Lección 3, Actividad 1

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I. INTRODUCCIÓN

Desde hace dos milenios, billones de persones han adorado, seguido y proclamado el evangelio de Jesús de Nazaret. Ninguna otra figura en la historia ha sido tan admirada o ha tenido un impacto tan grande en la sociedad. Artistas, músicos y autores lo han hecho parte de su arte. Se han construido naciones y culturas enteras alrededor de sus enseñanzas. En muchas partes del mundo, el calendario se empezó a contar a partir del momento de su nacimiento.

Pero a pesar de que Jesús es muy conocido, el sigue siendo objeto de un escrutinio intenso. Eruditos de diversas ramas lo siguen investigando. Los escépticos tratan de desacreditarlo. Y sus seguidores lo estudian en todas las maneras imaginables.

La realidad es que el aprender acerca de Jesús es importante para todos, debido a que un día nosotros tendremos que responder a la pregunta, “¿Quién es Jesucristo?”. Para los cristianos, la respuesta debería de ser familiar porque la hemos recitado por siglos en el Credo de los Apóstoles.

Esta es la tercera lección en nuestra serie “El Credo de los Apóstoles” y la hemos titulado “Jesucristo”. En esta lección, enfocaremos nuestra atención a los artículos de fe que afirman la creencia en Jesucristo, el Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad. Estos artículos de fe son:

Creo en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro.

Que fue concebido del Espíritu Santo,

Nació de la virgen María,

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato;

Fue crucificado, muerto y sepultado;

Descendió a los infiernos;

Al tercer día resucitó de entre los muertos;

Subió al cielo,

Y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso;

Y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

Debido a que hay muchas formas de resumir lo que el credo dice acerca de Jesús, sólo nos enfocaremos en tres temas que han sido los más comunes a través de la historia de la teología. Primero, hablaremos de la divinidad de “Jesucristo”, observando aspectos como la naturaleza de su divinidad, y su relación con los otros miembros de la Trinidad. Segundo, observaremos su humanidad, y discutiremos la relación entre sus naturalezas divina y humana. Tercero, hablaremos acerca de su obra, no sólo de su obra en su ministerio terrenal, sino también de su obra después de su ministerio terrenal. Empezaremos con la divinidad de Jesús mencionada en el Credo de los Apóstoles.

II. DIVINIDAD

Cuando hablamos acerca de la divinidad de Cristo (o más apropiado) la deidad de Cristo el hecho de que Él es completamente Dios; estamos hablando de la afirmación central del Nuevo Testamento acerca de quién es Cristo. Sabemos que Jesús es completamente Dios y completamente humano. Al momento de rechazar una de la otra, nos quedamos sin el Jesús verdadero. La única forma en que podemos explicar a Jesús (en términos de su deidad) es exactamente como la Biblia lo declara. Nos dice que Jesús es el Hijo del Dios vivo. Este es el hecho más fundamental que fue predicado por la iglesia primitiva. Y como ejemplo, el Apóstol Pablo escribió a los colosenses nuestra confianza es que Él tiene gran poder sobre todas las cosas. En Él son creadas todas las cosas. Él tiene a todos sus enemigos bajo sus pies. Eso sólo se puede decir de Dios. Si quitamos esa afirmación, no tenemos evangelio, nos quedamos sin Jesús y no tendríamos cristianismo.

[Dr. Albert Mohler, Jr.]

El Credo de los Apóstoles menciona la divinidad de Jesús con las siguientes palabras:

Creo en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro.

Los cristianos siempre han destinado palabras como Cristo, Hijo de Dios, Señor para indicar la divinidad de Jesús.

En nuestro estudio, sólo nos enfocaremos en dos términos que el Credo de los Apóstoles usa para mostrar la divinidad de Jesús. Por una parte, observaremos el hecho de que Jesús es Hijo de Dios, y también investigaremos lo que significa que Jesús sea Señor. Empezaremos con el significado del término Hijo de Dios que la Escritura aplica a Jesús.

Hijo de Dios

El primer punto que nosotros debemos de notar acerca del lenguaje Hijo de Dios es que la Escritura muchas veces lo usa para hablar acerca de seres que no son divinos de forma alguna.

Por ejemplo, a los ángeles se les menciona como hijos de Dios en pasajes como Job capítulo 1 versículo 6 y capítulo 2 versículo 1. En algunas versiones modernas de la Biblia, en algunos pasajes estos términos son traducidos como “ángeles” en vez de hijos de Dios. Pero en los pasajes mencionados de Job, el término en hebreo es benay haelohim, que literalmente significa hijos de Dios. También encontramos un lenguaje similar en otros pasajes.

La nación de Israel es también llamada “hijo de Dios” en versos como Éxodo capítulo 4 versículo 22 y Oseas capítulo 11 versículo 1. Los reyes de Israel también son llamados hijos de Dios en pasajes como 2 Samuel capítulo 7 versículo 14 y Salmo capítulo 2 versículo 7. Adán, el primer ser humano, es llamado hijo de Dios en Lucas capítulo 3 versículo 38. Y como muchos cristianos saben, en muchos pasajes de la Escritura, a los creyentes fieles se les llama sus hijos. Esto lo podemos observar en pasajes como Mateo capítulo 5 versículo 9 y 45, Lucas capítulo 20 versículo 36 y Romanos capítulo 8 versículo 14 y 19. Pablo escribe en Gálatas capítulo 3 versículo 26

Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. (Gálatas 3:26)

Pero si el título “hijo de Dios” no significa por sí mismo que Jesús es divino, ¿Por qué la iglesia le ha puesto tanta importancia a este asunto?

Cuando observamos la forma en que el Nuevo Testamento habla acerca de Jesús, se hace claro que Jesús es Hijo de Dios en una forma única.

De hecho, una de las cosas más enfáticas que encontramos en el Nuevo Testamento es que Jesús es el único Hijo de Dios. El comparte la misma esencia de quien es Dios. Otra forma de mencionarlo es que Jesús es Dios verdadero de Dios verdadero. Nosotros somos hijos de Dios por la relación, por adopción, pero no por esencia. Jesús es el hijo eterno de Dios. El siempre ha sido el Hijo de Dios.

[Dr. Tom Schreiner]

La afirmación que Jesús es Hijo de Dios es especialmente clara en el evangelio de Juan. Por ejemplo, en Juan capítulo 1 versículos 1 al 18 se menciona que Jesús es la eterna Palabra de Dios, que significa que Él es Dios mismo y el único primogénito del Padre. También observamos esto en Juan capítulo 8 versículos 18 al 23, donde Jesús menciona que como Hijo de Dios, Él dijo que venía desde arriba, que no venía de este mundo. Encontramos en Juan capítulo 10 versículo 30, donde Jesús insiste que El y el Padre son uno. Quizás la parte más obvia donde Juan menciona esto claramente es en Juan capítulo 5 versículo 18. Observe lo que Juan escribe:

[Jesús] decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. (Juan 5:18)

Este pasaje menciona claramente que cuando Jesús hablaba acerca de sí mismo como el Hijo de Dios, quería decir que Él era igual a Dios el Padre. Por esta razón, los cristianos han entendido correctamente que cuando la Biblia dice que Jesús es el Hijo de Dios, esto quiere decir que Él es único y divino.

El parentesco divino de Jesús también es mencionado en muchos otros pasajes del Nuevo Testamento. Lo encontramos en Romanos capítulo 1 versículos 3 y 4 y capítulo 8 versículo 3, donde Pablo enseña que Jesús era el Hijo divino de Dios incluso antes de la encarnación. Vemos en Hebreos capítulo 1 versículos 1 al 3, donde se menciona que como Hijo de Dios, Jesús creó el universo y que es exacta representación del ser del Padre. En estos y otros muchos pasajes, Jesús es identificado como Hijo de Dios en una forma especial que indica su naturaleza divina y eterna.

El énfasis en Jesús como divino y eterno Hijo de Dios es reflejado en la doctrina de la Trinidad, que menciona lo siguiente:

Dios en tres personas, pero solo uno en esencia.

El Nuevo Testamento enseña que Jesús es el Hijo de Dios, una de las tres personas de la Trinidad. Pero, ¿Cuál es su relación con el Padre y con el Espíritu Santo?

Como hemos mencionado en lecciones pasadas, la perspectiva ontológica en la Trinidad se enfoca en el ser y existencia de Dios. Como Hijo de Dios, Cristo es igual en poder y gloria con el Padre y con el Espíritu Santo. Las tres personas de Dios- incluyendo al Hijo- son infinitas, eternas e inmutables. Cada uno tiene los mismos atributos esenciales divinos, tales como sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad y verdad.

En contraste, la perspectiva económica de la Trinidad describe como cada una de las personas de Dios interactúan entre ellas. Dese este punto de vista, cada una tiene diferentes responsabilidades, diferentes niveles de autoridad, y diferentes roles asignados. Por ejemplo, Cristo siempre ha sido el Hijo de Dios, subordinado a la autoridad del Padre. Escuche lo que Jesús dice en Juan capítulo 6 versículo 38, donde describe su sumisión al Padre:

Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. (Juan 6:38)

Y también hizo una afirmación similar en Juan capítulo 8 versículos 28 y 29 donde leemos lo siguiente:

Les dijo, pues, Jesús … “Nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. (Juan 8:28-29)

A través del Nuevo Testamento el Hijo es subordinado a la autoridad del Padre. No existe conflicto entre ellos, debido a que el Hijo y el Padre siempre están de acuerdo. Pero el rango más alto pertenece al Padre.

De una forma similar, dentro de la economía de la Trinidad, el Hijo tiene autoridad sobre el Espíritu Santo.

Por ejemplo, escuche las palabras de Jesús en Juan capítulo 15 versículo 26:

Cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre … él dará testimonio acerca de mí. (Juan 15:26)

En otros pasajes, tales como Romanos capítulo 8 versículo 9 y 1 de Pedro capítulo 1 versículo 11, al Espíritu Santo se le llama el Espíritu de Cristo, indicando que el Espíritu fue enviado por Cristo.

