístola, mencionamos que la minoría de personas adineradas de la iglesia de Corinto, los que estaban acostumbrados a ejercer el poder en el mundo secular o en las religiones paganas antes de convertirse a Cristo, podrían haber seguido socavando la iglesia con alguna de estas conductas, y esto explicaría una gran cantidad de otros problemas que Pablo tuvo que abordar en su carta.

Pablo manda que se entregue a ese hombre a Satanás para destrucción de la carne (1 Co. 5:5). No está claro si eso significa literalmente algún tipo de muerte (si Pablo cree que debían juzgar a este hombre y debía morir físicamente) o si, y quizás más probable, se usa la palabra «carne», con el sentido que frecuentemente Pablo le confiere, para referirse a la naturaleza pecaminosa. De acuerdo a esta interpretación, sería excomulgado, pero con la esperanza de que esta medida drástica hiciera que el hombre se arrepienta de su pecado, y en este caso la carne moriría. En 2 Corintios Pablo vuelve a hablar de un hombre castigado por la iglesia, diciendo que se arrepintió y ahora debe ser perdonado. No podemos asegurar que se trate del mismo individuo, pero la segunda interpretación es preferible porque el hombre no habría muerto físicamente.

C. Las causas judiciales

El próximo tema que aborda el apóstol tiene que ver con los juicios. En el mundo antiguo una demanda era algo que casi en todos los casos la iniciaba una persona adinerada contra otra persona rica. No era tanto algo que se hacía por dinero sino más bien para recibir más honores o avergonzar al oponente en una cultura que valoraba el honor y la vergüenza. Repetimos que Pablo no soporta que los cristianos demanden a otros cristianos. Sería bueno en nuestras sociedades modernas contenciosas que más creyentes leyeran y obedecieran este capítulo de la enseñanza bíblica también.

III. La santidad del cuerpo (6:9-7:40)

El último tema que trata la primera parte de 1 Corintios se encuentra al final del capítulo 6 y consiste en una advertencia contra la inmoralidad sexual en general y contra la prostitución en particular. Recordamos de una lección anterior que la prostitución era una práctica desenfrenada en la localidad marinera de Corinto. Aquí Pablo dice que la inmoralidad sexual es un pecado exclusivo contra el propio cuerpo y podría haber añadido que también es en contra del cuerpo de la persona con la que se está pecando. La intimidad de las relaciones sexuales solo está reservada para aquellos con los que uno planea pasar la vida en un matrimonio monógamo y heterosexual. Y el apóstol vuelve a explicar, como ya lo había hecho Jesús, la intención original de Dios para el matrimonio de Génesis 2: ser una carne; que el hombre y la mujer tengan una intimidad especial.

A. La inmoralidad sexual

A finales del capítulo 6, al abordar el tema de la inmoralidad sexual, Pablo comienza a usar una estrategia retórica que se repetirá varias veces en los capítulos posteriores. Consiste en la lógica que algunos comentaristas llaman su «sí, pero». Cuando se encuentra con un problema, o sea una filosofía opuesta que debe combatir, trata de descubrir, en lo posible, formas de afirmar al menos parte de lo que los cristianos equivocados hacen o proponen. Pero luego prosigue matizando con algunas salvedades coherentes con la ética cristiana. «Todas las cosas me son lícitas» reconoce en 1 Corintios 6, y algunas traducciones modernas colocan la frase entre comillas, sugiriendo que se trataba de un lema de Corinto. Como Pablo predica un Evangelio sin ley, da la sensación de que se puede hacer cualquier cosa, pero no todo es beneficioso. No se puede vivir la vida cristiana sin ninguna norma ética o moral, aunque no se cumpla rigurosamente con las 613 leyes de Antiguo Testamento. Esta lógica o estrategia de «sí, pero» adquirirá mucha más relevancia cuando nos adentremos en la segunda parte de la carta del apóstol y éste responda las preguntas que le hicieron por escrito en la carta de la iglesia de Corinto.