Estas relaciones son sintetizadas en la identificación del Hijo como la segunda persona de la Trinidad.

Jesús es la segunda persona de la Trinidad ontológica debido a que él es engendrado por la primera persona, el Padre, y Cristo envía a la tercera persona, el Espíritu Santo.

Él es la segunda persona de la Trinidad económica porque tiene el rango medio. El es subordinado al Padre, pero tiene autoridad sobre el Espíritu Santo.

En la iglesia primitiva, la confesión de que Jesucristo era completamente divino fue un aspecto crucial de la fe cristiana. Aquellos que confesaban el Credo de los Apóstoles en su bautismo no necesitaban afirmar todos los puntos teológicos minuciosos con respecto al trabajo interno de la Trinidad. Pero se esperaba que ellos proclamaran la deidad de Cristo sin vacilación. Incluso hoy en día, el afirmar que Jesús es verdaderamente y completamente Dios es un sello del cristianismo bíblico.

Ahora que hemos observado el significado del término Hijo de Dios, estamos listos para analizar como el título Señor apunta a la divinidad de Jesús.

Señor

Cuando el Nuevo Testamento llama a Jesús, Señor, traduce el término de la palabra griega kurios. Kurios era una palabra de uso común que literalmente significaba soberano o maestro, y también fue usada como una forma cortés de dirigirse a alguien, como la palabra en español señor. De esta forma, kurios fue frecuentemente aplicado para referirse a seres humanos, como aparece en Mateo capítulo 10 versículo 24, Lucas capítulo 12 versículo 36 al 47, Efesios capítulo 6 versículo 5 al 9 y muchos otros lugares.

De la misma forma, el Nuevo Testamento también usó la palabra kurios para referirse a Dios, como aparece en Mateo capítulo 11 versículo 25, Lucas capítulo 1 versículo 16, Hechos capítulo 2 versículo 39, y en muchos otros pasajes.

Teniendo en cuenta esta gama de significados, ¿por qué deberíamos pensar que el uso de la palabra kurios en el Nuevo Testamento implica que Jesús es divino? ¿Por qué no podríamos pensar que solamente se refiere a una autoridad terrenal o un honor?

La clave para el uso de la palabra kurios es el Antiguo Testamento. Las Escrituras del Antiguo Testamento fueron escritas en hebreo. Pero, un par de siglos antes de que Cristo naciera el texto hebreo había sido traducido al griego. Esta traducción fue llamada la Septuaginta. Cuando los eruditos judíos tradujeron el Antiguo Testamento al griego, usaron el término griego kurios 6,700 veces para traducir el nombre sagrado con el que Dios se reveló a sí mismo a su pueblo: Yahweh. Este trasfondo es absolutamente crucial para entender el uso del Nuevo Testamento sobre la confesión de Jesús como kurios. A pesar de que el término kurios en sí mismo no implica necesariamente que Jesús es divino, el uso de éste término contra el trasfondo del Antiguo Testamento implica claramente la divinidad de Jesús en un gran número de textos.

[Dr. Keith Johnson]

Uno de los pasajes más asombrosos en el Nuevo Testamento dice: “Toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es el Señor.” en Filipenses capítulo 2. Pablo cita en Isaías, un himno de alabanza donde cada uno confesará que Yahweh es el Señor. Él está deliberadamente tomando éste pasaje del Antiguo Testamento diciendo también que Jesús es el Señor. Es bastante claro que el Nuevo Testamento está diciendo que Jesucristo no solamente es un maestro sino que debe de ser identificado como el Señor Dios de Israel.

[Dr. Pete Walker]

Observe las Palabras de Pablo en Romanos capítulo 10 versículos 9 y 13:

Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo… porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. (Romanos 10:9,13)

En el versículo 13 de este pasaje Pablo cita a Joel capítulo 2 versículo 32 para probar que todo aquel que invocare el nombre de Jesús será salvo. Pero en este versículo de Joel en el hebreo del Antiguo Testamento, el nombre para referirse al Señor era Yahweh, el nombre propio de Dios. Poniéndolo simplemente, cuando Pablo menciona que Jesús es Señor, él quiere decir que Jesús es Yahweh, el Señor y Dios del Antiguo Testamento.

Otros pasajes del Nuevo Testamento que igualan a Jesús con Dios en el Antiguo Testamento incluyen Mateo capítulo 3, Marcos capítulo 1, Lucas capítulo 3 y Juan capítulo 1 donde Jesús es el Señor en Isaías capítulo 40 cuyo camino preparó Juan el Bautista. Vemos la misma dinámica en Hebreos capítulo 1 versículo 10 donde el Señor Jesús es Dios que en el Salmo 102 versículos 24 y 25 creó el mundo. La lista puede seguir y seguir.

Ahora, esto no significa que cada vez que las personas en el Nuevo Testamento llaman a Jesús “Señor”, están reconociendo su divinidad. Algunas veces ellos sólo trataban de mostrar a Jesús un respeto humano. Pero cuando la iglesia formalmente confesaba que Jesús es Señor, como lo hacemos en el Credo de los Apóstoles, estaba afirmando la enseñanza bíblica que Jesucristo es Dios, que es miembro de la Trinidad, con los mismos atributos divinos como el Padre y el Espíritu Santo.

La divinidad de Cristo tiene muchas implicaciones para la vida cristiana. Por ejemplo, significa que nosotros debemos de reconocer y adorar a Jesús como Dios en nuestras canciones y oraciones. Significa que nosotros debemos de orar a Él, tal como lo hacemos al Padre y al Espíritu. Significa que nosotros debemos de tener gran consuelo en la seguridad de nuestra salvación, sabiendo que Dios mismo nos ha redimido de nuestro pecado. Estos y otros muchos asuntos en la vida cristiana descansan en la creencia de que Jesús es divino.

Con este entendimiento de la divinidad de Jesús, estamos listos para enfocar nuestra atención a la forma en que su humanidad es reflejada en el Credo de los Apóstoles.

III. HUMANIDAD

En los últimos dos siglos, muchos teólogos han aceptado fácilmente que Jesús fue humano, pero han cuestionado su divinidad. Pero en los primeros siglos de la iglesia, era muy común para mucha gente el cuestionar la humanidad de Jesús. Filosofías influyentes de esa época hacían relativamente sencillo para la gente aceptar que un dios podía disfrazarse como ser humano. Pero era muy difícil para ellos aceptar la idea de que un dios podía llegar a ser un ser humano. Los humanos son seres físicos y emocionales. En su estimación, Dios no comprometería su propia gloria y dignidad para tomar una humilde naturaleza humana. Tristemente, muchos cristianos contemporáneos también tienen dificultades para creer que Dios el Hijo pudiera venir a la tierra y hacerse hombre, con todas las debilidades, limitaciones y fragilidades que eso conllevaría.

Para demostrar que Jesús fue un ser humano completo, nosotros hablaremos de tres características principales de su humanidad. Primero, hablaremos acerca de sus experiencias humanas. Segundo, discutiremos su oficio humano. Y tercero, mencionaremos algunas cosas acerca de su naturaleza humana y su relación con su naturaleza divina.

Empezaremos observando a sus experiencias humanas que están enumeradas en el Credo de los Apóstoles.

Experiencias

Muchas de las experiencias de Jesús demuestran que el fue en verdad un ser humano debido a que solamente los seres humanos pueden tener dichas experiencias. Escuchemos las siguientes aseveraciones que aparecen en el credo:

[Jesús] fue concebido del Espíritu Santo,

Nació de la virgen María,

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato;

Fue crucificado, muerto y sepultado;

Descendió a los infiernos;

Al tercer día resucitó de entre los muertos.

Estas experiencias afirman al menos cuatros aspectos de la humanidad de Jesús: su concepción, su cuerpo, su alma, y su resurrección. Empezaremos observando su concepción que incluye su nacimiento.

Concepción

El Credo de los Apóstoles habla acerca de la concepción de Jesús con las siguientes palabras:

Que fue concebido del Espíritu Santo,

Nació de la virgen María

Es cierto que, hubo detalles muy inusuales relacionados a la concepción y nacimiento de Jesús. Primero, fue concebido del Espíritu Santo en vez de un padre humano. El fue concebido de una forma que no contravino la virginidad de su madre. Hablaremos de estos detalles de una forma más amplia posteriormente en esta lección. Por ahora, queremos enfocarnos en las ideas básicas de la concepción y el nacimiento como experiencias humanas esenciales.

Cuando el Credo de los Apóstoles menciona que Jesús “fue concebido”, se tenía en mente que Jesús comenzó de la misma forma que todos los seres humanos después de que Adán y Eva fueron formados: como un pequeño bebé en el vientre de su madre. Pasajes como Mateo capítulo 1 versículo 18, Lucas capítulo 2 versículos 5 y 6; Gálatas capítulo 4 versículos 4 y Hebreos capítulo 10 versículo 5 indican que Dios formó a Jesús en el vientre de María en la misma forma que Él forma a cada bebé humano.

Lucas capítulo 1 versículos 34 al 37 narra la conversación sobre el embarazo de María entre María y el ángel Gabriel:

Entonces María dijo al ángel: “¿Cómo será esto? Pues no conozco varón.” Respondiendo el ángel, le dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra … porque nada hay imposible para Dios.” (Lucas 1:34-37)

María reconoció que para concebir a un hijo de esta forma tendría que ser a través de un milagro. Y un milagro fue exactamente lo que sucedió.

Lo que la milagrosa concepción de Jesús hace es asegurar que Él es completamente divino así como completamente humano, pero no lo hace a Él menos que completamente humano. Es verdad que la concepción es un milagro, quizá uno de los más grandes milagros que la historia de la redención ha conocido. Y aun así desde el punto de la concepción de Jesús en adelante, su gestación y desarrollo en el vientre fue como el de cualquier otro ser humano. Su paso por el canal del parto, su proceso normal de nacimiento. El que fuese dependiente de su madre para su nutrición, el ser alimentado y cosas como catarros y cambio de pañales, todo esto fue parte de su ordinaria y normal experiencia humana. Él es más que un ser humano, pero no menos que un ser humano pleno.

[Dr. Robert G. Lister]

Muchas veces se ha argumentado que Jesús no podría haber sido verdaderamente humano debido a que él no tenía padre humano. Pero los primeros humanos tampoco tuvieron padres, o madres. Génesis 2 nos menciona que Adán fue hecho del polvo de la tierra, y que Eva fue creada de la costilla de Adán. Ninguno de ellos tuvo padres. Tampoco nacieron de una mujer. Pero ellos fueron completa y verdaderamente humanos. De la misma manera, Jesús también fue completamente humano, a pesar de que su concepción fue más allá de lo ordinario.

De lo que sabemos por las Escrituras, el crecimiento de Jesús en el vientre de María fue también un evento natural perfecto, culminando en su nacimiento. El no apareció mágicamente, ni descendió del cielo el momento en que nació. Por el contrario, Mateo capítulo 1 y Lucas capítulo 2 indican que el embarazo de María no fue detectado primeramente, pero después se hizo obvio. Incluso causó que José, su prometido, cuestionara su fidelidad, hasta que Dios le dijo la verdad en un sueño. Y el resultado final fue que Jesús nació como un bebé humano real.

Jesús fue total y completamente humano. La concepción milagrosa de Jesús en ninguna manera minimiza su verdadera humanidad. Jesús nos demostró como la humanidad fue intencionada a ser con la concepción milagrosa porque así nosotros podemos ver en Cristo que somos capaces de ser completamente humanos sin ser pecaminosos, que es como seremos en el cielo.

[Dr. Erik K. Thoennes]

Habiendo considerado la concepción de Jesús, ahora estamos listos para discutir como su cuerpo afirma su completa humanidad.

Cuerpo

Aquí tenemos en mente lo que afirma el Credo de los Apóstoles:

[Jesús] padeció bajo el poder de Poncio Pilato,

Fue crucificado, muerto y sepultado.

En estas palabras, el credo atribuye ciertas experiencias a Jesús que sólo podrían ser posibles si realmente fue un ser humano con cuerpo físico.

De acuerdo a las narrativas del arresto de Jesús y su crucifixión en Mateo capítulo 27, Marcos capítulo 15, Lucas capítulo 23, y Juan capítulos 18 y 19, Jesús padeció bajó el poder de Poncio Pilato en una variedad de formas. El fue azotado, forzado a usar una corona de espinas, le escupieron, se mofaron de él, fue repetidamente golpeado en la cabeza con un palo y forzado a cargar su propia cruz en el camino a su ejecución.

Los sufrimientos de Jesús, su crucifixión, muerte y sepultura demuestran que el fue un ser humano real con un cuerpo físico humano- uno que podía ser batido, que podía sangrar, uno que podía ser abusado por los soldados, uno que podía colapsar debido al agotamiento, uno que lo podían matar y que pudieran poner en el sepulcro cuando su alma lo hubiere dejado.

El haber tenido un cuerpo humano real fue crucial debido a que la justicia de Dios requería que un ser humano sufriera un castigo físico divino para expiar por los pecados de la humanidad. Encontramos este énfasis en pasajes como Romanos capítulo 7 versículo 4, Colosenses capítulo 1 versículos 21 y 22 y Hebreos capítulo 10 versículo 10.

Como ejemplo, escuchemos estas palabras que aparecen en Hebreos capítulo 2 versículos 14 al 17.

Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte … para expiar los pecados del pueblo. (Hebreos 2:14-17)

Este pasaje menciona claramente que Jesús tenía un cuerpo humano que podía derramar sangre, para expiar por nuestros pecados.

Al haber observado tanto la concepción de Jesús como su cuerpo, ahora veremos como el hecho de que Jesús tenía un alma, completaba su naturaleza humana.

Alma

La Escritura menciona que los seres humanos consisten de un cuerpo mortal en el cual aloja un alma inmortal. Habla de nuestras almas con diferentes términos, los más comunes son “alma” y “espíritu”. Basado en Hebreos capítulo 4 versículo 12 y 1 de Tesalonicenses capítulo 5 versículo 23, algunas tradiciones han mantenido que tanto nuestra alma como nuestro espíritu son diferentes partes de nuestro ser. Pero hay aproximadamente 200 versos en los cuales uno u otro de estos términos son usados para referirse a todo el interior, aspectos no físicos de nuestro ser como un todo. Entonces, es mejor concluir que las palabras “alma” y “espíritu” se refieren a la realidad subyacente de que el hombre consiste de sólo dos partes principales: cuerpo y alma.

En Lucas capítulo 23 versículo 46, Jesús habló de su propia “alma” o “espíritu” mientras estaba muriendo. Escuche sus palabras:

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lucas 23:46)

Cuando Jesús murió en la cruz, él indicó que mientras su cuerpo iba a ser puesto en el sepulcro, su espíritu humano o alma estaría en las manos de Dios el Padre.

En el lado espiritual de nuestro ser, nuestra alma es la sede de nuestra conciencia. Cuando nuestros cuerpos mueren, nuestras almas son separadas de nuestros cuerpos y continúan en un estado de conciencia.

El Credo de los Apóstoles explica que lo mismo le sucedió a Jesús cuando murió. Menciona específicamente:

Descendió a los infiernos.

Aquí, el credo menciona que cuando Jesús murió, su conciencia, su alma racional fue separada de su cuerpo. Mientras que su cuerpo permaneció en el sepulcro, su alma descendió a los infiernos. Más adelante en esta lección investigaremos el significado de esta frase a mayor detalle. Pero por ahora, simplemente queremos decir que al mencionar que Jesús descendió a los infiernos, el Credo de los Apóstoles afirma que Jesús tuvo un alma humana real.

Finalmente, aparte de afirmar la humanidad de Jesús a través de referencias a su concepción, su cuerpo, y su alma, el Credo de los Apóstoles también habla de la resurrección de Jesús, en la cual su alma fue reunida con su cuerpo.

Resurrección

La resurrección demuestra que Jesús realmente fue un ser humano porque reafirma que su existencia humana, glorificada y completa incluyó la reunión de su cuerpo humano con su alma humana. La resurrección de su cuerpo ocurrió cuando su alma humana fue introducida a su cuerpo humano perfeccionado. Sí, su cuerpo resucitado era diferente en muchas maneras porque había sido glorificado y ya no era mortal. Pero esto no hizo que fuera menos físico o menos humano.

Por el contrario, como vemos en 1 Corintios capítulo 15, el cuerpo resucitado de Jesús es la primicia de la resurrección de todos los creyentes. Esto nos demuestra cómo serán nuestros propios cuerpos humanos en un futuro.

Escuche las palabras que Pablo escribió en 1 Corintios capítulo 15 versículo 20 al 23

Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos… Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. (1 Corintios 15:20-23)

Así como Adán fue el primer ser humano en ser creado, Jesús fue el primer ser humano que resucitó con un cuerpo glorificado. Otros antes de él han vuelto a la vida, algunos resucitados por Cristo mismo. Tanto Elías como Enoc incluso fueron llevados al cielo sin haber muerto. Pero ninguno de ellos había recibido un cuerpo glorificado, inmortal.

Pero aun cuando el cuerpo de Jesús es ahora glorificado, sigue siendo completamente humano- así como nosotros seguiremos siendo completamente humanos después de que Dios renueve nuestros cuerpos en la gran resurrección de los muertos.

Jesús fue un bebé. El fue absolutamente dependiente de su madre durante su infancia. Lucas nos menciona que Jesús creció en sabiduría, en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres. Él experimentó el hambre que nosotros experimentamos, la misma sed que nosotros sentimos, y en la cruz del Calvario el experimentó la muerte como los seres humanos la experimentan. No solamente era completamente humano, también era completamente Dios, pero la realidad es que Jesús no sólo es una humanidad auténtica; él es la humanidad perfeccionada.

[Dr. R, Albert Mohler, Jr.]

Ya que hemos observado a la humanidad de Jesús en términos de sus experiencias, ahora enfocaremos nuestra atención a su oficio humano mencionado en el Credo de los Apóstoles, el cual es llamado el oficio de Cristo.

Oficio

El oficio de Jesús es mencionado en estas palabras del Credo de los Apóstoles:

Creo en Jesucristo

En el cristianismo moderno, muchos creyentes no saben que la palabra Cristo es el título del oficio de Jesús, y no es una parte de su nombre personal. Con respecto a esto, la palabra “Cristo” es muy similar a palabras como “rey” o “juez”.

Hablaremos del oficio humano de Jesús en dos partes. Primero, estudiaremos el trasfondo del Antiguo Testamento del oficio conocido como “Cristo”. Segundo, explicaremos como el cumplimiento de este oficio en Jesús apunta a la humanidad del Señor. Empezaremos con el trasfondo del Antiguo Testamento del oficio conocido como “Cristo”.

Trasfondo del Antiguo Testamento

La palabra en español Cristo es una traducción del griego christos, que a su vez es una traducción de la palabra hebrea del Antiguo Testamento mashiach o mesías, que significa ungido.

En los tiempos del Antiguo Testamento, el término “ungido” era muy general, podía aplicarse a cualquier persona que Dios había designado para algo especial. Por ejemplo, 1 Crónicas capítulo 16 versículo 22 identifica a los profetas como ungidos. Levítico capítulo 4 versículo 3, 5 y 16 habla acerca de los sacerdotes ungidos. En 1 de Samuel capítulo 26 versículo 9, 11 y 16, David se refiere a Saúl como el ungido del Señor por ser el rey de Israel. Escuche la forma en que Levítico capítulo 21 versículo 10-12 describe la unción del sumo sacerdote:

Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que fue consagrado para llevar las vestiduras … porque la consagración por el aceite de la unción de su Dios está sobre él. (Levítico 21:10-12)

Como vemos aquí, la ceremonia de la unción dedicaba a la persona para el servicio a Dios.

Uno de los más importantes usos del término ungido en el Antiguo Testamento se aplica a los descendientes de David que sirvieron como reyes en Israel y después en Judá. Observamos esto en pasajes como Salmo 89 versículos 38 y 51, Salmo 132 versículos 10 y 17 y 2 de Crónicas capítulo 6 versículo 42. Durante la vida de David, Dios hizo un pacto con él, prometiéndole establecer un reino sin fin en la tierra bajo el mandato de uno de los descendientes de David.