B. Temas relacionados con el matrimonio

El primero de estos temas, debatido hasta cierto punto, ocupa todo el capítulo 7 y tiene que ver con casarse o no casarse; divorciarse y volverse a casar; y cuestiones similares. La correcta interpretación de este capítulo depende de que identifiquemos que el versículo 1 solo consiste en un lema de Corinto: «bueno le sería al hombre no tocar mujer». Aquí, el término «tocar» se usa, como sucedía a menudo en el idioma griego, como un eufemismo de las relaciones sexuales: «bueno le sería al hombre no tener relaciones sexuales con una mujer». No es Pablo el que lo dice, como aproximadamente en el año 200 reconoció Orígenes, el comentarista de las epístolas a los Corintios más antiguo, sino un lema que refleja la facción más asceta, procedente del dualismo; esa parte de la filosofía de Corinto que negaba el mundo o lo material. Los corintios, como sabemos por las descripciones de varios manuscritos del segundo siglo, andaban por ahí promoviendo el celibato, la abstención completa de relaciones sexuales durante toda la vida, como si fuera el ideal cristiano.

Una vez que entendemos que esta es la forma en que comienza el capítulo, entonces todos los comentarios de Pablo adquieren sentido y encajan perfectamente. Expone, a su vez, varias categorías de individuos y de situaciones matrimoniales, y en cada caso trata de encontrar una forma de afirmar, en parte, lo que la facción pro celibato del lugar plantea. En algunas circunstancias es muy adecuado abstenerse de tener relaciones sexuales. Pero Pablo se niega a que sea una afirmación absoluta y siempre que encontramos un «sí, pero», hay una lógica matizadora. Para los que ya están casados, planteo del comienzo del capítulo, obviamente la abstinencia es la excepción y no la regla. Para los que no están casados o están viudos, una vida de celibato, es decir, la elección de estar solteros o seguir solteros, es mucho más viable, situación en la que, como Pablo mismo afirma, también se encuentra el autor en este momento. Pero los que están casados y están pensando en divorciarse, no deben hacerlo, salvo en el caso que ya mencionamos en el contexto del discurso de Jesús sobre este tema en el Sermón del Monte, es decir, cuando el cónyuge no creyente desea separarse.

Los que están pensando en casarse, o quizás estén comprometidos pero no están casados todavía, tienen la libertad de seguir siendo solteros, pero Pablo resalta, oponiéndose a la facción pro celibato, que no pecan si se casan. La clave para decidir en muchos de estos contextos la encontramos en 7:32-35: ¿Qué es lo que hace que los cristianos presten el mejor servicio a su Señor? Algunos podrían decir que la honestidad completa y la integridad del matrimonio y la familia los capacitan mejor para un ministerio cristiano en conjunto o en equipo. Otros quizás se distraen demasiado con las lealtades correspondientes. Es interesante resaltar que este criterio para decidir si alguien debe o no debe casarse no es el que a menudo se debate en los círculos cristianos, pero efectivamente parece ser la clave del alegado del autor en este capítulo.

IV. Las limitaciones de la libertad cristiana (8:1-11:1)

En 1 Corintios 8 al 10, Pablo avanza a otro tema, que a primera vista parece muy alejado de muchos contextos modernos, al menos en occidente, aunque en otras partes del mundo sigue siendo una gran preocupación. Tiene que ver con comer alimentos, carne en particular sacrificada a los ídolos. En el mercado de Corinto, o sea en el Ágora, era muy común que la carne tuviera algún tipo de etiqueta que reconociera que se había dicho una plegaria sobre ese trozo de carne dedicándola a uno de los dioses griegos, realizado a menudo en una ceremonia que tenía lugar en los precintos del templo sobre una colina que daba a la ciudad.