El Salmo 89 versículo 3 y 4 resume el pacto del Señor con David de esta forma:

Hice pacto con mi escogido; Juré a David mi siervo … Para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones. (Salmo 89:3-4)

Ahora, es natural el preguntarnos por qué los descendientes de David eventualmente perdieron el control del trono, si Dios se los había prometido. La respuesta es que las bendiciones que Dios había prometido en su pacto estaban condicionadas a la obediencia de cada uno de los descendientes de David. Esta condición es mencionada en forma explícita en 2 de Crónicas capítulo 6 versículo 16, Salmo 89 versículos 30 al 32, Salmo 132 versículo 12. Así que cuando los descendientes de David se rebelaron en contra del Señor, ellos perdieron sus tronos.

Por ejemplo, en el año 922 AC. durante el reinado del nieto de David, Roboam, diez tribus se separaron de la dinastía y se unieron a Jeroboam. Leemos de este evento en 1 de Reyes capítulo 11 versículos 11 y 12. Las tribus que siguieron a Jeroboam llegaron a ser conocidas como el reino de Israel, y el remanente que siguió a Roboam llegó a ser conocido como el renio de Judá.

Más adelante, en el año 587 AC., aun el reino de Judá fue despojado de la casa de David, cuando su descendiente Jeconías fue destronado y su reino cayó por completo bajo los babilonios.

Durante ese tiempo, muchos profetas habían predicho que Dios enviaría un gran “mesías” o “ungido” en el futuro. El sería un gran rey, descendiente de David, quien restauraría y reuniría los reinos de Israel y de Judá.

En el Antiguo Testamento la figura que llego a ser conocida como el Mesías fue el rey, el rey de la descendencia de David. Dios hizo un pacto con David y en ese pacto Dios prometió que un día un rey se levantaría el cual sería especial, tendría una relación única de Hijo de Dios, relacionado con Dios como su Hijo. El reinaría por siempre en el trono de David y establecería justicia y rectitud. Entonces, cuando nos referimos al Mesías del Antiguo Testamento, nos estamos refiriendo a un rey. Un gran rey, un rey que traerá la salvación y liberación.

[Dr. Mark Strauss]

Muchos profetas del Antiguo Testamento hablaron acerca del mesías o cristo como un descendiente de David que regresaría a los exiliados a la tierra prometida y que traería las grandes bendiciones de Dios a una nación restaurada. Por ejemplo, encontramos estos tipos de profecías en Jeremías capítulo 23:5-8, capítulo 30 versículos 8 y 9, y capítulo 33 versículos 14 al 17. Lo vemos en Ezequiel capítulo 34 versículos 20 al 31, y capítulo 37 versículos 21 al 28. También lo observamos en Zacarías capítulos 12 y 13. Por citar un ejemplo, escuchemos lo que dice Jeremías capítulo 23 versículos 5 y 6:

He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cuál será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado. (Jeremías 23:5-6)

Con profecías como éstas, el Antiguo Testamento anima al pueblo de Dios a esperar al mesías – el ungido rey de la descendencia de David que los rescatará de su sufrimiento y les traerá las gloriosas bendiciones de Dios.

Habiendo entendido el trasfondo del Antiguo Testamento del oficio del mesías, estamos listos para explorar como el cumplimiento de este oficio en Jesús apunta a su humanidad.

Cumplimiento en Jesús

El Nuevo Testamento habla de Jesús como el Cristo en más de 500 pasajes. Entonces, podemos incluso decir que desde un punto de vista cristiano, él es el gran mesías que el Antiguo Testamento anticipaba. Pero para remover toda duda, hay dos pasajes en el evangelio de Juan donde Jesús es llamado “mesías”, y en donde Juan explica que “mesías” significa lo mismo que “cristo”. Estos pasajes son Juan capítulo 1 versículo 41, y Juan capítulo 4 versículos 25 y 26. Observemos sólo uno de estos pasajes para probar el punto.

Escuche las palabras de la conversación de Jesús con la mujer samaritana, que se encuentran en Juan capítulo 4 versículos 25 y 26:

Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. (Juan 4:25-26)

En este pasaje Jesús admite explícitamente ser el Mesías profetizado en el Antiguo Testamento. Juan explica que el uso normal de la palabra “mesías” en griego es christos, traducido aquí como Cristo. Esto nos dice que cuando veamos referencia de Jesús como “Cristo”, debemos entender que él es el Mesías profetizado en el Antiguo Testamento.

Pero ¿Cómo el rol de Jesús como Mesías o Cristo demuestra qué él es realmente humano? ¿Por qué Dios simplemente no vino a la tierra en su gloria divina y salvó a su pueblo? O, ¿por qué no envió un ángel para dirigir a su nación favorecida?

De acuerdo a las profecías del Antiguo Testamento, el Mesías tenía que ser humano debido a que tenía que ser un Hijo de David. Como hemos visto, Dios hizo un pacto con David especificando que uno de sus descendientes reinaría sobre Israel por siempre. Y por supuesto, todos los descendientes de David eran humanos.

Dios forma relaciones con pecadores a través de pactos. Él hace esto voluntariamente. Él no está bajo ninguna obligación para hacerlo. La iniciativa es de Él. Es una decisión soberana de Dios el entrar en un pacto con nosotros a través de la mediación de su propio Hijo. Una vez que Dios entra en un pacto, Él está obligado a completar los términos de ese pacto, ya sea que estos términos sean para bendición o maldición. Él no tiene la libertad de quebrantar ese pacto.

[Dr. Derek W. Thomas]

Tan sorprendente como suene, Dios realmente está obligado consigo mismo de acuerdo a su decreto. Cuando Él hace un pacto, Él está obligado a cumplir sus términos. Él decide obligarse a sí mismo de esta manera como un medio para llevar a cabo su voluntad eterna para con su pueblo del pacto. Pero a pesar de que el pacto lo obliga, sigue siendo una expresión de su voluntad libre.

[Dr. Paul Chang]

En el caso del pacto con David, Dios se obligó a sí mismo a enviar un Mesías humano para salvar a su pueblo. Este mesías era Jesús.

Una segunda razón es que solamente un hijo humano de David podía llevar a cabo un sacrificio expiatorio por su pueblo. Como hemos visto, Hebreos capítulo 2 versículos 14 al 17 indica que el mesías tenía que ser humano. Más allá de esto, Isaías capítulo 53 agrega el requerimiento de que fuera hecha expiación por un hijo humano de David.

Una tercera razón por la cual el mesías tenía que ser humano era que él tenía que ser un segundo Adán. Esto es, él tenía que triunfar en donde Adán había fallado.

Cuando Dios creó la humanidad, Él estableció a Adán como el representante de toda la humanidad, y Él estableció a la humanidad para transformar el mundo en el reino de Dios. Pero Adán pecó, hundiendo a la humanidad en pecado, llevándonos a ser incapaces de poder realizar nuestro trabajo. Génesis capítulos 1-3 menciona esta historia, y Romanos capítulo 5 versículos 12 al 19 explica este profundo significado. Los libros históricos del Antiguo Testamento, en cambio, registran como la humanidad caída continuamente intentó y falló en construir el reino de Dios a través de los siglos.

Sin embargo, los requisitos del Padre no han cambiado; los seres humanos todavía son responsables de construir el reino de Dios. Así que, eventualmente el Padre enviaría a su propio Hijo a resolver el problema. El Hijo vino a construir el reino para nosotros. Pero para poder construir el reino en nuestro favor- para poder tomar nuestro lugar- él tenía que ser humano. A través de su vida justa, muerte expiatoria, resurrección y ascensión al cielo, Jesús triunfó donde Adán y el resto de nosotros hemos fallado. Él se convirtió en el segundo Adán de la humanidad. Y cuando nosotros somos unidos con Jesús a través de la fe, su triunfo se convierte en nuestro triunfo, y su poder nos da poder. Somos restaurados para el digno e importante rol de construir el reino de Dios.

A través de nuestra discusión de la humanidad de Jesús, hemos hablado de varias de sus experiencias humanas, como también de su oficio humano como mesías o cristo. Ahora, estamos listos para hablar acerca de la naturaleza humana de Jesús y su relación con su naturaleza divina.

Naturaleza

Cuando decimos que Jesús tiene una naturaleza humana, queremos decir que él posee todos los atributos y rasgos que son esenciales en un ser humano- cosas como un cuerpo físico y un alma racional humana.

A través de la historia de la iglesia, muchas batallas teológicas se han peleado con respecto a la naturaleza de la humanidad de Cristo. ¿Era Él completamente humano en todos los aspectos? ¿Realmente tuvo un cuerpo de carne y sangre, o solamente parecía humano? ¿Realmente tuvo un alma humana, o su persona divina habitaba un cuerpo vacío? Preguntas como estas pueden parecer técnicas o misteriosas, e incluso sin importancia. Pero a veces los argumentos sobre la naturaleza humana de Cristo han amenazado con dividir a la iglesia. Estos debates han sido objeto de muchos concilios teológicos, y han sido la piedra donde han tropezado muchas sectas heréticas. Incluso hoy en día muchas enseñanzas falsas de la humanidad de Cristo pueden minar el evangelio. Entonces, es importante para cada cristiano el entender al menos los aspectos rudimentarios de la naturaleza humana de Jesús.

La teología cristiana ha mantenido consistentemente que Jesús es completamente humano en cada aspecto: él tiene un alma y cuerpo humanos; que era propenso a la enfermedad, a las heridas y a la muerte; él tuvo limitaciones físicas normales; y demás.

Pero cuando hablamos acerca de Jesús en esta forma, la imagen rápidamente se complica debido a que Jesús difiere a los otros seres humanos en maneras importantes. Por una parte, Jesús es un ser humano perfecto, en donde el resto de nosotros no lo somos. Esto resulta en algunas diferencias significativas entre nosotros. Por ejemplo, todos los seres humanos han pecado. Observamos esto en 1 de Reyes capítulo 8 versículo 46, Salmo 130 versículo 3, Salmo 143 versículo 2, Romanos capítulo 5 versículo 12, Gálatas capítulo 3 versículo 22, y muchos otros pasajes.

Para citar un ejemplo, considere estas palabras que aparecen en Romanos capítulo 3 versículos 10 al 12:

No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. (Romanos 3:10-12)

Pero Jesús es diferente. El nació sin pecado, y vivió una vida perfecta sin pecado. La Biblia habla específicamente de su impecabilidad en pasajes como Hebreos capítulo 4 versículos 14 y 15, y capítulo 9 versículo 14. Entonces, ¿cómo reconciliamos esta idea con la afirmación de que Jesús tenía una verdadera y completa naturaleza humana? Bien, una respuesta simple es que el cometer pecado, e incluso la habilidad para pecar, no son esenciales en el ser humano.

Es verdad que en el comienzo Dios creó a la humanidad con la capacidad para pecar. Adán y Eva probaron esto en Génesis capítulo 3 cuando ellos comieron del árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero nosotros tenemos que admitir que incluso antes de que ellos pecaran, eran humanos. Entonces, es posible tener a un ser humano que no peca.

Y de hecho, cuando nosotros morimos y vamos al cielo, nosotros perdemos la habilidad para pecar, como enseña Hebreos capítulo 12 versículo 23. Pero nosotros seguiremos siendo humanos. Entonces, mientras el pecado nos caracteriza en este mundo caído, no nos va a caracterizar en el siguiente. Y por lo tanto, el pecado no es un atributo esencial de la humanidad.

Esta es la razón por la cual decimos que la naturaleza humana de Jesús incluye todos los atributos y rasgos que son esenciales en un ser humano.

Otra cuestión que hace a Jesús diferente es el hecho de que es la única persona que posee dos naturalezas: una naturaleza humana y una divina. Cualquier otro ser humano sólo tiene una naturaleza: una naturaleza humana. Pero Jesús es tanto Dios como hombre, siendo completamente humano y completamente divino al mismo tiempo.

Ahora, la Biblia no dice explícitamente como las dos naturalezas de Cristo están unidas en su persona. Y las dificultades envueltas al explicar esta unión llevó a muchas controversias en los primeros siglos de la iglesia. Pero eventualmente la iglesia estableció un discurso que afirmó que Cristo es una persona con dos naturalezas, sin ir más allá de las Escrituras en su descripción de detalles.

El término técnico que usamos para describir la existencia de tanto la naturaleza humana como la divina en la persona de Cristo es la unión hipostática. A pesar de que este término pueda sonar extraño para nuestros oídos el día de hoy, podemos entenderlo cuando pensamos en cómo fue usado en la iglesia primitiva.

En la iglesia primitiva, la hipóstasis fue una de las palabras que fue comúnmente usada para referirse a lo que llamamos persona, especialmente a la persona de la Trinidad.

Por ejemplo, en el capítulo 18 de su obra Sobre el Espíritu Santo, el padre de la iglesia del siglo cuarto Basilio uso la palabra hipóstasis de esta manera:

Hay un solo Dios y Padre, un Únigénito, y un Espíritu Santo. Nosotros proclamamos cada una de estas hipóstasis individualmente.

Aquí, Basilio quiso decir lo mismo que nosotros diríamos si dijéramos: “Nosotros proclamamos a cada una de las personas una por una”.

La doctrina de la unión hipostática entonces, tiene que ver con la unión de la naturaleza divina y la naturaleza humana dentro de una hipóstasis o persona de Dios el Hijo. Definiendo de manera más exacta, se menciona lo siguiente:

Jesús es una persona con dos naturalezas distintas (una naturaleza divina y una humana) donde cada naturaleza retiene sus atributos propios.

Dios el Hijo, siempre ha poseído una completa divinidad con todos sus atributos. Cuando él fue concebido y nació como ser humano, él agrego a su persona todos los atributos esenciales del ser humano, tales como un cuerpo y un alma.

Un pasaje del Nuevo Testamento que habla acerca de la unión hipostática se encuentra en Filipenses capítulo 2 versículos 5 al 7, donde Pablo escribe las siguientes palabras:

Cristo Jesús … siendo por naturaleza Dios … se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. (Filipenses 2:5-[NVI])

En este pasaje Pablo menciona claramente que Jesús existía como Dios y que tenía una naturaleza divina completa. Después, él se hizo carne, agregando una naturaleza humana a la naturaleza divina que él ya poseía. Ahora, la frase de Pablo de que Jesús se “rebajó voluntariamente”, ha llegado a confundir a los cristianos.

Algunos han pensado erróneamente que Jesús puso de lado su gloria, o incluso su naturaleza divina. Pero como hemos visto en lecciones anteriores, esto es imposible. La naturaleza de Dios es inmutable. Dios no puede dejar de lado ninguno de sus atributos esenciales, mucho menos su entera naturaleza.

Afortunadamente, Pablo hizo que el significado de esta frase fuese claro al explicarlo con dos participios: tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los humanos

Estas frases nos mencionan como Jesús “se despojó a sí mismo.” Específicamente, se despojó a sí mismo no por perder su naturaleza divina, sino por tomar una naturaleza adicional- una naturaleza humana que no reemplazó sino que simplemente cubrió su gloria divina.

Quizá la frase más famosa que explica la unión hipostática esta en el credo del concilio ecuménico que se celebró en el año 451 DC. en la ciudad de Calcedonia, al norte de Asia Menor. El concilio de Calcedonia tuvo lugar para defender las doctrinas tradicionales de la persona y naturalezas de Cristo, y para negar las diferentes herejías con respecto a estas cuestiones.

La declaración que el concilio produjo es conocida por diversos nombres, incluyendo Credo de Calcedonia o “Símbolo”, y “La Definición de Calcedonia”. Escuchemos el siguiente extracto:

Nuestro Señor Jesucristo … [es] perfecto en Deidad y también perfecto en humanidad; verdadero Dios y verdadero hombre, de cuerpo y alma racional … en todas las cosas como nosotros, sin pecado … para ser reconocido en dos naturalezas, inconfundibles, incambiables, indivisibles, inseparables; por ningún medio de distinción de naturalezas desaparece por la unión, más bien es preservada la propiedad de cada naturaleza y concurrentes en una Persona y una Sustancia.

Mucho del lenguaje del credo de Calcedonia es bastante técnico. Pero podemos resumirlo en dos puntos. Por un lado, Jesús es sólo una persona.

Jesús no tiene dos personas ni dos mentes, como si un ser humano hospedara una persona divina en su cuerpo. Él no es una persona que de cierta forma es una combinación o una mezcla de dos personas o mentes distintas, como si una persona divina emergiera con una persona humana. Él es y siempre ha sido la misma persona eterna conocida como el Hijo de Dios.

Al mismo tiempo, Jesús tiene dos distintas naturalezas: una naturaleza humana y una naturaleza divina.

Cada una de estas naturalezas son enteras y completas, tal como la naturaleza del Padre es enteramente divina, y la naturaleza de los seres humanos es enteramente humana. Jesús posee cada atributo que es esencial a la divinidad, así como cada atributo que es esencial a la humanidad.

Por otra parte, las dos naturalezas de Jesús son distintas de cada una. Él no tiene una naturaleza mezclada que combina los atributos tanto divinos como humanos. Ni los atributos humanos esconden sus atributos divinos, ni sus atributos divinos mejoran a sus atributos humanos. Cada naturaleza permanece enteramente inalterable.

Pienso que es realmente intrigante la forma en que la epístola a los Hebreos enfatiza lo crucial que es que el mediador entre Dios y el hombre, el sumo sacerdote sea completamente Dios y completamente humano. Él es el eterno Dios creador que sostiene todas las cosas por la palabra de su poder. Él es completamente Dios. Y la epístola a los Hebreos dice, por nuestra causa debido a que necesitamos un sumo sacerdote que sea completamente humano, Él tomó un cuerpo y sangre como el cuerpo que nosotros tenemos. Él es nuestro hermano. Él puede interceder por nosotros desde el punto de vista de quien comparte nuestra naturaleza humana, quien soporto cada prueba y tentación con absoluta obediencia, y que sabe que es lo que experimentan los seres humanos. Necesitamos un sumo sacerdote, un hermano. También necesitamos un sumo sacerdote divino que vive para siempre para interceder por nosotros. Y nosotros tenemos eso en la persona de Jesucristo.

[Dr. Dennis Johnson]

La humanidad de Jesús tiene muchas implicaciones para la forma en la que nosotros vivimos como seguidores de Él. Lo que Pablo escribió en 1 Timoteo capítulo 2 versículo 5, significa que nosotros tenemos un mediador humano efectivo entre Dios y nosotros, y a través de la muerte de Jesús podemos ser perdonados y vivir completamente reconciliados con el Padre. Lo que Pablo enseñó en Romanos capítulo 5 versículo 12 al 19, significa que como el segundo Adán, Jesús ha constituido una nueva raza humana con aquellos que han confiado en él, restaurándonos a una posición de honor y dignidad dentro de la creación. Y por esta razón, nosotros ahora tenemos el poder de vivir de una forma que agrada a Dios, y el poder para cambiar al mundo y convertirlo en su reino celestial. E individualmente, mientras luchamos con el pecado y sufrimiento en nuestras vidas, podemos acercarnos al trono de la gracia con confianza, sabiendo que nuestro salvador que es completamente humano nos entiende y simpatiza con nuestros dolores y debilidades, haciéndole que nos responda en formas que alivien nuestro sufrimiento, construyan nuestro carácter e incremente nuestras recompensas eternas. Estas son algunas de las muchas formas en que la completa humanidad de Cristo impacta nuestras vidas.

Hasta este punto en nuestra lección, hemos explorado tanto la divinidad de Jesucristo, así como su humanidad. Ahora estamos listos para enfocarnos en la obra de Cristo mencionada en el Credo de los Apóstoles.