A. No es pecado para nada

¿Comer esos alimentos de alguna manera compromete los valores cristianos? Para responder sobre este tema, en los capítulos 8 a 10, Pablo hace tres planteos. El primero es que, en realidad, no es pecado en absoluto. No hay nada intrínsecamente pecaminoso o poco espiritual, ni los alimentos sufren ningún cambio por el simple hecho de que alguien haya hecho una plegaria sobre ellos a alguna deidad extranjera. Por otro lado, Pablo equilibra este comentario observando que en Corinto muchos son lo que él denomina hermanos más débiles, personas cuyas conciencias se ofenden y, peor aún, que pueden ser obligados o llevados a cometer algo que en realidad sí es pecaminoso si se permiten esta práctica que de otro modo parece ser moralmente neutra. Pablo dice entonces, por el bien de los hermanos más débiles, que cuando tales personas estén presentes y se dañe su conciencia o se los induzca a pecar, los hermanos cristianos más maduros o más fuertes se deben abstener. Sin embargo curiosamente, cuando finaliza el tema con las frases sintetizadoras de 10:23-11:1, hace un tercer planteo que en esencia inclina la balanza a favor del primer punto si no varía ningún otro factor: a menos que exista una razón específica para creer que se encuentra presente una persona que resultaría damnificada por la conducta en cuestión, el cristiano es libre de comer. Pablo está muy interesado, como ya vimos en otras partes, en que nada convierta la relación cristiana de libertad en el Señor en una relación legalista.

B. La abstención voluntaria

En medio de este debate explícito sobre el tema de los alimentos sacrificados a los ídolos de estos tres capítulos, Pablo expone algunas preguntas similares en las que adquieren relevancia los mismos principios de libertad cristiana y abstención voluntaria. El tema de si se debe aceptar dinero para el ministerio ocupa una buena parte del capítulo 9. Y en 9:19-23 Pablo enuncia los principios que motivan la lógica planteada en toda la enseñanza. Se trata del famoso párrafo en el que explica que él trata de hacerse siervo de todos con la esperanza de poder salvar a algunos. Obviamente no está diciendo que debe violar determinados valores morales absolutos ni prohibiciones escriturales por el solo hecho de ganar personas para Cristo. Pero en cuanto a cualquier asunto moralmente neutro, sobre el cuál las Escrituras no son explícitas y no dicen con claridad si algo es intrínsecamente bueno o malo, Pablo hará todo lo posible para acomodarse a la cultura, las prácticas y las costumbres de los no cristianos a fin de no poner ningún obstáculo innecesario para los creyentes potenciales. Ya resaltó que la cruz en sí misma es un impedimento bastante grande así como todo el mensaje que acepta la tontería de la cruz; es decir, que alguien haya muerto por nuestros pecados y pagado la pena que nosotros merecíamos por esos pecados. No es necesario agregar estorbos adicionales. Hoy sería bueno que los cristianos de todo el mundo tuvieran más en cuenta este principio.

También es importante analizar cuál es el tipo de persona que se denomina hermano más débil en estos tres capítulos. Es esa persona que un autor con cierto humor denominó el hermano más débil profesional. Es alguien que permanentemente se opone a todo lo nuevo o lo inusual en los círculos cristianos, no porque se sentiría tentado a hacer lo mismo sino por carecer de imaginación. Simplemente lo hace porque es conservador y legalista y no le gusta nada que desafíe la tradición. No se trata del hermano más débil tentado a pecar, sino, curiosamente es más el legalista a quién Pablo condena directa y permanentemente en su ministerio. Es irónico que en nuestros círculos muchas veces hagamos todo lo posible para rendir pleitesía a tales personas y no busquemos formas creativas para alcanzar a los no cristianos, tratando de relacionarnos con ellos sin pecar realmente. Pablo nos insta con vehemencia a que revirtamos el enfoque.

V. La conducta durante la adoración (11:2-14:40)

En los capítulos 11-14 Pablo prosigue para debatir una serie de temas que tienen que ver con la conducta durante la adoración.