IV. OBRA

En los últimos cientos de años, ha sido común para los teólogos el hablar acerca de la obra de Jesús usando dos ideas. Primero, esta su humillación, él se humillo a sí mismo al condescender en tomar una naturaleza humana frágil, y sufrir en la tierra para redimir a la humanidad caída. Y segundo, esta su exaltación, en la cual Dios el Padre reveló la gloria divina escondida de Cristo y acumuló honor y alabanza adicional para él. Estas categorías no son mencionadas explícitamente en el Credo de los Apóstoles, pero son maneras muy útiles para nosotros cuando pensamos en la obra de Jesús.

Mientras consideramos la obra de Jesús en esta lección, Nos concentraremos primero su humillación, aquellas cosas que ocultaron o velaron su gloria. Y segundo, consideraremos su exaltación, la obra que revelo su gloria, y que resultará en más gloria en el futuro. Empecemos con la humillación de Cristo durante su ministerio terrenal.

Humillación

La obra de humillación de Jesús es mencionada en las siguientes líneas del Credo de los Apóstoles:

Que fue concebido del Espíritu Santo,

Nació de la virgen María,

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.

Fue crucificado, muerto y sepultado.

Descendió a los infiernos.

En cada una de estas fases. El Hijo de Dios hizo que su gloria fuera ocultada y velada a la vista, y se sujetó a sí mismo al sufrimiento y la indignidad. Debido a que la naturaleza divina del Hijo es inmutable, no podía ser humillado. Entonces, su humillación fue limitada a su naturaleza humana. Sin embargo, debido a que su naturaleza humana está perfectamente unida a su persona, su persona divina experimentó completamente la humillación.

En esta lección, resumiremos la obra de Jesús de humillación en los siguientes puntos: su encarnación y su pasión. Veamos primero su encarnación, cuando vino a la tierra como ser humano.

Encarnación

El término teológico encarnación se refiere a que Jesús toma permanentemente una naturaleza humana. Literalmente, la palabra “encarnación” se refiere a “hacerse carne”, esto es, tomar un cuerpo humano. Pero como hemos visto, la teología cristiana ha mantenido regularmente que Jesús también tomó un alma humana. Entonces, cuando hablamos de la encarnación en teología, generalmente nos referimos a la completa naturaleza humana de Jesús. La Escritura habla de la encarnación de Cristo en muchos pasajes, tales como Juan capítulo 1 versículos 1 y 14; Filipenses capítulo 2 versículos 6 y 7; y Hebreos capítulo 2 versículos 14 al 17.

Juan capítulo 1 versículos 1 y 14 es probablemente la fuente del término técnico “encarnación”. Escuche lo que Juan escribió en este pasaje:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros. (Juan1:1,14)

Observemos que Juan menciona que el Hijo de Dios se hizo carne- el significado literal de encarnación. Lo que quiso decir es que Jesús tomó una naturaleza humana real, incluyendo un cuerpo humano real.

En el Credo de los Apóstoles, las obras asociadas con la encarnación de Jesús son su concepción y su nacimiento. Previamente hablamos de esto en términos de la concepción de Jesús, y se demostró que esto prueba su humanidad. En este punto, queremos considerar estos eventos de nuevo, pero desde la perspectiva de la labor de Cristo como Mesías. ¿Por qué fue necesaria su encarnación? ¿Qué logró Jesús con la encarnación?

La Escritura nos enseña que la obra de encarnación de Jesús logró al menos tres cosas: Primero, dio a Dios el Hijo el derecho legal de ser el rey Davídico. Segundo, le dio a él la misericordia y simpatía que necesita para poder ser un sumo sacerdote efectivo. Y tercero, la encarnación fue necesaria para que Jesús pudiera ser un sacrificio expiatorio por el pecado. Consideraremos brevemente cada uno de estos puntos, empezando con el hecho de que el rey Davídico tenía que ser un ser humano.

Ya hemos mencionado que el Mesías tenía que ser humano para mantener las promesas que Dios hizo a David. En este punto, queremos considerar como la obra de Jesús de encarnación le dio el derecho al trono de David. El problema delante de nosotros es que el derecho legal para heredar el trono de David solamente podía ser heredado por descendientes. Entonces, Jesús solamente podía clamar el trono de David si tuviese un padre humano que descendiera de David.

Para resolver este problema, Jesús se encarnó a través de la virgen María, quien estaba comprometida con José. Observamos esto en las genealogías en Mateo capítulo 1 y Lucas capítulo 3, José era un descendiente legal directo de David. Entonces, cuando José se casó con María y adoptó a Jesús, Jesús obtuvo la genealogía legal de José, y con esto el derecho de ser el rey mesiánico.

Aparte de dar a Dios el Hijo el derecho legal de ser el rey Davídico, la encarnación le dio la misericordia y simpatía que él necesitaba para ser efectivo sumo sacerdote en beneficio de su pueblo.

La Biblia nos menciona que la encarnación de Jesús lo hizo un sumo sacerdote quien puede ser tocado con el sentimiento de nuestras debilidades. Esto significa que él es un sumo sacerdote más eficiente de lo que pudiera ser o de lo que pudo haber sido si él no hubiese conocido lo que realmente significa ser un ser humano y experimentar eso con y por nosotros. Hay una variedad de formas en la que esto es manifiesto. Una es que Jesús en su propia vida y experiencia tuvo y encontró el mismo rango de problemas humanos en este mundo caído como nosotros, que Dios en la carne conoce el mismo tipo de angustias, penas, decepciones, traiciones y heridas que cualquiera que vive en este mundo caído ha experimentado. Esto no es algo teórico para él. Esto no es algo que quedó afuera en las profundidades del espacio, en el polvoso pasado de la eternidad y que especuló. Esto es algo en el que él vino al mundo en nuestra débil carne, en nuestra débil sangre y que experimentó él mismo.

[Dr. J. Ligon Duncan III]

El autor de Hebreos discutió este aspecto de la encarnación en Hebreos capítulo 2:17-18. Escuchemos lo que escribió:

[Jesús] debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere … Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. (Hebreos 2:17-18)

Además de dar a Jesús el derecho de ser el rey Davídico y la experiencia de ser un efectivo sumo sacerdote, la encarnación permitió a Jesús llegar a ser un sacrificio expiatorio por los pecados de su pueblo.

Como vimos anteriormente en esta lección, Jesús tuvo que ser un humano para morir en lugar de su pueblo. Pero, ¿por qué su humanidad es esencial para el sacrificio expiatorio? La respuesta es que Dios había impuesto la muerte como pena por el pecado humano. La Escritura nos enseña esto en Génesis capítulo 2 versículo 17, Romanos capítulo 5 versículo 12 y capítulo 6 versículo 23, Santiago capítulo 1 versículo 15, y muchos otros pasajes. Empezando con Adán, el pecado se extendió a toda la raza humana, y trajo como pena legal la muerte humana. Es por esto que sólo una muerte de un humano real con cuerpo y sangre podía satisfacer las demandas de Dios.

Escuche la forma en que Pablo explicó la conexión entre la humanidad de Jesús y nuestra salvación en Romanos capítulo 5 versículos 15 al 19:

Sí por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más por los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo… Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia… Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. (Romanos 5:15-19)

Una y otra vez, Pablo enfatiza que la justicia humana de Jesús fue la contra parte y la cura al pecado de Adán. Pablo hizo bastante claro que Jesús tenía que ser humano para arreglar lo que Adán había roto. Él tenía que ser humano para tomar la penalidad que Dios impuso a la humanidad, y para propagar su justicia a otros seres humanos.

Algunas veces nosotros como cristianos evangélicos conservadores, enfatizamos la deidad de Cristo tanto que olvidamos que es realmente su humanidad la que nos salva. Debido a que Jesús se hizo un verdadero ser humano, pudo sufrir y morir por nosotros, por nuestros pecados. Es por eso que la humanidad de Jesús es esencial en nuestra salvación.

[Dr. Mark Strauss]

Entendiendo la encarnación de Jesús, exploraremos su pasión, el segundo aspecto de su obra de humillación mencionada en el Credo de los Apóstoles.

Pasión

El término teológico pasión viene del verbo griego pascho, que significa sufrir. Se refiere al sufrimiento y muerte de Jesús, empezando con la noche de su arresto.

La pasión de Jesús es mencionada en estas líneas del Credo de los Apóstoles:

Padeció bajo el poder de Poncio Pilato;

Fue crucificado, muerto y sepultado;

Descendió a los infiernos.

La mayoría de los cristianos están familiarizados con el arresto de Jesús, sufrimiento y crucifixión. En vez de explorar estos detalles en este espacio, nos enfocaremos en la razón por la cual Jesús se sometió asimismo a estos eventos.

Con respecto al sufrimiento de Jesús, la Escritura explica que era necesario que Jesús aprendiera la obediencia, y encomendarlo a Dios el Padre. En Hebreos capítulo 5 versículo 8 leemos lo siguiente:

[Jesús] por lo que padeció aprendió la obediencia. (Hebreos 5:8)

Pedro escribió en 1de Pedro capítulo 2 versículos 20 y 21 lo siguiente:

Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas. (1 Pedro 2:20-21)

A través de su sufrimiento, Cristo cumplió la voluntad del Padre, y de este modo se encomendó a sí mismo al Padre. Al obedecer perfectamente al Padre, el obtuvo un premio eterno- un premio que misericordiosamente comparte con nosotros.

Pero los padecimientos de Cristo bajo el poder de Poncio Pilato no terminaron sólo en sufrimiento; sino que lo llevó hasta la muerte de crucifixión. Éste es quizás el aspecto más conocido de la obra de Cristo de humillación, y por esta razón: fue su muerte la que expió por nuestro pecado y cumplió nuestra salvación.

La muerte de nuestro Señor por el pecado, como es presentado en el Nuevo Testamento, se logró, si lo podemos poner de esta manera, debido a que Él se convirtió en nuestro sustituto penal. Sustituto significa, que él tomó nuestro lugar. Y penal apunta al hecho que Él tomó nuestro lugar aguantando el juicio, la penalidad que todos merecíamos por nuestras propias transgresiones de la ley de Dios, la penalidad con la que Dios nos había castigado por quebrantar su ley. La naturaleza de Dios es tal (y me refiero a Su santidad en realidad), Su naturaleza es tal que donde hay pecado, debe de haber un pago. Y la maravillosa, sabia y amorosa forma de salvación que Dios planeó fue el desviar la penalidad de nuestra culpa, de nuestro hombro, si se puede decir de esta manera, y la puso sobre los hombros sin defecto de su Hijo encarnado, quien cumple el patrón de cordero sin defectos para sacrificio que era demandada a través de todo el Antiguo Testamento.

[Dr. J.I. Packer]

El apóstol Pablo muchas veces describió a la crucifixión como el corazón del evangelio. Observamos esto en pasajes como Romanos capítulo 6 versículo 6, 1 de Corintios capítulo 1 versículo 17 y 18, Gálatas capítulo 6 versículo 14, y Colosenses capítulo 1 versículo 20.

Por citar un ejemplo, escuche las palabras de Pablo en Gálatas capítulo 2 versículo 20 y 21:

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

(Gálatas 2:20-21)

La muerte de Cristo fue la obra central que logró nuestra salvación. Y por esta razón, ha sido el hecho central en las presentaciones del evangelio a través de la historia.

Después de la crucifixión de Jesús, su cuerpo fue sepultado en una tumba, donde permaneció sin vida por tres días. Siendo completamente humano, Jesús se sometió a la experiencia normal de la muerte. El Credo de los Apóstoles registra este hecho con las palabras descendió a los infiernos. En ese período de tiempo, el cuerpo de Jesús permaneció en la tumba mientras que su alma descendió al lugar de la muerte.

Ahora, debemos mencionar que no todos los teólogos contemporáneos están enteramente de acuerdo con el significado de la frase descendió a los infiernos. Muchas iglesias hoy en día interpretan esta frase para decir que Jesús solamente fue sepultado. Pero parece obvio que este no es el significado que el Credo de los Apóstoles quería decir. Por una parte, el credo menciona tanto que Jesús fue sepultado, y que descendió a los infiernos. Aparentemente, estas frases son artículos separados y consecutivos de un registro histórico.

Por otra parte, mientras que es verdad que la frase infiernos puede simplemente significar debajo de la tierra, su uso en la Escritura y en los escritos de la iglesia primitiva casi siempre se refiere al inframundo que contiene las almas de los muertos. Nosotros podríamos pensar que este es por defecto el significado en la iglesia primitiva- el significado que los antiguos cristianos tenían en mente cuando usaban la palabra “infiernos”.

Por estas razones, es mejor concluir que el Credo de los Apóstoles quería enseñar que el alma de Jesús realmente descendió al inframundo entre el tiempo de muerte y su resurrección. ¿Pero cuál es la naturaleza de este infierno?

En el mundo antiguo, el universo fue muchas veces descrito en el lenguaje de una estructura vertical. La tierra, donde vivían los humanos, estaba en medio. El cielo, donde está Dios y los ángeles, era mencionado como que estaba en las nubes. Y debajo de la tierra estaba el oscuro inframundo donde todas las almas de los muertos residían. En el hebreo del Antiguo Testamento, fue comúnmente llamado el Seol, en el griego del Nuevo Testamento y en las traducciones griegas del Antiguo Testamento, fue comúnmente llamado hades.

En el Antiguo Testamento, las almas de tanto los buenos como los malos se decía que residían en el seol mientras aguardaban el juicio final. En cambio, en el Nuevo Testamento, hades usualmente se refiere a la morada de las almas malvadas, como dice en Lucas capítulo 10 versículo 15. Sin embargo, al menos antes de la resurrección de Jesús, el Nuevo Testamento confirma que también las almas de los justos estaban en el hades. Mas notablemente, Hechos capítulo 2 versículos 27 al 29 habla del justo rey David estando en el hades.

Ahora, esto no quiere decir que todos en el hades o infierno eran tratados de la misma manera. La parábola de Jesús de Lázaro y el hombre rico, que se encuentra en Lucas capítulo 16 versículos 19 al 31, indica que un gran golfo dividía las almas de los malvados de las almas de los justos. Y mientras que los malvados sufrían tormento, los justos eran consolados. En ésta parábola, Abraham reside en el lugar de los consolados. Por esta razón, los teólogo muchas veces han llamado esta parte del hades el lado de Abraham o más literalmente el seno de Abraham.

El padre de la iglesia Tertuliano, quien escribió en los comienzos del tercer siglo, expresó la creencia común en esta división del hades. Escuchemos lo que él escribió en el capítulo 17 de su obra En la Resurrección de la Carne:

Que incluso las almas el día de hoy son susceptibles al tormento y bendiciones en el Hades … es probado en el caso de Lázaro.

El padre de la iglesia Ignacio, escribió en el año 107 DC. sobre este tema en su Carta a los Trallianos:

Para aquellos bajo la tierra, [quiero decir] la multitud que resucitó junto con el Señor. Porque la Escritura dice, Muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron, sus sepulcros fueron abiertos. Él descendió. De hecho, al Hades solo, pero se levantó acompañado de una multitud; y consumó la separación que había existido desde el comienzo del mundo.

Entonces, cuando el credo menciona que Jesús descendió a los infiernos, el significado más probable es que su alma humana descendió al lugar de los espíritus difuntos. Específicamente, el descendió a la región reservada para las almas de los justos, y no a la región donde los malvados son atormentados. La estancia de Jesús en esta parte del infierno fue una parte necesaria de su obra porque sometió su alma al castigo judicial de la verdadera muerte humana.

La pasión de Jesús nos demuestra lo que realmente significa ser un ser humano en un mundo caído. Incluso, si aun nuestro perfecto Señor tuvo que sufrir mientras se oponía y remediaba el pecado, entonces seguramente nosotros que somos imperfectos también sufriremos. De hecho, Pablo escribe en 2 de Timoteo capítulo 3 versículo 12, el sufrimiento está garantizado para todo aquél que busca vivir una vida santa. Pero la Escritura también enseña que cuando nosotros sufrimos, Cristo sufre. Esto demuestra que él muestra simpatía a nuestro dolor, y está dispuesto a consolarnos. Así lo enseña Pablo en Colosenses capítulo 1 versículo 24, eventualmente los sufrimientos de Cristo a través de nosotros serán completos. Y cuando esto pase, él regresará en gloria y nosotros recibiremos nuestra herencia eterna. Nuestro sufrimiento no es sin propósito; es un medio que Dios usa para traer la completa restauración a toda la creación.

Ahora que hemos observado la obra de humillación de Jesús, debemos considerar su obra de exaltación, cuando su gloria divina fue revelada una vez más.

Exaltación

Cuando hablamos acerca de la exaltación de Cristo, es importante recordar que fue más que la revelación de su gloria encubierta. A través de su humillación, el Hijo obtuvo una gloria mayor que la que originalmente poseía. Él realizó cosas que el Padre bendijo, y su sacrificio compró un pueblo para su propia herencia, así como el derecho de sentarse en el trono del reino de Dios. Con éstas obras, el merito del Hijo, su dignidad y gloria de hecho se incrementaron como resultado de su humillación.

El Credo de los Apóstoles menciona la exaltación de Cristo en los siguientes artículos:

Al tercer día resucitó de entre los muertos;

Subió al cielo,

Y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso;

Y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.

La naturaleza divina de Cristo siempre fue inmutablemente exaltada. No fue objeto de muerte, o removida de su trono en el cielo. Así que, la exaltación del Hijo de Dios siempre se limitó a su naturaleza humana. De todas formas, como cualquier otra experiencia de la naturaleza humana de Cristo, su persona divina experimentó completamente la exaltación.

Nuestra discusión de la exaltación de Cristo se dividirá en cuatro partes. Primero, hablaremos de la resurrección de Cristo de entre los muertos. Segundo, hablaremos acerca de su ascensión al cielo. Tercero, exploraremos el significado de su entronización a la derecha del Padre. Y cuarto, mencionaremos el futuro juicio que hará. Empecemos con la resurrección de entre los muertos tres días después de su crucifixión.

Resurrección

Muchos cristianos no entienden esto, pero la resurrección de Cristo fue tan importante para nuestra salvación como lo fue su muerte. Esto es el por qué 1 de Pedro capítulo 3 versículo 21 habla acerca del ser salvados por la resurrección de Jesucristo. Verán, nuestra salvación no fue meramente algo que Cristo compró en nuestro beneficio, y luego nos lo dio como regalo, a pesar de que muchas veces lo describimos de esa manera. En vez de eso, es un regalo que Jesús nos da por medio de nuestra unión con él- esta es la idea de estar “en Cristo” que oímos muchas veces en las cartas del Nuevo Testamento.

Nosotros somos perdonados a través de muerte, porque a través de nuestra unión con él morimos con él en la cruz. Y obtenemos vida eterna porque somos resucitados a una nueva vida a través de su resurrección. La Escritura habla acerca de esto en Romanos capítulo 6 versículos 3 al 11, y capítulo 8 versículos 10 y 11, 2 de Corintios capítulo 5 versículo 14 y capítulo 13 versículo 4, Colosenses capítulo 2 versículo 11 al capítulo 3 versículo 3 y muchos otros pasajes.

Por citar un ejemplo, Pablo escribió estas palabras en Romanos capítulo 6 versículos 4 y 5:

Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andaremos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección. (Romanos 6:4-5)

Para resumir, la obra que Cristo hizo al resucitar de entre los muertos garantizó que nosotros también tuviéramos una nueva vida espiritual cuando venimos a la fe en él, y que en el futuro recibiremos nuestros propios cuerpos resucitados y glorificados, tal como él. En este sentido, su exaltación es también nuestra exaltación, trayéndonos dignidad, gloria y honor.