A. La cabeza cubierta

El primero versa sobre si está bien o mal que los hombres y las mujeres de la iglesia de Corinto se cubran la cabeza (11:2-16). No se sabe con precisión cuál es el contexto histórico de esta práctica. Por un lado, ni siquiera estamos seguros de qué es exactamente lo que quiere decir Pablo cuando menciona a los hombres que oran con la cabeza descubierta y las mujeres que oran (y en ambos casos que también profetizan) con la cabeza cubierta. Podría tratarse de un velo o simplemente del cabello largo.

Los cortes de cabello y los adornos en la cabeza manifestaban varias señales religiosas y sexuales en el antiguo mundo judío y greco romano. Existe un precedente escritural muy importante que hace que sea muy difícil que Pablo creyera que esta enseñanza era atemporal y absoluta para todas las personas de todos los lugares. Cualquier judío que estudiara las Escrituras Hebreas, habría aprendido que en tiempos del Antiguo Testamento el voto del nazareato prohibía que se cortaran el cabello; Sansón es el ejemplo más conocido, aunque no sea el mejor. Entonces, decir que siempre es una vergüenza que un hombre lleve el cabello largo sería contradecir explícitamente la enseñanza escritural. Por lo tanto, en versículo 14, cuando el apóstol apela a la «naturaleza» para las prácticas que está ordenando, probablemente se refiera a la naturaleza como la entendían los griegos, es decir, una costumbre duradera y bien establecida para esa época o cultura en particular.

Pablo no quería que el cabello o lo que cubriera la cabeza enviara señales equivocadas en cuanto a la fidelidad sexual o religiosa de una persona. En las culturas donde cubrirse la cabeza no implica nada, los cristianos deben sentirse libres de no cumplir con esta enseñanza, pero quizás puedan hacerse la siguiente pregunta: ¿existen otras maneras por las que, en esa cultura, pueden demostrar o evitar enviar señales erróneas en cuanto a la fidelidad sexual o religiosa?

B. La Cena del Señor

La última mitad del capítulo 11, a partir del versículo 17, sigue con el tema de la Cena del Señor. Se debe participar teniendo en mente aquellos de la congregación que tienen menos dinero. La palabra «indignamente» del versículo 27 se define en base a los versículos anteriores; se refiere a los que se adelantan a comer y beber demasiado sin preocuparse por sus hermanos en esta anticipada fiesta de amor cristiano. Repetimos que durante la historia de la iglesia se hizo todo tipo de aplicación de este pasaje perdiendo de vista este contexto original. Los únicos a quienes Pablo pide que se abstengan de tomar la Cena del Señor en el contexto original son los que no se preocupaban por los pobres que están en medio de ellos. Si decidiéramos tomar en serio esta enseñanza se revolucionaría nuestra interpretación de quienes pueden o no pueden participar.

C. Los dones espirituales

Los capítulos 12 a 14 continúan con un planteo unificado sobre los dones espirituales y los problemas que se originan en Corinto por el uso insensible de esos dones. De todas las enseñanzas importantes de estos capítulos podemos enumerar siete. En 12:7 Pablo resalta que todos los cristianos tienen al menos un don espiritual. Esto implica que debemos tratar de descubrirlo y usarlo con fidelidad. En 12:11 dice que no todos tienen el mismo don; el Espíritu decide quién tiene qué. Esto debe mantenernos alerta para que no sobrevaloremos ningún don en particular considerándolo algo que todos los cristianos deben tener como señal de la salvación o de madurez cristiana. Tercero, en los versículos 12 al 26, con la famosa metáfora del cuerpo y la interdependencia de sus partes, Pablo resalta que todos los dones son importantes y necesarios. No se puede degradar ninguno, ni siquiera los menos visibles. Cuarto, el famoso capítulo del amor, el capítulo 13, aunque es hermoso en sí mismo, se encuentra en el contexto del debate sobre los dones espirituales para dejar en claro que todos los dones del mundo son inútiles a menos que se los use con amor y desinteresadamente en el servicio a otros.