Al morir, Jesús es puesto más allá del poder del pecado. No se puede tentar a un hombre muerto. Él es puesto más allá de los poderes demoniacos. Pero Jesús muere por el pecado, siendo el pecado el aliado de la muerte. El pecado permite que Jesús se enfrente a la muerte, y al encontrarse con ésta, Jesús conquista la muerte. Y las implicaciones de esto a favor de su pueblo son estupendas. Entonces, en Apocalipsis capítulo 1 versículo 18, Jesús el glorioso Cristo resucitado declara, “soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno”. Él usó esas llaves para liberarse a sí mismo, pero todavía las retiene porque un día él las usará para liberar a su pueblo de la esclavitud de la muerte.

[Dr. Knox Chamblin]

No son solamente la cruz y la resurrección de Jesús el medio por el cual nosotros podemos recibir perdón y expiación por nuestros pecados, pero lo que es aún más importante es que la resurrección empieza la nueva y final era del mundo. La nueva creación (como lo llama la Escritura) empieza en la tumba, esa tumba vacía. Es el nuevo epicentro, el nuevo punto de enfoque, el nuevo eje de la historia misma. Todos nosotros estamos viviendo en el fin de los tiempos, debido a la resurrección de Jesucristo. Él ha inaugurado el comienzo del fin, y la esperanza para los cristianos es que este comienzo encontrará su consumación en la segunda venida de Cristo la cual es llamada, de acuerdo a la Escritura, una nueva creación.

[Dr. Jonathan Pennington]

Aparte de la obra de resurrección, la exaltación de Jesús también incluyó su ascensión de la tierra al cielo.

Ascensión

La ascensión fue el evento donde Jesús fue tomado corporalmente al cielo. Cuarenta días después de su resurrección, Jesús fue alzado en las nubes al cielo. Lucas describe la ascensión tanto en Lucas capítulo 24 versículos 50 y 51, y Hechos capítulo 1 versículo 6 al 11.

La obra de ascensión de Jesús consumó muchas cosas que él no pudo hacer mientras estaba en la tierra. Por ejemplo, en Juan capítulo 14 versículo 2 y 3, Jesús les dijo a los apóstoles que él iba a ascender para prepara lugares para ellos en el cielo. Y en Juan capítulo 16 versículo 7, él dijo que no podía enviar al Espíritu Santo para dar poder a la iglesia para ministrar a menos que primero él ascendiera al cielo.

Más allá de esto, Jesús tenía que ascender al cielo para poder completar la obra de expiación que él había empezado en la cruz. El autor de Hebreos argumenta este punto en los capítulos 8 y 9 de su libro. En resumen, él dijo que el templo terrenal era una copia del templo en el cielo. Y comparó la expiación de Cristo con el trabajo que los sumos sacerdotes terrenales realizaban en el día anual de expiación, cuando ellos tomaban la sangre del sacrificio al lugar Santísimo y la rociaban en el altar, obteniendo así el perdón de los pecados del pueblo. De la misma forma, Jesús entró al lugar Santísimo del verdadero templo en el cielo, y roció su propia sangre en el altar. Esto completó la ceremonia del sacrificio que Jesús había empezado en la cruz.

Escuchemos la forma en la que Hebreos capítulo 9 versículos 11 y 12 describe la obra de expiación de Cristo en el cielo:

Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote … por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación … sino por su propia sangre, [Él] entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. (Hebreos 9:11-12)

Además, como nuestro sumo sacerdote en el cielo, Cristo continúa intercediendo por nosotros, continuamente alegando los beneficios de su expiación a nuestro beneficio cuando pecamos. Los teólogos comúnmente se refieren a la continua obra de Cristo en el templo celestial como su sesión Y esta sesión es la que hace que nuestra salvación sea asegurada. Hebreos capítulo 7 versículos 24 y 25 describe su sesión de esta manera:

Más éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

(Hebreos 7:24-25)

Como vemos aquí, la ascensión de Jesús al cielo fue un aspecto crucial de su obra redentora. Sin ella, no podríamos ser salvos.

Habiendo hablado de la resurrección de Cristo y su ascensión, estamos listos para mencionar su entronización en el cielo a la diestra del Padre.

Entronización

El Nuevo Testamento menciona la entronización de Jesús a la diestra de Dios Padre en muchos, muchos lugares. La idea básica es que Jesús es nuestro gran rey humano, y que él tiene un trono en el cielo que se encuentra a la diestra del gran trono del Padre. En este escenario, el Padre es el gran rey o soberano, y el Hijo es un rey menor o vasallo que le sirve. Esto sigue el modelo de los reinos en el mundo antiguo, por el cual los reyes menores reinarían sobre algunas porciones de un gran imperio, y pagarían tributo y rendirían servicio al emperador.

Normalmente cuando pensamos acerca del reinado de Cristo, solemos pensar como algo muy exaltado, demasiado elevado, porque Jesús esta a la diestra de Dios Padre, y él es el rey. Pero debemos recordar que Jesús fue exaltado en su reinado en su naturaleza humana. Esto es para decir, en su naturaleza divina, Jesús siempre fue rey. Él siempre ha gobernado como el soberano sobre todas las cosas, pero a Jesús se le fue dada autoridad en el cielo y en la tierra en su naturaleza humana. Y Jesús es el Hijo de David, y por lo tanto el que representa a la nación de Israel, y al pueblo de Dios. Y el Hijo de David, como David mismo, fue un rey vasallo; fue un siervo de un rey mayor, Dios Padre en el cielo.

[Dr. Richard Pratt, Jr]

En los pasajes que mencionan a Jesús en su rol como rey, él también es mencionado como el sacerdote que intercede por su pueblo. Esto sigue el modelo del mundo antiguo en el cual los reyes comúnmente servían como sacerdotes. Por ejemplo, Melquisedec fue tanto sacerdote como rey en Génesis capítulo 14.

Cuando la Escritura habla de la posición de Jesús a la diestra del Padre, muchas veces enfatiza su rol como nuestro rey mesiánico, como aparece en Hechos capítulo 2 versículos 30 al 36, Efesios capítulo 1versículos18 al 23, Hebreos capítulo 1 versículos 3 al 9 y 1 de Pedro capítulo 3 versículos 21 y 22

Sin embargo, otras veces, la Biblia resalta el rol de Jesús como nuestro sumo sacerdote que intercede por nosotros. Encontramos este énfasis en pasajes como Romanos capítulo 8 versículo 34 y Hebreos capítulo 8 versículo 1.

En ambos casos, el significado es el mismo: Jesús tiene autoridad y poder sobre toda la creación, y la gobierna en el nombre del Padre. Y en esa posición. El trae salvación a su pueblo, y asegura que el Padre mire a su pueblo favorablemente.

Después de la resurrección de Jesús de la muerte, la ascensión al cielo, y entronización a la diestra del Padre, el Credo de los Apóstoles menciona el juicio que Cristo traerá al final de los tiempos.

Juicio

Cuando el Credo de los Apóstoles menciona que Jesús regresará a juzgar, menciona que el vendrá de allá, esto es, desde su trono a la diestra de Dios. La idea es que Jesús es el rey humano sobre toda la creación, y que él traerá juicio real en contra de aquellos que han quebrantado sus leyes y que no han respetado su reinado ni su reino. Observamos esto en pasajes de la Escritura como Lucas capítulo 22 versículo 30, Hechos capítulo 17 versículo 31, y 2 de Tesalonicenses capítulo 1 versículo 5 y capítulo 4 versículo 1.

El juicio final incluirá tanto a los vivos y a los muertos, esto es, todos los que han vivido, incluyendo a aquellos que estén vivos cuando Cristo vuela. Cada palabra, pensamiento y acción de cada persona será juzgado en la base del carácter de Dios. Y la terrible verdad es que cada ser humano será encontrado culpable de pecado y condenado a muerte.

La buena nueva es que aquellos que están unidos a Cristo por la fe ya han pasado por el juicio a través de la muerte de Cristo, y ya han sido vindicados por la resurrección de Cristo. Entonces, en el juicio, ellos recibirán una bendición eterna y una heredad.

Pero las malas noticias es que aquellos que no son hallados en Cristo van a tener que enfrentar la completa ira de Dios sobre ellos. Ellos serán enviados al infierno por toda la eternidad.

Hoy en día la doctrina del juicio final no es muy popular. Incluso, yo creo, que las cosas no han cambiado mucho, porque no creo que el juicio haya sido alguna vez atractivo para los seres humanos. Yo argumentaría que es absolutamente vital proclamar el juicio. Nosotros debemos proclamar que hay un infierno eterno para aquellos que no han puesto su confianza en Cristo.

[Dr. Tom Schreiner]

Una de las razones por la cual hablamos del infierno es porque es real. Hay demasiadas medias verdades, pero si se va a evangelizar bien, se tiene que evangelizar con la verdad, y se tiene que hablar del juicio final. Es por eso que, hablamos del infierno, porque debemos hacerlo. Una de las cosas que reconocemos acerca del infierno es que nos recuerda quien es el juez. No somos nosotros, Él es el juez. Nos recuerda la responsabilidad personal, la urgencia. Nos recuerda la eternidad, y muchas otras cosas que vienen con el infierno; sería muy difícil enfocarse en el evangelismo sin el infierno. Por eso hablamos de esto. Pero más que todo, hablamos esto, porque es la verdad y nosotros no queremos escapar de la verdad.

[Dr. Matt Friedeman]

V. CONCLUSIÓN

En esta lección, hemos explorado los artículos de fe en el Credo de los Apóstoles que hablan acerca de nuestro Señor Jesucristo. Hemos considerado su completa divinidad, incluyendo su naturaleza divina y su relación con otros miembros de la Trinidad. También hemos explorado su completa humanidad, incluyendo la relación entre sus naturalezas divina y humana. Y hemos resumido su obra, desde el comienzo de su humillación hasta su exaltación.

Para aquellos de nosotros que nos llamamos cristianos, y para todos aquellos que quieren entender el cristianismo, es crucial tener un entendimiento sólido de la persona y obra de Cristo. Jesús es el punto central de nuestra religión- la persona que nos distingue de otros sistemas de creencias. Él es el que gobierna el universo, y dirige el rumbo de la historia. Él es nuestro Dios, nuestro sumo sacerdote, y nuestro rey. Y la salvación no es nada menos que conocerle, amarle y hallar vida en unión con él.

Materiales de la lección

Transcripción