Luego, el capítulo 14 plantea los dos dones particularmente polémicos en el contexto de Corinto, y que lo siguen siendo hoy en día; la profecía y las lenguas. Y la idea principal en este capítulo es que es preferible la profecía, la proclama pública de la Palabra de Dios, antes que las lenguas, porque se puede entender inmediatamente sin que haga falta la interpretación. Sin embargo, es importante resaltar que Pablo no descarta el hablar en lenguas, aunque expone criterios específicos que lo regulan para que se ejercite decentemente y en orden. Estos dos principios juntos pueden evitar en gran medida las controversias sobre las lenguas que existen en la iglesia actual.

También en este contexto, en los versículos 33 al 38, Pablo da la orden desconcertante de que las mujeres deben quedarse calladas y no hablar en la iglesia. Hay muchas interpretaciones de estos versículos, pero la que no puede ser correcta es que Pablo les pide silencio absoluto durante toda la asamblea cristiana. Después de todo, si volvemos a 11:5, ya les permitió orar y profetizar (hoy podríamos decir que les permitió predicar, o sea, proclamar la Palabra de Dios en público). Probablemente existen circunstancias específicas en relación a problemas causados por cristianas inmaduras o sin educación en la iglesia de Corinto, o podría tratarse de contextos específicos, quizás relacionados a los mismos dones espirituales en cuestión, como hablar en lenguas, interpretarlas o algo similar, lo que Pablo tiene en mente en ese momento.

VI. La resurrección de los muertos y la conclusión (15:1-16:24)

El último tema teológico importante que el autor aborda ocupa todo el capítulo 15 y se trata de una enseñanza muy importante sobre la resurrección de Jesús.

A. La resurrección de Cristo

Básicamente hace tres planteos en este capítulo: primero, resalta que la resurrección es un hecho histórico o real enumerando todos los testigos a los que el Señor se apareció. Segundo, acentúa que esto es esencial para la esperanza de nuestra salvación, es decir, el fundamento de la fe cristiana depende de esta doctrina. Si Cristo no resucitó, somos las personas más dignas de conmiseración, dice Pablo, porque eso significa que no tenemos la esperanza de la vida después de la muerte. El resto del capítulo luego indica por un lado que la muerte y resurrección de Jesús es la primicia de nuestra futura resurrección a la vida eterna en forma corpórea, perfecta y glorificada y por otro que la naturaleza de esa resurrección corporal es similar a nuestra vieja humanidad pero a la vez está perfeccionada y entonces es diferente.

B. La ofrenda para los necesitados

El capítulo 16 introduce brevemente un tema que Pablo expondrá con muchos más detalles en 2 Corintios; concretamente, una ofrenda de dinero que está empezando a organizar para los cristianos necesitados de Judea. Y luego la carta termina con los saludos finales.

VII. Teología

Si resumimos la teología de 1 Corintios en todo este popurrí de problemas, volvemos al tema con el que comenzó el apóstol en el capítulo 2. La cruz, el Mesías crucificado, el que debe hacernos humildes por lo que hizo por nosotros sin merecerlo, es el centro de la prédica y la proclama de los cristianos. Obviamente, la cruz sola sin la resurrección no tiene sentido y entonces es interesante ver como Pablo enmarca esta epístola; el segundo capítulo y del segundo al último trata detalladamente sobre la crucifixión y específicamente sobre la resurrección. Si los cristianos se centran en estas dos doctrinas, los temas de la conducta cristiana van a encajar perfectamente. Al considerar qué es lo mejor para los demás, cumplirán con ese hermoso poema de amor del capítulo 13 y comenzarán a poner en práctica numerosas situaciones concretas.

Materiales de la lección

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